1 de abril de 2015

INTRODUCCIÓN A LA LÍRICA CATALANO-PROVENZAL . EL AMOR CORTÉS.



TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
● Influencia e introducción a la lírica provenzal en España.
● Distinción entre creadores y divulgadores de la lírica provenzal.
● Variedad social de los trovadores.
● Concreción del término "amor cortés".
● Tipos de 'amor cortés'.
● Estadios en el proceso amoroso del 'amor cortés'.
● Actores que dificultan el desarrollo del amor cortés.
● Actores que colaboran en el desarrollo del 'amor cortés'.
● Codificación del 'amor cortés'.
● Características generales del 'amor cortés'.
― Locus amoenus: el solaz del vergel primaveral.
― Sublimación de la enamorada.
― Virtudes del caballero enamorado.
― Elementos sociales del amor cortés.
― Características específicas del amor cortés en España.
● ¿En qué se fundamenta el 'amor cortés'.


INFLUENCIA E INTRODUCCIÓN DE LA LÍRICA PROVENZAL EN ESPAÑA.

El influjo de la lírica provenzal, escrita en "lemosín" —como el trovador Raymond Vidal la denominó, o "lengua d'oc", como por su parte haría Bernardo de Auriac—, que surgió en el siglo XI en Provenza, región situada en el sureste de Francia, sobre la lírica de la península española se hizo presente a partir de la segunda mitad del siglo XII, cuando el rey aragonés Alfonso II (1162-1196), conde de Barcelona y marqués de Provenza, para fortalecer su señorío sobre Occitania escribió poemas en lemosín, al modo de la lírica cortés de trovadores como Giraut de Bornelh (1138-1215), Folquet de Marselha (1150-1231), Arnaut Daniel de Ribérac (1180-1210), Arnaut de Maruelh o Peire Vidal de Toulouse o Tolosa (1175-1205), todos ellos favorables a su política de expansión en estos territorios.


ADDENDA: Respecto a como debemos denominar a la "lírica provenzal", traemos al hilo la reflexión del profesor Riquer, que considera que es impropio llamarla así:

«La lengua de los trovadores no dispuso de una denominación única y general en el tiempo de su máximo explendor literario. El término "romans", usado frecuentemente en aquellos siglos, a veces en clara oposición a "francés", y que a principios del siglo XIX intentó imponer Raynouard, es inservible porque todas las lenguas neolatinas son otros tantos romances. Se usó también con cierta asiduidad el término "lemosí", que de hecho determina una zona dialectal; más adelante —ya en el siglo XVI y aun en pleno XIX— se aplicó al catalán, lo que origina tales confusiones que aconsejan no emplearlo al tratar de la lengua de los trovadores. "Lengua d'oc", a pesar de su abolengo dantesco, parece ser que en un principio designó una comunidad geográfica, no lingüística; sobre él se creó la forma "Occitania", y su derivado "occitano", términos empleados con asiduidad por el resurgimiento literario de los felibres y que recientemente ha adquirido cierta difusión. El término "provenzal" es impugnado por una serie de críticos, por lo general franceses, a causa de que la poesía trovadoresca ni surgió en la Provenza propiamente dicha —Raimbaut d'Aurenga es el primer trovador nacido allí—, ni son precisamente provenzales la mayoría de los trovadores. En parte desaparece este contrasentido si en vez de fijarnos en las fronteras de la Provenza medieval reparamos en los límites de la "Provintia" de los romanos. Y también queda en parte justificado históricamente si recordamos que los primeros que se interesaron por la poesía trovadoresca fueron los italianos (Dante, Petrarca, etc.), y la zona que linda con Italia es la Provenza (del mismo modo, como el pueblo germánico de los "alemanes" se hallaba en el Rhin, a la nación llamada en su lengua "Deustchland" se la denomina "Allemagne (en francés [Alemania en castellano]). El término "meridional", adoptado por algunos franceses, como Anglade en su conocido manual tiene el inconveniente de ser sólo aceptable situándose en el paralelo de París».

Vésase: Meyer, Paul. "Sur la langue romane du Midi de la France et ses différents noms", in Annales du Midi, I (1889), pp. 1-15.
Lot, Ferdinand. "La dénomination de langue et littérature provençale", in Mélanges de linguistique et de littérature offerts à Alfred Jeanroy par ses élèves et ses amis. Paris: Droz, 1928, pp. 89-93.
Jeanroy. La poésie lyrique des troubadours. Vol. I. Toulouse-Paris: Privat-Didier.1934, pp. 53-57.
Salvat, J. "Provençal ou occitan?", in Annales du Midi, LXVI (1954), pp. 229-241 et in Annales du Midi : revue archéologique, historique et philologique de la France méridionale, I, 1 (1989), Langue et littérature d'oc et histoire médiévale, pp. 18-30.

Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pp. 9-10, nota 4.

[Añádase, además:
Blanchet, Philippe. "Provençal as a distinct language? Sociolinguistic patterns revealed by a recent public and political debate", in International Journal of the Sociology of Language, 169 (2004), p. 125-150.
Müller, Bodo. "Langue d’oc, Languedoc, Occitan", in Stimm, Helmut et Wilhelm, Julius (ed.): Verba et Vocabula. Ernst Gamillscheg zum 80. Geburstag. München: Fink, 1968, p. 323-342.
Regis, Riccardo. "Provenzale e occitano: vicende glottonimiche", in Estudis Romànics, 37 (2015), pp. 115-148.
Ubaud, Josiane. "Usage des mots oc, occitan, Occitanie à travers les âges. Usatge dei mots òc, occitan, Occitània a travèrs lei temps", [in linea], —http://josiane.ubaud.pagespersoorange.fr/Usage%20des%20mots%20oc-occitan-Occitanie.pdf— ].


Luego se afirmará y exteriorizará como más notable, a partir de la mitad del siglo XIII, cuando una gran corriente de trovadores occitanos (Peire Rogier, 1145- c. 1197; Peire Raimon de Tolosa, 1160?-1220?; Gausbert de Poicibot; Paulet de Marselha; Giraut del Luc; Bertran de Born, 1140-1215...), que originariamente estaban localizados en las tierras del sureste francés (Gascuña, Languedoc, Provenza, Auvernia, Lemosín, Rosellón, Tolosa, etc.) fue favorablemente acogida en los diferentes reinos hispánicos (como ocurrió también con los señoríos próximos del norte de Francia, fundamentalmente en la zona del Puy de Arras, a través de los "trouvères", troveros, y creando luego el "amor cortesano"; del norte de Italia y el suroeste y sureste de Alemania, lugares donde se dará pie a los "fidelli d'amore" o stilnuovistas, en el caso de la primera, y en la última región surgirán los Minnesänger). Así, reyes de Aragón como Jaime I el Conquistador (1208-1276) y Pedro III el Grande (1239-1285), y reyes castellanos como Alfonso VIII (1155-1214) -que fue visitado por una veintena de trovadores-, Fernando el Santo (1199-1252) y Alfonso X el Sabio (1221-1284) -que fue visitado al menos por más de diez trovadores del momento-, los aceptaron en sus cortes, interesándose por su poesía, y llegando a escribir también personalmente algunas canciones; y no sólo ellos, sino grandes señores, como don Diego López de Haro -Señor de Vizcaya-, o Pedro Ruiz de Azagra -señor de Albarracín-, el infante don Enrique, García Ortiz, el infante don Manuel, Nuño González de Lara, Lope Díaz de Haro, etc... Esos trovadores huyeron masivamente de sus tierras ante la crueldad de Carlos de Anjou en la guerra contra los cátaros instalándose en los reinos aledaños, como cantaron las crónicas: "li un van á Tolosa,/ li autre en Aragon/ e li autre en Espanha/ qui aval qui amon".

Señaló D. Marcelino Menéndez Pelayo al respecto:

« Grande fue el crédito de los trovadores del Mediodía de Francia en todas las cortes y estados de nuestra Península. Algunos de ellos la visitaron en persona: muchos más hablaron de ella y de sus príncipes, ya con amor, ya con enojo; ora impetrando y celebrando sus dádivas, ora describiendo y ponderando el esplendor de sus fiestas, ora vindicando amargamente rencores propios o ajenos con el hierro de la sátira, en aquellos tiempos tan temible. A más nobles hazañas dieron algunos de ellos voz y aliento. La prezicansa y el canto de cruzada no siempre tuvieron por tema las lejanas empresas de Ultramar. Por boca de trovadores tan antiguos como Marcabrú, Gavaudán y el futuro Obispo de Tolosa, Folqueto de Marsella, la musa provenzal se asoció noblemente a los grandes triunfos de Almería y de las Navas, lo mismo que al desastre de Alarcos. En los breves respiros que la paz otorgaba, esa misma poesía fue luz, deleite y regocijo de nuestras cortes, especialmente de la de Alfonso VIII ».
[Menéndez Pelayo, Marcelino. Historia de la poesía castellana en la Edad Media. Tomo I. Madrid: Victoriano Suárez, 1911-1913, pp. 109-110].

En efecto, debemos decir que en Castilla, ya se habían establecido contactos previos. Así, debemos dejar constancia de que, por ejemplo, Alfonso VII de Castilla y León (1105-1157), llamado Alfonso Raimúndez, fue hijo de un príncipe borgoñón, Raimundo de Borgoña (cuyo hermano Guido fue elegido papa como Calixto II), que fue nombrado junto a su esposa Urraca, por Alfonso VI, conde de Galicia; que casó con Berenguela, hermana de Ramón Berenguer IV de Barcelona, aquella famosa reina que levantó un sitio almorávide a Toledo apelando a la caballerosidad; y se hizo coronar Emperador (1135), "Imperator super omnes Hispanias nationes", por lo que le rindieron homenaje en León las gentes de Gascuña, Montpellier, Tolosa, Provenza, etc. Todos ellos, incluida la reina Berenguela, vinieron a Castilla con sus gentes, juglares y trovadores. Al menos tenemos testimonio de tres trovadores que hablaron del emperador: Cercamon, Alegret y Marcabrú (1110?-1160?). Este último estaría presente en las campañas de Coria, antes de tomarse Córdoba a los almorávides, y llegó a componer una "chançon de croada" alabando al Emperador y criticando a los francos, y que Roncaglia dató entre 1140-1145, que dice así:

I. «Emperaire, per mi mezeis,
sai, qan vostra proez’acreis,
no·m sui jes tarzatz del venir,
que jois vos pais e pretz vos creis
e jovens vos ten baut e freis,
qe·us fai vostra valor techir.

Pois lo fills de Dieu vos somo
Que·l vengetz del ling Farao,
Ben vos en devetz esbaudir!
Contra·ls Portz faillon li baro,
Li plus de conduich e de do,
E ja Dieus no·ls en lais gauzir.

Mas en cels de lai es romas,
ad ops d’Espaigna e del Vas
en devetz ben l’afan sofrir,
e·ls Sarrazis tornar atras,
del aut orguoill far venir [bas],
e Dieus er ab vos al fenir.

Als Amoravis saill conortz
per las poestatz d’outra·ls Portz
q’an pres una tela ad ordir
de drap d’enveia e de tort,
e ditz cadaüs q’a sa mort
·s fara de sa part devestir.

Mas de lai n’ant blasme li ric,
c’amon lo sojorn e l’abric,
mol jazer e soau dormir,
e nos sai, segon lo prezic,
conquerrem, de Dieu, per afic
l’onor e l’aver e·l merir.

Trop s’en van entr’els cobeitan
aicill que vergoigna non an,
e·is cuion ab lauzar cobrir;
et ieu dic lor, segon semblan,
qe·l cap derrier e·ls pes denan
los coven dels palaitz issir.

Per pauc Marcabrus non trasaill
de joven, qan per aver faill,
e cel qe plus l’ama acuillir,
qan venra al derrier badaill,
en mil marcs non daria un aill,
si·l li fara la mortz pudir.

Ab la valor de Portegal
e del rei Navar atretal,
ab sol que Barsalona·is vir
ves Toleta l’emperial,
segur poirem cridar «Reial!»
e paiana gen desconfir.

i non fosson tant gran li riu,
als Amoravis fora esqiu,
e pogram lor o ben plevir;
e s’atendon lo recaliu
de Chastella lo seignoriu,
Cordoa·ill farem magrezir!

Mas Franssa Peitau e Beiriu
aclin’a un sol seignoriu,
veign’a Dieu sai son fieu servir!

Q’ieu non sai per que princes viu,
s’a Dieu no vai son fieu servir! ».

Emperador, por mí mismo,
sé cuánto vuestro poder crece,
por lo que no he tardado en venir aquí,
porque la alegría os nutre y el mérito os hace crecer,
y la juventud, te mantiene fuerte y fresco,
que hace crecer (también) vuestro valor.

Pues el hijo de Dios os ha convocado
para que le venguéis de los descendientes del Faraón,
¡bien que debéis estar encantado!
Ya que en el Puerto Montañoso fallan los barones,
los que tienen más que dar.

y espero que Dios no les permita beneficiarse por ello.

Dado que por ellos se abandona
la obra de España España o del sepulcro,
bien vos debéis sufrirlo,
y hacer a los sarracenos tornar atrás,
y su alto orgullo hacer venir abajo:
Dios estará con vos al final.

A los almorávides conforta,
que la potestad más allá del Puerto,
se hayan puesto un paño a tejer,
de trapo de envidia y de torcedura,
y dice cada uno que a su muerte
se hará de su parte desvestir.

Mas allá se envilecen los ricos
que aman la seguridad y el abrigo,
mucho yacer y suave dormir,
y nosotros aquí, según lo predicado,
conquistaremos por designio de Dios
el honor, las riquezas y el mérito.

Demasiado codiciosos se están haciendo,
aquellos que vergüenza no tienen,
y piensan que su riqueza les ha de cubrir,
mas yo digo, según me parece,
que con la cabeza detrás y los pies delante,
deben salir de los palacios.

Marcabrú por poco no se sobresalta
de juventud, cuando por riquezas falla,
y aquel que más ama reunirlo,
cuando llegue el último jadeo,
mil marcos no dará por un ajo
si la muerte le hace pudrir.

Con el valor de Portugal,
y del rey de Navarra también,
con solo que Barcelona se quiera
volver hacia Toledo la imperial,
seguro que podremos gritar: ¡Real!,
y a la pagana gente derrotar.

Si no fuesen tan caudalosos los ríos
a los almorávides les iría esquivo,
y podríamos bien asegurar;
y si esperamos al ardor (al calor)
y de Castilla al señor,
a Córdoba les daríamos un golpe.

Ahora que Francia, Poiteau y Berrí
se inclinan a un solo señor,
¡venga aquí, a Dios hijo fiel servir!

Que yo no sé para qué un príncipe vive
si a Dios no va con su feudo a servir.


[ Alvar, Carlos. La poesía trovadoresca en España y Portugal. Madrid: Cupsa, 1977, pág. 36.

http://www.rialto.unina.it/Mbru/293.22(Gaunt-Harvey-Paterson).htm ♪♫♪ Puedes escuchar la canción♪♫♪ pinchando aquí ].

[Cfr.: Historia de España Menéndez Pidal. Vol. IX. “La reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217)”. Madrid: Espasa-Calpe, 1989.
Recuero y Astray. M.J. Alfonso VII, emperador. El imperio hispánico en el siglo XII. León: Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1979.
Viñayo, A. La coronación imperial de Alfonso VII de León, 1135. León: Everest: 1979].

