16 de marzo de 2022

FÁBULA DE "PÍRAMO Y TISBE", TRADUCIDA DE OVIDIO POR CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (1490-1550)


La traducción que realiza Castillejo no es totalmente literal de la obra de Ovidio, que puede hallar en este blog en la entrada: "Fábula de 'Píramo y Tisbe' de las 'Metamorfosis' de Ovidio: los primitivos 'Amantes de Teruel' y los antecedentes de 'Romeo y Julieta". También presente variedades respecto a la traducción llevada a cabo en el Estudio del rey Alfonso X (que puede consultar en nuestra entrada "Fábula de 'Píramo y Tisbe', traducida de Ovidio en la 'General Estoria' de Alfonso X el Sabio").

Como indica Gemma Gonga, éste amplía, reduce, omite, interpreta y manipula el texto, con claras notas irónicas, que serán tenidas en cuenta por sucesivos intérpretes de la obra (Gregorio Silvestre, Montemayor, Villegas, Quevedo, Góngora...). Consta la obra de en 52 quintillas dobles (520 versos octosílabos) más otros 9 finales que forman un "remate" o conclusión moralizante. Posiblemente tuvo en cuenta la traducción del rey Alfonso X.

El poema narrativo podemos estructurarlo como sigue:

►Alabanza al Amor y presentación de los personajes, indicando la situación en la que se hallan: no pueden estar juntos, aunque se aman (vv. 1- 79).
► Búsqueda del método para comunicarse (vv. 80-229).
► Encuentro en el sepulcro de Nino y trágico desenlace (vv. 230- 520).


DEDICATORIA

A la señora Ana de Xomburg (Ana von Schomburg).

«Generosa y magnífica señora:
Con el deseo que siempre he tenido, y agora más que nunca, de hacer algún servicio a vuesamerced, he mirado y revuelto mi recámara, y no hallo en toda ella para ello sino palabras y plumas, y no todas verdaderas ni de mucha autoridad; de las cuales, por no dilatar más años mi propósito, he acordado de dar, en éste de 28, alguna parte a vuesamerced, y presentarle la historia o fábula de Píramo y Tisbe, antiguos y leales amadores, y tan leales, que si es verdad lo que Ovidio escribe dellos y lo que yo he trasladado dél, les costó la vida a ambos, según vuesamerced podrá ver por el desastrado suceso de sus penados amores.

Simples fueron, a mi parecer, en matarse así con el calor del amor y de la edad; porque pudieron esperar a resfriarse y envejecerse, especialmente si vinieran a palacio y a Alemaña, como yo; pero quisieron perder la vida a trueco de la fama.

Y pues es hecho, y no podemos ayudarles con consejo, obra piadosa y justa será acordarnos dellos.

Vuesamerced haga en el caso por su parte lo que le pareciere según su limpia conciencia; que no quiero ponerla en obligación, ni pedir otra merced de mi trabajo, sino que, no pudiendo bien leer o entender estas locuras de amor, tome un acompañado para ello que le ayude de mala, el cual quede a voluntad y elección de vuesamerced, cuyas manos beso».
1528.

HISTORIA

[01] Grandes, muy grandes, Amor,
Son tus hechos por do vas,
Y fueron siempre jamás;
Sabido fué tu dolor
Cinco mil años atrás.
Con tus flechas triunfantes
Los morales, que de antes
Blanco nos daban el fruto,
Tú los cubriste de luto
Con sangre de dos amantes.

[02] Píramo, gentil galán,
Y Tisbe, muy linda dama,
Los cuales al que bien ama
Puestos por exemplo están
En los libros de la fama;
Siendo entrambos igualmente,
Entre la florida gente
De mancebos y doncellas,
Las dos personas más bellas
Que nunca tuvo el Oriente.

[03] Acertaron a tener
Las casas de sus moradas
Pared en medio pegadas;
Pero, como suele ser,
Con fuerte muro cerradas,
En aquella muy nombrada
Ciudad y muy señalada
Que Semíramis cercó,
Donde amor siempre reinó,
Gran Babilonia llamada.

