23 de mayo de 2016

Breve biografía de LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561-1627).


Luis de Góngora y Argote (1561-1627).

Nació Luis de Góngora y Argote en Córdoba, el 11 de julio de 1561. Hijo de Francisco de Argote, licenciado en Salamanca y juez de bienes confiscados por la Santa Inquisición de Córdoba, casado con Leonor de Góngora, dama noble de la misma ciudad, cuya familia se asentó aquí a finales del siglo XV, por medio de los Manrique. Es así como Francisco de Argote y Falces, tío del poeta, estuvo siempre protegido por el secretario y notario de Carlos V, primero, y de Felipe II, después, Francisco de Eraso (1507-1570), pues tenían en común (tía de Francisco de Eraso, abuela de Francisco de Argote) unos mismos parientes procedentes de Uclés (Cuenca), doña Ana de Falces, de manera que alcanzará puestos distinguidos en Madrid, Jaén y Andújar, además de los citados de Córdoba. De su ascendencia importante, por parte de padre, da cuenta asimismo el hecho de que siempre estuvieran éstos vinculados como regidores locales (el abuelo paterno, Alonso Fernández de Argote, fue Veinticuatro de Córdoba, como luego lo será su padre y sucesivamente su hermano y sus dos cuñados, dos de sus sobrinos...). Procedente, pues, de una familia acomodada de juristas y clérigos ilustrados (su padre fue poseedor de una magnífica biblioteca, a la que Pedro Díaz de Ribas, amigo y exégeta de Góngora, calificó como la "gran librería"), estará desde siempre muy relacionado con la élite intelectual de su entorno (por ejemplo, con Ambrosio de Morales, Cronista del rey afincado en Córdoba). No obstante, siempre hubo entorno a todos ellos un "tufillo judeo-converso", que le fue reprochado a Góngora en numerosas ocasiones y que ha quedado probado tras el estudio de E. Soria.
[Soria Mesa, Enrique, "Góngora judeoconverso. El fin de una vieja polémica", in Capllonch, B. et al. (coord.). La edad del Genio: España e Italia en tiempos de Góngora. Florencia, ETS, 2013, pp. 415-433.
_______________ , El origen judío de Góngora. Hannover, 2015]

Veamos uno de esos mordaces sonetos compuestos contra él achacándole su "oscuro" origen converso:

Yo te untaré mis obras con tocino,
porque no me las muerdas
, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino.

Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin christus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y, en la Corte, bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

Recibirá Luis de Góngora, de este tío materno, Francisco de Góngora, racionero de la catedral de Córdoba, también beneficiado por Francisco de Eraso, como herencia sus beneficios eclesiásticos y ración, de cuyas rentas vivirá (costumbre iniciada por el primer racionero de la familia, Alonso González de Falces, oriundo de Uclés, que cedería su ración en Francisco de Góngora -supuestamente hijo de su sobrina Ana de Falces, y que algunos decían que era en realidad su hija, pues lo cierto es que sí estaba demostrado que vivía amancebado, habiendo sido condenado en 1513 al pago de 5.000 maravedíes por su obstinación en seguir viviendo de esa manera-, al que sucedería después el hijo de su hermana, que es nuestro Luis de Góngora, a quien luego sucedería el hijo de la hermana de éste, Luis de Saavedra...: es decir, pasaba por línea femenina, de tíos a sobrinos de hermana). Por ello alterará el orden de sus apellidos, pasando de "Argote y Góngora" a "Góngora y Argote"..
[González y Francés, Manuel, Góngora, racionero. Noticias auténticas de hechos eclesiásticos del gran poeta, sacadas de libros y expedientes capitulares. Córdoba, Librería del Diario, 1896].

Para poder heredar los cargos de su tío Francisco, tomó las órdenes menores 1575 (a los catorce años), enviándole éste a estudiar Cánones a la Universidad de Salamanca (1576-1581), aunque parece que no se graduó. Aquí se relacionará con diversos intelectuales (con el cordobés Juan Rufo (1547-1620), por ejemplo, que en 1584 escribió "La Austriada", poema épico alabado por Cervantes y salvado del escrutinio) que le abrirán paso para la publicación de algunas de sus obras (escribió una canción elogiosa en esdrújulos, con una pléyade de cultimos (como hizo notar Dámaso Alonso), "Suene la trompa bélica/ del castellano cálamo" (muy de moda en ese momento, gracias al poeta canario Cairasco de Figueroa (1538-1610), poeta que fue muy alabado de sus contemporáneos -[cfr.: Brito Díaz, Carlos (2001). "Luz meridional: Cairasco de Figueroa y la escuela andaluza", in Dicenda, 19 (2001), pp. 47-63]-, entre los que citamos a Cervantes, Espinel, Suárez de Figueroa, Cristóbal de Mesa, Lope de Vega, etc. [Cfr.: Micó, José María.- "Góngora a los diecinueve años: modelo y significación de la 'Canción esdrújula'", in Criticón, 49 (1990), pp. 21-30] ), en una traducción de Luis Gómez de Tapia de "Os Lusiadas" de Luis de Camoens, de 1580. Decía así aquél poema:

Suene la trompa bélica
del castellano cálamo,
dándoles lustre y ser a las Lusíadas,
y con su rima angélica
en el celeste tálamo, 5
encumbre su valor sobre las Híadas,
Napeas y Hamadríadas:
con amoroso cántico
y espíritu poético
celebren nuestro bético 10
del Mauritano mar al mar Atlántico,
pues vuela su Calíope
desde el blanco francés al negro etíope.