Seguidamente, con el paso de los años, hallaremos versos dirigidos a Fernando II y Alfonso IX de León, como los de Giraut de Bornelh: "Pero be volh que.l reis Ferans/ auia mo vers e.l reis N'Amfos!" [Bien quiero que el rey Fernando / oiga mi verso y el rey don Alfonso.], los de Guilhem Magret, Elías Cairel, Ramón Vidal de Besalú, Uc de Sant Circ...

De tal manera cantaba Pedro Vidal por qué le gustaba estar en tierras castellanas:

II. « Mout es bona terro Espanha
El rei que senhor en so Dous
e car e franc e bo
E de corteza companha;
Es' ia d' autres barós
Mout avinens e mout pros
De sen e de conoissensa
E de faitz e de parvensa;
Per que-m platz
qu entro els remanha
En l'emperial rejó
Quar ses tota contensó
Me reté gent e-m gazanha
Reis Emperaires Amfós
Per cuí jovens es joiós
Que-z el mon non a valensa
Que sa valors no la vensa».
Muy buena tierra es España.
El rey su señor es agradable,
afectuoso, franco y bueno,
y de cortés compañía;
hay, además, otros barones
muy amables y muy valerosos,
con buen juicio y conocimientos,
de buen hechos y de buen parecer;
por esto me agrada
entre ellos permanecer,
en la imperial región,
ya que sin contienda alguna
me detiene gentilmente
el rey emperador Alfonso
por quien la juventud se alegra,
que en el mundo no hay val
al que su valor no lo venza.

[ Milá y Fontanals. Manuel. De los trovadores en España. Estudio de la lengua y poesía provenzal. Barcelona: J. Verdaguer, 1861, pág. 131].

Precisamente conservamos de Ramón Vidal de Bezaudú estos versos, en los que nos relató cómo fueron recibidos los trovadores en la corte del rey castellano Alfonso VIII:

III. « Unas novas vos vuelh comtar
Que auzí dir a un joglar
En la cort del pus savi rei
Que anc fos de neguna lei
Del rei de Castela N-Anfós
E qui era condutz e dos
Sens e valors e cortezia
Et engenhs e cavalairia,
Qu' el non era ohns ni sagratz
Mas de pretz era coronatz
E de sen e de lialeza
E de valor e de proeza.
Et ac lo rey fag ajustar
Man cavayer e man joglar
En la corte man ric baró.
E can la cort complida fo
Venc la reyn Elionors
Etanc negús no vi son cors.
Estrecha venc en un mantel
D' un drap de seda bon e bel
Que hom apela sisclató
Vermelhs ab lista d'argen fo
E y hac un levon d'aur devís.
Al rey soplega, pueis s” assís
Ad una part, lonhet de lui.
Ab tan ve-us un joglar ab brui
Denan lo rei, franc, de bon aire
El dis: Rei de pretz emperaire
Ieu soi vengutz aissí a vos
E prec si-us platz que ma razós
Si' auzida et entenduda.
El reis dis: m'amor a perduda
Qui parlará d' assí avan
Tro aja dit tot son talan.
(...)».
Quiero contaros unas nuevas
que oí recitar a un juglar
en la corte del rey mas sabio
que hubo jamás de ley alguna,
del rey Alfonso de Castilla
en quien se hallaban regalos y dones,
juicio, valor y cortesía,
e ingenio y caballería,
y a pesar de no ser ungido ni sagrado,
estaba coronado de prendas,
de sentido, de lealtad,
de valor y de proeza.
Y así, el rey mandó reunir
muchos caballeros, muchos juglares
y muy ricos barones, en su corte.
Y cuando la corte estuvo cumplida
llegó la reina Eleonor (vestida)
de suerte que ninguno vio su cuerpo.
Vino ceñida estrechamente en un manto
de una tela de seda bueno y bello
al que se da el nombre de cisclatón:
era rojo con una lista de plata
y llevaba un león de oro bordado.
Al rey saluda y luego se sienta
en otra parte, lejos de él.
En esto ved llegar un juglar estrepitosamente
delante del rey, franco, de buen talante,
que le dice: -rey de prendas, emperador,
yo he venido de esta manera hasta vos
y os ruego si os place que mi asunto
sea oído y atendido.
Y el rey dijo: -mi amor ha pedido
que hable de aquí adelante,
hasta que haya dicho todo lo que le acomode.
(...)

[ Milá y Fontanals. Manuel. De los trovadores en España. Estudio de la lengua y poesía provenzal. Barcelona: J. Verdaguer, 1861, pág. 133].

Y la voz se corrió tanto entre los trovadores, de que eran bien acogidos en los reinos hispanos, que Giraut de Bornelh se ofreció en consecuencia a ser acogido por el rey Alfonso VIII:

IV. « E port prezen
al rei N'Anfos
de mos sos;
c'altra manentia
non ai mas de dir
que I'aus perofrir.
Car a valen
e mante
Pretz, me conve
qu'eu l'estei aclis
sers oltramaris».
Y le ofrezco
al rey don Alfonso
mis melodías;
pues otra riqueza
no tengo, sino decir
que me atrevo a ofrecérselo.
Y ya que tiene valía
y mantiene
a Mérito, me conviene
que yo le sea sumiso
siervo más allá del mar.

[ Alvar, Carlos. La poesía trovadoresca en España y Portugal. Madrid: Cupsa, 1977, pág. 79referencia ].

Además, es preciso mencionar, y sólo por citar un ejemplo, que Pedro III, siendo ya infante se rodeó de éstos cantores (el catalán Cerverí de Girona, Pere Salvatge, etc.), y que compuso una respuesta a una poesía de Bernal d´Aurac en forma de diálogo con su fiel Pere Salvatge. Y a continuación sus sucesores también siguieron apoyando a los trovadores: Jaime II tuvo a su lado a Jofre de Foixà, ttrovador catalán autor de las Regles de trobar (que escribió en Sicilia entre 1289 y 1291), y el mismo rey compuso una dança dedicada a la Virgen.

[Cfr.: Beltran, V., Simó, M. et Roig, Elena (eds.). Trobadors a la Peninsula Ibèrica. Homenatge al Dr. Martí de Riquer. Barcelona: Publicacions de l'Abadía de Montserrat, 2006.
Cabré, Miriam. Cerverí de Girona: un trobador al servei de Pere el Gran. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2011.
Cerdà, Jordi et Riquer, Isabel de. Paulet de Marselha: un provençal a la cort dels reis d'Aragó. Barcelona: Columna, 1996.
Dronke, P..- La lírica en la Edad Media. Barcelona, Seix Barral, 1.978.
Frago, J. A.: «Literatura navarro-aragonesa», in Historia de las literaturas hispánicas no castellanas. Madrid: Taurus, 1980, pp. 221-276.
Riquer, M. «Thomás Périz de Fozes, trovador aragonés en lengua provenzal», in A.F.A., III, Zaragoza, 1950, pp. 5-23.
Web http://monoccitania.50webs.com/, que contiene diversos poemas de varios trovadores. ]

En fin, los testimonios que podemos dar son múltiples. Y fue tal el auge de este tipo de lírica que Raymond Vidal de Besaudun (c. 1196 - c. 1252) llegó a decir que escuchaban estas canciones:

«Tota gens Crestiana, Juzeus e Sarazís, emperador, princeps, rei, duc, conte, Vesconte, contor, Valvasor e tuit autre Cavailler e Clergues, Borges e vilanz».
[Smythe, Barbara. "Troubadour Songs", in Music & Letters, Vol. 2, Núm. 3. (1921), pág. 265].

Esta lírica penetrará directamente en la zona catalana como una prolongación geográfica más de la Provenza y territorios aledaños, empleando todos sus autores una especie de koiné, un "provenzal artificial" y común a todas sus regiones limítrofes. En efecto, esta "lengua estándar", aunque originada teniendo como base última

«la variedad lingüística de Tolosa, adquirió la suficiente flexibilidad para poderse cantar ante auditorios de localidades muy distantes sin que llamaran la atención giros ni fenómenos peculiares de un lugar determinado. Siendo fundamentalmente una poesía que era llevada de corte en corte y de ciudad en ciudad, tenía que amoldarse a un patrón lingüístico unificado, que para muchos poetas representaba cierta arbitrariedad y un consciente abandono de formas propias de su dialecto materno».
[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pp.10-11].

Y, de ser compuesta por los trovadores catalanes en esta especie de dialecto durante los siglos XII y XIII, con algunos catalanismos, pasará a ser compuesta en los siglos XIV y XV en catalán con algunos rasgos morfológicos y léxicos que lo harán pasar por occitano o provenzal). Otro tanto ocurrirá en la zona gallega, penetrando a través del camino de Santiago y de las continuas influencias francesas a travfés de la orden cluniacense. A partir de ellas, se trasladará a la castellana, fundamentalmente visible luego en la lírica de los cancioneros.

La literatura catalana, pues, se empapó de ella, especialmente, debido a la proximidad geográfica y a lo mencionado sobre los reyes aragoneses. Y es que fundamentalmente a partir de 1067, en que la Casa de Barcelona fue heredando y obtiendo ciertos derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc., y luego con el segundo matrimonio de Ramón Berenguer III de Barcelona (1082-1131) -apodado el Grande, y que llegó a ser yerno del Cid, al casar en primeras nupcias con su hija María- con doña Dulce de Provenza (ca. 1090-1129), la influencia sobre Provenza fue muy grande (Dulce de Provenza era Condesa y heredera de Provenza). Luego, el nieto de éstos, el también Ramón Berenguer III, pero de Provenza (1135-1166), al morir sin descendencia, dejó el señorío a Alfonso II de Aragón, por lo que los reyes aragoneses adoptaron el título de marqueses de Provenza durante otra centuria [vid. cuadro que hemos mostrado arriba a la derecha].

Será a partir del Tratado de Corbeil, en 1258, originado tras el conflicto sucesorio con la muerte de Ramón Berenguer V de Provenza, en 1245, cuando la influencia de Aragón sobre la Provenza cese. En efecto, la hija de éste, Beatriz, estaba casada con Carlos I de Anjou, hermano menor de Luis IX; y su hija Margarita había casdo en 1234 con el propio rey Luis IX. De otra parte teníamos a su primo Jaime I, de quien era feudatario. Por ello, mediante este tratado se solvetó no sólo la disputa por la Provenza, sino mucho más, entre el rey Jaime I el Conquistador y san Luis (IX) de Francia. Para fijar el acuerdo, además, se concertó la boda de la hija del rey aragonés, Elisabet, con el hermano del rey francés, Felipe (luego Felipe III). El "Tratado de Corbei" consistió en que las posesiones más allá de la "Marca Hispánica" (Gota) en poder del reino de Aragón (comarca de la Felloneda y Perapertués, y los derechos sobre Tolosa, Narbona, Albi, Carcasona, Nimes, Provenza...) pasaban a poder de los Capetos, a cambio de que las tierras dentro de la “Marca Hispanica”, que eran tributarias de los reyes carolingios, y por ende, luego de los reyes franceses, pasaban a ser posesión del rey de Aragón (condados de Ampurias, Barcelona, Besalú, Cerdeña, Conflent, Gerona, Osona, Rosellón y Urgel):

«Es universalmente conocido de todos que existen desavenencias entre el señor rey de Francia y el señor rey de Aragón, de las Mallorcas, y de Valencia, conde de Barcelona y Urgel, señor de Montpellier; por lo que el señor rey de Francia dice que los condados de Barcelona, Besalú, Urgel, etc. son feudos suyos; y el señor rey de Aragón dice que tiene derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc.».

Ya hemos señalado que fue grande el arraigo de la tradición trovadoresca provenzal en Cataluña, de ahí que llegara a usarse el provenzal como lengua literaria durante muchas décadas: así el citado Raymond Vidal de Besaudun (c. 1196 - c. 1252) llegó a escribir una preceptiva y gramática para que los catalanes pudieran escribir correctamente en "lemozin", denominada "Las rasós de trobar" (c. 1210), ya que:

«mas cella [parladura] de lemosin val mais per fer vers et cansons et serventes; et per totas las terras de nostre lengage son de major autoritat li cantar de la lenga limozina que de nengun'altra parladura per qu'ieu vos en parlerai primeramene».
[ Paden, William D. "Old Occitan as a Lyric Language: The Insertions from Occitan in Three Thirteenth-Century French Romances", in Speculum, LXVIII, 1 (1993), pág. 37].


Y la lírica cortesana galaico-portuguesa, que se extiende desde 1.196 (fecha de la primera cantiga conocida) hasta 1.354 (fecha de la muerte del último mecenas de los trovadores, don Pedro, conde de Barcelos e hijo de don Denis), claramente influida por la lírica provenzal desarrollará una amplia lírica profana y religiosa (de las que hemos hablado en otra entrada), destacando de la primera las cantigas de amigo, las cantigas de amor (puestas en boca de un hombre) y las cantigas de escarnio y maldecir. Como indican C. Alvar y A. Gómez Moreno:

« El tercer núcleo (...) es el gallego-portugués: ya Alfonso X censura a Pero da Ponte (mediados del siglo XIII) porque no sabe trovar como los provenzales, sino que lo hace como el segrel Bernardo de Bonaval, y el rey don Denis (a comienzos del siglo XIV), desea expresarse en "maneira de proençal". El influjo de los trovadores no deja lugar a dudas: no se debe olvidar que el condado de Portugal se hace independiente con el conde Borgoña [con Alfonso I Enríquez, en 1139], que llevó gran número de nobles franceses al incipiente reino y, desde entonces, las repoblaciones portuguesas se hicieron gracias a colonos llegados de Flandes y del sur de Francia. Por otra parte, es importante tener en cuenta que los nobles portugueses viajaron incansablemente por el resto de Europa y las alianzas matrimoniales favorecieron la relación entre la corte de Portugal y las de los protectores de la lírica (así, Felipe [de Alsacia, conde] de Flandes, a quien Chrétien de Troyes dedicó su "Perceval" o "Cuento del Grial", casó con doña Teresa Henriques [hija de Alfonso I Henríquez] en 1180, y el rey don Sancho I, con doña Dulce [de Barcelona, infanta] de Aragón [en 1174]); tampoco debe olvidarse la larga estancia del Conde de Boloha en la corte de Francia, y su regreso a Portugal rodeado de hábitos franceses.
El resultado fue que, en los últimos años del siglo XII o muy a comienzos del XIII, Johan Soarez de Pavha, o Paiva, escribió una sátira política en gallego-portugués, dirigida contra el Rey de Navarra: es la composición de fecha aproximada más remota; en ella se sigue los planteamientos de la poesía trovadoresca, aunque su modelo no fuera un sirventés provenzal, sino una canción de cruzada en francés. La sátira de Johan Soarez de Pavha constituye el primer testimonio del influjo de la poesía culta en lengua vulgar en el occidente peninsular.
A partir de ese momento, la lírica medieval de Castilla y León, Galicia y Portugal utilizan una misma lengua, el gallego-portugués (del mismo modo que en Cataluña se emplea el provenzal). En el reino de Castilla se escribió la poesía en esta lengua hasta bien entrado el siglo XV».

[ Alvar, Carlos et Gómez Moreno, Ángel. La poesía lírica medieval, in Ferreras, J. I. (dir.). Historia crítica de la Literatura Española. Vol. I. Madrid: Taurus, 1987, pp. 54-55].

[Para más detalles sobre la lírica medieval galaico-portuguesa, cfr. nuestra entrada]


DISTINCIÓN ENTRE CREADORES Y DIVULGADORES DE LA LÍRICA PROVENZAL.

