25 de enero de 2016

DESDE QUÉ PUNTO DE VISTA SE NARRA EL RELATO. FOCALIZACIÓN DE LA NARRACIÓN. TIPOS DE NARRADORES.


Hemos dicho EN NUESTRA ANTERIOR ENTRADA, que quien relata la HISTORIA es el NARRADOR, luego ésta será seleccionada, matizada, siempre, bajo su punto de vista.

En efecto, la primera característica del narrador es que

"representa un punto de vista, una perspectiva desde la cual se nos relata la acción, y, además, una técnica mediante la cual se logran ciertos efectos en la percepción del lector".
[Luraschi, Ilse Adriana. "Narradores en la obra de Juan Rulfo: estudio de sus funciones y sus efectos", in Cuadernos Hispanoamericanos, CCCVIII (1976), pág. 5.]
Cuando decimos "punto de vista" estamos refiriéndonos, según expresaron Bourneauf y Ouller, a
el ángulo de visión, el foco narrativo, el punto óptico en que se sitúa en narrador para contar su historia"
[Bourneauf, R. et Ouller, R.. La novela. Barcelona: Ariel, 1975]

Otros críticos lo denominan "perspectiva", "foco de narración" (Brooks, Warren), "visión" (Pouillon), "aspectos y modos de ficción" (Todorov)...

Cuando hablamos de "punto de vista" también estamos hablando de "postura ante el mundo", pues ésta

"refleja las concepciones del mundo con las opciones de ver las cosas desde más lejos, más cerca, desde el interior, desde el exterior, etc."
[Pozuelo Yvancos, José María. Teoría del lenguaje literario. Madrid: Cátedra, 1988.]

Recordemos que ya Ortega y Gasset ["La doctrina del punto de vista" in El tema de nuestro tiempo. Madrid, Revista de Occidente, 1923, pp. 93-107] , a principios del siglo pasado, consideró que

"La realidad, aunque es una, se muestra inevitablemente múltiple, habida cuenta de que cada hombre se asoma al mundo desde el lugar de observación que le es peculiar. Así pues, la percepción, y el conocimiento, de la realidad varían de acuerdo con la perspectiva adoptada en cada caso. De este modo, prosigue Ortega, en cuanto elemento configurador de la realidad la perspectiva se presenta como un componente inseparable de ella".
Porque para Ortega, “Cada vida es un punto de vista sobre el universo [...] insustituible”. Es decir, la verdad se concibe desde cada vida, adquiere una dimensión vital, porque la realidad no es independiente del sujeto, de su punto de vista, que es parcial pero verdadera:
"Pero es el caso que la realidad, como un paisaje, tiene infinitas perspectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectiva falsa es esa que pretende ser la única".
[Cfr. para más detalle: Sánchez Martínez, Antonio.- Texto Ortega. EL tema de nuestro tiempo, in Apuntes del profesor de filosofía ].

O Burroway, quien considera que como

"el autor quiere hacernos compartir su perspectiva, las respuestas nos ayudarán a descubrir su opinión, sus juicios, su actitud o su mensaje".
[Burroway, Janet. "Punto de vista", in www.ciudadseva.com].

QUIÉN ES EL QUE CUENTA EL RELATO Y A QUIÉN.


En el mundo creado, ficcional, del texto narrativo vamos a encontrarnos en principio con dos elementos principales: el NARRADOR y el NARRATARIO.

EL NARRADOR. El artífice de que la HISTORIA se convierta en RELATO es el NARRADOR. Éste es la voz la voz que relata, el enunciador que selecciona la historia y la cronología del relato, el modo del relato, el nivel del lenguaje y estilo, etc. (estudiado por los formalistas rusos –Propp, Tomachevski, Batjin- y la narratología francesa –Pouillon, Genette, Todorov-).

Es el organizador del relato, quien selecciona el modelo discursivo, la historia, disposición, cronología, lengua, estilo, etc.

El narrador no puede identificarse con el autor, pues siempre hay un distanciamiento entre la realidad y la ficción.