Aquí la fuerza indómita
del Pacheco diestrísimo 15
descubre de su Rey el pecho y ánimo;
la India deja atónita
con su valor rarísimo,
y al Samorín soberbio, pusilánimo.
Muéstrase aquí magnánimo 20
Alburquerque y solícito,
capitán integérrimo,
que al amador misérrimo
crudamente castiga el hecho ilícito,
y a Goa y su poténcïa 25
dos veces la sujeta a su obediéncïa.

Almeida, que a los árabes
con la venganza hórrida
sus muros y edificios va talándoles,
y a los rumes y alárabes 30
debajo de la Tórrida
con valerosa espada domeñándoles,
y mayor pena dándoles
con el hijo belígero
que en el seno cambáïco 35
contra el moro y hebráïco
muere mostrando su furor armígero,
sirviéndole de túmulo
de mamelucos el sangriento cúmulo.

Cuanta pechos heróïcos 40
te dan fama clarífica,
oh Lusitania, por la tierra cálida,
tanta versos históricos
te dan gloria mirífica,
celebrando tu nombre y fuerza válida: 45
dígalo la Castálida,
que al soberano Tápïa
hizo que (más que en árboles,
en bronces, piedras, mármoles)
en su verso eternice su prosápïa, 50
dándole el odorífero
lauro, por premio del gran Dios Lucífero.

Allí en Salamanca se dio también a conocer como poeta de sonetos al modo petrarquista y, especialmente, como poeta festivo: conocemos, además, al menos 13 sonetos anteriores a 1582 y otros tantos poemas en otros metros. Tratará, pues, en esta ciudad con diversos poetas famosos de la época que le ilustrarán sobre nuevas perspectivas intelectuales (como fue Pedro Liñán de Riaza).

De su reconocimiento como joven poeta valorado, bástenos el recordar que en "La Austriada" ya citada, de Juan Rufo (de 1582), figurará un soneto suyo ("Cantaste, Rufo, tan heroicamente", junto a los versos de Cervantes, Lupercio Leonardo de Argensola, y otros.

Cantastes, Rufo, tan heroicamente
de aquel César novel la augusta historia,
que está dudosa entre los dos la gloria,
y a cuál se deba dar ninguno siente;

y así la Fama, que hoy de gente en gente 5
quiere que de los dos la igual memoria
del tiempo y del olvido haya victoria,
ciñe de lauro a cada cual la frente.

Debéis con gran razón ser igualados,
pues fuistes cada cual único en su arte: 10
él solo en armas, vos en letras solo,

y al fin ambos igualmente ayudados:
él, de la espada del sangriento Marte;
vos, de la lira del sagrado Apolo.

O que aparecerán luego doce romances en "Flor de varios romances nuevos y canciones", de Pedro de Moncayo, de 1589.

Regresado a Córdoba, a principios de los años 80, deberá esperar hasta 1585 para ordenarse de mayores (epístola y evangelio) y disfrutar plenamente del beneficio de la catedral de Córdoba que hemos mencionado, aunque no se ordenará sacerdote hasta que alcanzó los 55 años.

Dada la juventud de Góngora, en este momento, y la actividad algo alegre que llevaba, viviendo "como muy mozo", tuvo que comparecer ante el Obispo Francisco de Pacheco, en 1589, acusado de ser muy aficionado a los toros "contra lo terminantemente ordenado a los clérigos por 'motu proprio' de Su Santidad", a las fiestas nocturnas de cantos y bailes, de apenas asistir al coro y cuando lo hace no hace más que entrar y salir, a hablar demasiado durante el Oficio Divino, a desatender los oficios religiosos, a tratar con comediantes y escribir coplas..., elementos todos ellos bastantes para darnos a conocer que tenía muy poca vocación religiosa, y que su estado era más un modo de vida heredado y resuelto que una aptitud sincera hacia la profesión religiosa. Literalmente, en su defensa, dirá Góngora al obispo que
Que ni mi vida es tan escandalosa, ni yo tan viejo, que se me pueda acusar de vivir como mozo. Que mi conversación con representantes [comediantes y cantantes] y con los demás de este oficio es dentro de mi casa, donde vienen como a las de cuantos hombres honrados y caballeros suelen, y más a la mía por ser tan aficionado a la música.
[...] Que, aunque es verdad que en el hacer coplas he tenido alguna libertad, no ha sido tanta como la que se me carga; porque las más 'letrillas', que me achacan, no son mías, como podría V. S. saber si mandase informar dello; y que si mi poesía no ha sido tan espiritual como debiera, que mi poca Theología me desculpa: pues es tan poca, que he tenido por mejor ser condenado por liviano que por hereje."
[Cfr.: González y Francés, D. Manuel, Don Luis de Góngora vindicando su fama ante el propio obispo. Córdoba, Imp. y Lib. del Diario, 1889.]

Será, finalmente, condenado al pago de cuatro ducados para obras pías, el 29 de agosto de 1589.