La lírica provenzal contó, por regla general, claramente con una separación de actores, para la creación y divulgación de sus cantos con una melodía muy concreta. Así es preciso recordar, en principio, la distinción entre trovador y juglar, es decir, entre autor y divulgador. En estos términos la estableció el profesor Milá y Fontanals:

«El distintivo del trovador era la composición de la letra y de la música y el de juglar la ejecución cantada de poesías ajenas (...) Trovadores estipendiados y juglares recorrían sin cesar, en especial durante la estación templada, las cortes feudales; de los de poca fama se decía que habían andado poco y de alguno supone su biógrafo que recorrió casi todos los puntos de la tierra habitada ["Ucs de la Bacalaria joglars fo de pauvre valor e pauc anet. Cercamos cerquet tot lo mon lai on poc anar. Elias Cairels cerquet la maior part de la terra habitzada"] (...)».
[Milá y Fontanals. Manuel. De los trovadores en España. Estudio de la lengua y poesía provenzal. Barcelona: J. Verdaguer, 1861, pp. 30 y 31 respectivamente].

Esta distinción la extenderá luego en 1923 el profesor E. López Aydillo, refiriéndose a la lírica galaico-portuguesa, y, que para el caso nos sirve igual:

[→ pág. 205]«Corresponde, pues, a los trovadores, salvo las excepciones apuntadas [se refiere a que sólo podían ser trovadores de alcurnia los que se dirigieran a altas damas: "que non trobe quen trobar non dever/ por ricas donas, nen per infançoas.../ ca mand'al rey, porque a en despeyto,/ que troben os mellores trobadores/ polas mais altas donas e mellores"], la noble misión de componer apasionadas rimas de amor, que luego había de ser recitadas y cantadas por los juglares ("et d'esto cantar fazemos/ que cantasen os iograres", dice Joan Soares) (...).
Los juglares existían, como es sabido, antes del siglo XIII, siendo su ocupación, la de divertir con diversos juegos al público; claro es que al hablar de juglares nos referimos a los juglares trovadorescos exclusivamente, quienes, por cierto, fueron exclui
[→ pág. 206]dos de la nota de "enfamados" que las Partidas echaban sobre los profesionales de la joglaría:
"mas los que tañen estrumentos o cantasen por fazer solaz a si mesmos, o por fazer plazer a sus amigos o dar solaz a los reyes o a los otros señores, non serian por ende 'enfamados'" [Partida 7, Tít. VI]
y a quienes las propias Partidas prescribían que "non dixiesen otros cantares sinon de gesta o que fablasen de fecho de armas" [Partida 2, ley 20].
La característica del juglar es, pues, la de ser un mero intérprete de las producciones poéticas de otro autor, del trovador, aun cuando, naturalmente se daban casos de juglares que también rimaban cántigas haciendo alarde de su habilidad; así el trovador Juan García de Guillade, zahiere al juglar Lourenço por su afán de pasar a toda costa por trovador: "Lourenço jograr, as mui gran sabor/ de citolares; ar queres cantar;/ des i ar fillas-te log'a trobar/ e tes't'ora ja por trobador", y las composiciones de estos juglares-trovadores, se incorporaron a los cancioneiros donde encontramos rubricando cántigas con la nota de 'jograr' unida al nombre (...).
[→ pág. 207]La nota característica de los juglares es, como dijimos, la de ser intérpretes, cantores de cánticas ajenas, acompañándose para ello de algún instrumento músico; el provenzal Riquier en una famosa canción, señala como condición esencial del juglar la de tocar instrumentos ["Las gens uzat de dir,/ segon de notsr'(albir)/ er mot greu revocar./ Pero adhordenat/ es pro ben en Espanha/ e no volem que.s franha,/ mas diga.s cum se ditz:/ c'assatz es ben partitz/ per cognoms lurs afars./ Hom apela 'joglars'/ totz sels dels esturments;/ et als contrafazens/ ditz hom 'remendadors';/ et ditz als trobadors/ 'segriers' per totas cortz,/ et homes secx e sortz,/ endreg de captenh bo,/ que dizon ses razo/ o fan lur vil saber/ vilmen ses tot dever/ per vias e per plassas,/ e que menon vils rassas/ a deshonor viven/ ditz hom per vilzimen/ 'cazuros' ab vertat." Cfr. Diez, Frederic. La poésie des troubadours. Paris-Lille: Labite-Vanackere, 1845, pág. 409] aun cuando había quienes se distinguían tan solo como cantores (...), por más que lo corriente era que los juglares se acompañasen de alguno de los variados instrumentos que se nos ofrecen gráficamente en las viñetas del códice escurialense y en las del de Ajuda (...) [el provenzal Guiraut de Calanson indicaba la necesidad que el juglar tenía de manejar los siguientes intrumentos: tambor, tocar las castañuelas o palillos, hacer sonar la sinfonía, citolar, manducarcar, arpar, tocar el monocordio, el psalterio, la sedra, rota, gigna, las estivas, lira y timpano: "Sapchas trobar,/ E gen tombar/ E ben parlar e jocx partir, / Taboreiar / E tauleiar / E far la sinphonia brugir; / E paucx pomels / Ab dos cotels / Sapchas gitar e retenir..../ E sitolar / E mandurcar / E per catre sercles salhir..../ Sapchas arpar / E ben tenprar / La gigua, e'l sons esclarzir; / Joglar leri,/ Del salteri / Faras X cordas estrangir, / IX esturmens, / Si be'ls aprens / Ne potz a tos ops retenir. / Pueys apenras / De Peleas / Com el fetz Troya destruyr..." (Raynouard, M. Choix des poésies originales des troubadours. Vol. V. Paris: Firmin Didot, 1820, pp. 168-169)]».

[López Aydillo, Eugenio. Los cancioneros gallego-portugueses como fuentes históricas. Valladolid: Maxtor, 2008, pp. 205, 206 y 207 respectivamente].

Y, finalmente, con más detalle el profesor Riquer explicará:

«[→ pág. 19] «El trovador es aquel que compone poesías destinadas a ser difundidas mediante el canto y que, por lo tanto, al destinatario le llegan por el oído y no por la lectura. Es este un punto esencial que nunca debe ser olvidado: las poesías de los trovadores, a los que nos vemos forzados a acceder mediante la lectura -dejemos aparte los posibles recitales o audición de discos de las melodías conservadas-, no fueron compuestas para ser leídas, sino para ser escuchadas. Produciendo en una época en que la palabra poeta estaba reservada a los versificadores que escribían en culto latín, para los trovadores componer es cantar, aunque muchas veces no sean ellos personalmente los que canten sus producciones. En ellos el verbo cantar tiene mayor validez que en Virgilio cuando escribía 'Arma virumque cano'.
El arte de componer versos y su melodía se llamaba 'trobar' «trovar» y este verbo ya lo emplea el primer trobador de de obra conservada, Guilhen de Peitieu, que afirma que un poema suyo «fo trobatz en durmen» [fue trobado durmiendo]. Aunque ello significa, sin duda, que ya era conocida la palabra 'trobador', en los primeros tiempos puede sospecharse que estaba en concurrencia con cantador (sujeto 'cantaire'). Textos latinos contemporáneos denominan a Ebles II de Ventadorn, poeta de obra perdida, «Ebolus cantator».(...)
Los orígenes de la palabra trobador (en caso sujeto 'trobaire') no son una mera curiosidad etimológica, sino una patente y decisiva constante de dos vertientes culturales que confluyen en el arte de nuestros poetas. Se admi
[→ pág. 20]te que las palabras provenzales 'trobar' y 'trobador' derivan del latín medieval 'tropare' y 'tropatore', formadas a su vez sobre 'tropus', nombre de ciertas composiciones versificadas con melodía que se introducían en el canto litúrgico y que precisamente fueron cultivadas con intensidad en el siglo XI en la abadía de San Marcial de Limotges, o sea, en las tierras mismas donde se produjo la poesía trovadoresca y algo antes de sus primeras manifestaciones conocidas. Desde el punto de vista semántico reparemos en que el verbo provenzal 'trobar' (como en catalán, como el francés 'trouver' y el italiano 'trovare') significa también «encontrar, hallar», y en latín 'invenire' tiene, entre otros, los valores de «encontrar, hallar», pera también los de «imaginar, inventar», y llegó a adquirir el de «crear literariamente», como demuestra el titulo del tratado ciceroniano 'De Inventione'. El trovador Guiraut Riquier pone en boca del rey Alfonso X el Sabio de Castilla esta afirmación:
segon proprietat
de lati, qui l´enten ...
son inventores
dig tug li trobadar.
[«según propiedad
del latín, para quien lo entiende ...,
son dichos inventores
todos los trovadores»].
[→ pág. 21]El estrofismo y las melodías del arte litúrgico medieval, por un lado, y la 'inventio' de la retórica latina, por el otro, no tan sólo explican las palabras trobar y trobador, sino que señalan las dos corrientes culturales más dominantes y más seguras que confluyen en el fenómeno de la poesía trovadoresca.

(...) [→ pág. 23] Pero es preciso hacer una distinción muy importante. Hay trovadores profesionales y trovadores para quienes el cultivo de la poesía es un complemento de la personalidad o un instrumento de sus actitudes, lo que puede concretarse afirmando que los primeros viven de su arte y los segundos tienen al arte como un adorno o un arma.
El trovador profesional, que vive de lo que recibe del público (que puede estar formado por una corte muy selecta o por un auditorio muy mezclado y popular), constituye el primer caso conocido de escritor en ejercicio de la Europa moderna. Ello parece ya configurarse en Marcabrú y en Bernart de Ventadorn, pero aparecerá con características bien determinadas en Giraut deBornelh y Peire Vidal; y más tarde, en los casos concretos de un Pere Salvatge o de un Cerverí de Girona, el trovador tendrá un carácter áulico estable, al estar vinculado a una corte en cuya nómina constará como una especie de funcionario.

[ADDENDA. Cerverí de Girona, por ejemplo, que siendo juglar ascenderá a la categoría de trovador, dirá contra los de su antiguo oficio: "be't gardo dels joglars/ qui'm negon mos cantars", y en "Lo vers del saig e del joglar" negará cualquier semejanza entre las profesiones de juglar y trovador:

«Si cel que ditz entre saig e jutglar
no sab ne ve ne coneix partimen,
dic que be sap que qui no ver, men,
que gran vertutz volc Deus per juglars far;
e juglar van / siguen los bos tot dia,
e saig cercan / los avols tota via.

Sans Genis ac offici de juglar
ez amet Deus e servic leyalmen,
e Deus det li lo compayno viven
q'en paradis devi'ab luy estar;
e juglar, can / c'obs li fos, li daria,
e saigs ab gran / gaug lo pe li tolria.

La candela d'Arraz fo de juglar,
per qui Deus fay miracles a presen;
e juglars vol que tuit sion valen,
e saig a gaug de tolr'e de raubar;
juglars, celan, / a mort lo deffendria,
e saigs, lian / pel col, lo penjaria.

Tebes sabem qu'estorcet per jutglar
can volc aucir Alexandris la gen;
mantas patz fan juglar bels ditz dizen,
per que no fan ab saig a comparar;
juglars denan / totz l'escuzaria,
e saigs, doblan / lo mal, l'acuzaria.

Daurels ac nom eixamen de jutglar
qui pel senyor det son fyll a turmen.
D'aytals jutglars comrera mays de cen,
si non duptes del vers trop alonjar;
car juglar dan / alegre cortezia,
e saig tot l'an / tristor, ir'e feunia.

Eu no razo per mi meteus juglar,
ne suy juglars ne.n fau captenimen,
carço qu'eu fatz fan l'aut rey entenden;
mas mans noms aug a mans amans carjar:
c'om vay nomnan / tal clerc on es falsia
ez ab aytan / d'enjan con de clercia.

Sobreptz blan, / e leys de Cartz volria
ab d'onor tan / con eu deziraria.

Si motz laçan / trobars es juglaria,
eu e.l rei chan: / n'em juglar d'una guia».

«A aquel que dice que entre sayón y juglar
no sabe ni ve ni conoce distinción,
replícole que sabé bien que quien no dice verdad miente,
que gran virtud quiso Dios hacer por medio de juglares;

y los juglares todo el día van siguiendo a los buenos,
y los sayones siempre buscando a los malos.

San Ginés tuvo oficio de juglar,
y amó a Dios y lo sirvió lealmente,
y Dios le dió en vida al compañero
que en el paraíso debía estar con él;
y al juglar le daria tanto como necesitase,
y el sayón, con gran gozo, le cortaría el pie.

La candela de Arràs fue de juglar,
or la que Dios hace allí milagros actualmente;
el juglar quiere que todos sean honorables
y el sayón disfruta con el hurto y el robo;
el juglar lo salvaria de la muerte callando,
y el sayón, atándolo por el cuello, lo ahorcaría.

Sabemos que Tebas se salvó por un juglar
cuando Alejandro quiso matar a la gente:
los juglares muchas paces hacen diciendo bellas palabras,
por lo que no deben ser comparados con los sayones;
el juglar lo excusaría delante de todos,
y el sayón, doblando el mal, lo acusaría.

Igualmente tuvo nombre de juglar Daurel,
quien por su señor entregó a su hijo a la tortura.
Juglares así contaría mas de cien
si no temiese el verso alargar demasiado,
porque los juglares producen alegre cortesía,
y los sayones todo el año tristeza, ira y felonía.

No defiendo al juglar en atención a mi mismo:
no soy juglar ni hago su oficio,
porque lo que yo hago lo hacen los altos reyes que entienden,

pero muchos nombres oigo atribuir a muchos enamorados;
porque se va vituperando a cierto clérigo, en que hay falsedad,
y tiene tanto engaño como erudición.

Sirvo a Sobrepretz, y, quisiera las leyes de los Cardós,
que tanto honor como para mí desearía.

Si entrelazando palabras, trovar es juglaría,
yo y el alto rey somos juglares de una misma especie
».

Riquer, Martín de. "Aspectos de la lírica de Cerverí de Girona", in Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, 1 (1946), pp. 28-29.].
Pero hay otros trovadores que, por su situación feudal, su jerarquía eclesiástica o sus bienes de fortuna, no tan sólo no compondrán versos para que éstos les sean retribuidos, sino que lo harán por mero placer o por necesidades inherentes a su postura en la vida. No en vano la literatura trovadoresca se inicia con los nombres de tres grandes señores: Guilhem de Peitieu, duque de Aquitania; Ebles ll, vizconde de Ventadorn, y Jaufré Rudel, príncipe de Blaia.