No es posible la enunciación sin un sujeto enunciador; por tanto, no es posible un relato sin narrador.

El narrador, además, según Genette cumple las siguientes funciones: narrativa, de control o metanarrativa, comunicativa, testimonial e ideológica. Veámoslas

función narrativa, que alude a la relación del narrador con la historia, y que es la función principal del narrador;

función de control o metanarrativa, gracias a la cual el narrador puede hacer referencia a su propio discurso desde un plano superior (metanarrativo) con el fin de hacer hincapié en su disposición interna;

función comunicativa, y que establece las relaciones del narrador con el narratorio (funciones fática y apelativa);

función testimonial, que hace referencia al ámbito de lo moral o intelectual, alusión a las fuentes de información del narrador o referencia escueta al testimonio de otros, insistencia en la mayor o menor nitidez de sus recuerdos o en la intensidad de la reacción sentimental suscitada por ellos, etc.;

CUÁLES SON LOS ELEMENTOS EXTERNOS DE UNA NARRACIÓN.


A través del texto, en una comunicación dialógica (la interactividad ciertamente es parcial, limitada y no inmediata), un autor real escribe para comunicarse con un lector real. Esta comunicación se ve condicionada por el hecho de que el autor real concibe al lector (lo forja en su imaginación) de una manera determinada, de tal manera que buscará unos temas concretos y los adaptará, ordenará y presentará de un modo preciso, según el fin que se proponga y al receptor/lector ideal al que se dirija (a niños, a adolescentes, a mujeres, a personas cultas...): "escribir es construir, a través del texto, el propio modelo de lector", dice Umberto Eco. A su vez, el lector hará una reinterpretación de ese texto, con arreglo a sus condicionantes personales, experiencias previas, interés, bagaje cultural, sensibilidad, etc.

J. M. Pozuelo Yvancos, recordando a W. Booth [ Booth, Wayne C. La retórica de la ficción. Barcelona: Antoni Bosch, 1978] nos indica que el autor de narraciones no puede escoger evitar la retórica; solamente le es dado elegir la clase de retórica que empleará, pues el discurso de un relato es siempre una organización convencional que se propone como verdadera. "Se propone como verdadera", pero no lo es, de ahí que este autor propusiera la existencia de un "pacto narrativo". Éste es pacto es doble: por un lado, de admisión de que lo que se nos cuenta en el relato no es lo que dice el autor, ser del mundo real, sino lo que dice el personaje o narrador de las propia narración; por otro, que lo que se cuenta se simula que es verdadero, y el lector suspende el principio de incredulidad propio de otro tipo de mensajes que el sujeto recibe o sospecha que son falaces en la vida cotidiana (el autor pide al lector que "simule" que es verdadero):

"Decir que Cide Hamete Benengeli no tuvo ninguna responsabilidad en el Quijote es hacer un flaco servicio como lectores a Cervantes. No hay novela que no invite al lector a aceptar una retórica, una ordenación convencional por la que el autor, que nunca está propiamente como persona —quien escribe no es quien existe, decía R. Barthes—, acaba disfrazándose constantemente, cediendo su papel a personajes que a veces son muy distintos de sí.
Entrar en el pacto narrativo es aceptar una retórica por la que la situación enunciación-recepción que se ofrece dentro de la novela es distinguible de la situación fuera de la novela. En la primera, la retórica discursiva distingue entre narrador y autor y entre autor implícito y autor real. Ello es posible en virtud de unos signos de la narración, inmanentes al texto, por los cuales es necesario separar y no confundir a narrador con autor (quien da el libro). Igual ocurre en el plano de la recepción, donde es posible separar mi papel como receptor real del papel de los receptores que actúen dentro del texto como tales (narratarios).
Hay acuerdo en todos los tratadistas acerca de la distinción entre autor / narrador y actor / narratario. Tanto el autor real como el lector real no son identificables en ningún caso con el narrador y el narratario, que son quienes en el relato actúan respectivamente de emisor-receptor y cuya identidad textual no es extrapolable a su identidad real-vital.
Pero el desarrollo de la teoría retórica-narrativa en los últimos años ha introducido otras categorías no siempre aceptadas por la generalidad de los tratadistas. La modificación principal ha sido la distinción, debida originariamente a W. Booth entre autor real /autor implícito. Por otra parte, en el plano de la recepción ha ocurrido una extensión semejante al introducir W. Iser la noción de lector implícito que coincide en lo sustancial con el concepto de lector modelo de U. Eco y con el «informed reader» de S. Fish".