Esta manera de entender la vida y desenvolverse será permanente a lo largo de toda su vida, facilitando que algún poeta (algunos lo atribuyen a Francisco de Quevedo, pero no hay nada definitivo en ello) la elaboración de este soneto contra él años más tarde:

Tantos años, y tantos todo el día,
menos hombre, más Dios, Góngora hermano.
No altar, garito sí; poco cristiano,
mucho tahúr, no clérigo, sí arpía.

Alzar, no a Dios: extraña clerecía.
Misal apenas, naipe cotidiano;
sacar lengua y barato, viejo y vano,
son sus misas, no templo y sacristía.

Los que güelen tu musa y tus emplastos,
cuando en canas y arrugas te amortajas,
tal epitafio dan a tu locura:

"Yace aquí el capellán del rey de bastos,
que en Córdoba nació, murió en Barajas
y en las Pintas le dieron sepultura.

Góngora fue conocido tempranamente como participante en tertulias y academias. Miguel de Cervantes, por ejemplo, lo nombra, en "La Galatea", en el "Canto de Calíope", de 1585, siendo, por tanto, muy joven Góngora. Así decía Cervantes de él:

"en don Lüis de Góngora os ofrezco
un vivo raro ingenio sin segundo;
con sus obras me alegro y enriquezco
no sólo yo, mas todo el ancho mundo
".

Admiración que continuó hasta su muerte, pues en el "Viaje al Parnaso" (Cap. II , vv. 55 a 60), de 1614, dirá de él:

aquel que tiene de escribir la llave
con gracia y agudeza en tanto estremo,
que su igual en el orbe no se sabe:
es don Luis de Góngora, a quien temo
agraviar en mis cortas alabanzas,
aunque las suba al grado más supremo.

Y afamado por sus romances, en 1589 aparecerán doce de ellos en la "Flor de varios romances nuevos", de Pedro de Moncayo.

En comisión de informaciones para el cabildo de Córdoba recorrerá diversas ciudades: Pontevedra, Vitoria, Pamplona, Burgos, Palencia, Valladolid, Madrid, Toledo, Cuenca, Granada, Jaén, etc., algunas de las cuales son referidas en sus poemas.

Durante una segunda estancia en Salamanca, a inicios de la década de los 90, conocerá a Lope de Vega, que a la sazón estaba allí como secretario del Duque de Alba, de quien no tuvo un gran concepto, por más que éste le elogió en muchísimas ocasiones (quizá porque, famoso ya Lope de Vega, la envidia le corroyera).
Recordemos que, por ejemplo, en 1585 Góngora escribió el romance "Ensíllenme el asco rucio", imitando paródicamente el de Lope de Vega, "Ensíllenme el potro rucio", en el que los moriscos elegantes y enamorados son trocados por rústicos aldeanos, burlando los ricos ropajes de aquéllos por los atavíos vulgares de éstos, así como las referencias autobiográficas, insertando Góngora un autorretrato burlesco; es decir, como nos indicó Pedraza Jiménez "cuanto hay de noble, brillante, elevado y transcendente en el texto lopesco queda rebajado en el gongorino a la más extrema vulgaridad, zafiedad y ridiculez, por medio de un humor degradante".
[Pedraza Jiménez, Felipe B., El Universo poético de Lope de Vega. Madrid, Laberinto, 2003, pág. 29].

No obstante, hay que dejar constancia de que Pérez López, recientemente, ha considerado que este romance morisco no es de Lope de Vega sino de Pedro de Liñán de Riaza, tal y como aparece atribuido en el manuscrito de la Biblioteca de Palacio de Madrid.
[Cfr.: Pérez López, José Luis.- "El romance morisco 'Ensíllenme el potro rucio', atribuido a Liñán, y su parodia", in Revista de Filología Española, XCII,-1 (2012), pp, 101-116]

En todo caso, veamos este romance, y su evolución en Góngora:

Ensíllenme el potro rucio
del alcaide de los Vélez,
denme el adarga de Fez
y la jacerina fuerte;

una lanza con dos hierros, 5
entrambos de agudos temples,
y aquel acerado casco
con el morado bonete,

que tiene plumas pajizas
entre blancos martinetes, 10
y garzotas medio pardas,
antes que me vista, denme.

Pondréme la toca azul
que me dio para ponerme
Adalifa la de Baza, 15
hija de Zelín Hamete;

y aquella medalla en cuadro
que dos ramos la guarnecen
con las hojas de esmeraldas,
por ser los ramos laureles; 20

y un Adonis que va a caza
de los jabalíes monteses,
dejando su diosa amada,
y dice la letra "Muere"—».

Esto dijo el moro Azarque 25
antes que a la guerra fuese,
aquel discreto y animoso,
aquel galán y valiente,

Almoralife el de Baza,
de Zulema descendiente, 30
caballeros que en Granada
paseaban con los reyes.

Trajéronle la medalla,
y suspirando mil veces,
del bello Adonis miraba 35
la gentileza y la suerte:

«—Adalifa de mi alma,
no te aflijas ni lo pienses;
viviré para gozarte,
gozosa vendrás a verme; 40

breve será mi jornada,
tu firmeza no sea breve,
procura, aunque eres mujer,
ser de todas diferente.

No le parezcas a Venus, 45
aunque en beldad le pareces,
en olvidar a su amante
y no respetalle ausente.

