4 de octubre de 2016

DÉCIMA MUSA, CUARTA GRACIA Y SEGUNDA VENUS (Tópico).


Este tópico compara a las mujeres (poetisas, puella docta, mecenas, etc.) con las Musas, las Gracias o con la diosa Venus, ensalzando así su capacidad creadora y artística, su virtud y belleza. Originado en la época griega, tendrá un notable auge en el período humanístico del siglo XVI, no sólo en España, sino en toda Europa, como veremos.


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
1. Quiénes eran las musas y cuántas eran.
2. Quiénes eran las Gracias y cuántas eran.
3. Origen del tópico "décima Musa, cuarta Gracia y segunda Venus", o en latín: "Decima Musa (Pieris), quarta Charis (Gratia), et altera Cypris (Venus)".
4. Evolución del tópico "décima Musa, cuarta Gracia y segunda Venus", o en latín: "Decima Musa (Pieris), quarta Charis (Gratia), et altera Cypris (Venus)"por España y Europa

§ 1. ¿QUIÉNES ERAN LAS MUSAS, Y CUÁNTAS ERAN?.

Según Pausanias (Descripción de Grecia. Lib. IX, 2-3), inicialmente fueron tres las musas (en griego Μοῦσαι Mousai): «Los hijos de Alceo creyeron que las musas eran tres y las llamaron Mélete (Ejercicio), Mneme (Memoria) y Aede (Canto). Más tarde, dicen, Piero de Macedonia, del cual tomó su nombre el monte Pierio, vino a Tespias y estableció las nueve musas y les puso los nombres que ahora tienen», siendo hijas de de Urano y Gea.

A partir de la referencia de Homero (Odisea. Canto XXIV, vv. 57 y ss.) señalando que eran nueve las Musas: «nueve Musas cantando por turno con voz melodiosa entonaron sus trenos», y de relatar Arístides que un poema de Píndaro refirió que, tras ganar Zeus a los Titanes, éste le pidió a los restantes dioses si faltaba alguna cosa más por hacer, señalando que eran necesarios unos seres que celebraran con sus cantos las hazañas del padre de los dioses, creando así a las Musas, engendrándose 9 en otras tantas noches consecutivas, entre Zeus y Mnemosine. De esta manera en Hesíodo (Teogonía) son citadas por primera vez por su nombre, permaneciendo inalterable la cifra y nomenclatura (en la Edad Media se quiso relacionar las Musas a las artes liberales, y se redujeron a siete):

«Comencemos nuestro canto por las Musas Heliconíadas, que habitan la montana grande y divina del Helicón. Con sus pies delicados danzan en torno a una fuente de violáceos reflejos y al altar del muy poderoso Cronión. Después de lavar su piel suave en las aguas del Permeso, en la Fuente del Caballo o en el divino Olmeo, forman bellos y deliciosos coros en la cumbre del Helicón y se cimbrean vivamente sobre sus pies. Partiendo de allí, envueltas en densa niebla marchan al abrigo de la noche, lanzando al viento su maravillosa voz, con himnos a Zeus portador de la égida, a la augusta Hera argiva calzada con doradas sandalias, a la hija de Zeus portador de la égida, Atenea de ojos glaucos, a Febo Apolo y a la asaeteadora Artemis, a Poseidón que abarca y sacude la tierra, a la venerable Temis, a Afrodita de ojos vivos, a Hebe de áurea corona, a la bella Dione, a Eos, al alto Helios y a la brillante Selene, a Leto, a Jápeto, a Cronos de retorcida mente, a Gea, al espacioso Océano, a la negra Noche y a la restante estirpe sagrada de sempiternos Inmortales. Ellas precisamente enseñaron una vez a Hesíodo un bello canto mientras apacentaba sus ovejas al pie del divino Helicón. Este mensaje a mi en primer lugar me dirigieron las diosas, las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la égida: ”¡Pastores del campo, triste oprobio, vientres tan solo! Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad". Así dijeron las hijas bienhabladas del poderoso Zeus. Y me dieron un cetro después de cortar una admirable rama de florido laurel. Me infundieron voz divina para celebrar el futuro y el pasado y me encargaron alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos y cantarles siempre a ellas mismas al principio y al final. Mas, ¿a qué me detengo con esto en torno a la encina o la roca?

¡Ea, tú! comencemos por las Musas que a Zeus padre con himnos alegran su inmenso corazón dentro del Olimpo, narrando al unísono el presente, el pasado y el futuro. Infatigable brota de sus bocas la grata voz. Se torna resplandeciente la mansión del muy resonante Zeus padre al propagarse el delicado canto de las diosas y retumba la nevada cumbre del Olimpo y los palacios de los Inmortales. Ellas, lanzando al viento su voz inmortal, alaban con su canto primero, desde el origen, la augusta estirpe de los dioses a los que engendró Gea y el vasto Urano y los que de aquellos nacieron, los dioses dadores de bienes. Luego, a Zeus padre de dioses y hombres, al comienzo y al final de su canto, celebran las diosas, como sobresale con mucho entre los dioses y es el de más poder. Y cuando cantan la raza de los hombres y los violentos Gigantes, regocijan el corazón de Zeus dentro del Olimpo las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la égida. Las alumbróo en Pieria, amancebada con el padre crónida, Mnemóside, señora de las colinas de Eleuter, como olvido de males y remedio de preocupaciones. Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus subiendo a su lecho sagrado, lejos de los Inmortales. Y cuando ya era el momento y dieron la vuelta las estaciones, con el paso de los meses, y se cumplieron muchos días, nueve jóvenes de iguales en pensamientos, interesadas solo por el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho, dio a luz aquélla, cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo. Allí forman alegres coros y habitan suntuosos palacios. Junto a ellas viven, entre fiestas, las Gracias e Hímero. Y una deliciosa voz lanzando por su boca, cantan y celebran las normas y sabias costumbres de todos los Inmortales. Aquéllas iban entonces hacia el Olimpo, engalanadas con su bello canto, inmortal melodía. Retumbaban en torno la oscura tierra el son de sus cantos, y un delicioso ruido subía de debajo de sus pies al tiempo que marchaban al palacio de su padre. Reina aquél sobre el cielo y es dueño del trueno y del llameante rayo, desde que venció con su poder al padre Cronos. Perfectamente repartió por igual todas las cosas entre los Inmortales y fijó sus prerrogativas. Esto cantaban las Musas que habitan las mansiones olímpicas, las nueve hijas nacidas del poderoso Zeus: Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope. Esta es la más importante de todas, pues ella asiste a los venerables reyes.»