(...) [→ pág. 30] La poesía trovadoresca, acompañada de su melodía y destinada a ser escuchada, era divulgada por los músicos-cantores llamados juglares ('joglars' en provenzal), y podríamos afirmar que hasta que un juglar no había cantado en público una composición ésta no había sido «publicada».
Es harto conocida la figura del juglar medieval, profesional existente en la antigüedad e incluso actualmente en ciertas modalidades de intérpretes. Pero también es sabido que en la Edad Media hay multitud de tipos de juglar, denominación en la que hasta entran payasos, funámbulos, acróbatas, mostradores de animales amaestrados, etcétera. Aquí nos referimos exclusivamente al juglar, que canta una obra literaria; y también es preciso distinguir, como hace Menéndez Pidal, entre el juglar de gestas y el juglar de lírica. Aquél es más
[→ pág. 31] populachero, expone una materia episódica y larga en la que le es lícito introducir cambios y puede suplir las faltas de memoria con la improvisación, y la música de sus textos ofrece pocas dificultades. El juglar de lírica, en cambio, y concretamente el que tenía por misión divulgar las poesías de los trovadores, se veía obligado a ser fidelísimo a un texto que, aunque breve, a veces ofrece grandes complicaciones rítmicas y métricas, y a una melodía con afiligranados virtuosismos. Podríamos compararlo al actual cantante de lieder o de ópera, que ha de dar vida y entonación a una partitura, pero sin traicionarla jamás.
El juglar es, pues, un ayudante imprescindible del trovador, pues sin él su arte quedaría ignorado. Los grandes señores y los trovadores de prestigio y posibilidades parece que tenían juglares adscritos a su persona que se limitaban a cantar sus poesías: podrían serlo el Papiol que Bertran de Born menciona en varios de sus sirventeses, Montaner, Hamon de Pau, el de Ripollés y otros afectos a Guillem de Berguedà. Pero hubo juglares en cuyo repertorio entraban poesías de varios trovadores.
El juglar, como los heraldos y los reyes de armas, a veces llevaba un nombre alusivo a sus menesteres o a aquel de quien dependía. El trovador Pistoleta, que fue juglar, se llamaba así porque como tal actuaba de mensajero («epistolita»), caso similar, sin duda, al de Peire Bremon Ricas Novas («buenas noticias»), y el de Guerau de Cabrera era llamado Cabra porque en las armas del linaje de aquel gran señor figuraba una cabra. Guiraudó lo Ros, Perdigon y Aimeric de Belenoi («hermoso aburrimiento», mote malintencionado) fueron trovadores que conservaron sus nombres juglarescos. Los llamados Peire de la Mula, Rofian, Reculaire, Pelardit («hirsuto»), Tostemps, etcétera, revelan claramente su condición de juglares.
Pero hay que tener presente que algunos juglares componían versos, sin dejar de serlo, o sea sin acceder a la categoría de trovadores. Alegret sin duda fue juglar, denostado por Marcabrú, y es posible que estuviera adscrito a Bernart de Ventadorn. Y las Vidas nos informan de que muchos trovadores profesionales iniciaron su carrera ejerciendo de juglares, como Albertet, Guilhem Augier Novella, Aimeric de Sarlat, Uc de la Bacalaria, Falquet de Romans, etcétera. Pero también nos dan cuenta de trovadores que, cambiando su fortuna, se vieron precisados a ejercer de juglar, como Guilhem Ademar y Peirol».

[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pp. 19-21, 23 y 30-31 respectivamente].

Para más detalles sobre el concepto de juglar, cfr. nuestra entrada "Pervivencia de los géneros menores: los juglares. Al abordar el estudio del teatro medieval hay que emplear un concepto amplio de teatralidad".

Además:
Lorenzo Gradín, Pilar. "'Mester con pecado': la juglaría en la península ibérica", in Versants. Les jongleurs en spectacle, 28 (1995), pp. 99-129.
Menéndez Pidal. Poesía juglaresca y juglares. Orígenes de las literaturas románicas. Madrid: Espasa-Calpe, 1991.

Por tanto podemos decir que:
① El AUTOR de las canciones de la lírica provenzal era el TROVADOR personaje seglar, culto e instruido en esta técnica de hacer canciones (pues es un arte "refinado" sujeto a normas de versificación y expresividad), de variado origen social (desde rey o noble hasta artesano), sin recompensa económica, que se dirigía a un público cortesano y noble, con "vindicación del yo creativo". Veámoslo cómo lo explica Guiraut Riquier, interpretando la respuesta del rey Alfonso X, a la petición de que definiera el oficio de juglar y el de trovador:

V. « E sels on es sabers
de trobar motz e sos,
d'aquels mostra razos
com los deu hom nomnar:
car qui sap dansas far
e coblas e baladas
d'azaut maistreiadas,
albas e sirventes,
gent e be razos es
c'om l'apel "trobador";
e deu aver honor
per dreg mais de joglar,
c'us autres se pot far
joglars ab so saber ».
Y aquellos que tienen el saber
De componer versos y melodías
,
La misma razón ya muestra
Cómo hay que llamarlos:
Pues a quien sabe hacer danzas,
Coplas y baladas
Bellamente compuestas,
Canciones de alba y sirventés,

Es justo y razonable
Que se le dé el nombre de TROVADOR;
Y debe recibir más honores
Por derecho que el juglar,
Porque otro puede hacerse
Juglar a costa de su saber.


[Alvar, Carlos. Textos trovadorescos sobre España y Portugal. Barcelona: Planeta, 1978, pág. 185, vv. 246-259].


② El DIVULGADOR de las canciones creadas por el trovador es el JUGLAR profesional dedicado a esta cuestión (incluso con dedicación exclusiva a uno o varios de los trovadores), que transmite con fidelidad y precisión la obra de castillo en castillo (y muy diferente al juglar de la épica), que cobraba por su ejercicio.
Igualmente, así lo definió Guiraut Riquier:

VI. « E silh c'ap cortezia
et ab azaut saber
se sabon captener
entre las ricas gens,
per tocar esturmens,
o per novas comtar
d'autrui, o per cantar
autrus vers e cansos,
o per d'autres faitz bos
e plazens per auzir,
podon ben possezir
aquel nom de "joglar" ».
Y los que con cortesía
Y suficiente conocimiento
Se saben comportar

Entre los poderosos,
Tocando los instrumentos,
Recitando historias
De otros, o cantando
Versos y canciones ajenas
,
O interpretando las buenas gestas
Agradables de oír,
Tienen derecho a recibir
El nombre de JUGLAR.

[Alvar, Carlos. Textos trovadorescos sobre España y Portugal. Barcelona: Planeta, 1978, pp. 184-185, vv. 222-233].


Y recordemos aquel sirventés de Gil Pérez Conde (de la segunda mitad del s. XIII), especie de "ensenhamen" en el que expone al juglar cuáles son las cualidades que tiene que tener su oficio: buen donaire (de aspecto y de formas), buena voz y memoria, y capacidad de aprendizaje:

VII. « Jograr, tres cousas avedes mester
pera cantar
, de que se paguen en:
é doair' e voz e aprenderdes ben,
que de voss' o non podedes aver
nen emprestado, nen end'o poder
non á de dar-vo-l'ome nen molher.

Se[n]ua destas nunca bon segrel
vimos en Espanha
, nen d'alhur non ven,
e sen outra, que a todos conven:
seer [de bon] sen; pois vos, jograr, trager
non vos vej'est', e comprar nen vender
nono pod'ome, pero xe quiser,

Buscade per u, como ou onde quer
ajades est'; e, jograr, se vos ten
prol de trobar, terria-vos por sen
furtarde-l'a queno sabe fazer;

desto podedes guaanhar ou perder,
anto que x'ome a verdade souber. ».


[Rodrigues Lapa, Manuel. Cantigas d'escarnho e de mal dizer. Dos cancioneiros medievais galego-portugueses. Vigo: Galaxia, 1970, pág. 241.
Y además:
Gutiérrez García, Santiago. "Ingenio y arte en la lírica gallegoportuguesa. En torno a una cantiga de Gil Perez Conde y la retórica clásica", in Brea, Mercedes et al. (eds.). Parodia y debate metaliterarios en la Edad Media. Alessandria: Ed. dell'Orso, 2013, pp. 249-263.
Lanciani, Giulia, et Giuseppe Tavani. As cantigas de escarnio. Vigo: Edicións Xerais de Galicia, 1995].


Luego, en la lírica galaico-portuguesa, podremos ver que los actores se amplían. Así:
el SEGREL será un trovador profesional, infanzón por regla general, segundón o noble sin feudo (escudero) que se dedica profesionalmente a la interpretación de sus propias composiciones (luego es autor y divulgador a la vez), con "un yo gremial", que cobra por ello («mia soldada», «meus dinheiros») y se dirige a un público menos noble y burgués ;
el MENESTREL, que es el instrumentista que ejecutaba la parte musical de la canción (que podían ser un grupo);
la SOLDADERA o bailadora de las canciones.



VARIEDAD SOCIAL DE LOS TROVADORES.

Hemos dicho que la lírica provenzal tendrá unos creadores (trovadores) de muy diversa procedencia social, tal y como lo podemos constatar a través de unos 95 cancioneros, que han generado más de 2.500 composiciones de cerca de 460 trovadores, de ellos 350 de nombre conocido, casi todos occitanos (catalanes sólo una veintena). De los relatos de sus vidas, existentes en esos cancioneros, sabemos que fueron trovadores:

• reyes (Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, y antes duque de Aquitania y conde de Poitiers; Pedro el Grande, Federico III de Sicilia, Alfonso II de Aragón),
• papas (Clemente IV, que antes fue arzobispo de Narbona y obispo de Pueg),
• príncipes (Jaufre Rudel, principe de Blaia),
• duques (Guillermo IX de Aquitania),
• condes (Raimbaut, conde de Aurenga),
• vizcondes (Ebles II, vizconde de Ventadorn; Guerau de Cabrera, vizconde de Girona y Urgell; Bertran de Born),
• obispos (Folquet de Marselha, obispo de Tolosa; Robert d'Alverhna, obispo de Clarmont),
• burgueses y ricos mercaderes (Bartolomé Zori, Elias Cairel del Pedigord, AImeric de Peguilhan, Calega Panzan,),
• gente humilde (Bernart Martí, Joan Esteve, Guilñhem Figueira, Marcabrú, Bernat de Ventadorn, Giraut de Bornelh, Guiraut Riquier),
• eclesiásticos (a Gui d’Ussel, canónigo de Brionde,; Daude de Prades, canónigo de Maguelone),
• mujeres trovadodoresas (Béatrice, condesa de Die; Marie de Ventadour; Gaudairenca de Miraval; Blanchemain de Forcalguier)...

[Noto, G. Il Giullare e il Trovatore nelle liriche e nelle biografie provenzali. Alessandria: Dell’Orso, 1998.
Ventura Ruiz, Joaquim. "Trovadores, segreles y juglares: la profesionalización del espectáculo", in Martínez Pérez, A. et Baquero Escudero, A. L. (eds.). Estudios de Literatura Medieval. 25 años de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Murcia: Univ. de Murcia, 2012, pp. 839-847].

CONCRECIÓN DEL TÉRMINO "AMOR CORTÉS".

Aunque explica el profesor F. Carmona, que la lírica provenzal desarrolló

«una específica concepción del amor que aparece en un marco geográfico preciso, en un período de tiempo determinado y sustentada en un grupo social perfectamente diferenciado; no se trata de una expresión amorosa espontánea y estrictamente individual, sino 'culturizada' y 'codificada' en un registro que se nutre de las relaciones y valores de la sociedad feudal y caballeresca de los siglos XI al XIII»,
[ Carmona, F. et al. Lírica románica medieval. Murcia: Univ. de Murcia, 1986, pp. 33-34],

lo cierto es que, más allá de las síntesis y lugares comunes, la visión generalizada que se viene dando sobre esta cuestión debe ser siempre matizada, por no ser uniforme ni en el tiempo ni en los diversos autores que muestran sus rasgos (entre 1100 y 1280 hay al menos seis generaciones de trovadores, en los cuales las motivaciones, influencias y desarrollo de la concepción del amor se va modificando y adoptando ciertas particularidades y singularidades).
[Cfr.: Lazar, M. Amour courtois et fin'amors dans la littérature du XIIè siècle. Paris: Librairie C. Klincksieck, 1964].

Con todo, diremos que la lírica provenzal viene subrayada por el desarrollo del "amor cortés" ("cortez amors", término popularizado por A. G. Paris ["Études sur les romans de la Table Ronde: II. Le Conte de la Charrette", in Romania, XII (1883), pág. 519: «dans auun ouvrage, autant qu'il me semble, cet "amour courtois" n'apparait avant le 'Chevalier de la Charrette'»] —pues sólo aparece en una ocasión en palabras del trovador Pére d'Alvernhe, frente a las expresiones más abundantes empleadas por los trovadores: "fin' amors", "finz amanz", "veraia amors", etc., equivalente al "amor fino, refinado, purificado"— .

[Cfr.: Frappier. "Vues sur les conceptions courtoises dans les littératures d'Oc et d'Oil au XIIe siécle", in Cahiers de civilisation médiévale, II, 6 (1959), pp. 135-156.
_______ . Amour courtois et Table ronde. Genève: Droz, 1973.
Marchello-Nizia, Christiane. "Amour courtois, societé masculine et figures du pouvoir", in Annales Économies, Sociétés, Civilisations, XXXVI, 6 (1981), pp. 969-982.]

Este término de "amor cortés" ha sido entendido bajo dos aspectos:

① para A. G. Paris, sólo es aplicable a la lírica correspondiente a los trovadores, al "Caballero de la Charreta" de Chétien de Troyes y al "De amore" de Andreas Capellanus;
[Paris, A. Gaston. « Études sur les romans de la table ronde : Lancelot du lac », in Romania, 12 (1883), p. 459-534].

② cien años después Rüdiger Schnell, en cambio, nos propuso que debe entenderse estendidamente, aplicándose a todos los "discursos cortesanos sobre el amor", de ahí que lo denominara "amor cortesano".
[Schnell, Rüdiger. « L’amour courtois en tant que discours courtois sur l’amour », in Romania, 110 (1989), p. 72-126 y 331-363].

TIPOS DE AMOR CORTÉS.

Así, si bajo el concepto de Gaston Paris, el "amor cortés" era un amor desigual y adúltero, que se engrandece con la prolongación del deseo en detrimento de la realización sexual concreta, en cambio para Rüdiger Schnell, el "amor cortesano" abarca diversas variedades particulares de relaciones amorosas en la literatura medieval, no sólo y exclusivamente las señaladas por G. Paris. De hecho, continuando lo propuesto por éste último, A. Corbellari propone que deberíamos entender el "amor cortés" bajo tres aspectos, relacionados cada uno de ellos con un modelo femenino:

a) el "bone amor" (el "buen amor"), el "amor legítimo": el de la madre, la hermana, la esposa;
b) el "fin' amor", al que relacionaríamos con la dama "courtoise", la dominatriz y con el amor "incompleto, vanidoso", ilegítimo y exaltado: esto es, la "midons" trovadoresca;
b) y el "fole amor" al que relacionaríamos con el amante apasionado y cómplice en la carne, con el "amor físico", ilegítimo y escandaloso: es decir, con Iseo o Eloisa.
[Corbellari, Alain. « Retour sur l'amour courtois », in Cahiers de Recherches Médiévales et Humanistes, XVII (2009), pp. 375-385]
De hecho, René Nelli ya efectuó una distinción básica al dividir la teoría del amor cortés en la literatura provenzal en dos tendencias o ramas fundamentales:
Amor caballeresco, que aparece antes y se presenta en los largos poemas épicos y en las posteriores obras de amor en prosa francesa, el cual idealiza el amor sexual sometiéndolo al honor y haciéndolo depender de ciertas virtudes masculinas como el valor, la generosidad y la lealtad, y que es relativamente casto en la medida en que expresa lealtad hacia una sola mujer, pero no supone necesariamente continencia, puesto que la ley de la caballería exigía que la dama acabase por recompensar a su fiel servidor con favores concretos.