Cuando sola te imagines,
mi retrato te consuele, 50
sin admitir compañía
que me ultraje y te desvele;

que entre tristeza y dolor
suele amor entremeterse,
haciendo de alegres tristes 55
como de tristes alegres.

Mira, amiga, mi retrato,
que abiertos los ojos tiene,
y que es pintura encantada,
que habla, que vive y siente. 60

Acuérdate de mis ojos,
que muchas lágrimas vierten,
y a fe que lágrimas suyas
pocas moras las merecen—».

En esto llegó Gualquemo 65
a decille que se apreste,
que daban priesa en la mar
que se embarcase la gente.

A vencer se parte el moro,
aunque gustos no le vencen, 70
honra y esfuerzo lo animan
a cumplir lo que promete.
(FÉLIX LOPE DE VEGA CARPIO?
RODRÍGUEZ DE LIAÑO?)

Ensíllenme el asno rucio
del alcalde Antón Llorente,
denme el tapador de corcho
y el gabán de paño verde,

el lanzón en cuyo hierro 5
se han orinado los meses,
el casco de calabaza
y el vizcaíno machete,

y para mi caperuza
las plumas del tordo denme, 10
que por ser Martín el tordo
servirán de martinetes:

pondréle el orillo azul
que me dio para ponelle
Teresa la del Villar, 15
hija de Pascual Vicente;

y aquella patena en cuadro,
donde de latón se ofrecen
la madre del virotero
y aquel dios que calza arneses, 20

tan en pelota y tan juntos,
que en nudos ciegos los tienen
al uno, redes y brazos,
y al otro, brazos y redes,

cuyas figuras en torno 25
acompañan y guarnecen
ramos de nogal y espigas,
y por letra, pan y nueces».

Esto decía Galayo
antes que al Tajo partiese, 30
aquel yegüero llorón,
aquel jumental jinete,

natural de do nació,
de yegüeros descendiente,
hombres que se proveen ellos, 35
sin que los provean los reyes.

Trajéronle la patena,
y suspirando mil veces,
del dios garañón miraba
la dulce Francia y la suerte. 40

Piensa que será Teresa
la que descubren y prenden
agudos rayos de invidia,
y de celos nudos fuertes:

«Teresa de mis entrañas, 45
no te gazmies ni ajaqueques,
que no faltarán zarazas
para los perros que muerden;

aunque es largo mi negocio,
mi vuelta será muy breve, 50
el día de san Ciruelo
o la semana sin viernes.

No te parezcas a Venus,
ya que en beldad le pareces,
en hacer de tantos huevos 55
tantas frutas de sartenes.

Cuando sola te imagines,
para que de mí te acuerdes,
ponle a un pantuflo aguileño
un reverendo bonete. 60

Si creciere la tristeza,
una lonja cortar puedes
de un jamón, que bien sabrá
tornarte de triste alegre;

¡oh cómo sabe una lonja, 65
más que todos cuantos leen,
y rabos de puercos, más
que lenguas de bachilleres!

Mira, amiga, tu pantuflo,
porque verás, si lo vieres, 70
que se parece a mi cara
como una leche a otra leche;

acuérdate de mis ojos,
que están, cuando estoy ausente,
encima de la nariz 75
y debajo de la frente».

En esto, llegó Bandurrio
diciéndole que se apreste,
que para sesenta leguas
le faltan tres veces veinte. 80

A dar, pues, se parte el bobo
estocadas y reveses
y tajos orilla el Tajo,
en mil hermosos broqueles.

(LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE)
Mas, regresando a nuestro discurso, observemos algunas de esas ocasiones aludidas en las que Lope siempre salva a Góngora de los ataques.
① En efecto, Lope se mostró demasiado complacente con Góngora en "La Filomena". Así, en la "Respuesta de Lope de Vega Carpio" a un "Papel que escribió un señor de estos reinos a Lope de Vega Carpio en razón de la nueva poesía", dirá:
El ingenio de este caballero [se refiere a Luis de Góngora] desde que le conocí, que ha más de veinte y ocho años, en mi opinión (dejo la de muchos), es el más raro y peregrino que he conocido en aquella provincia, y tal que ni a Séneca ni a Lucano, nacidos en su patria, le hallo diferente, ni a ella por él menos gloriosa que por ellos. De sus estudios me dijo mucho Pedro Liñán de Riaza, contemporáneo suyo en Salamanca [poeta que se relacionó con Góngora y Bartolomé Leonardo de Argensola en Salamanca; amigo de Cervantes y de Lope de Vega]; de suerte que 'non indoctus, pari facundia et ingenio praeditus' [nada indocto y dotado de una elocuencia igual a su talento] rindió mi voluntad a su inclinación, continuada con su vista y conversación, pasando a la Andalucía, y me pareció siempre que me favorecía y amaba con alguna más estimación que mis ignorancias merecían. Concurrieron en aquel tiempo en aquel género de letras algunos insignes hombres que quien tuviere noticia de sus escritos sabrá que merecieron este nombre: Pedro Laínez, el excelentísimo señor marqués de Tarifa, Hernando de Herrera, Gálvez Montalvo, Pedro de Mendoza, Marco Antonio de la Vega, doctor Garay, Vicente Espinel, Liñán de Riaza, Pedro Padilla, don Luis de Vargas Manrique, los dos Lupercios y otros, entre los cuales se hizo este caballero tan gran lugar, que igualmente decía de él la fama lo que el oráculo de Sócrates. Escribió en todos estilos con elegancia, y en las cosas festivas, a que se inclinaba mucho, fueron sus sales no menos celebradas que las de Marcial, y mucho más honestas. Tenemos singulares obras suyas en aquel estilo puro, continuadas por la mayor parte de su edad, de que aprendimos todos erudición y dulzura, dos partes de que debe de constar este arte, que aquí no es ocasión de revolver Tassos, Danielos, Vidas y Horacios, fundados todos en aquellos aforismos de Aristóteles. Mas no contento con haber hallado en aquella blandura y suavidad el último grado de la fama, quiso (a lo que siempre he creído, con buena y sana intención, y no con arrogancia, como muchos de los que no le son afectos han pensado) enriquecer el arte y aun la lengua con tales exornaciones y figuras, cuales nunca fueron imaginadas ni hasta su tiempo vistas, aunque algo asombradas de un poeta en idioma toscano que por ser de nación genovés no alcanzó el verdadero dialecto de aquella lengua, donde hay tantas insignes obras inteligibles a la primera vista de los hombres doctos y aun casi de los ignorantes. Bien consiguió este caballero lo que intentó, a mi juicio, si aquello era lo que intentaba: la dificultad está en el recibirlo, de que han nacido tantas, que dudo que cesen, si la causa no cesa. Pienso que la oscuridad y ambigüedad de las palabras debe de darla a muchos: «verbis uti (dijo Aulo Gelio) nimis obsoletis ex[c]ulcatis quae aut insolentibus nouitatis quae durae et illepidae par esse delictum videtur»; pero más molesta y culpable cosa «verba noua, incognita et inaudita dicere» etc. [«Emplear palabras excesivamente obsoletas y desusadas parece una falta semejante a la de usar términos inusitados y de una novedad áspera y carente de gusto»; pero más molesta y culpable cosa es «emplear palabras nuevas, desconocidas e inauditas») (...)
...Los que imitan a este caballero producen partos monstruosos que salen de generación, pues piensan que han de llegar a su ingenio por imitar su estilo; mas pluguiera a Dios que ellos le imitaran en la parte que es tan digno de serlo, pues no habrá ninguno tan mal afecto a su ingenio, que no conozca que hay muchas dignas de veneración, como otras que la singularidad ha envuelto en tantas tinieblas, que he visto desconfiar de entenderlas gravísimos hombres que no temieron comentar a Virgilio ni a Tertuliano. Puédese decir por él en esta parte lo que san Agustín dice de la elocuencia, que no siempre persuade la verdad: «Non est facultas ipsa culpabilis, sed ea male utentium peruersitas» [«no es la culpable esa facultad en sí misma, sino la perversidad de quienes la emplean mal»]. Otros hay que tienen este nuevo estilo por una fábrica portentosa y se atreven a tantas letras y partes dignas de sumo respecto en su dueño porque dijo el antiguo poeta Lucio que «multa hominum portenta in Homero versificata monstra putant» [ «muchos portentos humanos puestos en verso por Homero los consideran asombrosos prodigios»]. Ello por lo menos tiene pocos que aprueben y muchos que contradigan; no sé lo que crea, pero diré con Aristóteles: «Quaedam delectant noua quae postea similiter non faciunt» [ «hay cosas que deleitan cuando nuevas, pero que después ya no lo hacen de la misma manera»] (...).
Decía el doctor Garay, poeta laureado por la universidad de Alcalá, como él dijo en aquella canción,
'Tengo una honrada frente
de laurel coronada,
de muchos envidiada', etc.,

que «la poesía había de costar grande trabajo al que la escribiese y poco al que la leyese». Esto es sin duda infalible dilema y que no ofende al divino ingenio de este caballero, sino a la opinión de esta lengua que desea introducir; mas, sea lo que fuere, yo le he de estimar y amar, tomando de él lo que entendiere, con humildad, y admirando lo que no entendiere, con veneración; pero a los demás que le imitan con alas de cera en plumas tan desiguales, jamás les seré afecto, porque comienzan ellos por donde él acaba (...). Y para que mejor vuestra excelencia entienda que hablo de la mala imitación y que a su primero dueño reverencio, doy fin a este discurso con este soneto que hice en alabanza de este caballero, cuando a sus dos insignes poemas no respondió igual la fama de su misma patria:
Canta, cisne andaluz, que el verde coro
del Tajo escucha tu divino acento,
si, ingrato, el Betis no responde atento
al aplauso que debe a tu decoro.

Más de tu "Soledad" el eco adoro
que el alma y voz de lírico portento,
pues tú solo pusiste al instrumento,
sobre trastes de plata, cuerdas de oro.


Huya con pies de nieve "Galatea",
gigante del Parnaso, que en tu llama,
sacra ninfa inmortal, arder desea,


que como, si la envidia te desama,
en ondas de cristal la lira orfea,
en círculos de sol irá tu fama.
② En "La Circe", Lope de Vega volverá a criticar a sus imitadores, pero nuevamente salvará a Góngora:
Claro cisne del Betis que, sonoro
y grave, ennobleciste el instrumento
más dulce, que ilustró músico acento,
bañando en ámbar puro el arco de oro,

a ti lira, a ti el castalio coro
debe su honor, su fama y su ornamento,
único al siglo y a la envidia exento,
vencida, si no muda, en tu decoro.