Estas nueve Musas son reconocibles figurativamente por una serie de atributos:

Calíope (Καλλιόπη, ‘la de la bella voz’); musa de la elocuencia (por dar el ritmo a los versos y a las frases cadenciosas de la oratoria), belleza y poesía épica (canción narrativa), enseñó canto a Aquiles. Hesíodo decía que asistía a los reyes. Se le suele representar con una corona de laureles, un libro, una tablilla, un estilete y una trompeta.
Clío (Κλειώ, ‘la que ofrece gloria’); musa de la Historia (epopeya). Suele ser representada con una corona de laureles, un libro o un pergamino, una tablilla, un estilete y un cisne.
Erato (Ἐρατώ, ‘la amorosa’); musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria, elegías). Se la representa con una lira, una viola, el tamboril y un cisne.
Euterpe (Ευτέρπη, ‘la muy placentera’); musa de la música, especialmente del arte de tocar la flauta, por lo que se la representa con una flauta (simple o doble).
Melpómene (Μελπομένη, ‘la melodiosa’); musa de la tragedia (habla del sufrimiento y de la muerte). Viene siendo representada con una corona, con una espada y un cetro a sus pies, o con una máscara trágica.
⑥ Polimnia (Πολυμνία, ‘la muchos himnos’); musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos). Su representación conlleva un órgano, y suele estar apoyada sobre un pedestal, con un dedo sobre la boca.
Talía (Θάλεια o Θαλία, ‘la festiva’), musa de la comedia y de la poesía bucólica, tiene como acompañamiento una viola, una máscara cómica y un pergamino.
Terpsícore (Τερψιχόρη, ‘la que deleita en la danza’); musa de la danza y poesía coral, se representa con una viola o una lira.
Urania (Ουρανία, ‘la celestial’); musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas. Se representa con un compás, con una corona de estrellas y con un globo celeste.

Cfr.: Ruiz de Elvira, Antonio. Mitología clásica. Madrid: Gredos, 2000, pp. 73-75.
Martin, René (dir.). Diccionario Espasa. Mitología griega y romana. Madrid: Espasa, 2005, pp. 301-303.

Por tanto, las hijas de Zeus (Júpiter) y Mnemósine (Memoria), que nacieron en Pieria ("las Piérides"), en nueve noches consecutivas, tal y como reitera el "Himno órfico a Mnemósine":
"Invoco a la soberana Mnemósine, que comparte el lecho de Zeus y engendró a las musas sagradas, piadosas y de sonora voz",
Cfr. Periago Lorente, Miguel (ed. y trad.). Porfirio. Vida de Pitágoras. Argonáuticas Órficas. Himnos Órficos. Madrid, Gredos, 2002, pág. 229,

son deidades que
"favorecen las actividades artísticas, especulativas y espirituales. Son, por otra parte, las dadoras de la belleza física y espiritual. Patrocinan la música, el teatro, la lírica, la épica, la ciencia, etc. Para Plutarco [cf. "Quaestiones conviviales". Liber IX, Quaest. 14: "Sobre cuanto no suele decirse acerca del número de las Musas", 746d-747a], las Musas se aplican a diferentes aptitudes y pasiones humanas, así: Calíope preside la razón del gobernante; Clío el amor a la gloria; Polymnia corresponde al afán de saber; Euterpe el estudio de la naturaleza; Talía hace que el deseo de comida y bebida se convierta, de salvaje e inhumano, en algo adecuado a la convivencia social; Erato elimina del deseo sexual los elementos incontrolados y abusivos y lo convierte en afecto y fidelidad; Melpómene embellece el placer acústico eliminando su atractivo irracional; y Terpsícore hace lo mismo con el placer visual".

Cfr.: González Rodríguez, Antonio Manuel. "Las Musas y la Inspiración del poeta: a propósito de 'EL Parnaso' de Nicolás Poussin del Museo del Prado", in Anales de Historia del Arte, 11 (2001), pág. 201.

Entre otros nombres, son llamadas como Piérides, Aganípides, Castálides, Aónides, Hipocrénidas, Pimpleas o Pímplides, Maonides, Tepsíades y Camenas.

Cfr.: Escobedo, J. C. Enciclopedia de la mitología. Barcelona: De Vecchi, 2003, pp. 206-208.
Sechi Mestica, Giuseppina. Diccionario Akal de mitología universal. Móstoles: Akal, 1998, pág. 186.


 § 2. ¿QUIÉNES ERAN LAS GRACIAS, Y CUÁNTAS ERAN?

Las llamadas 'Gracias' (en latín) o 'Cárites, Chárites' (Χάριτες, en griego) tienen un origen no claro, pues dependiendo de los autores antiguos, fueron hijas de Dioniso y Afrodita, o de Zeus y Eurinoma o Eurinome, según Hesíodo ("la bella y encantadora Eurínome, hija de Océano, le dió (a Zeus) la tres Cárites de hermosas mejillas: Aglaya, Eufrósine y la deliciosa Thalía"), o de Zeus y Hera, o de Helios y Eglé...