Amor cortés, ceñido en un principio a la poesía lírica, y que suponía normalmente el vínculo del poeta con una dama casada de clase superior, siendo en este sentido "adúltero", aunque también hay que señalar que "cortés" es en sí el amor imposible por una mujer inalcanzable en el que hay una continencia forzada que causa sufrimiento.
[Nelli, René.- L'érotique des troubadours. Toulouse: Privat, 1.963.]

Es, pues, la lírica provenzal, un arte que surgió en el período de las cruzadas, en ausencia de los señores feudales, donde la dama debía conservar y proteger los bienes de su señor, y, a la vez, resistir (o no) los envites al amor de otros señores. Por eso es en gran parte, un detallado análisis de lo más externo de la pasión amorosa, aunque no falta el amor interpretado alegóricamente, con elementos más o menos ovidianos, como en el sueño que describe Guilhem de Sant Leidier, y como ocurre con la famosa canción "Del menor tertz d'amor", de Guiraut de Calanson.

ESTADIOS EN EL PROCESO AMOROSO DEL "AMOR CORTÉS".

El anónimo autor de un "Salut d'amour" o "Clam d'amor", que se puede fechar entre 1.246 y 1.265, compuesto por 707 versos distribudios en pareados eneasílabos, explicaba que en el amor había cuatro escalones, que se corresponden con cuatro estados del enamorado respecto a la dama, y que resume así el profesor Riquer:

• la de FENHEDOR (tímido), y que no se atreve a dirigirse directamente a la dama;
• la de PREGADOR (suplicante), momento en el que la dama le da ánimos para que exprese su amor;
• la de ENTENDEDOR (enamorado tolerado), que es cuando la dama le entrega prendas de amor;
• la de DRUTZ (amante real), completamente aceptado (en el lecho: "e'l colg ab se sotz cobertor") por la dama.

[Riquer, Martín de. Los Trovadores. Vol. I. Barcelona: Planeta, 1975, pp. 90-91.].

Estos estadios, que constituían el "fin' amors" o amor cortés, aspiraban a un fin concreto: el "fach"(o fait) o acto de copulación. Así lo cantaba Arnaut Daniel

VIII. « voila, si.l platz, q’ieu e midonz jassam
en la chambra on amdui nos mandem
uns rics convens don tan gran joi atendi,
qe.l seu bel cors baisan rizen descobra
e qe.l remir contra.l lum de la lampa».
quiera [Dios], si le place, que yo y mi señora yazcamos
en la cámara en la que ambos fijemos
una preciosa cita, de la que espero tanto placer
que descubra su hermoso cuerpo, besando y riendo,
y que lo contemple contra la luz de la lámpara

[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pág. 633 ].


Mas todos estos pasos, que podemos confrontar claramente en la lírica provenzal, se corresponden con lo que ya fue señalado por los filósofos árabes (y que veremos más abajo) o por los tratadistas medievales en latín:

«Gradus amoris sunt hii: visus et alloquium, contactus, basia, factum"
(los grados del amor son éstos: la vista [o contemplación de la amada] y la conversación [de los amantes], el contacto [o caricias], los besos y el hecho [o acto sexual])».

[ Cfr.: Haya, Juan de la. Francisci Assisiatis minorum Patriarchae nec non S. Antonii Paduani, eiusdem ordinis, Opera Omnia... Parisiis: Carolum Roüillard, 1641, pág. 90: "Haec sunt arma, quibus dirumpitur anima casta, visus, alloquium, contactus, oscula".
].

ACTORES QUE DIFICULTAN EL DESARROLLO DEL AMOR CORTÉS.

Para dificultar su realización, aparecían dos personajes, fundamentalmente:

El GILÓS (marido), celoso, del que hay que evitar las sorpresas y las iras.

Los LAUZENGIERS (aduladores, calumniadores), que con tal de hacer méritos están dispuesto a contar la infidelidad de su señora. Así, dice Artaud Daniel:

IX. « Ben fui grazitz
e mas paraulas coutas,
per so que jes al chausir no fui pecs,
anz volgui mais prendre fin aur que ram,
lo jorn qez ieu e midonz nos baisem
e.m fetz escut de son bel mantel endi
que lausengier fals, lenga de colobra,
non o visson, don tan mals motz escampa».
Fui bien aceptado
y mis palabras acogidas
(porque en modo alguno fui necio en la elección
y preferí tomar oro puro a cobre)
el día en que yo y mi señora nos besamos
y me hizo escudo con su hermoso manto índigo
para que los falsos maldicientes, lengua de culebra,
no la vieran, por quienes tan malas habladurías se divulgan

[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pp. 629-633].

Y contra los cuales el trovador suele lanzar improperios, como vemos en estos versos del mismo Arnaut Daniel:

X. « Fals lausengier, fuocs las lengas vos arga,
e que perdatz ams los husoills de mal cranc,
que per vos son estraich cavail e marc:
amor toletz, c'ab pauc del tot non tomba;
confonda.us Dieus que ja non sapchatz com,
qe.us fatz als drutz maldire e viltener;
malastres es qe.us ten, desconoissens,
que peior etz, qui plus vos amonesta».
Falsos aduladores, fuego os queme las lenguas
y un cangrejo maligno os haga perder ambos ojos,
pues por vosotros han desaparecido caballos y marcos:
perjudicáis al amor, que por poco cae del todo.
Dios os confunda, sin que jamás sepáis cómo,
pues os hacéis por los amantes maldecir y menospreciar.
El mal hado es quien os domina, ingratos,
pues peores sois cuanto más se os amonesta

[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pág. 642 ].


ACTORES QUE COLABORAN EN EL DESARROLLO DEL AMOR CORTÉS.

Frente a los actores que dificultad la relación amorosa, los enamorados contarán con otros dos colaboradores: el mensajero y el vigilante.

El GAITA (vigilante) del marido celoso (gilós), es el que avisará a los enamorados de cualquier incidente, especialmente de que está a punto de amanecer (de ahí las numerosas canciones de alba, generalmente puestas o en boca de la enamorada o del gaita) y, por tanto, es el momento de la separación, si no quieren ser vistos. Veamos una muestra, en este caso de Giraut de Borneill, en la que el gaita, que está esperando, se extraña porque el amante no llega y no lo ha visto desde la noche. El alba llega, y se muestra intranquilo (estrofa I). La enamorada intenta despertar al amado, susurrándole y cantándole, advirtiéndole de que el alba ha llegado (estrofas II a VI). Finalmente el amante despierta, y dice estar tan a gusto junto a ella, que por eso no hacía aprecio al gilós ni a la llegada del alba (estrofa VII).

XI. « "Reis glorios, venus lu¡as e clartatz,
Deus poderos, Senher, si a vos platz,
al meu companh siatz fizels aiuda;
qu 'eu no lo vi, pos la nochs fo venguda,
5 et ades sera l'alba!".

Bel companho, si dormetz o velhatz,
no dormatz plus, suau vos ressidatz;
qu'en orien vei l'estela creguda
c'amena.l jorn, qu'eu l'ai be conoguda,
10 et ades sera l'alba!

Bel companho, en chantan vos apel;
no dormatz plus, qu'eu auch chantar l'auzel
que vai queren lo jorn per lo boschatge
et ai paor que.l gilos vos assatge
15 et ades sera l'alba!

Bel companho, issetz al fenestrel
e regardatz las estelas del cel!
Conoisseretz si.us sui fizels messatge;
si non o faitz, vostres n'er lo damnatge
20 et ades sera l'alba!

Bel companho, pos me parti de vos,
eu no.m dormi ni.m moc de genolhos,
ans preiei Deu, lo filh Santa Maria,
que.us me rendes per leial companhia,
25 et ades sera l'alba!

VI. Bel companho, la foras als peiros
me preiavatz qu'eu no fos dormilhos,
enans velhes tota noch tro al dia,
era no.us platz mos chans ni ma paria
30 et ades sera l'alba!"

"Bel dous companh, tan sui en ric sojorn
qu'eu no volgra mais fos alba ni jorn,
car la gensor que anc nasques de maire
tenc et abras, per qu 'eu non prezi gaire
35 lo fol gilos ni l'alba!"».

—"Rey glorioso, verdadero esplendor y claridad,
Dios poderoso, Señor, si os place,
a mi compañero sed de fiel ayuda;
que no lo he visto después de que la noche fue venida,
y ¡pronto será el alba!".

—"Bello compañero, si dormís o veláis,
no durmáis más, despertaos poco a poco;
que en oriente veo ya la estrella nacida
que mueve el día; yo la he bien reconocido,
y ¡pronto será el alba!

Bello compañero, cantando yo os llamo;
no durmáis más, que ya escucho cantar al ave
que va buscando el día por el bosque
y temo que el celoso os sorprenda,
y ¡pronto será el alba!

Bello compañero, ¡venid a la ventanita
y observad las estrellas del cielo!
Conoceréis si soy un mensajero fiel;
¡si no lo hacéis, vuestro será el daño!,
y ¡pronto será el alba!

Bello compañero, desde que me separé de vos,
no he dormido ni he andado de rodillas,
antes rogué a Dios, el hijo de Santa María,
que os convirtiese en mi leal compañía,
y ¡pronto será el alba!

Bello compañero, allí afuera, en las gradas,
me rogabais que no me durmiera,
antes [al contrario, me rogabais] velase toda la noche hasta el día.
Ahora no os place ni mi canto ni mi compañía,
y ¡pronto será el alba!".

—"Bella dulce compañera, estoy en tan agradable lugar
que no quisiera nunca que llegase el alba ni el día,
pues la más bella que haya nunca nacido de madre
tengo entre mis brazos y ¡por esto no me preocupo
ni del loco celoso ni del alba!".


[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp.112-113].


El MESSATGIER (mensajero), persona siempre reservada y encargada de llevar una carta cerrada (sagel) del enamorado, y, en su caso, devolver la respuesta. A veces, como ya hemos visto, el mensajero será un juglar, que cantará a la enamorada el mensaje (chançon) que quiere darle.
Lo vemos en este "salutz d'amor" (saludo de amor, epístola amorosa en verso), en el que a través de un mensajero el poeta, Arnaut de Maruelh (creador de este género, y que floreció entre 1171-1190), entrega su misiva, describiendo las cualidades de su amada (físicas y morales), exaltándola según el ideal de la tradición trovadoresca, y manifestándole los efectos que su amor le están produciendo, así como el irrefrenable deseo que tiene de estar a su lado y poseerla (diciendo que en todo momento sueña con ella, y que parece ser era la condesa Azalais, hija de Ramón V de Tolosa, por quien también anduvo enamorado el rey de Aragón, Alfonso II).

[Obsérvese cuidadadosamente esta canción, pues nos sirve también de síntesis de todos los elementos de la lírica trovadoresca que vamos a ir detallando más abajo, por lo que marcaremos aquellos aspectos que a continuación trataremos]:

XII. « Domna, genser que no sai dir,
per que soven planh e sospir,
est vostr'amics bos e corals,
assatz podetz entendre cals,
5 mand'e tramet salutz a vos;
mas a sos obs n'es sofraitos:
jamai salutz ni autre be
non aura, si de vos no.l ve.
Domna, loncs temps a qu 'eu consir
10 co.us disses o vos fezes dir
mon pensamen e mon coratje,
per mi meteis o per messatje;
mas per messatge non aus ges,
tal paor ai c'ades no.us pes:
15 ans o dissera eu meteis,
mas tan sui d'amor entrepreis,
can remir la vostra beutat,
tot m'oblida cant m'ai pensat.
Messatje.us tramet mout fizel:
20 breu sagelat de mon sagel.
No sai messatje tan cortes
ni que melhs celes totas res.
Est conselh m'a donat amors,
a cui deman tot jom socors:
25 amors m'a comandat escrire
so que.l boca non auza dire.
Eu no.us aus far esdig ni ganda
en so que amors me comanda.
Er auiatz, domna, si vos plai,
30 so que mos breus vos dira lai:
─«Corteza domn'e conoissen,
e de bon grat a tota gen,
apreza de totz benestars,
en fatz, en ditz et en pensars,
35 la cortezi' e la beutatz
e.l gens parlars e.l bels solatz,
l'ensenhamens e la valors,
e.l gens cors e.l fresca colors,
lo bels ris, l'esgarz amoros,
40 e l'autri benestar de vos,
e.l bel fait e.l dig agradiu
mi fan la noit e.l jorn pensiu.
Can non ai loc de vos vezer,
joi ni deport non posc aver;
45 non posc aver joi ni deport,
peritz sui si non venc al port;
que.l loncs espers e.l loncs consirs
e.l trop velhars e.l pauc dormirs
e.l deziriers de vezer vos
50 me tenon si.l cor angoissos!
Cen vetz prec Deu la noit e.l jor
que.m do mort o la vostr'amor.
Domna, si.m do vostr'amor Deus,
cen tans sui vostre melhs que meus;
55 car de vos sai, domna, que.m ve
tot can eu fas ni dic de be.
Lo premier jorn qu'eu anc vos vi
m'intret el cor vostr'amors si
qu 'ins en un foc m'aves assis,
60 c'anc no mermet, pos fon empris:
pos fon empris, pois non esteis,
de jorn en autre dobl'e creis.
E can me sui de vos lonhatz,
creis e dobla plus l'amistatz:
65 mas can se pot endevenir
qu'eu vos vei, domna, e.us remir
son aissi que mai res no.m sen;
per que sai be que falh e men
lo repropchiers c'om dire sol:
70 que olh no vezo, cors non dol.
Lo cors mi dol, domna, per ver,
can no.us podon mei olh vezer;
mas del vezer conselh no.i sai:
pero mos cors que remas lai
75 lo premier jorn que anc vos vi,
anc pois de vos no si parti:
non si parti de vos un torn,
ab vos sojorna noit e jorn,
ab vos estol on qu'eu estela,
80 la noit e.l jorn ab vos domneia:
per que m'endeve mantas vetz
que autr'afar pensar no.m letz.
Can cuit pensar en autras res,
de vos ai messatje cortes
85 mon cor, qu'es lai vostr'ostaliers:
me ven de vos sai messatgiers,
que.m ditz e.m remembr'e mi retrai
vostre gen cors coinde e gai,
las vostras belas sauras cris,
90 e.l vostre fron plus blanc que lis,
los vostres olhs vairs e rizens,
e.l nas qu'es dreitz e be sezens,
la fassa fresca de colors,
blanca, vermelha plus que flors,
95 petita boca, blancas dens,
plus blancas qu'esmeratz argens,
menton e gola e peitrina
blanca com neus ni flors d'espina,
las vostras helas blancas mas,
100 e.ls vostres detz grailes e plas,
e la vostra bela faisso,
on non a res de mespreizo,
los vostres gaps plazens e bos,
e.l gen solatz e.l franc respos,
105 e.l bel semblan que.m fetz al prim,
can s'esdevenc c'abdui nos vim.
Can so.m remembra.l cors ni.m ditz,
adoncs remanc si esbaitz
no sai on vauc ni on me venc:
110 meravilh me car me sostenc,
que.l cors me falh e la colors:
si.m destrenh, domna, vostr'amors.
Tot jorn sofre esta batalha,
mas la noit trac peior trabalha;
115 que can me sui anatz jazer,
e cuit alcun plazer aver,
adonc me torn e.m volv e.m vir,
pens e repens, e pois sospir;
e pois me levi en sezens,
120 apres retorni m'en jazens,
e colgui me sobre.lbras destre,
e pois me vire el senestre,
descobre me soptozamen,
pois me recobre belamen.
125 E can me sui pro trebalhatz,
eu get defor abdos mos bratz,
e tenc lo cor e.ls olhs aclis,
mas jointas, deves lo pais,
on eu sai, domna, que vos es;
130 fas lo razo c'auzir podes:
"Ai, bona domna benestans,
si veira ja est fis amans,
a son viven, lo jorn ni.l ser
que a celat, o per lezer,
135 vostre gen cors coind'e prezan
entre mos bras remir, baizan
olhs e boca tan doussamen
que sol un bais fassa.m de cen,
et eu pel joi blasmar me lais!"
140 Er ai trop dig, mas no posc mais,
quar sol'una vetz ai parlat
so qu'el cor ai mil vetz pensat.
Er ai trop dig, non posc plus dir:
mols olhs clauzens, fas un sospir,
145 en sospiran vau endormitz.
Adoncs s'en vai mos esperitz
tot dreitamen, domna, vas vos,
de cui vezer es cobeitos:
tot enaissi com eu dezir,
150 la noit e.l jorn, can m'o consir,
a son talan ab vos domneia,
embrass'e baiza e maneia.
Ab que dures aissi mos soms,
no volrí' esser reis ni coms.
155 Mai volria jauzens dormir
que velhan deziran languir.
E Rodocesta ni Biblis,
Blancaflors ni Semiramis,
Tibes ni Leida ni Elena
160 ni Antigona ni Esmena
ni.l bel'Yseus ab lo pel bloi
non agro la meitat de joi
ni d'alegríer ab lor antis,
com eu ab vos, so m'es avis.
165 Per la doussor fas un sospir,
e pois trebalh al resperir,
obre mos olhs soptozamen,
gart sai e lai tot belamen,
trobar vos cuit, domna, latz mei,
170 mas jes no.us trop ni no vos vei;
mas clau mos olhs, torni ma chera,
las mas jointas, d'aital manera
vezer si poiria dormir;
mas jes no.i posc endevenir:
175 ans tornen eissa la batalha
d'amor, que m'auci e.m trebalha.
Domna, no.us posc lo cente dir
de las penas ni del martir,
del pantais ni de la dolor
180 qu'eu tra, domna, per vostr'amor.
Per vostr'amor totz vius aflam,
mas per merce.us, domna, reclam
que.m perdones, s'eu falh ni pec.
Auiatz et entendetz est prec,
185 domna, la genser criatura
que anc formes el mon natura,
melhor que non posc dir ni sai,
plus bela que bels jorns de mai,
solelhs de mars, ombra d'estiu,
190 roza de mai, ploia d'abriu,
flors de beutat, miralhs d'amor,
claus de fin pretz, escrins d'onor,
mas de do, capdels de joven,
cims e razitz d'ensenhamen,
195 cambra de joi, loes de domnei;
domna, mas jointas, vos soplei:
prendes m'al vostre servidor,
e prometes me vostr'amor.
De plus no.us prec ni no. s cove,
200 mas tot si'en vostra merce.
E pos de me vos fas ligansa,
prometetz me vostr'esperansa.
De l'esperans'aurai confort
mon bon esper tro a la mort.
205 mai volh e bon esper morir
no volh dezesperatz languir.
Domna, no.us aus de plus preiar,
mas, Deus vos sal e Deus vos gar,
si us plai, rendetz me ma salut:
210 pos amors m'a per vos vencut,
vensa.us per mi tot eissamens
amors, que totas causas vens,
domna! ».
Señora, más hermosa de lo que yo sé decir,
por quien a menudo lloro y suspiro,
es vuestro amigo bueno y afectuoso,
bien podéis entender quién es,
5 quien os manda y os presenta saludos;
de los cuales él mismo está privado:
que jamás saludos ni otro bien
tendrá, si no le vienen de vos.
Señora, desde hace tiempo, considero
10 cómo deciros o haceros decir
mi pensamiento y mi sentimiento,
por mi mismo o por mensajero;