Los que por tu defensa escriben sumas,
propias ostentaciones solicitan,
dando a tu inmenso mar viles espumas.

Los Ícaros defienda, que te imitan,
que como acercan a tu sol las plumas
de tu divina luz se precipitan.

③ Y en "El Laurel de Apolo", poema-catálogo, como lo denominó el profesor J. M. Blecua [Blecua, J. M. Lope de Vega. Lírica. Madrid, Castalia, 1981, pág. 43] hará referencia a la Soledad I de Góngora, muerto ya éste ④ Ya fallecido Góngora, Lope le dedicará este soneto en la "Corona trágica":

Despierta, oh Betis, la dormida plata,
y coronado de ciprés, inunda
la docta patria, en Sénecas fecunda,
todo el cristal en lágrimas desata.

Repite soledades, y dilata,
por campos de dolor, vena profunda,
única luz, que no dejó segunda;
al polifemo ingenio Atropos mata.

Góngora ya la parte restituye
mortal al tiempo, ya la culta lira
en cláusula final la voz incluye.

Ya muere y vive; que esta sacra pira
tan inmortal honor le constituye,
que nace Fénix donde cisne expira
Igualmente lo hará en "El premio del bien hablar".

Y en "Los ramilletes de Madrid".

Pero Góngora no tratará de igual manera a Lope de Vega, como nos recuerdan I. Arellano y C. Mata [Arellano, I. et Mata Induráin, C..- Vida y obra de Lope de Vega. Madrid, Homolegens, 2011]. Góngora suele despreciar claramente por escrito, tanto su estilo como su producción:

■ Respecto a su estilo, se burló de la «llaneza» de la poesía castellana de Lope y sus seguidores en un famoso soneto:
Patos de la aguachirle castellana,
que de su rudo origen fácil riega
y tal vez dulce inunda nuestra Vega,
con razón Vega por lo siempre llana:

pisad graznando la corriente cana
del antiguo idïoma y, turba lega,
las ondas acusad, cuantas os niega
ático estilo, erudición romana.

Los cisnes venerad cultos, no aquellos
que escuchan su canoro fin los ríos
;
aquellos sí, que de su docta espuma

vistió Aganipe. ¿Huís? ¿No queréis vellos,
palustres aves? Vuestra vulgar pluma
no borre, no, más charcos. ¡Zabullíos!

■ En cuanto a su producción, sus opiniones no fueron mejores. Citemos algunas muestras también:

• hará un soneto titulado «A un señor que le envió 'La Dragontea' de Lope de Vega», expresando sobre esta obra que «para ruido de tan grande trueno / es relámpago chico», y que Lope «potro es gallardo, pero va sin freno»;

• sobre "La Arcadia" se pronunciará con su

«Por tu vida, Lopillo, que me borres
las diez y nueve torres del escudo
porque aunque todas son de viento, dudo
que tengas viento para tantas torres»
(pues Lope, que no era noble, había estampado al frente del libro el escudo del apellido Carpio);

• y parodia otro soneto de Lope en «Embutiste, Lopillo, a Sabaot / en un mismo soneto con Ylec», etc.

En 1603, estando en Cuenca, es encomendado por el cabildo de la Catedral de Córdoba para que se desplace a Valladolid y rinda pleitesía a Pedro Laguna, recién nombrado obispo de Córdoba. Estuvo aquí más de seis meses, en los que le dio tiempo, además, para escribir, entre cuyos textos hallamos unas letrillas burlescas sobre la nueva capital del reino, y, más en concreto, contra su río, un pequeño río que ante la avalancha de cortesanos y coadjuntos que se trasladaron a Valladolid a vivir, se convirtió en poco tiempo en una verdadera cloaca. Difundidos sus escritos, es aquí es donde se enemistará con Francisco de Quevedo, al que acusó de imitarle y denigrarle malamente bajo seudónimo (Miguel de Musa) en algunas composiciones satíricas. Veámoslas.

como Góngora escribiera una letrilla burlesca sobre el río Esgueva que decía:

¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva este río crecido,
y llevará cada día,
las cosas que por la vía 5
de la cámara han salido,
y cuanto se ha proveído,
según leyes de Digesto,
por jüeces que, antes desto,
lo recibieron a prueba. 10
¿Qué lleva el señor Esgueva ?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva el cristal que le envía
una dama y otra dama,
digo el cristal que derrama 15
la fuente de mediodía,
y lo que da la otra vía,
sea pebete o sea topacio,
que, al fin, damas de palacio
son ángeles hijos de Eva. 20
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva lágrimas cansadas
de cansados amadores,
que, de puro servidores, 25
son de tres ojos lloradas;
de aquel, digo, acrecentadas,
que una nube le da enojo,
porque no hay nube de este ojo
que no truene y que no llueva. 30
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva pescado de mar,
aunque no muy de provecho,
que, salido del estrecho, 35
va a Pisuerga a desovar;
si antes era calamar
o si antes era salmón,
se convierte en camarón
luego que en el río se ceba. 40
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva, no patos reales
ni otro pájaro marino,
sino el noble palomino 45
nacido en nobles pañales;
colmenas lleva y panales,
que el río les da posada;
la colmena es vidrïada,
y el panal es cera nueva. 50
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