[Pozuelo Yvancos. José María. «Teoría de la narración», in VV. AA. Curso de Teoría de la Literatura. Madrid: Taurus, 1994].

Por ello, considerando a la narración como un tipo determinado de comunicación en la que intervienen un emisor y un receptor, la narratología viene distinguiendo entre autor y lector. Son, pues, dos los elementos extratextuales, y reales que existen en toda narración: el AUTOR y el LECTOR.

Como observamos en el esquema, debemos analizar primero al autor y lector reales, elementos extradiagéticos.

■ EL AUTOR REAL o EXPLÍCITO o EXTRADIAGÉTICO, o ESCRITOR.
Es la persona, el ente real (el que existe, el que tiene existencia histórica, con una biografía, rasgos físicos y psíquicos...), que produce, crea la obra literaria (es el escritor, novelista, literato...). Es el emisor empírico del mensaje (la novela, cuento, fábula…), por tanto, un elemento extratextual, extradiagético, fuera de la ficción de la narración.

No debe confundirse con el narrador, pues un escritor puede escribir una novela en boca de una mujer, o un escritor actual puede escribir una novela en boca de un personaje del antiguo Egipto, por ejemplo.

En su producción, el AUTOR tiene un PROPÓSITO o FINALIDAD concreta:

a) entretener,
b) particularizar el discurso,
c) crear mundos de ficción,
d) informar, transmitir información,
e) persuadir o convencer, enjuiciar, criticar, cuestionar...,
etc.,

cuya obra se dirige a un /os DESTINATARIO/os (receptor) empíricos: el/los LECTOR/ES.

QUÉ ES UN TEXTO NARRATIVO.


NARRAR es una actitud discursiva que consiste en representar un acontecimiento (o serie de acontecimientos) real o ficticio por medio del discurso.

Todos los tratadistas han observado que este es el modo de organizar el discurso más básico, por lo que la NARRACIÓN se considera el género primario, consustancial al hombre, que fluye de manera espontánea y natural en él.

Desde la noche de los tiempos, el hombre ha transmitido sus conocimientos, deseos, etc., narrando, relatando, contando. Como decía Barthes, el relato ha estado presente en todas las épocas, lugares y sociedades, ya fuera bajo la forma de mito, fábula, cuento, drama, cómics, cine, etc.:

Innumerables son los relatos existentes. Hay, en primer lugar, una variedad prodigiosa de géneros, ellos mismos distribuidos entre sustancias diferentes como si toda materia le fuera buena al hombre para confiarle sus relatos: el relato puede ser soportado por el lenguaje articulado, oral o escrito, por la imagen, fija o móvil, por el gesto y por la combinación ordenada de todas estas sustancias; está presente en el mito, la leyenda, la fábula, el cuento, la novela, la epopeya, la historia, la tragedia, el drama, la comedia, la pantomima, el cuadro pintado (piénsese en la Santa Úrsula de Carpaccio), el vitral, el cine, las tiras cómicas, las noticias policiales, la conversación. Además, en estas formas casi infinitas, el relato está presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades; el relato comienza con la historia misma de la humanidad; no hay ni ha habido jamás en parte alguna un pueblo sin relatos; todas las clases, todos los grupos humanos, tienen sus relatos y muy a menudo estos relatos son saboreados en común por hombres de cultura diversa e incluso opuesta."
[Barthes, Roland.- "Introducción al análisis estructural de los relatos", in Niccolini, Silvia (comp.).- El análisis estructural. Buenos Aires, CEAL, 1.977, pág. 65.]