pero por mensajero no me atrevo,
tal miedo tengo de que no os importe:
15 antes lo diría yo mismo,
pero estoy tan atrapado por el amor,
que cuando contemplo vuestra belleza,
todo se me olvida cuanto había pensado (decir).
Mensajero os envío, absolutamente fiel:
20 una carta lacrada con mi sello.
No conozco mensajero más cortés
ni que sepa ocultar mejor cualquier cosa.

Es consejo que me ha dado amor,
a quien cada día pido ayuda:
25 amor me ha encomendado escribir
lo que la boca no osa decir.
Y yo no oso buscar excusa o pretexto
para aquello que amor me manda.
Ahora escuchad, señora, si os place,
30 lo que mi carta brevemente os irá a decir:
─«Cortés señora y sabia,
de buen grado para todos,
conocedora de todas las conveniencias,
en los hechos, palabras y pensamientos,
35 la cortesía y la belleza,
el gentil hablar y la bella compañía,
la educación y la virtud,
y la noble persona y el fresco color,
la agradable sonrisa, la mirada amorosa,
40 y las otras gracias vuestras,
y las bellas acciones y los dichos agradables
,
me hacen estar noche y día pensativo.
Cuando no tengo oportunidad de veros,
alegría ni placer no puedo tener;
45 no puedo tener alegría ni placer,
muerto soy
si no arribo al puerto;
que la larga espera y el largo cavilar
y el mucho velar y el poco dormir,
y el deseo de veros
50 me tienen el corazón en gran angustia!

Cien veces ruego a Dios de noche y de día
que me dé muerte o vuestro amor.
Señora, si me da Dios vuestro amor,
cien veces más vuestro seré que de mí mismo;

55 pues sé que de vos, señora, me viene
todo cuanto yo hago o digo de bien
.
El primer día que yo os vi
penetró en mi corazón vuestro amor tan profundamente ,
que en un fuego me habéis sumergido
60 que ya no merma más desde que fue encendido:
desde que fue encendido ya no se extinguió,
y de un día al otro el doble crece.
Y cuando yo de vos me alejo,
crece y se dobla más la amistad:
65 pero cuando sucede
que puedo veros, señora, y miraros,
estoy así como que no siento más nada
;
porque sé bien que falsea y miente
el proverbio que se suele decir:
70 que el ojo que no ve, corazón que no duele.
El corazón me duele, señora, por veros,
que no se cómo mis ojos os pudieran ver; porque para veros consejo no sé:
mi corazón permanece allí
75 desde el primer día que os vi,
no se separó más de vos:

no se separó de vos un momento,
junto a vos mora noche y día,
está con vos, donde yo me encuentre,
80 y de noche y de día a vos corteja:
por lo que sucede muchas veces
que no me es posible pensar en otra cosa.
Y cuando creo pensar en otra cosa,
de vos me viene mensajero cortés,
85 mi corazón, que es allá vuestro huésped:
me viene aquí vuestro mensajero,
y me dice, me recuerda, me trae nuevamente
vuestra gentil persona, graciosa, noble,
vuestros hermosos cabellos rubios,
90 y vuestra frente mas blanca que lirio,
vuestros ojos cambiantes y rientes,
y vuestra nariz, que es recta y bien formada,
el rostro fresco, de color,
blanco, bermejo más que flor,
95 pequeña boca, blancos dientes,
más blancos que purificada plata,
mentón, garganta y pecho
blancos como nieve o flor de espino,
vuestras bellas blancas manos,
100 y vuestros dedos gráciles y tersos,
y vuestra bella conducta,
que no tiene nada de reprochable,
vuestras bromas amables y finas,
y la gentil conversación y las francas respuestas
105 y el bello semblante
que me hiciste la primera vez,
que nos acaeció cuando nos vimos.
Cuando eso me recuerda el corazón y me dice,
quedo tan perdido
que no sé adónde voy ni de dónde vengo:
110 me maravillo de poder sostenerme,
pues el cuerpo me falla y la color:
así me atormenta, señora, vuestro amor.

Todo el día sufre esta lucha,
mas la noche trae peor tormento;
115 pues cuando ya me he acostado,
y cuando algún placer creo conseguir,
entonces me giro, me vuelvo y me revuelvo,
pienso y repienso, y luego suspiro;

y después me siento,
120 y vuelvo a acostarme,
y me alzo sobre el brazo derecho,
y después me giro sobre el izquierdo,
me destapo de golpe,
y luego me cubro lentamente.
125 Y después de tanta agitación,
saco fuera mis dos brazos,
y, pongo el corazón y los ojos,
con las manos juntas, vueltos hacia el país,
donde sé, señora, que vos estáis;
130 y digo estas palabras que oír podéis:
"¡Ay, buena señora, y graciosa,
si viera ya este fiel amante,
en su vida, el día o la noche
en que furtivamente, o a mi gusto,
135 vuestro gentil cuerpo gracioso y preciado,
entre mis brazos (pudiera) contemplar, besando
ojos y boca tan dulcemente,

que un solo beso supiera como cien,

y por tal alegría reprender me dejara!"
140 He hablado demasiado, y no puedo más,
que de una sola vez he manifestado
lo que el corazón ha mil veces pensado.
He demasiado dicho, no puedo más decir:
los ojos cerrando, suspiro,
145 y suspirando me adormezco.
Entonces se va mi espíritu,
directamente, señora, hacia vos,
deseoso de veros:
exactamente así, como acabo de decir,
150 de noche y de día, cuando lo pienso,
a su gusto os corteja,
os abraza, besa y acaricia.
Con tal que durase así mi sueño,
no quisiera ser rey ni conde.
155 Preferiría gozando dormir
,
más que velando de deseo languidecer.
Ni Rodocesta, ni Biblis,
ni Blancaflor, ni Semíramis,
ni Tisbe, ni Leda, ni Elena,
160 ni Antígona, ni Ismena,
ni la bella Isolda la rubia,
tuvieron la mitad de gozo
ni de alegría de sus amigos,
como yo tengo de vos, esto me parece.
165 Por la dulzura hago un suspiro,
y después, sufro al despertar,
abro los ojos de golpe,
miro aquí y allá despacio,
creo encontraros, señora, a mi lado,
170 pero no os encuentro ni os veo;
entonces cierro mis ojos, giro mi rostro,
las manos juntas, de tal manera,
para ver si puedo dormir;
pero no lo puedo lograr:
175 al contrario, recaigo en la misma batalla
de amor, que me mata y me atormenta.
Señora, no puedo ni la centésima contaros
(parte) de las penas, ni del martirio,
del afán ni del dolor
180 que sufro, señora, por vuestro amor.

Por vuestro amor yo ardo vivo,
pero por piedad, señora, os suplico
que me perdonéis, si yo falto o peco.
Escuchad y entended este ruego,
185 señora, la más bella criatura
que haya formado en el mundo la naturaleza,
mejor de lo que yo pueda decir o sepa,
más bella que el bello día de mayo,
sol de marzo, sombra de estío,
190 rosa de mayo, lluvia de abril,
flor de belleza, espejo de amor,
llave de fino valor, cofre de honor,
hostal de liberalidad, guía de juventud,
cima y raíz de gentileza,
195 cámara de alegría, morada de galantería;

señora, con las manos juntas os suplico:
tomadme como vuestro servidor,
y prometedme vuestro amor
.
No os pido más ni si conviene,
200 estoy completamente a vuestra merced.
Y pues de mi persona os hago ligamiento,
prometedme vuestra esperanza.
De la esperanza obtendré alivio:
mi bien espero hasta la muerte:
205 prefiero en buena esperanza morir,
no quiero en la desesperanza languidecer.
Señora, no oso rogaros más,
pero, Dios os salve y Dios os guarde,
si os place rendidme mi saludo:
210 pues amor me ha por vos vencido,
¡venza por causa mía, del mismo modo, a vos
el amor, que todas las cosas vence,
señora!».

[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 122-133].


CODIFICACIÓN DEL "AMOR CORTÉS".

Las características del «amor cortés» fueron codificadas aproximadamente más de medio siglo después de que ya se estuviera materializando en las "cansós" de los primeros poetas provenzales, por Andreas Capellanus (André le Chapelain, Andrés el Capellán, llamado así por serlo en la corte de María de Champagne, hija de Luis VII de Francia y de Leonor de Aquitania, nieta de Guillermo de Poitiers —Guilhem de Peitieu—, el primer trovador conocido; siendo, además, a petición de ella que lo escribió), hacia 1180, en su libro titulado De amore [conocido también por estos otros nombres: "Tractatus amoris et de amoris remedio Andree Capellani" ("Tratado del amor y de los remedios del amor de Andrés Capellán"), "Erotica seu amatoria Andreae Capellani vetustissimi scriptoris" ("Arte erótica o amatoria del muy antiguo escritor Andrés el Capellán"); "Erotica sive amatoria die multumque desiderata iucundissimis historiis referta, cum frugifera amoris reprobatione" ("Arte erótica o amatoria donde se hacen muchas consideraciones y se relatan muchas historias chistosísimas, junto con una breve reprobación del amor"); "Andreae Capellán regii Francorum De amore libri tres" ("Los tres libros Sobre el amor, de Andrés, capellán de los francos"), "Andreae Capellán regii Francorum De amore libri tres" ("Los tres libros Sobre el amor, de Andrés, capellán de los francos")], o más comúnmente "De arte honeste amandi" ("Libro del amor cortés"), que al modo de los tratados de educatio principis o manuales de comportamiento cortesano, buscaba prevenir al joven Walter contra los peligros del amor.

El libro tendrá una difusión rápida y una influencia prolongada, de modo tal que a principios del siglo XIII ya encontramos testimonios de lectura y de citación del mismo [recordemos a Albertano de Brescia (aprox. 1195- aprox. 1251), quien lo menciona en dos de sus obras: "De amore et dilectione Dei et proximi et aliarum rerum et de forma vital" ("Sobre el amor y el amor a Dios y al prójimo y otros asuntos relacionados con el gobierno de la vida"), escrita en 1238, y luego en "De arte loquendi et tacendi", ("Sobre el arte de hablar y callar"), de 1243], influencias ciertas en obras inmediatas de mitad de ese siglo [por ejemplo, en "L’art d’amors" y "Li remedes d’amors", ambas de Jacobo de Amiens], y más alla, adentrándose en el siglo XIV [citemos el "Libro de Buen Amor", del Arcipreste de Hita], siendo incluso refundido en el siglo XV.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL AMOR CORTÉS.


Ya hemos visto en la canción de arriba, muchos de los rasgos de Arnaut de Maruelh, "Domna, genser que no sai dir", muchas de las características del "amor cortes", que ahora vamos a ir marcando oportunamente en esta otra.



LOCUS AMOENUS: EL SOLAZ DEL VERGEL PRIMAVERAL.

Es propio de la estructura de la cançó, que va dirigida a una dama noble, comenzar la primera estrofa con un exordio primaveral, en el que se celebraba la llegada de la primavera invitando al amor (tema del que se va a hablar: "Lo gens tems de pascor | ab la frescha verdor | nos adui folh 'e flor | de diversa color, | per que tuih amador | son gai e chantador | mas eu, que planh e plor, | c'us jois no m 'a sabor"; "El bello tiempo de primavera | con el fresco verdor | nos ofrece hojas y flores | de diversos colores, | por lo que todos los enamorados | están alegres y cantan, | excepto yo, que gimo y lloro, | pues ninguna alegría me da placer", escribía Bernart de Ventadorn), desarrollando una descripción recurrente de "locus amoenus" (de amplio desarrollo clásico, a través de la literatura bucólica) y que se concretaba en un vergel con árboles frutales, arbustos, setos, flores, canto de ruiseñores ("lo rossinhols s'esbaudeya | josta la flor el verjan, | e pren m'en tan grans enveya | qu'eu no posc mudar, no chan"; —"el ruiseñor se alegra | entre las flores sobre la rama, | y a mí me invade tan gran deseo | que no puedo menos que cantar"—, cantaba el mismo Bernart de Ventadorn), alondras, agua fluyendo...), período diferente al del "mayo" de otros cantores. [Cfr.: Dragonetti, Roger. La tecnique poétique des trouvères dans la chanson cuortoise. Genève: Slatkine, 1979, pp. 169 y ss].

