19 de noviembre de 2020

MINILECTURA. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL: "LA DANZA DE LAS MANOS" de FLORA DAVIS.




Es una antigua broma decir que "Fulano quedaría mudo si se le ataran las manos". Sin embargo es cierto que todos estaríamos bastante incómodos si nos forzaran a no realizar los pequeños movimientos con que acompañamos e ilustramos nuestras palabras.

La mayoría de las personas son conscientes del movimiento de las manos de los demás, pero en general lo ignoran, dando por sentado que no se trata más que de gestos sin sentido. Sin embargo los gestos comunican. A veces contribuyen a esclarecer, especialmente cuando el mensaje verbal no es claro. En otros momentos, pueden revelar emociones de manera involuntaria. Las manos fuertemente apretadas o las que juguetean constituyen claves sobre la tensión que otras personas pueden notar en nosotros. Un gesto puede ser tan evidentemente funcional, que su sentido exacto es inconfundible. En una película, experimental, una mujer se cubría los ojos cada vez que hablaba de algo que la avergonzaba. Cuando discuơ a su relación con el terapeuta, se acomodaba la pollera.

Algunos de los gestos más comunes están íntimamente relacionados con el lenguaje, como formas de ilustrar o enfatizar lo que se dice. Hay gestos que señalan ciertas cosas y otros que sugieren distancias. "Se acercó un tanto así..." o direcciones: "Debemos movernos más allá". Algunos representan un movimiento corporal (blandir el puño o hacer juegos malabares) y otros delinean una forma o tamaño en el aire. Otros gestos subrayan las etapas durante el desarrollo de una narración: "Entonces se sentó y entonces dijo...".

Cada individuo posee su propio estilo de gesticular y en cierto modo el estilo de una persona revela su cultura. En Estados Unidos, los gestos frecuentemente revelan el origen étnico de un individuo ya que cada cultura posee sus propios movimientos corporales, distintivos, y el estilo es más persistente que un "acento" extranjero o un dialecto. Los expertos creen que en los Estados Unidos los gestos étnicos se transmiten a menudo hasta la tercera generación; por ejemplo, los miembros de una familia del Sur de Italia que han vivido en los Estados Unidos durante tres generaciones, todavía se mueven con la expansividad y ampulosidad que es común a los italianos. Teóricamente, el estilo del movimiento podría persistir para siempre si en cada generación los niños se educaran dentro del entorno étnico. Un niño criado en los suburbios y enviado a otro lugar para concurrir al colegio a una temprana edad, adquiere una forma diferente de moverse [...].