Aunque nacieron como deidades de la vegetación, por lo que se les relacionó prontamente con las Horas, siempre han estado relacionadas con Afrodita, desde su nacimiento, como señalan los versos del "Himno homérico V. A Afrodita", vv 58-63 (cfr. Bernabé Pajares, Alberto (intr., trad. y notas). Himnos Homéricos. La Batracomiomaquia. Madrid: Gredos, 1978, pág. 189). En efecto, una vez que nació Afrodita de los genitales de Úrano, que fueron arrojados al mar cuando se los cortó Cronos mezclados con la espuma de las olas,

"Encaminóse a Chipre [de ahí que se le llamara Cypria] penetró en su fragante templo, en Pafos, donde tiene un recinto y un altar perfumado. Allí empujó al entrar las resplandecientes puertas y allí las Cárites la bañaron y ungieron con el divino aceite que cubre a los dioses inmortales, hecho de ambrosía, exquisito y perfumado para ella",
o con Apolo, quienes junto a las Musas, formaban el coro de sus festejos, de ahí que aparezcan finalmente representadas como un grupo único, indivisible, dándose la mano en círculo, bailando, como ya indicó Séneca (De los beneficios, I, 3):
¿Por qué las Gracias son tres; por qué son hermanas; por qué están asidas de las manos, y por qué las pintan risueñas, jóvenes y vírgenes, con la vestidura suelta y transparente?
Compañeras, pues, de los dioses, especialmente de Apolo, Afrodita y de Eros (así las consideró Homero), e íntimamente vinculadas a las Musas, eran unas jóvenes bellísimas, que otorgaban la alegría a los dioses y y la elocuencia e inspiración artística a los humanos, estando encargadas de presidir las celebraciones, los banquetes, los espectáculos y los juegos. EL culto hacia ellas se estableció en Orcómeno, en Beocia, pero también se les veneró en Esparta, ATenas, la isla de Paros... Tenían su propia festividad, las "Caritesias o Carisias", celebrando certámenes poéticos y musicales, y llevando a cabo un banquete ("Charistía"), comiendo una torta de miel.

Cfr.: Bautista Carrasco, Juan. Mitología universal. Historia y esplicación de las ideas religiosas y teológicas de todos los siglos. Madrid: Gaspar y Roig, 1864, pág. 489.

Ruiz de Elvira, Antonio. Mitología clásica. Madrid: Gredos, 2000, pp. 73-75.

Respecto al número de Cárites, los lacedemonios reconocían a dos: Cleta o Clita y Phaenna; igual que los atenienses, que las llamaron Auxo y Hegemone o Hegemona. Hesíodo nombrará tres (Áglae, Eufrósine y Talía).

Nos dió cuenta de esta diversidad inicial de número y nombres, Pausanias, en su "Descripción de Grecia" (Liber IX, 35, 1-5), indicando que será Homero (Ilíada. Canto XIV. vv. 270-276), y luego Hesíodo, Píndaro, Onomacrito, y el resto de los poetas, quienes digan que son tres.

«Los beocios dicen que Eteocles fue el primer hombre que hizo sacrificios a las Cárites. También saben que él estableció que había tres Cárites, pero no tienen tradición de los nombres que les puso. Los lacedemonios, por su parte, dicen que hay dos Cárites, que las instituyó Lacedemón, hijo de Taigetes, y que les puso los nombres de Cleta y Faena.
Estos nombres son apropiados para las Cárites, como los que tienen los atenienses. En efecto, entre los atenienses honran desde antiguo a las Cárites Auxo y Hegémone, pues el nombre de Carpo no es de una Cárite, sino de una Hora. A la otra Hora los atenienses le tributan honores juntamente con Pándroso, y a la diosa la llaman Talo.
De Eteocles de Orcómeno hemos aprendido la costumbre de orar a las tres Cárites. Angelión y Tecteo los [de Dioniso], que hicieron la imagen de Apolo para los delios, pusieron tres Cárites en su mano. En Atenas, delante de la entrada a la Acrópolis, hay también tres Cárites y ante ellas celebran un misterio, secreto para la mayoría.
Panfo es el primero que sabemos que cantó a las Cárites, pero no ha escrito nada más que acerca de su número y de sus nombres. Homero -pues también él cita a las Cárites- dice que una es mujer de Hefesto, y le da el nombre de Caris, y dice que Hipno fue un amante de Pasitea, y entre las palabras de Hipno pone este verso: "que ciertamente me darás a una de las Cárites más jóvenes". Por esto algunos han sospechado que Homero conoce otras Cárites más antiguas.
Hesíodo en la 'Teogonia' [907-909] -sea quien sea su autor- dice en este poema que las Cárites son hijas de Zeus y Eurínome y sus nombres son Eufrosine, Aglaya y Talía. Igualmente está en los versos de Onomácrito. Antímaco, sin hablar del número de las Cárites ni de sus nombres, dice que son hijas de Egle y de Helio; y Hermesianacte, el poeta elegíaco, disintiendo de la opinión de los anteriores, que Peito era también una de las Cárites.
Quién fue el primer hombre que las representó desnudas en esculturas o pinturas no pude averiguarlo, pues en tiempos antiguos los escultores y los pintores las representaban igualmente con vestido. En Esmirna, por un lado en el santuario de las Némesis están ofrendadas Cárites doradas situadas encima de las imágenes, obra de Búpalo, y por otro hay una estatua-retrato de una Cárite en el Odeón, una pintura de Apeles, y de la misma manera en Pérgamo, en el tálamo de Átalo, éstas también de Búpalo. Junto al llamado Pitio hay unas Cárites del pintor Pitágoras de Paros; y Sócrates, hijo de Sofronisco, delante de la entrada de la Acrópolis esculpió unas imágenes de las Cárites para los atenienses. Todas están igualmente vestidas, pero las posteriores no sé por qué motivo han cambiado la representación. En todo caso, en mi tiempo esculpen y pintan Cárites desnudas».
Cfr.: Herrero Ingelmo, María Cruz (intr., trad. y notas). Pausanias. Descripción de Grecia. Libros VII-X. Madrid. Gredos, 2008, pp. 323-325.

Son pues, tres las gracias:

Aglaia o Aglaé o Eglé ("la resplandeciente"), era la más joven, simbolizando la inteligencia, el poder creativo, la belleza, siendo su atributo las rosas. Se le asoció con Hefesto por parte de algunos poetas (Homero —Ilíada, XVIII, vv. 382-383—; Hesíodo —Teogonía, vv. 945-946—, Cornuto...).
Eufrosina, Eufrósine o Eufroné ("el júbilo, la alegría"), tenía como atributo el mirto.
Thalía ("la floreciente"), era la mayor y tenía como atributo el dado de juego.
Homero y Estacio llaman a una de las tres como Pasithea, que sería la más joven.

En Roma, las Gracias fueron tres, llamadas Castitas, Pulchritudine y Voluptas o Amor (Castidad, Belleza y Querer o Amor).