Dirá Giraut de Borneill:

XIII. « Er'ai gran joi que.m remembra l'amor
que.m te mo cor salf en sa fezeltat;
que l'altr'er vine en un verger, de flor
tot gen cobert ab chan d'auzels mesclat,
e can estav'en aquel bels jardis,
lai m'aparec la bela flors de lis
e pres mos olhs e sazic mo coratge
si quez anc pois remembransa ni sen
non aic mas can de leis en cui m'enten».
Siento ahora gran alegría al recordar el amor
que tiene a mi corazón firme en su fidelidad;
el otro día entré en un jardín, de flores
todo graciosamente cubierto y por el canto de los pájaros adornado,
y cuando estaba en aquel bello jardín,
allí me apareció la bella flor de lis
y se apoderó de mis ojos y aferró mi corazón,
tanto que no tuve más memoria ni pensamientos, sino para ella a la cual amo.

[ Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 104-105].


Y así cantará Marcabrú este vergel de amor:

XIV. « A la fontana del vergier,
on l'erb'es vertz josta.l gravier,
a l'ombra d'un fust domesgier,
en aiziment de blancas flors
e de novelh chant costumier,
trobey sola, ses companhier,
selha que no volmon solatz.

So fon donzelh'ab son cors belh,
filha d'un senhor de castelh;
e quant ieu cugey que l'auzelh
li fesson joy e la verdors,
e pel dous termini novelh,
e quez entendes mon favelh,
tost li fon sos afars camjatz.

Dels huelhs ploret josta la fon
e del cor sospiret preon.
"Jhesus, dis elha, Reys del mon,
per vos mi creys ma grans dolors,
quar vostra anta mi cofon,
quar li mellor de tot est mon
vos van servir, mas a vos platz.

Ab vos s'en vai lo meus amicx,
lo belhs e.l gens e.l pros e.l ricx;
sai m'en reman lo grans destricx,
lo deziriers soven e.l plors.
Ay! Mala fos reys Lozoicx
que fay los mans e los prezicx,
per que.l dols m'es en cor intratz!"

Quant ieu l'auzi desconortar,
ves lieys vengui josta.l ri clar:
"Belha, fi m'ieu, per trop plorar
afolha cara e colors;
e no vos cal desesperar,
que selh qui fui lo bosc fulhar,
vos pot donar de joy assatz".

"Senher, dis elha, ben o crey
que Deus aya de mi mercey
en l'autre segle per jassey,
quon assatz d'autres peccadors;
mas say mi tolh aquelha rey
don joys mi crec; mas pauc mi tey
que trop s'es de mi alonhatz"».

En la fuente del verjel,
donde la hierba es verde junto al pedregal,
a la sombra de un árbol frutal,
circundada de blancas flores
y del primaveral canto acostumbrado,
sola encontré, sin compañero,
a aquella que no desea mi conversación.

Era una doncella de bella figura,
hija de un señor del castillo;

y cuando yo creía que las aves,
le provocaban contento, y el verdor
y la dulzura de la nueva estación,
y que estaba dispuesta a escuchar mis palabras,
cambió imprevistamente su actitud.

De los ojos lloraba junto a la fuente
y del corazón suspiraba rogando:
"Jesús, dijo ella, Rey del mundo,
por vos se aumenta mi gran dolor,
la afrenta sufrida por vos me aniquila,
porque los mejores de este mundo
os van a servir, ya que a vos place.

Con vos se va mi amigo,
el bello, el gentil, el valiente, el noble;

aquí, conmigo, queda el gran tormento,
la nostalgia de él y el llanto.
¡Ay! Maldito sea el rey Luis
que manda los mensajes y las arengas,
por los cuales el dolor en mi corazón ha entrado".

Cuando yo la oí lamentarse,
me acerqué a ella, junto al río claro:
"Bella, le dije, el mucho llorar
aja rostro y color;
y no os debéis desesperar,
pues aquél que hace reverdecer los bosques,
puede daros gran alegría".

"Señor, dijo ella, bien creo
que Dios tendrá de mi piedad,
en la otra vida por siempre,
como de muchos otros pecadores;
pero aquí me quita aquel rey
a quien la alegría le acrecentaba, la cual poco me dura
porque demasiado él de mí se alejó.


[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 52-55].


SUBLIMACIÓN DE LA ENAMORADA.

Hemos visto más arriba que la crítica viene entendiendo por "amor cortés" una erótica fundada en la sublimación de la dama: la amada es inaccesible, capaz de inspirar al enamorado el ejercicio de todas las virtudes y comportarse bajo el espíritu de la “cortesía”. Ensalzarán, pues, estas canciones a la mujer, que ha perdido los aspectos negativos de los que la Iglesia fue cargándole, a través de los símiles del pecado de Eva, convirtiéndose en "dechado de perfección". Y así es como la dama

«se concibe como un ser lleno de perfecciones y, en este sentido, moralmente superior al hombre. Incluso se llega a decir que Dios creó a la mujer de mejor material que al hombre; que la creó como muestra de su saber y poder, para darnos a conocer quien es Él, y que por tanto ella es reflejo de la Suma Belleza; y ya en el 'dolce stil nuovo', que posee “donne angelicatte” o que su naturaleza es celestial (fue elegida de entre los ángeles)».
[ Walde Moheno, Lillian von der. "El amor cortés", in Espacio Académico de Cemanáhuac, III, 35 (1997), pág. 1]

Por ello,

«la dama de cabellos rubios, piel fina y talle esbelto es la mujer idealizada que sustituye, al menos como imagen, a partir del siglo XII, a la mujer que era "larva del demonio" o "la puerta del infierno", la ingrata descripción ya mencionada que nos daban de lo femenino los padres de la Iglesia.
[ADDENDA. Tenemos como antecedente la visión de los padres de la Iglesia (siglos V-VIII), como san Juan Crisóstomo, san Juan Damaceno o san Jerónimo, para quienes la mujer puede ser "soberana peste", "puerta del infierno", "amor del diablo", "larva del demonio" o "flecha del diablo", posición que indudablemente implica la consideración de la mujer esencialmente como posible fuente del pecado. Posteriormente, en el siglo XIII, todavía para santo Tomás de Aquino (1225-1274) la mujer es "una deficiencia de la naturaleza", "de menor valor y dignidad que el hombre", y claramente creada para la reproducción].
Esta transformación de la imagen femenina, debida en buena medida a la literatura cortés, convierte a la mujer en el centro del desarrollo poético, y a la vida de la corte en el ámbito que es punto de partida y fin de la actividad social y cultural de guerreros, castellanas, doncellas y escuderos, hombres y mujeres de la nobleza.
Esta mujer-dama llegará a ser un ideal en la época de los 'cancioneros', época tardía para lo medieval y por tanto más próxima a la idea renacentista que, al menos como imagen, caracterizará a la dama como un "dechado de perfección, pero fría e insensible a las solicitudes del galán. Su rasgo más propio es la absoluta superioridad sobre el amante" [Salvador Miguel, Nicasio. “El amor y la poesía cancioneril. Amor y sexualidad en España", in Historia 16, CXXIV (1986), pág. 45]; esto es, ya no será alcanzable para su enamorado que difícilmente podrá ser entonces su "amigo", y será la "belle dame sans merci".
Pero en el contexto medieval del mundo trovadoresco y cortés la dama es una mujer [no] sólo idealizada, y con esto quiero decir que es alcanzable por el caballero. Se trata entonces de un ser que por yacer con su amante, con toda la discreción del caso, no pierde su condición de dama. Recordemos, por ejemplo, las intensas relaciones de Ginebra con Lanzarote o de Tristán con Iseo, que no se limitan a una contemplación por parte del enamorado y a una frialdad lejana de la dama, sino que llegan al contacto físico pasional sin que por ello estas mujeres pierdan su condición honorable y elevada socialmente de damas. En cambio, en la concepción de la dama de corte renacentista la mujer no puede ser alcanzada por el enamorado pues, de ser así, en ese mismo momento ya no es "ideal". Esto hace que la imagen de la mujer tenga que modificarse».

[ González, Aurelio. "El amor en la literatura medieval. La dama y el caballero", in Gonzalbo Aizpuru, Pilar. (ed.) Amor e historia. la expresión de los afectos en el mundo de ayer. México: El Colegio de México, 2013, pág. 140 y 137 respectivamente].].

En efecto, fijémonos en cómo es descrita la hermosa dama del "amor cortés" (["Doussa dona, amors e joys/ Nos ten ensems mal grat dels croys", "dama dulce, amor y alegría/ nos tengan unidos, mal que les pese a los envidiosos", en versos de Raimbaut d'Aurenga. Cfr.: Carmona, Fernando; Hernández, Carmen et Trigueros, J. A. Lírica románica medieval. Murcia: Univ. de Murcia, 1986, pág. 142]), en estos versos de Arnaut de Maruelh:

XV. « La grans beutatz e.l fis ensenhamens
e.l verais pretz e las bonas lauzors
e.l cortes ditz e la fresca colors
que son en vos, bona domna valenz» (...)
La gran hermosura y la sutil inteligencia,
y el verdadero mérito y las buenas alabanzas,
y las corteses palabras y el fresco color
que hay en vos, excelente señora valiosa (...)

[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pág. 651].


O en estos otros de Rimbaut de Vaqueiras:

XVI. « Domnu genti 'el essernida.
gaia e pros e conoissenz,
valla.m vostr'ensegnamenz,
car jois e jovenz vos gida,
cortesia e pres e senz,
e toz bos captenemenz:
per qe.us sui fidels amaire,
senes toz retenemenz,
francs, humils e merceiaire,
tant fort me destreing e.m venz
vostr'amors, qe m'es plasenz;
per qe sera chausimenz,
s'eu sui vostre benvolenz
e vostr'amics».
Señora gentil y electa,
alegre, noble y sabia,
válgame vuestra cortesía,
pues alegría y juventud os guían,
cortesía y valor y razón,
y toda buena conducta:

porque os soy fiel amante,
debéis retenerme,
franco, humilde y suplicante,
tan fuertemente me domina y vence
vuestro amor, que me es placentero;
por tanto, sería grato,
si fuera vuestro amante
y vuestro amigo.

[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 170-173].


Y en esta otra canción de Ramberti de Buvalel, ya en pleno siglo XIII:

XVII. « Al cor m'estai l'amoros desiriers
que m'aleuia la gran dolor q'ieu sen,
et estai si dedinz tant doussamen
que mais no.i pot intrar autre penssiers,
5 per que m'es douz lo mals e plazentiers,
que per so lais tot autre pensamen,
e non pens d'als mas d'amar finamen
e de faire gais sonetz e leugiers.

Pero no.m fai chantar flors ni rosiers
10 ni erba vertz ni fuoilla d'aiguilen,
mas sol amors qe.m ten lo cor iauzen
que sobre totz amadors sui sobriers
d'amar celliei cui sui totz domengiers;
ni de ren als non ai cor ni talen,
15 mas de servir son gen cors avinen
gai et adreich on es mos cossiriers.

Prions sospirs e loncs cossirs d'esmai
m'a mes al cor la bella en cui m'enten,
mas s'il saubes cum m'auci malamen
20 lo mals d'amor e la pena q'ieu trai,
tant es valens e de fin pretz verai
e tant si fai lauzar a tota gen,
q'ieu cre n'agra merce, mon escien,
qu'il es la flors de las meillors qu'ieu sai.

25 A Dieu coman la terra on ill estai
e.l douz pays, on nasquet, eissamen
e sa valor e son gen cors plazen,
on tant grans bes e tanta beutatz iai,
q'ieu tant desir. Dies, coras la veirai!
30 Don tals doussors inz al cor me dissen,
qe.m ten lo cor fresc e gai e rizen,
q'on q'ieu estei, ades conssir de lai.

Qan me cossir son ric pretz cabalos
e ben remir son gen cors covinen,
35 gai et adreich, cortes e conoissen
e.l douz esgart e las bellas faissos,
no.m meraveill s'ieu en sui enveios;
anz es ben dreitz qu'eu' l'am per tal coven
cum de servir e d'amar leialmen
40 e son rric pretz retraire en mas chanssos.

Qan mi soven dels bels digz amoros
e de.ls plazers qe.m saubetz dir tant gen,
bella dompna, cui hom sui veramen,
granz esfortz fi quant me loigniei de vos,
45 qu'eu degra estar totz temps de genoillos
a vostres pes tro que fos franchamen,
s'eser pogues, per vostre mandamen,
bon'amistatz mesclada entre nos dos.

Bona dompna, si mal parlier ianglos
50 muil destorbier volon metre entre nos,
no n'aion ia poder a lor viven,
q'ie.us amarai totz temps celadamen,
et on q'ieu an, mos cors reman ab vos.

Biatritz d'Est, la mieiller etz c'anc fos,
55 e ia Dieus noca.m sal s'ieu de ren men,
qu'el mon non cre qe n'aia tant valen,
qui vol gardar totas bonas razos».

En el corazón está el amoroso deseo
que me alivia el gran dolor que yo siento,
y está asentado allí tan dulcemente
que no puede nunca entrar allí ningún otro pensamiento,
por lo que me es dulce el mal, y placentero,
por ello dejo todo otro pensamiento,
y no pienso en nada sino en amar finamente
y hacer alegres canciones, y ligeras.

Por esto no me hacen cantar ni flor, ni rosal,
ni hierba verde, ni hoja de rosa,
sino sólo Amor que me tiene el corazón gozoso,
pues sobre todos los otros amantes sobresalgo
en amar a aquella de la cual soy enteramente vasallo;
ni de ninguna otra cosa tengo deseo o voluntad
sino de servir a su gentil persona encantadora,

alegre y leal
, en quien está mi pensamiento.

Profundos suspiros y largos pensamientos [llenos] de dolor
me ha puesto en el corazón la bella, que amo,
pero si ella supiese cómo me atormenta dolorosamente,
el mal de amor y la pena que yo sufro,

tan noble es, y de fino valor verdadero,
y merece que se haga alabar de todos,
que yo creo que me tendrá piedad, a mi parecer,
pues es la flor entre las mejores que yo conozco.

A Dios encomiendo la tierra donde ella mora
y el dulce país, donde nació, igualmente,
y su valor y su gentil persona agradable,
en donde tan gran bien y tanta belleza hay,
que yo tanto deseo. ¡ Dios, cuándo la veré!
De ella tal dulzura a mi corazón desciende,
que vuelve a mi corazón fresco, alegre y riente,
tanto que en donde esté, enseguida pienso en ella.

Cuando pienso en su noble perfecta virtud
y bien contemplo su gentil persona encantadora,
alegre y noble, cortés y sabia,
y su dulce mirada y sus bellas facciones,
no me maravillo de haberme enamorado;
antes es muy natural que yo la ame con tal
de servirla y amarla lealmente
y su noble virtud retratar en mis canciones.

