17 de septiembre de 2017

CARACTERÍSTICAS LINGÜÍSTICAS Y TIPOLOGÍA TEMÁTICA DE LA LÍRICA TRADICIONAL CASTELLANA MEDIEVAL.


DOCUMENTOS QUE PRUEBAN LA EXISTENCIA DE LA LÍRICA TRADICIONAL CASTELLANA MEDIEVAL.

Al hablar de los mozárabes (cristianos en territorio árabe) hemos mencionado que éstos cantaban en su lengua ya en los siglos X y XI cancioncillas populares, que fueron recogidas por poetas árabes y hebreos, con grafía árabe.

Estas cancioncillas, halladas en 1948, y que denominamos jarchas, confirmaron la teoría tradicionalista expuesta por Menéndez Pidal en 1919 sobre la existencia de una lírica primitiva en Castilla, muy anterior a los textos que fueron recogidos por los poetas cultos y letrados del siglo XV y ss., y muy anterior, por supuesto, a la épica castellana.
[Menéndez Pidal, R. Discurso acerca de la primitiva poesía lírica española. Madrid: Ateneo Científico, Literario y Artístico, 1919, reimpreso in Estudios Literarios. Madrid: Espasa-Calpe, 1946, pp. 197-269.
_______ . «Sobre primitiva lírica española», in De primitiva lírica española y antigua épica. Madrid: Espasa-Calpe, Colección Austral, 1968, pp. 107-128.
_______ . «Poesía popular y poesía tradicional en la poesía española», in Estudios sobre el Romancero. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, pp. 325-356.
Además, véasen nuestras entradas de este blog referidas a las jarchas, que constan en el índice del tema 7 de literatura].

Eran estos textos, que recogió Menéndez Pidal, en palabras de Rafael Lapesa:

«poemas anónimos sumamente breves destinados a servir de cabeza o estribillo a canciones que los glosaban, repitiéndolos enteros o en parte al final de cada estrofa; cancioncillas que hablaban de un vivir primario, sencillo y fundamental, auroral y eterno: naturaIeza, amor, pastoreo, labranza y montería, encuentros de viajeros y serranas, fiestas y romerías. Tales estribillos y sus glosas formaban parte de la poesía que el Marqués de Santillana estimaba de "ínfimo grado", hecha "syn ningund orden, regla nin cuento", a diferencia de la cortesana, sometida a preceptiva rigurosa; eran, según él, cantares que, junto con los romances, alegraban a las gentes "de baxa e servil condición". Sin embargo, el gran señor no era ajeno al atractivo de aquella lirica desdeñada: en ella se había inspirado para labrar sus refinadas serranillas; y él mismo (si es cierta la atribución no controvertida hasta mediar nuestro siglo) o un trovador más joven, Suero de Ribera (según tesis respetable), acudieron a estribillos de tradición popular para cifrar en ellos los sentimientos de tres gentiles damas que dialogan cantando de amores, y la decepción del autor que las ha escuchado escondiéndose tras los arbustos del vergel:
I. "Aguardan a mi:
nunca tales guardas vi.

II. La niña que amores ha,
sola ¿cómo dormirá?

III. Dexalde al villano, y pene;
véngueme Dios delle.

IV. Sospirando yva la niña
y non por mi,
que yo bien ge lo entendi.

Al llamado "villancico" del Marqués o de Suero de Ribera siguieron algunas composiciones que en la segunda mitad del siglo XV fueron recogidas por cancioneros áulicos y que también están inspiradas en la lírica tradicional anónima. Pero el acceso de esta a los ambientes señoriales no se consumó hasta la época de los Reyes Católicos: el Cancionero musical de Palacio reunido entonces prueba que damas y galanes se deleitaban aplicando exquisitos artificios polifónicos a una producción lirica que parecía haber nacido espontáneamente de entre los trigos, como Lope de Vega habia de decir de los romances un siglo mis tarde. Las auras del Renacimiento les hacían sentirla como obra de la Naturaleza todoparidora, y se les ofrecía tan perfecta en su simplicidad como las flores silvestres. Tras el Cancionero musical de Palacio registraron abundantes muestras de lírica tradicional otros cancioneros cortesanos y pliegos sueltos de difusion popular, acompañándolas muchas veces por glosas debidas a poetas de diverso nivel. El aprovechamiento de este caudal poético se acrecienta a lo largo de todo el siglo XVI y continua en el XVII: líricos, novelistas y dramaturgos -algunos tan eximios como Gil Vicente, Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo y Calderón- intercalan, retocan, refunden e imitan cantares de la herencia tradicional. Igual entusiasmo habían de sentir por ella los poetas de nuestro siglo».
[Lapesa, Rafael. "El mundo de la antigua lírica popular hispánica", in Saber Leer, 19 (1988)]