Luego, el cristianismo les dio un nuevo cambio de tuerca, denominándolas Fe, Esperanza y Caridad.


 § 3. ORIGEN DEL TÓPICO "DÉCIMA MUSA, CUARTA GRACIA Y SEGUNDA VENUS", O EN LATÍN: "DECIMA MUSA (PIERIS), QUARTA CHARIS (GRATIA), ET ALTERA CYPRIS (VENUS)".

El origen del tópico que ensalza a la mujer (poetisa, célebre por su sapiencia, por ser mecenas, etc.) comparándola a las Musas, a las Gracias o a Venus, parece ser que debemos buscarlo en el Epigrama 6 que Platón (ca. 427-347 a.d.n.e.) dedicó a Safo de Lesbos (ca. 650/610-580 a.d.n.e), y que cantaba:

«Dicen algunos que son nueve las Musas.
¡Cuánto se engañan!
Pues he aquí la décima Musa: Safo de Lesbos
».
Cfr. García Gual, Carlos. Antología de la poesía griega. Madrid: Alianza, 1980, pág. 139.

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Junto a ese calificativo de Platón, nos encontramos en la poesía alejandrina con otra parte del componente del tópico, como vemos en los versos de Calímaco (310-240 a.d.n.e.) dedicados a Berenice:

«Quattuor sunt Gratiae: nam una tribus illis
modo adjuncta est, et adhuc unguentis madet
felix, inter omnes invenda Berenica,
sine qua ne ipsae quidem Gratiae sunt Gratiae».
«Cuatro son las Gracias. Pues a las tres antiguas ha venido a añadirse
recientemente una
: de esencias perfumadas todavía está húmeda:
Berenice, feliz y brillante entre todas.
Sin ella no son Gracias ya las Gracias».
Cfr.: Cuenca, Luis Alberto de. "Calímaco. Epigramas 1-XV. Introducción, texto, aparato crítico, traducción y notas", in Estudios Clásicos, XVIII-71 (1974), pp. 196-197
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Entrados ya en nuestra era, Décimo Magno Ausonio (310-395 d.n.e.), en su Epigrama CXXI, "De amissa puella", cantó:

«Tres fuerant Charites: sed dum mea Lesbia vixit,
Quatuor: Ut periit, tres numerantur item».
Cuya traducción sería:
«Tres fueron las Gracias, pero mientras vivió mi Lesbia
fueron cuatro
: después de muerta ésta, volvieron a ser tres como al principio».
Cfr. Magni Ausonii Burdigalensis. Opera Omnia. Vol. I. Londres: A. J. Valpy, 1823, pág. 140.

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El tópico empezó a asegurarse así, a lo largo de la Edad Media, a través de diversas variantes en la "Anthologia" (Farnaby, Thomas. Anthologia. Florilegium epigrammatum græcorum, eorumque latino versu à varijs redditorum. Londres: Felix Kyngstonius, 1629, pág. 66), como podemos ver en este epigrama dedicado a Charita:

«Tres fuerant Charites: tribus his tu nasceris una,
Quam Chariteia colat triga suam Charita».
Cuya traducción sería:
«Tres eran las Gracias: al nacer tu, una de estas tres has sido,
pues la tríada de Gracias venera como suya a Charita».
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De la unión de estos dos sintagmas más el de "segunda Venus", nacerá el conjunto del tópico: "décima Musa, cuarta Gracia y segunda Venus", como observaremos en los "Epigrammata Bobiensia", dicho sobre nombres coomo Ico, Xantho, Dercylis, Alcipe o Lyce:

Epigramma XXXIV.
«Musarum decima est Ico, Cytherea secunda,
Gratia quarta: Ico Gratia, Musa, Venus».
Cuya traducción sería:
«De las musas, Ico es la décima, la segunda Citerea (Venus),
la cuarta Gracia: Ico es una Gracia, una Musa y una Venus».

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Epigramma XXXV. De Filodemo.
«Musarum Xantho decima est, Cytherea secunda,
quarta Charis: Xanto Musa, Venus, Charis est».
Cuya traducción sería:
«De las musas, Xanto es la décima, la segunda Citerea,
la cuarta Gracia: Xanto es una Musa, una Venus y una Gracia».

Cfr.: Romana Nocchi, Francesca. Commento agli 'Epigrammata Bobiensia'. Berlín/Boston: Walter de Gruyter GmbH & Co KG, 2016.

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Y una variante más la hallamos en la "Anthología, "Anthologia" (Farnaby, Thomas. Anthologia. Florilegium epigrammatum græcorum, eorumque latino versu à varijs redditorum) Londres: Felix Kyngstonius, 1629, pág. 66), en este epigrama de Rufino a Dercylis:

«Gratia quarta, secunda Venus, decima addita Musis,
Dercylis, in cunctis Gratia, Musa, Venus.».
Cuya tradución sería:
«La cuarta Gracia, la segunda Venus, la décima Musa, añadida
es Dercylis, pues en conjunto ésta es una Gracia, una Musa, una Venus».
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Y que consta de otras tantas variantes, como podemos observar en:

«bina Venus, Musaeque decem, bis Gratia duplex:
Dercylis has inter, Gratia, Musa, Venus».
Cfr. Epigrammatum. Anthologia Palatina. Vol. I. París: Ambrosio Firmin-Didot, 1871, pág. 76.

Cuya traducción sería:

«Segunda Venus, décima Musa, Gracia dos veces dos:
Dercylis tú estás entre ellas, Gracia, Musa, Venus».
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Semejante a esta:

«Quattuor sunt Gratiae, Veneres duae, et decem Musae:
Dercylis in his omnibus, Musa, Gratia, Venus».
Cuya traducción sería:
«Cuatro son las Gracias, dos las Venus y diez las Musas:
Dercylis está en todas éstas: es una Musa, una Gracia, una Venus».
Cfr. Epigrammatum. Anthologia Palatina. Vol. I. París: Ambrosio Firmin-Didot, 1871, pág. 76.