[04] Su primer conoscimiento
Manó de la vecindad;
Y con el tiempo y edad,
Con igual consentimiento
Fué cresciendo el amistad.
Y si libertad tuvieran,
De buena gana quisieran
Juntarse por casamiento;
Mas vedáronlo sin tiento
Sus padres, que no debieran.

[05] Pero no pueden vedar
Que la amorosa porfía
Que en sus entrañas ardía
Los dexase de quemar,
Amando más cada día;
Antes el defendimiento
Y nuevo encarescimiento,
Según suele acaescer,
Puso espuelas al querer
Y velas al pensamiento.

[06] Medianero no tenían
Ni de nadie se fiaban;
Solamente se miraban,
Y por señas se entendían
Y con los ojos hablaban;
Mediante lo cual crecía
Su tormento todavía,
Y el fuego que los quemaba,
Cuanto más cubierto andaba,
Dos tantos más se encendía.

[07] De suerte qu'en sus pasiones,
El mayor de sus cuidados
Era, viéndose penados,
No serle sus coraçones
A boca comunicados.
Y no pudiendo hallar
Camino para hablar,
Penaban sin resistencia
Hasta que la diligencia
Al cabo halló lugar.

[08] La pared, a la ventura,
Que las casas dividía,
De luengo tiempo tenía
Un resquicio o hendedura
Desde cuando se hacía
Este vicio señalado,
Que en tanto tiempo pasado,
Aunque no estaba ascondido,
Hasta allí nunca había sido
Jamás de nadie notado,

[09] Entonces se echó de ver
¡Oh gran Dios omnipotente!
¿Qu'es lo que el amor no siente,
O qué se puede asconder
A su calor diligente?
Vosotros, amantes, fuistes
Los que primero lo vistes,
Ambos por un mesmo tino,
Y dél hecistes camino
Para vuestras voces tristes.

[10] Por aquel lugar estrecho
Pasaban después seguras
Las caricias y dulçuras
De su lastimado pecho,
Mezcladas con amarguras.
Por allí dentro enviaban
Del fuego en que se quemaban,
Muy pasico, las centellas,
Y las sabrosas querellas
Qu'el uno al otro se daban.

[11] Los sospiros afligidos
Y halagos delicados,
De ambas partes enviados,
De ambas partes rescebidos,
Iban por allí guiados.
Y muchas veces que así
A hablarse por allí
Tisbe y Píramo venían,
Y daban y rescebían
El dulce aliento de sí,

[12] Aumentándose la sed,
Con ello, de sus amores,
Y creciendo sus ardores,
Maldecían la pared,
Dándole tales clamores:
«¡Oh cruel muro envidioso,
Que estorbas nuestro reposo!
¿Qué te costaba dexar
De todo punto juntar
Nuestro cuerpo deseoso?

[13] »¿Por qué se nos encaresce
Por ti lo que deseamos?
Y si lo que demandamos
Muy gran cosa te paresce
Y así te lo confesamos,
Debrías, pues es más poca,
Si nuestra angustia te toca,
Abrirte y darnos lugar
Siquiera, para gozar
De la fruta de la boca.

[14] »Pero no debemos serte
Ingratos, ni lo queremos;
Antes claro conoscemos
Y confesamos deberte
El bien que agora tenemos,
Pues que por ti nos fué dado
Paso franco libertado
Para que nuestras fatigas
A las orejas amigas
Llevasen nuestro mandado».

[15] Habiendo hecho deste arte
En vano, sin gualardón,
Su triste lamentación,
Cada uno por su parte,
Ambos por un coracón,
Ya que la noche llegaba,
Que el tiempo los apartaba,
Se despiden sospirando,
Cada cual dellos besando
La parte por donde estaba.