Lleva, sin tener su orilla
árbol ni verde ni fresco,
fruta que es toda de cuesco, 55
y, de madura, amarilla;
hácese della en Castilla
conserva en cualquiera casa,
y tanta ciruela pasa,
que no hay quien sin ella beba. 60
¿Qué lleva el señor Esgueva?
Yo os diré lo que lleva.

supuestamente Quevedo le respondió, bajo el seudónimo de "Miguel Musa", de esta manera:

Ya que coplas componéis,
ved que dicen los poetas
que, siendo para secretas,
muy públicas las hacéis.
Cólica dicen tenéis, 5
pues por la boca purgáis;
satírico diz que estáis;
a todos nos dais matraca:
descubierto habéis la caca
con las cacas que cantáis
. 10

De vos dicen por ahí
Apolo y todo su bando
que sois poeta nefando
pues cantáis culos así
.
Por lo cual me han dicho a mí 15
que desde hoy en adelante
diga que obras vuestras cante,
por el mandado de Apolo,
con el son de un rabel sólo,
un rabadán ignorante. 20

No hay música donde estén
vuestros inmundos trabajos:
que si suenan bien los bajos,
los tiples no suenan bien.
Y cuando tonos les den 25
de los que el vulgo levanta,
¿cuál hombre o mujer que canta,
si tiene cabeza cuerda,
a pies de coplas de mierda,
hará pasos de garganta? 30

Con Esgueva es vuestro enojo;
nombre de sucio le dan,
siendo, de puro galán,
todos sus males de ojo.
Con mucha razón me arrojo: 35
que sólo los bien nacidos
celebramos atrevidos;
que en otra conversación,
por ser sucios, como son,
no pueden ser admitidos. 40

Vuestros conceptos alabo
pues, de pura buena pesca,
los hacéis a la gatesca,
pues los hacéis por el rabo.
Tenéis un ingenio bravo, 45
hacéis cosas peregrinas,
vuestras coplas son divinas;
sino que dice un dotor
que vuestras letras, señor,
se han convertido en letrinas. 50

Que alabe será muy justo
vuestras coplas mi voz sola,
pues por ser todas de cola,
se pegan a cualquier gusto.
Desde el scita al negro adusto, 55
y desde el Tajo dorado
al Nilo tan celebrado,
no hay ingenio tan machucho
ni crecido; mas ¿qué mucho,
si crece de estercolado? 60

Son tan sucias de mirar
las coplas que dais por ricas,
que las dan en las boticas
para hacer vomitar.

Un nombre os ando a buscar 65
que os venga derechamente,
y hallo que os llama un valiente,
que de Córdoba os conoce,
poeta de entre once y doce,
que es cuando vacia la gente. 70

¿Adónde hallaréis excusa
para lo que vemos todos,
pues fue en verano y sin lodos
tan rabiosa vuestra musa?
Si acaso Circe o Medusa, 75
o juntas ambas a dos,
os han mudado, por Dios,
que olvidéis tal prelacía
antes que la pulicía
venga a conocer de vos. 80

Yo, por mí, no pongo duda
en que las coplas pasadas,
según están de cagadas,
las hicisteis con ayuda.
Más valdrá que tengáis muda 85
la lengua en las suciedades;
dejad las ventosidades:
mirad que sois en tal caso
albañal por do el Parnaso
purga sus bascosidades. 90

Así que, visto que Góngora, poeta renombrado en esos momentos, consideraba que el jovencísimo Quevedo (con 23 años) quería medrar a su costa en el Olimpo de las Musas, no le quedó otra que replicarle..., en estos términos:

Musa que sopla y no inspira,
y sabe por lo traidor
poner los dedos mejor
en mi bolsa que en su lira,
no es de Apolo, que es mentira,
5
hija Musa tan bellaca,
sino del que hurtó la vaca
al pastor. A tal persona
pongámosle su Helicona
en las montañas de Jaca. 10

Musa que en medio de un llano,
llevando gente consigo,
tradujo al mayor amigo
de francés en castellano;
Musa que a su medio hermano, 15
hijo del planeta rojo,
o por trato o por antojo,
sin besallo lo vendió,
no estoy muy seguro yo,
pues me ha besado en el ojo. 20

Remitiréle el proceso
a quien me pusiere dudas
en dalle nombre de Judas
por el trato o por el beso;
y aun acumularle a eso 25
la mano de Judas quiero,
pues me juró un caballero
que en casa de una señora,
la semana pecadora,
mató vela y candelero. 30

Y en delitos tan soeces,
ved que gramática se usa,
que ha declinado esta Musa
por templum templi mil veces;
y a pesar de los jüeces 35
y de las leyes, acierta
con el templo y con la puerta,
si no es que dicen por yerro
que entra el gato como el perro
porque halló la puerta abierta. 40

[Cfr.: Conde Parrado, P. et García Rodríguez, J, "Aprovechando que el Esgueva...: Góngora (y Quevedo) en la corte vallisoletana (1603)", in La Perinola, 15 (2011), pp. 57-94]

Fijémonos, que Góngora acusa a Quevedo, además, de haberse hecho con una deuda suya de juego, para apretarle y complicarle más su vida ("Musa que sopla y no inspira/ y sabe que es lo traidor/ poner los dedos mejor/ en mi bolsa que en su lira,/ no es de Apolo, que es mentira".