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O como esta otra, pero ahora dedicada a Alcipe:

«Sunt Musae bis quinque, duae Veneres, Charitesque
Quatuor
; Alcippe, Musa, Venus, Charis est.»
Cuya traducción sería:
«Las Musas son dos veces cinco, dos son las Venus, y las Gracias
cuatro;
Alcipe es (una de ellas), una Musa, una Venus, una Gracia».
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Y esta otra variante, dedicada a Lyce:

«Tres olim Charites, Venus Una, novemque Camamae,
nunc Charis has praeter, Musa, Venusque Lyce es».
Cuya traducción sería:
«En tiempos pasados, tres eran las Gracias, una Venus, y nueve las Camameas (Musas),
ahora más allá de éstas, una Gracia, una Musa y una Venus es Lyce».
Cfr., para todas estas variantes mencionadas: AA. VV. Ana, ou, Collection de bons mots, contes, pensées détachées, traits d'histoire et anecdotes des hommes célèbres, depuis la naissance des lettres jusqu'à nos jours: suivis d'un choix de propos joyeux, mots plaisans, réparties fines et contes à rire, tirés de différens recueils. Première partie. Vol. III. Amsterdam: Visse, 1789,pp. 186-187.
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Y en francés se señalaba esta variante:

«Il est dix Muses, deux Vénus,
Et quatre Graces de bon compte.
En voici la raison: Madonte
fait entre elles le par-dessus».
Cuya traducción sería:
«Hay diez Musas, dos Venus,
y cuatro Gracias si contamos bien.
He aquí la razón: Madonte
hace entre ellas la demasía».
Cfr.: Dictionnaire de la langue françoise, ancienne et moderne, de Pierre Richelet ; augmenté de plusieurs additions d'histoire, de grammaire, de critique, de iurisprudence, et d'un nouvel abrégé de la vie des auteurs citez dans tout l'ouvrage. Tome second, E-O. Alyson: les frères Bruyset, 1728, pág. 328.
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El napolitano Giacompo Sannazaro (1458-1530), el autor de la "Arcadia" (Venecia, 1502) hizo un epigrama a la marquesa Casandra, de quien estuvo enamorado, en términos semejantes:

«quarta Charis, decima es mihi Pieris, altera Cypris,
Cassandra, una choris addita Diva tribus».
Cuya traducción sería:
«Cuarta Gracia, décima Piérides (Musa) es para mí, otra Cypris (Venus),
Casandra, una diosa añadida al coro de las tres».
Cfr.: Campaux, Antoine François. De Ecloga piscatoria qualem a veteribus adumbratam absolvere sibi proposuerit Sannazarius. Paris: Durand, 1859, pág. 83.
Putnam, Michael C. J. Jacopop Sannazaro. Latin poetry. Cambridge, Mas: Harvard University Press, 2009, pág. 356.


§ 4. EVOLUCIÓN DEL TÓPICO "DÉCIMA MUSA, CUARTA GRACIA Y SEGUNDA VENUS", O EN LATÍN: "DECIMA MUSA (PIERIS), QUARTA CHARIS (GRATIA), ET ALTERA CYPRIS (VENUS)", POR ESPAÑA Y EUROPA.

Como hemos visto hasta aquí, la pervivencia en los textos latinos medievales de este tópico, hará posible que a lo largo de los siglos XVI a XVIII, el tópico no sólo permanezca vivo, sino que tenga especial relevancia, tanto en latín como en las lenguas vernáculas.

Ahora bien, la evolución del tópico derivará en tres formatos: tanto en el mantenimiento de los tres sintagmas, o de sólo dos, o de sólo uno, siendo lo más común el ser selectivo en los sintagmas.

Recordemos que ya señaló el Brocense (1523-1600), en "Obras del excelente poeta Garcilasso de la Vega, con anotaciones y enmiendas del licenciado Francisco Sánchez, cathedrático de rhetórica en Salamanca" (Salamanca: Pedro Lasso, 1574), comentando el soneto "Ilustre honor del hombre de Cardona,/ Décima moradora del Parnaso", que "muchos han usado esta frasi, de llamar a las damas doctas 'Décima Musa' o 'Quarta Gracia', siendo las Musas nueve y las Gracias tres; y ansí lo hizo Minturno [Antonio Sebastiani]en un soneto, que comienza: 'eran le Gracie tre care sorelle', etc.". En efecto, el soneto XXIV de Garcilaso de la Vega (1501-1536 d.n.e.), dedicado doña María de Cardona, marquesa de Padula, dice así:

 «Ilustre honor del nombre de Cardona,
décima moradora del Parnaso,
a Tansillo, a Minturno, al culto Taso
sujeto noble de inmortal corona;

si en medio del camino no abandona
la fuerza y el espirtu a vuestro Laso,
por vos me llevará mi osado paso
a la cumbre difícil de Helicona.

Podré llevar entonces, sin trabajo,
con dulce son que el curso al agua enfrena,
por un camino hasta agora enjuto,

el patrio celebrado y rico Tajo,
que del valor de su luciente arena
a vuestro nombre pague el gran tributo».
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Gutierre de Cetina (1520-1557 d.n.e.), reescribirá también el anterior soneto dirigido a doña María de Cardona, que dice así:

Ilustre honor el nombre de Cardona,
no décima a las nueve de parnaso,
mas la primera del oriente a ocaso,
a quien rara beldad honra y corona;

y a quien la fama por sin par pregona
de virtudes colmado y rico vaso,
por elección, y no por suerte o caso,
dignísima de cetro y de corona.

Perdería la pena y el trabajo,
donde la envidia su malicia enfrena,
si cantase de ti aun el más instruto;

pues tu santa virtud tomó a destajo,
con pura caridad de afectos llena,
producir para el cielo eterno fruto».