[16] Mas la mañana siguiente,
Después que del cielo había
Quitado el alba del día
Las lumbres generalmente
De la escura noche y fría;
Y habiendo el sol colorado
Con su rayos enxugado
Las verdes yerbas heladas,
Y las tinieblas pasadas
De todo el mundo alumbrado,

[17] Los dos amantes leales,
No habiendo mucho dormido,
Vuelven al lugar sabido
A comunicar sus males
Con muy pequeño roído;
Y habiendo primero dado
Ambos con igual cuidado
Muchas quexas, todas llenas
De las angustias y penas
De su vivir afanado;

[18] No pudiendo más sufrir
Las batallas y torneos
De sus ansias y deseos,
Ni para los conseguir
Andar por tantos rodeos,
Acuerdan, sin más miceros
Letrados y consejeros,
Que deben ambos tentar
En la noche de engañar
Las guardas y los porteros,

[19] Y salir secretamente
De casa sin claridad,
Y en la mesma escuridad,
por huir más de la gente,
Desamparar la ciudad;
Y que fuesen a juntarse,
Sin torcer ni desmandarse
Por el campo sin camino,
Al sepulcro del rey Nino,
Porque no puedan errarse;

[20] Y que después de llegados,
Para que menos pudiesen,
Si acaso gentes viniesen,
Ser de ninguno mirados,
Ordenan que se escondiesen
So la cubierta sombría
De un gran moral que cubría
Parte del campo labrado,
De moras blancas cargado,
Cerca de una fuente fría.

[21] El concierto les agrada,
Y (a ellos) les parecía
Que caminaba tardía,
Tanto, que ya les enfada,
La luz del sol de aquel día,
La cual, sin se detener,
Da priesa por se meter
En las mesmas aguas, donde
También la noche se asconde,
Y dellas torna a nascer.
[22] Pues la noche ya venida,
Y siendo el tiempo llegado,
Por ambos tan deseado,
A Tisbe no se le olvida
Lo que estaba concertado;
Y aunque era dama encerrada,
De padre y madre guardada,
Personas de autoridad,
No halla dificultad
para cumplir su jornada.

[23] No da por inconviniente
Haber sido su salida
Antes de tiempo sentida,
Ni haber estado doliente,
Ocupada o impedida;
Ni compone haber estado
Toda la noche a su lado
Su madre, siempre despierta,
Ni haber quedado la puerta
Cerrada con el candado.

[24] Guárdeos Dios que amor atice
El fuego qu'el mesmo hace;
Que aunque temor amenace,
Él hace en fin lo que dice,
Y dice lo que os place.
De achaques anda desnudo,
De manera que no dudo,
Antes lo doy por aviso,
Que aquella pudo que quiso,
Y si no quiso, no pudo.

[25] Así que, Tisbe primera
Los de su casa desmiente;
Y a escuras muy diestramente
Vuelve el quicio y sale fuera,
Que ninguno no la siente;
Y con un velo delgado
Su lindo rostro atapado,
Al gran sepulcro llegó,
Y a la sombra se sentó
Del árbol atrás contado.

[26] Amor le daba osadía,
Afición la acompañaba,
Deseo la apresuraba,
Su fee la favorescía,
Mas fortuna contrastaba.
A deshora, sin más cuenta,
Ella estando muy contenta
De ver allí su persona,
Vió venir una leona,
La boca toda sangrienta.

[27] La cual, habiendo aquel día
Hecho carne frescamente,
Con la hartura reciamente
A matar la sed venía
A aquella vecina fuente;
Y como Tisbe la vió
De lexos, y conosció
A los rayos de la luna,
Gota de sangre ninguna
En su cuerpo le quedó.

[28] Así, con vista tan nueva,
Casi muerta, d'espantada,
Fué corriendo apresurada
A meterse en una cueva,
De allí no muy apartada;
Pero mientras así huía,
El manto que le cobría
Se le cayó por detrás;
Y ella no curó dél más,
Con el temor que tenía.

[29] La cruel leona brava,
Desque con agua, infinita
Refrenó su sed maldita
Cuando al monte se tornaba
Por do su furia la incita,
Hallando acaso allí echada
Aquella ropa delgada
Sin la que allí la dexó,
Toda la despedazó
Con su boca ensangrentada.