A partir de aquí, se produjo una situación de desencuentro entre Góngora y Quevedo (no tan encarnizada como se ha mantenido, pero claramente existente), con insultos y términos como: Quevedo es cojitranco, debería llamarse "Francisco de Quebebo", etc.; y a la inversa, que si Góngora era huraño, necesitado de dineros ("vendió el alma y el cuerpo por dinero"), judío ("en lo sucio que has cantado/ y en lo largo de narices/ demás de que tú lo dices/ que no eres limpio has mostrado"), homosexual ("poeta nefando,/ pues cantáis culos así", "medio hombre", "sirena de nabos"...), etc.
[Cfr.: González Martínez, Lola, “Góngora según Quevedo, breve relación de una historia injuriosa”, in Scriptura, 5 (1989), pp. 17-30.]

Así que, los versos iban y venían, como podemos observar aquí:

SONETO DE FRANCISCO DE QUEVEDO CONTRA LUIS DE GONGORA

Este cíclope, no sicilïano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisfero
zona divide en término italiano;

este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;

el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.

SONETO DE LUIS DE GÓNGORA REPLICÁNDOLE A FRANCISCO DE QUEVEDO.

Anacreonte español, no hay quien os tope.
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope

¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día.
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.


∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

SONETO DE FRANCISCO DE QUEVEDO CONTRA LUIS DE GONGORA

Yo te untaré mis obras con tocino
Porque no me las muerdas, Gongorilla,
Perro de los ingenios de Castilla,
Docto en pullas, cual mozo de camino.

Apenas hombre, sacerdote indino,
Que aprendiste sin christus la cartilla;
Chocarrero de Córdoba y Sevilla,
Y en la Corte, bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
Aunque aquesto de escribas se te pega,
Por tener de sayón la rebeldía.

SONETO DE LUIS DE GÓNGORA REPLICÁNDOLE A FRANCISCO DE QUEVEDO.

Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina.

Era su benditísima esclavina,
en cuanto suya, de un hermoso cuero,
su báculo timón del más zorrero
bajel, que desde el Faro de Cecina

a Brindis, sin hacer agua, navega.
Este sin landre claudicante Roque,
de una venera justamente vano,

que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano.

"Érase un hombre a una nariz pegado", o "Vuestros coplones, cordobés sonado".

Así hasta hartarse de mandarse coplas y coplillas.

En 1603, aunque verá la luz en 1605, Pedro de Espinosa recopila unas "Flores de poetas ilustres", donde dará cobijo a 37 composiciones de Góngora.

A partir de 1609, regresado de Pontevedra, se dedica con afán a la labor creativa. Es de este momento cuando comenzará a crear sus obras teatrales: La "Comedia venatoria" (inacabada), bucólica y lírica; la comedia de enredo titulada "Las firmezas de Isabela" (1610); y la burlesca comedia "El doctor Carlino" (1613, luego refundida por Antonio de Solís).
[Cfr.: Dolfi, Laura.- "El teatro de Luis de Góngora", in pp. 139-145.
______ .- "El teatro de Góngora: imágenes y enigmas", in Criticón, 87-88-89 (2003), pp. 277-286.
A la Luz de Góngora, Capilla Serrano, Ana (coord. y ed.), "El teatro", en línea https://gongora-poetauniversal.wikispaces.com/El+teatro. ]

En 1610 se efectuó la toma de Larache, a la que dedica una canción ("Oda a la toma de Larache" y varias sátiras. Esta obra es considerada como un panegírico a la política española durante el reinado de Felipe III de España (y en ese momento II de Portugal). Es, además, este período de especial relevancia, pues en él se ve una clara intensificación de la estética cultista, dando pie al denominado gongorismo, con sus futuras obras.

En 1612 elaboró la "Fábula de Polifemo y Galatea", compuesta de 60 octavas reales y otras tres con la dedicatoria al conde de Niebla.

En 1613 comenzó sus "Soledades" (obra inacabada), escrita en silvas.

Fue nombrado capellán de Felipe III en 1617, gracias al favor del duque de Lerma, por lo que es en este momento cuando tuvo que ordenarse sacerdote. A él le dedicará su "Panegírico al duque de Lerma", que quedará interrumpido al caer en desgracia.

En 1618 escribirá su última gran obra, la "Fábula de Píramo y Tisbe".

Desde este momento hasta 1626, en que sufre un ataque de apoplejía y es trasladado a Córdoba, vivirá en Madrid viendo como va perdiendo todas las ocasiones por medrar en la misma, al ir cayendo en desgracia y muriendo todos sus valedores: Rodrigo Calderón, ejecutado en 1621, y el Conde de Villamediana, asesinado en 1622.

En 1622, con 61 años, será retratado por Velázquez.

Murió en Córdoba el 23 de mayo de 1627.

Ese mismo año aparecerán sus obras editadas por Juan López de Vicuña, en un volumen titulado "Obras en verso del Homero español", que contiene versiones más primitivas de las que él mismo compiló a partir de 1620 junto a Antonio Chacón para publicar sus obras, pero como no fue concluida por éste hasta 1628, fallecido ya Góngora, quedarán como manuscrito inédito (hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid).




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