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Tan presente estuvo en este siglo de humanistas, grandes latinistas y grecos, que hallaremos el tópico hecho canción, en 1555, en el motete a 4 voces, "Alma Neme"s, de Orlando di Lasso (1532-1594):

« Alma Nemes, quae sola Nemes, quae dicere Cypris
altera, quae Pallas altera, quarta Charis,
quae pellis nubes, que caelum fronte serenas
et risu et laetis flammea luminibus.
Alma veni vocemque tuam, qua flumina sistis
funde, canas mecum dulce novumque melos».
Cuya traducción sería:
«Mi alma Nemes, tú sola Nemes, que eres llamada otra Cipria (Venus),
otra Athenea, cuarta Gracia
,
que disipas las nubes, que el cielo con tu frente serenas
y con tu risa y alegres ojos de fuego.
Alma, ven, y habla con tu voz, con la que los ríos detienes,
tú cantas conmigo una dulce y nueva canción».
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Jaime Salvador de la Solana (1525-1580), escribió este epigrama a la muerte de Luisa Sigea de Velasco (1520-1560):

«Auges Musarum numerum, Charitumque dearum,
pieridum decima es tu mihi, quarta Charis».
Cuya traducción sería:
«Acrecientas el número de las musas y de las Gracias divinas,
la décima Musa eres para mí, la cuarta Gracia».
Cfr.: Cerdá y Rico, Francisco.- Clarorum Hispanorum opuscula selecta et rariora, tum Latina tum Hispana, magna ex parte nunc primum in lucem edita. Madrid: Antonio de Sancha, 1781, pág. XXXI.

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Asimismo recordemos aquellos versos de Lope de Vega (1562-1635) en su auto sacramental "Representación moral del viaje del alma", en los que a otra manchega, doña Oliva Sabuco de Nantes, la denominará "décima Musa":

«Doña Oliva de Nantes, Musa Décima,
y doña Valentina de Pinelo,
la cuarta Gracia, o verso o prosa escriba».
Lope de Vega y Carpio, Félix. "Representación moral del viaje del alma", in Eduardo González Pedroso (ed.). Autos sacramentales desde su origen hasta fines del siglo XVII. Madrid: Rivanedeyra, 1865, pág. 151.

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Cuyo contenido repetirá para otras mujeres, como en "A la décima musa, doña Bernarda Ferreira de la Cerda, Señora portuguesa", que decía:

«Cuando elegante, de los dos idiomas,
Bernarda celestial, versos imprimas,
con que los montes y árboles animas,
las peñas mueves y las fieras domas;
si lira en soledad, si bronce tomas
del estruendo marcial heroicas rimas,
rindan a tu laurel remotos climas,
oro, perlas, coral, palmas y aromas.
Pues ya con más honor que al cisne en Tracia,
¡oh Safo lusitana!, a las difusas
regiones tu valor la fama espacia,
serás, pues tantas te dio el cielo infusas,
con la excelencia de la cuarta gracia,
la décima del coro de las Musas».
Cfr.: Lope de Vega y Carpio, Félix. Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos.
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O en el "Laurel de Apolo, con otras rimas" (Madrid: Juan Gonçález, 1630), en la silva II, vv. 710-727, refiriéndose a Juliana Morela:

«¡Oh, Juliana Morella, oh gran Constancia,
con quien fuera plebeya la arrogancia
hoy de Argentaría Pola,
aunque fue como tú docta española!
Porque mejor por ti, que has hecho cuatro
las Gracias, y las Musas diez
, pudiera,
que por Safo Antipatro,
decir aquella hipérbole, que fuera
más ajustada a un ángel, pues lo ha sido
la que todas las ciencias ha leído
públicamente en cátedras y escuelas,
con que ya las Casandras y Marcelas
pierden la fama, y a tu frente hermosa
rinden en paz la rama victoriosa,
que en tus sienes heroicas y divinas
las del laurel son hojas sibilinas,
haciéndoles en toda competencia
ventaja tus virtudes y tu ciencia».
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También podemos rastrear el tópico en Cristóbal de Mesa (1559-1633), en un poema dedicado a Luis Barahona de Soto, en el que alabó a Juana de Espinosa en estos términos:

«Veréis de doña Juana de Espinosa
los elegantes amorosos versos,
Cuarta Gracia gentil, décima diosa».
Cfr.: Rodríguez Marín, Francisco. Luis Barahona de Soto. Estudio biográfico, bibliográfico y crítico. Madrid: Suc. de Ribadeneyra, 1903, pág. 217.


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Y, en un soneto, entre italiano y español, este mismo Cristóbal de Mesa alabó a Cristobalina Fernández de Alarcón (dicha de Córdoba) (1576-1646), poeta de Antequera, en estos términos:

«Vos del nombre del que es Christo Atlante,
co’ la cetra gentil, col chiaro ingegno,
sete ilustre splendor del nostro regno,
por quien envidia de él tiene Levante.

Tulio escriba, Ángel pinte, Homero cante
il tesor de ogni honore e laude degno,
che alto inmortale sprezza, e ha quasi a sdegno,
débil voz, bajo son, ronco discante.

Di peregrine done, unico esempio,
a vos, décima Musa y cuarta Gracia,
nuova Sibila a le moderne charte,

olvidando al de Tebas y al de Tracia,
donan gli sacri ingegni eterno tempio,
como a milagro de natura y arte».
Cfr.: González Mariano, Mar et Zoppi, Federica. "Los poemas italianos e hispanoitalianos de Cristóbal de Mesa. Un ejemplo olvidado de heteroglosia: edición y estudio", in Etiópicas, 12 (2016), pág. 46.
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Asimismo, en Diego Mexía de Fernangil (1565?-1634 d.n.e.), en su "Primera parte del Parnaso Antártico de obras Amatorias" (Sevilla: Alonso Rodríguez Gamarra, 1608, pág. 26), nos encontramos con este soneto "Del autor dedicado a la Señora que le dirigió el Discurso Poético", cuya relación es más difusa:

«La antigua Grecia con su voz divina
celebra por deidades de Helicona
nueve poetisas, dándoles corona
de yedra, lauro, rosa y clavellina:

Práxila, Mirti, Annites, Miro, Erina,
Nossida y Telésila, que se entona
con dulce canto, y Safo, a quien pregona
su Lesbos como Tebas a Corina.

Mas, ¡oh matrona, honor del mismo Apolo!,
la clavellina, rosa, lauro y yedra
en todo siglo sola a ti se debe,

pues siendo la deidad de nuestro polo,
te adorarán en su Parnasia piedra
las nueve Musas y las griegas nueve».

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Luis de Góngora (1561-1627 d.n.e.), también usó el tópico, como podemos ver en este soneto "A don Antonio de las Infantas, en la muerte de una señora con quien estaba concertado de casar en Segura de la Sierra", de 1613:

«Ceñida, si asombrada no, la frente
De una y otra verde rama obscura,
A los pinos dejando de Segura
Su urna lagrimosa, en son doliente,

Llora el Betis, no lejos de su fuente,
En poca tierra ya mucha hermosura:
Tiernos rayos en una piedra dura
De un sol antes caduco que luciente.