[30] Píramo, que más tarde era
Salido, cuando llegó
Y en el polvo claras vió
Las pisadas de la fiera,
Toda la color perdió;
Y como también caída
Viese, y en sangre teñida,
La ropa de la inocente,
Suspirando fieramente,
Dixo con voz dolorida:

[31] «Pues el manto tal está
Muerta es Tisbe; y pues los hados
Así se muestran airados,
Esta noche acabará
A entrambos enamorados;
De los cuales ella fuera,
Si ley en la vida hubiera,
Digna de muy larga vida;
Que mi alma, su homicida,
Es la qu'es justo que muera.

[32] »Yo, yo mesmo, miserable,
¡Triste de mí! te maté,
Y de noche ir te mandé
A lugar tan espantable,
Y antes que tú no llegué.
¡Oh leones! ¡Oh alimañas
Que estáis en estas montañas!
Mi cuerpo despedaçad
Y a bocados arrancad
Estas malditas entrañas.

[33] »Pero de hombre de vil suerte,
Temeroso y menos fiel
Es en caso tan cruel
Desear de otro la muerte,
Pudiendo dársela él
».
Esto dicho, levantó
El manto que allí halló
De la su Tisbe leal,
Y a la sombra del moral
Del concierto lo llevó.

[34] Y después de haber mojado
Con lágrimas a hartura
La sangrienta vestidura,
Y muchas veces besado,
Díxole con amargura:
«¡Oh ropa sin alegría!
Pues gustaste en compañía
La sangre de tu señora,
Rescibe también agora
Algún gusto de la mía
».

[35] Luego con su misma espada,
De su propia voluntad,
Se hirió sin piedad,
Metiéndola por la hijada
Con estraña crueldad;
Mas tornó súpitamente
A sacarla encontinente,
Ya muriendo desmayado,
Y cayó allí trastornado
Sobre la tierra caliente.

[36] La sangre surte muy alta,
Ni más ni menos que un caño
Que acaso rescibe daño
Y se rompe por la falta
Del plomo, herro o estaño,
Y por un resquicio estrecho
Arroja muy largo trecho
Las aguas, que van con pena,
Y con sus golpes barrena
Y rompe el aire derecho.

[37] La fruta del árbol, siendo
Con la sangre rociada,
La raíz también mojada,
Luego se fue convirtiendo
En forma negra mudada.
Y las moras a deshora,
Siendo la muerte pintora,
Se tiñeron desde allí
En color de carmesí,
Como las vemos agora.

[38] Tisbe en este mesmo estante,
Aun no habiendo despedido
El gran miedo rescebido,
Por no burlar al amante,
Vuelve al puesto conoscido;
Y con ojos y cuidado
Buscaba su enamorado,
Deseándole hallar
Para poderle contar
Su gran peligro pasado;

[39] Y como más se acercó,
Aunqu'el lugar conocía,
Y el árbol también, que había
Bien visto cuando llegó,
Y en memoria le tenía,
La nueva color trocada
De la fruta en él hallada
La desatina y altera;
Que no sabe si aquel era
Adonde estuvo asentada.

[40] Mas estando d'esta suerte
Dudosa, toda temblando,
Vió estar el cuerpo sangrando
Con la basca de la muerte
En el suelo golpeando;
Y vista cosa tan fiera,
Retiróse para afuera,
Con el espanto, de presto,
Llevando su blanco gesto
Más amarillo que cera;

[41] Y más fría que la nieve,
Del pavor despeluzada,
Quedó tremiendo turbada,
Como se estremece y mueve
La brava mar alterada
Cuando algún viento delgado.
D'ella mesma levantado,
A deshora la lastima,
Apremiándola por cima
Con rigor demasiado.

[42] Mas después que reparó,
Y conosció sus amores,
Con claros llantos mayores
Sus lindos pechos hirió,
Dello no merescedores;
Y sus cabellos mesando,
El cuerpo amado abraçando,
Con sus lágrimas suplía
En la herida vacía
La sangre que iba faltando;

[43] Y mezclándola con ellas,
Y con muy grande agonía,
Besando la boca fría,
Clama y da tales querellas
Al alma que se salía:
«¡Oh Píramo deseado!
¿Qué caso tan desastrado,
Qué desastre tan cruel
Ha sido, señor, aquel
Que así de mí te ha quitado?

[44] »Responde, Píramo mío,
Tu amada Tisbe te llama;
Oye y mira a quien te ama,
Levanta tu rostro frío,
Echado en tan dura cama
».
Píramo, cuando esto oyó,
Al nombre de Tisbe alçó
Sus ojos mortificados;
Mas juego fueron tornados
A cerrar, desque la vió.

[45] Y ella, como conosciese
Allí su ropa sotil,
Y la vaina de marfil
De Píramo también viese
Sin el espada gentil,
Conosciendo el mal recado,
Dixo luego: «¡Oh desdichado!
Tu mesma mano, señor,
Y la sobra del amor
Son los que te han acabado.

[46] »Pues también tengo yo en mí
Manos fuertes y atrevidas,
Y amor a velas tendidas,
Que me darán, como a ti,
Fuerça para las heridas,
Muerto de muerte tan fiera,
Te seguiré por do quiera;
Y si huí, porque no huya
Causa de la muerte tuya,
También seré compañera.

[47] »Y tú, que con sola aquella
Podías ser apartado
De mí, mas no de mi grado,
No lo serás ni con ella,
Pues irás acompañado;
Mas vosotros, muy honrados
Padres desaventurados,
Suyo y mío en compañía,
De su parte y de la mía
Holgad de quedar rogados.

[48] »Que aquellos a quien así
Amor y fee verdadera
Y la hora postrimera
Ayuntaron hoy aquí
Con voluntad tan entera;
Porque su fuerte ventura,
Que en vida les fué tan dura,
Aun después de ella convenga,
No hayáis por mal que los tenga
Una mesma sepultura.

[49] »Y tú, moral, que al presente
Cubres aquí donde estás
Un cuerpo muerto, y no más
Del uno, y encontinente
Los de los dos cubrirás,
Guarda muy bien las señales
Y los indicios mortales
De nuestra cruda matança,
Pues tanta parte te alcança
De nuestros últimos males.

[50] »Y siempre tu fruta sea,
Cual es mi triste tesoro,
Negra de color de moro,
Que es comúnmente librea
Para luto y para lloro;
Del cual tu vista adornada,
Tu tristeza señalada
A todos será notoria,
En remembrança y memoria
De la sangre en ti juntada
».

[51] Esto dicho, levantó
Del suelo la triste espada.
Que aun no estaba enfriada
Del calor que rescibió
En la matança pasada;
Y poniéndola de hecho
En lo baxo de su pecho,
Dexóse caer sobre ella,
Dando fin a su querella
Y a sus angustias de hecho.

[52] Mas su demanda a la hora
Fue por los dioses oída
Y por sus padres complida,
Como vernos ser la mora
Negra, su sazón venida;
Y lo que dellos sobró
Del fuego que los quemó,
Una sombra lo cobija
En una mesma vasija,
Donde guardado quedó.

REMATE

[53] No hay temor
Que no le prive el amor.
El peligro de la vida,
Y a veces el de la fama,
Al que bien de veras ama
A más osar le convida.
Si la llama está encendida
Del amor,
También se quema el temor.




BIBLIOGRAFÍA.-

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Bayo, MarcialJosé. «La tradición clásica y Cristóbal de Castillejo» (1490-1550), in Virgilio y la pastoral Española del Renacimiento (1480-1550). Madrid:Gredos, 1970, pp. 65-73.

Castillejo, Cristóbal de. Las obras de Christoval de Castillejo, corregidas, y esmentadas por mandado del Consejo de la Santa, y General Inquisición. Madrid: Pierres Cossin, 1573.

Dominguez Bordona, Jesús (ed.). Cristóbal de Castillejo. Obras. Madrid: Espasa-Calpe, 1969.

Gorga López, Gemma. "La historia de Píramo y Tisbe de Cristóbal Castillejo. Entre la ironía y la ejemplaridad", in Livius: Revista de estudios de traducción, IX (1997), pp. 45-52.

Lavall Prat, Naila. "La fábula de Píramo y Tisbe de Cristóbal de Castillejo" (Trabajo Final de Grado). Universidad de Girona, 2020.

Periñán, Blanca. Cristóbal de Castillejo. Las tres fábulas mitológicas. More Than Books, 2014.







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