¡Cuán triste sobre el pórfido se mira
Casta Venus llorar su cuarta Gracia,
Si lágrimas las perlas son que vierte!

¡Oh Antonio, oh tú del músico de Tracia
Prudente imitador! Tu dulce lira
Sus privilegios rompa hoy a la muerte».

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Alonso de Castillo Solórzano, en la edición de las "Novelas amorosas y ejemplares", de 1638, de María de Zayas y Sotomayor, hizo este poema laudatorio hacia la novelista:

María, aunque vuestra fama
vuela de uno al otro polo,
y en consistorio de Apolo
su décima Musa os llama
,
hoy con más razón la rama
ingrata a tanta afición
premia vuestra erudición
y las sienes os corona;
que sois gloria de Helicona
y honra de nuestra nación.

Con tan divinos primores
vuestro libro a luz sacáis,
que en nuestra España le dais
envidia a sus escritores.
¡Bien empleáis los favores
de la Délfica deidad!
Venere en vos vuestra edad
dejarla en tantos conceptos,
ejemplos a los discretos
en reglas de urbanidad.

La prudencia en el trazar,
el ingenio en el fingir
y la gracia en el decir,
todo es en vos singular;
ni competir ni igualar
podrá humana suficiencia
con vuestra rara elocuencia;
que os hizo la excelsa Mano
un prodigio soberano
de ingenio, gracia y prudencia.

Si la antigüedad romana,
gran María, os conociera,
adoraciones os diera
como a deidad soberana.
Celebre el favor que hoy gana
el Ibero cristalino,
y el valor tan peregrino
venere el imperio Hispano:
un entendimiento humano
con vislumbres de divino.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Y más explícito lo será el Almirante de Castilla, D. Juan Alfonso Enríquez de Cabrera (1600-1647 d.n.e.), quien escribió un panegírico dedicado a doña Francisca Luisa Fernández Portocarrero, con este título:

«Rinde a la dezima musa, y quarta gracia de la Ilustrissima Señora doña Francisca Luisa Fernandez Portocarrero afecto consagrado a su grandeza en humilde Panegyrico a la victoria insigne de Fuenterrabia, conseguida por don Iuan Alonso Enriquez de Cabrera ..., s.n., 1638».
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El poeta Paulus Gisbicius (Pavel Jizbice, 1581-1607 d.n.e.), en sus "Epigrammata", reelaboró el tópico en el poema "Ad Pannulam", que dice así:

«Tres Charitas, Musassque novem finxere Poetae.
Tu decima es Musa et Pannula quarta Charis».
Cuya traducción sería:
«Tres Gracias, y nueve Musas suponen los poetas que hay.
Tu, Pannula, eres la décima Musa y cuarta Gracia».
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A Isabel Juana Wetson (1581-1612), joven poetisa inglesa, políglota (latín, italiano, alemán, checo e inglés), Nicolás Mayo le dedicó versos del tipo:

«Iana omni potior, Westonia virgo, figura,
artificis docta pingitur ecce manu.
Ingenium, pietas, virtus, industria, Musae,
Virginis & mores absque colore nitent.
Si videas Musas, decima est soror addita Musis;
Candida si spectes pectora; Quarta Charis».
Cuya traducción sería:
«He aquí a Juana, la más poderosa, la doncella Wetson, cuya figura
con mano docta ha sido pintada.
Ingenio, piedad, virtud,oficio, Musas,
y costumbres de doncella podemos observar en el color.
Si ves a las Musas, ésta es la décima Musa, hermana de ellas;
si miras a su pecho blanco, la cuarta Gracia».
Cfr.: Cheney, D. et Hosington, B. M. (ed.). Elizabetha Johanna Westonia. Collected Writings. Toronto/Buffalo/London: Univiversity of Toronto Press, 2000, pág. 268.

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O estos versos finales, del mismo N. Mayo (vv. 11-14), del epicedio "De eadem, comparata cum aliis Virginibus":

«O Virgo! quam te memorem? cui Sponte Poëtae
Assurgunt: Musae quam Decimam esse velint.
Quam Charites Quartam adsciscunt: quam Juppiter aequat
Culta tibi Cypri: culta Minerva tibi».
Cuya traducción sería:
«¡Oh doncella! ¿Quién se acordará de ti? ¿Qué poetas por su propia voluntad
te elevarán: las Musas quieren que seas la décima.
Como la cuarta, las Gracia te agregan: Júpiter te hace igual
a la adorada Venus,
y yo, a la adorada Minerva».
Cfr.: Cheney, D. et Hosington, B. M. (ed.). Elizabetha Johanna Westonia. Collected Writings. Toronto/Buffalo/London: Univiversity of Toronto Press, 2000, pág. 376.

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También tenemos estos versos de los poemas del jesuita F. Verbiest, dedicados a don Fernando de Ayala, Fonseca y Toledo, conde Ayala, y a su esposa doña Isabel de Zúñiga, con razón del nacimiento de su hija ( en "Illustrissimis coniugibus don Ferdinando, Elisabethae de Zuñiga, et Fonseca, Marchionibus de Tarraçona, Comitibus de Ayala, Baronibus de Maldeghem, Guyse, Coutsy, etc., dominis civitatum de Coca, Alaexos, Castrexon, Valdefuentes, Villoria, Doncos, Arienega, Vallium, de Lodio, Orosco, Arestana, etc., toparchis de Pitthem, coolscamp, Ayshove, Uyt, Kercke, assenbroek, Barseye, etc., in filiae amantissimae natali gratulatio". Cortraci: Joannis van Ghemmert, 1640.

Cfr.: Golvers, N. "The latin youth poetry of F. Verbiest, S. J. (1623-1688) rediscovered", in Humanistica Lovaniensia. Journal of Neo-latin Studies, XLI (1992), pp. 305 a 322):

• Elegia I, "Calliope variis accinentium ad cunas Virtutum Charitumque obsequiis recreatur", v. 46:

«tres inter Charites prima futura Charis».
Cuya traducción sería:
«De entre las tres Gracias en el futuro será la primera Gracia».
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• Epigrama "aliud de iusdem pulchritudine", de claros ecos ovidianos:

«Dividit in multos dotes natura, sed omnes
Unius infantis corpore clausit opes.
Sive manus specto, tales optaret Iacchus,
Sive comas, Phoebus diceret esse suas;
Ora Venus, Thetis ipsa pedes, frontemque genasque
Optarent Charites, Cypria turba, Deae
Ergo quarta Charis, Thetis altera, & altera Cypris
Haec erit una Charis addita Virgo tribus».
Cuya traducción sería:
«La Naturaleza divide sus dones entre muchos, pero todos
sus obras en el cuerpo de una única niña los ha
Si sus manos miro, tales quisiera tener Baco,
si los cabellos, Febo diría que son suyos;
Su rostro Venus lo desearía; sus pies, la misma Thetis, y su frente y sus
las divinas Gracias, compañía de Cypris (Venus),
Así, cuarta Gracia, segunda Thétis y segunda Cypris,
esta única doncellita será añadida a las tres del coro».

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El poeta barroco Sigmund von Birken (1626-1681), en versos dedicados a la princesa María Isabel, en su "Die Fried-erfreuete Teutoje" (Nurenberg: Verlegung Jeremiaͤ Duͤmlers, 1652), dirá:

«Si tres sunt, haec quarta Charis dicenda, sed istae
si non sunt, sola haec trina vocanda Charis».
Cuya traducción es:
«Si tres son, ésta es llamada cuarta Gracia, pero si ésas
no son, ésta por sí misma trinidad de las Gracias puede ser llamada».
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Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), en su comedia "Hombre pobre, todo es trazas", hará hablar a Rodrigo en estos términos, dirigiéndose a Beatriz:

«Pues me permites que pueda
besar tus manos, señora,
tan discreta como bella,
permite que pueda el alma
solo adorarte suspensa,
porque en tu alabanza es
torpe instrumento de la lengua;
o alabate tú a ti misma,
pues quiere el Dios de las ciencias,
que siendo la quarta Gracia,
la décima Musa seas
».
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A lo largo de finales del siglo XVII se sucedieron una serie de ediciones de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), en las cuales siempre se le rotulaba como la "décima Musa", quedándose definitivamente para la autora mejicana. Recordemos sólo algunas, que además tuvieron ediciones sucesivas luego:

• "Inundación castalida de la unica poetisa. Musa décima. Madrid, 1689.
• " Poemas de la única poetisa americana, Musa Dézima, soror Juana Inés de la Cruz, religiosa professa en el monasterio de San Gerónimo de la Imperial Ciudad de México... Barcelona: J. Lopis, 1691.
• Juan Ignacio de Castoreva y Ursua. "Fama, y obras pósthumas del fénix de México, décima musa, americana poetisa, sor Inés de la Juana Cruz, professa religiosa en el convento de San Gerónimo de la imperial ciudad de México...." Madrid: Manuel Ruiz de Murga, 1700.
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El padre Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764), en su "Discurso XVI. Defensa de las mujeres, § 1" (Feijóo, Padre Benito Gerónimo. Demostración crítico-apologética del Theatro Crítico Universal. Tomo I. Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1779, pág. 192) tachaba la costumbre de los poetas de ensalzar a las mujeres con los términos de "décima Musa, cuarta Gracia", como errónea y mala:

Excedieron en las ficciones los Poetas, o Enamorados, que quisieron elogiar a las mugeres. Rústico y agreste en las expresiones se llama aquel Poeta, que, al elogiar a su Heroina, no la pinta Deidad, por el capítulo de hermosa: y por las prendas de entendimiento, décima Musa, quarta Gracia, y segunda Minerva. Si no se representa acreedora a la manzana de oro, que en concurrencia de Palas, Venus y Juno pudiera repartir otro Paris, ni ella se dé por servida, ni él se aplaude de discreto. Como este error procede de una locura incurable, es error, que, ya por incurable, se tolera. En el estado de esta ciega pasión se nota de bastardía contenerse en el justo medio. "Verus amor nullum novit habere modum", dixo Propercio, uno de los incurables.
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Este hábito estaba tan extendido, que, por ejemplo, G. Greppi, en la comedia "Teresa Vedova" (Acto I), se dice:

Leggerezza (Poeta Fiorentino).- Farò carte false per te. Scriverò un poema, e ti farò passare per la decima Musa, per la quarta Grazia, per la seconda Minerva...
Guglielmina.- E per un'altra Venere?
Leggerezza (Poeta Fiorentino).- No, no, moglie cara, ch'io non voglio oi passar per Vulcano.
Cfr.: Greppi, Giovanni. Dei Capricci Teatrali di Giovanni Greppi. Tomo III. Venezia: Jacopo Storti, 1789, pág. 33.
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Y J. Hermann Nunnig et J. Heris Cohausen, en su "Commercii litterarii. Dissertationes epistolicæ historico-physico-curiosæ" (Francofurti: J. B. Andreae et H. Hort, 1746, pp. 19-20) insertan este epigrama de Ernest de Scholver (de la primera mitad del s. XVII):

«Foemina, quae tanti pretii dat sceptta Minervae
pro quibus elogiis condecoranda venit!
Laudibus & quantis mactanda est aemula Matri
Filia, quae sexus gesta sui superat?
Nunquid Musarum decima hoc est digna vocari?
Et ceu quarta Charis, ceu sacra Diva coeli

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BIBLIOGRAFÍA.

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Birken, Sigmund von. Die Fried-erfreuete Teutoje. Nurenberg: Verlegung Jeremiaͤ Duͤmlers, 1652.

Calderón de la Barca, Pedro. "Hombre pobre, todos son trazas", in Segunda Parte de las Comedias de don Pedro Calderón de la Barca. Madrid: Imprenta de Carlos Sánchez, 1641, in www.cervantesvirtual.com, [en línea], http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-hombre-pobre-todo-es-trazas--0/.

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Cerdá y Rico, Francisco.- Clarorum Hispanorum opuscula selecta et rariora, tum Latina tum Hispana, magna ex parte nunc primum in lucem edita. Madrid: Antonio de Sancha, 1781.

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