Cuando recuerdo las bellas palabras amorosas
y las placenteras cosas que me supisteis decir con tanta gentileza,
bella señora, de quien soy vasallo verdaderamente,
grandes esfuerzos hice cuando me alejé de vos,
que yo habría debido estar siempre de hinojos
a vuestros pies hasta que fuese francamente,
de haber sido posible, por vuestra voluntad,
una buena amistad entrelazada entre nosotros dos.

Buena señora, si los charlatanes maldicientes
discordia quieren poner entre nosotros,
que no tengan poder [para hacerlo] mientras vivas,
pues yo os amaré siempre secretamente,
y donde sea que vaya, mi corazón queda con vos.

Beatriz de Este, sois la mejor que jamás haya existido,
y Dios nunca me salve si yo miento en algo,
que en el mundo no creo que exista [otra] de tanto mérito,
teniendo en cuenta toda buena razón.


[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 178-181].


Como vemos, al ser la dama idolatrada, idealizada y sublimada, se convierte en un ser lejano del que sólo se describen cualidades, y de la que los trovadores generalmente sólo dan pinceladas, apenas ligeros rasgos de su aspecto físico: "So fon donzelh’ab son cors belh" ("era doncella de hermoso cuerpo", dijo escuetamente Marcabrú) —contrariamente al amor cortesano de los novelistas del norte de Francia, en cuyas obras se reflejará una mujer más de carne y hueso y real, descrita en todos los extremos, aunque también con tópicos repetidos: "Qui de deus pars lacié estoient!: | le cors ot gent, basse la hance, | le col plus blanc que noir sor brance; | les ex ot vairs e blanc le vis, | bele bouce, nés bien assis; | les sorcils bruns è bel le front, | ses mantiaus fu de pourpre bis" ("¡quién pudiera describir la belleza de su cuerpo!: | tiene un cuerpo bien hecho, la cintura estrecha, | el cuello más blanco que la nieve sobre las ramas; | sus ojos son de color gris azulados, su rostro muy claro, | su boca agradable y su nariz perfectamente regular; | tiene las cejas negras y la frente despejada, | los cabellos rizados y muy rubios" ([Roquefort, B. (ed.). Poésies de Marie de France. Vol. I. Paris: Chasseiau, 1820, pág. 244])—, aunque siempre hay alguna excepción, como en el "salutz d'amor", que hemos visto más arriba, de Arnaut de Maruelh, verdadero canon de la belleza provenzal.

No obstante, entre los pocos detalles que los trovadores resaltan tenemos el del color blanco de la piel (como reflejo de la pureza interior, sin pecado): "Cors blanc tot atrtal | Com la neus a Nadal" (el cuerpo blanco | como la nieve de Navidad", cantó Bernart de Ventadorn; e igualmente en otra canción poniendo en contraposición la luminosidad de la dama con la oscuridad del ambiente que le rodea, dirá: "que sos cors es bels e bos | e blancs sotz la vestidura | - eu non o dic mas per cuda–| que la neus, can ilh es nuda, | per vas lei brun’et escura"). No obtante, no será el único (dirá Guiraut de Bornelh: "Tan es sos cors gais et isneus | e complitz de belas colors | c’anc de rozeus no nasquet flors | plus fresca ni d’altres..." ("Estan alegre su cuerpo, y esbelto, | y cumplido, de hermosos colores, | que nunca de rosal ni de ninguna flor | más fresca ni de otras ...").

Así describe Cercamon a la dama:

XVIII. « Aquesta don m’auzetz chantar
es plus bella q’ieu non sai dir;
fresc’a color e bel esgar
et es blancha ses brunezir;
oc, e non es vernisada,
ni om deleis non pot mal dir,
tant es fin’et esmerada».
Ésta, de la que me oís cantar,
es más hermosa de lo que sé decir;
tiene fresco color y bella mirada
y es blanca
sin ensombrecerse.
Sí, y no usa afeites,
y nadie puede decir mal de ella:
tan perfecta es y acrisolada.

[Caprio, Marco di. Cromatismi nella lirica trobadorica. Tesis de la Universidad de los Estudios Roma Tres, 2013, pág. 149 ].


O en este otro hermoso poema, también de Arnaut de Maruelh, en el que relaciona la primavera con la amada:

XIX. « Belh m'es quan lo vens m'alena
en abril ans qu'entre mais,
e tota la nueg serena
chanta.l rossinhols e.l jais;
quecx auzel en son lenguatge,
per la frescor del mati,
van menan joi d'agradatge,
com quecx ab sa par s'aizi.

E pus tota res terrena
s'alegra quan fuelha nais,
no.m puesc mudar no.m sovena
d'un'amor per qu'ieu sui jais;
per natur'e per uzatge
me ve qu'ieu vas joi m'acli,
lai quan fai lo dous auratge
que.m reve lo cor aisssi.

Pus blanca es que Elena,
belhazors ques flors que nais,
e de cortezia plena,
blancas dens ab motz verais,
ab cor franc ses vilanatge,
color fresc'ab saura cri.
Dieus, que.l det lo senhoratge,
la sal, qu'anc gensor non vi!

Merce fara, si no.m mena
d'aisi enan per loncs plais,
e don m'en un bais d'estrena
e segon servizi.l mais!
E pueis farem breu viatge
sovendet e breu cami,
que.l sieus belhs cors d'alegratge
me a mes en est trahi».

Me es agradable cuando el viento me sopla
en abril, antes de que entre mayo,
y toda la noche serena
cantan el ruiseñor y el arrendajo.
Cada pájaro en su lenguaje,
por la frescura de la mañana,
se va alegrando gustosamente,
cuando cada uno se acomoda con su pareja.

Y, pues toda criatura
se alegra cuando la hoja nace,
no puedo evitar acordarme
de un amor que me hace feliz.
Ocurre que por naturaleza y por costumbre
me inclino hacia la alegría
siempre que sopla la dulce aura
que de tal modo me reanima el corazón.

Es más blanca que Elena,
más hermosa que la flor que nace,
llena de cortesía,
blancos dientes
con palabras veraces,
con corazón franco, sin villanía,
color fresco y rubia cabellera.

Que Dios, que le otorgó el señorío,
la guarde, pues nunca vi (otra) más gentil.

Tendrá piedad (conmigo), si desde ahora
no me hace esperar largo plazo,
y me da un beso con albricias,
y más (aún), según mi servicio.
Y luego haremos un breve viaje
en lento y corto camino,
pues su hermosa y alegre persona
me ha puesto en este trance


[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pp. 657-658].


Rigaut de Berbezilh (ca. 1141-1160) la describe así:

XX. « Si com la Stella jornaus
que non a paria,
es vostre rics pretz ses par,
e l’oill amoros e clar,
franc ses felina,
bels cors plasens, egaus,
de totas beutatz claus,
Miels de domna, e de bel estamen,
Que.m defen
Lo pensar del marrir:
So non pod hom deloingnar ni gandir».
Como la estrella matutina,
que no tiene par,
es vuestro rico mérito sin par,
y los ojos amorosos y claros,
francos, sin engaño,
el hermoso cuerpo, gozoso, liso,
llave de todas las bellezas,

Mejor que dama, y de alta condición,
que me impide
el pensar entristecido:
Esto no se puede alejar ni regir.


Luego, a partir del desarrollo del culto a la virgen, este amor se hará más místico y menos carnal, con lo que la idea platónica de identificación de belleza con el bien supremo será posible.

Con todo ello, debemos dejar constancia, con M. Pastoureau, de que también

«esa amada incluso queda transcendida: el pretendiente, inmerso en un estado cercano a la contemplación religiosa, está enamorado de su propio estado amoroso; y llega a un punto en que no desea más que el deseo. El amante entonces pierde toda voluntad, toda personalidad, ya no es más que un niño con el que la mujer amada puede hacer lo que quiera [como vemos en estos versos de Cercamon]:
Por ella, seré mentiroso o sincero;
leal o lleno de engaño,
villano completamente cortés,
trabajador o perezoso,
ya que es ella quien posee el poder
de ensalzarme o humillarme».
[Pastoreau, Michel. La vida cotidiana de los caballeros de la Tabla Redonda. Madrid: Temas de Hoy, 1994, pág. 175].

VIRTUDES DEL CABALLERO ENAMORADO.

El caballero-trovador, a su vez, debía ser, fundamentalmente sumiso, una vez que se ha declarado bajo la formulación feudal "homme-lige", es siervo, vasallo, prisionero de amor. Baste recordar estos versos de Peire Cardenal (c. 1204-1272), que nos sirve como resumen de toda la retórica empleada por los trovadores, señalando los lugares comunes sobre los efectos del amor, una vez que dice haberse librado del vínculo con su amada:

XXI. « Ar me puesc ieu lauzar d'Amór,
Que no-m tol manjar ni dormir;
Ni-n sent freidura ni calór
Ni no-n badalh ni no-n sospir
Ni-n vauc de nueg arratge
Ni-n soi conquistz ni-n soi cochatz,
Ni-n soi dolenz ni-n soi iratz
Ni no-n logui messatge;
Ni-n soi trazitz ni enganatz,
Que partitz m'en soi ab mos datz.

Autre plazer n'ai ieu maior,
Que no-n traïsc ni fauc traïr,
Ni-n tem tracheiris ni trachor
Ni brau gilos que m'en azir;
Ni-n fauc fol vassalatge,
Ni-n soi feritz ni derocatz
Ni no-n soi pres ni deraubatz;
Ni no-n fauc lonc badatge,
Ni dic qu'ieu soi d'amor forsatz
Ni dic que mos cors m'es emblatz.

Ni dic qu'ieu mor per la gensor
Ni dic que-l bella-m fai languir,
Ni non la prec ni non l'azor
Ni la deman ni la dezir.
Ni no-l fas homenatge
Ni no-l m'autrei ni-l me soi datz;
Ni non soi sieus endomenjatz
Ni a mon cor en gatge,
Ni soi sos pres ni sos líatz
Anz dic qu'ieu li soi escapatz.

Mais deu hom lauzar vensedor
Non fai vencut, qui-l ver vol dir,
Car lo vencens porta la flor
E-l vencut vai hom sebelir;
E qui venc son coratge
De las desleials voluntatz
Don ieis lo faitz desmezuratz
E li autre outratge,
D'aquel venser es plus onratz
Que si vensía cent ciutatz.

Pauc pres prim prec de pregador,
Can cre qu'il, cuy quer convertir,
Vir vas vil voler sa valor,
Don dreitz deu dar dan al partir;
Si sec son sen salvatge,
Leu l'er lo larcx laus lag loinhatz
Plus pres lauzables que lauzatz:
Trop ten estreg ostatge
Dreitz drutz del dart d'amor nafratz.
Pus pauc pres, pus pres es compratz.

Non voilh voler volatge
Que-m volv e-m vir mas voluntatz
Mas lai on mos vols es volatz».

Ahora puedo cantar las alabanzas del Amor,
puesto que ya no me privo ni de comer ni de dormir,
ni siento el frío ni el calor.
ni tengo expectativas vanas, ni suspiros,
ni vagabundeos nocturnos,
ni soy conquistado ni atormentado,
ni estoy infeliz ni afligido,
ni alabo a ningún mensajero,
ni soy traicionado ni engañado...,
puesto que he abandonado el juego.

Otra satisfacción aún mayor tengo:
que ni traicioné ni fui traicionado,
ni temo a traidora ni traidor,
ni al salvaje celoso que me persigue,
ni le propicio hazaña alguna,
ni soy golpeado ni derrocado por él,
ni soy ya más robado o despojado,
ni a causa de él hago larga y vana espera,
y no digo que soy por el amor forzado,
ni digo que mi corazón se ha arrancado de mí.

Ya no digo que muero por la más agraciada,
ni digo que la (dama) bella me hace languidecer.
ni le rezo ni le adoro,
ni le solicito ni la deseo,
ni le rindo homenaje,
ni me abandono ni me doy a ella,
ni soy su fiel vasallo,
ni tiene mi corazón en prenda,
ni soy su cautivo ni su obligado,
debo incluso decir que libre soy al escapar.

Pero merece más alabanzas el vencedor,
que el vencido, por decirlo así,
porque el vencedor porta la flor
mientras que el vencido la va a enterrar;
y quien vence a su corage,
de los injustos deseos,
que los hace desmesurados,
y otros ultrajes,
de esta victoria es más honrado
que si hubiera conquistado cien ciudades.

Por poco precio tengo estas sutiles prioridades del suspirante,
quien cree que aquella, a la que quiere persuadir,
convertirá en una vil voluntad su valor,
donde el Derecho deberá hacerle pagar la indemnización;
si sigue su sentimiento violento,
de él se alejará rápidamente, y vergonzosamente, la alabanza
tomo de los que son más loables que del adulador:
está confinado en una estrecha cárcel de rehenes
el verdadero amante herido del dardo del amor.
Por eso, poco aprecio la recompensa si el precio es demasiado alto.

No quiero querer este voluble (deseo),
que se vuelve y rechaza mi voluntad
por todas partes, salvo allí donde deberían ir.


[Cfr.: http://www.cardenal.org/T01.htm ].


Entre los rasgos, pues, del trovador-enamorado deben prevalecer el ser liberal, generoso, valiente, refinado, leal, fiel, y noble de cuna (generalmente) o de corazón. Estas virtudes, provocadas por la amada, constituían la "pretz" (el mérito) de la persona, que corría de boca en boca, de corte en corte, siendo "laus" (alabanza) del trovador.

Veámoslo en este poema de Arnaut Daniel:

XXII. « Tot jorn meillur et esmeri
car la gensor serv e coli
del mon, so.us dic en apert.
Sieus sui del pe tro qu'en cima,
e sitot venta.ill freid'aura,
l'amors qu'inz el cor mi plou
mi ten chaut on plus iverna.

Mil messas n'aug e.n proferi
e.n art lum de cera e d'oli
quen Dieus m'en don bon issert
de lieis on no.m val escrima;
e quan remir sa crin saura
e.l cors gai, grailet e nou
mais l'am que qui.m des Luserna.

Tant l'am de cor e la queri
c'ab trop voler cug la.m toli
s'om ren per ben amar pert.
Qu'el sieus cors sobretacima
lo mieu tot e non s'eisaura;
tant a de ver fait renou
c'obrador n'a e taverna».

A diario mejoro y me esmero
pues sirvo y rindo culto a la más gentil
del mundo,
os lo digo abiertamente.
Suyo soy desde el pie hasta la cabeza,
y aunque sople la fresca aura,
el amor que me llueve dentro del corazón
me tiene caliente donde más invierna.

Oigo y ofrezco mil misas
y enciendo luces de cera y de aceite
para que Dios me dé buen acierto
con aquella ante quien no me vale esgrima;
y cuando contemplo su cabellera rubia
y el cuerpo alegre, esbelto y joven,
la amo más
que a quien me diera Lucerna.

Con tanto corazón la amo y la requiero,
que creo que, por demasiado querer, me la hurtaré,
si es que algo se pierde por bien amar.
Porque su corazón sobrevuela completamente
el mío, y éste no se remonta;
en verdad ella ha ejercido tanto la usura,
que tiene taller y taberna de ello


[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pp. 629-630].

[Sobre los elementos citados, cfr.: Bec, Pierre. Les saluts d'amour du troubadour Arnaud de Mareuil. Toulousse: E. Privat, 1961].


O en esta otra canción de Guillem de Cabestany (finales s. XII-c. 1212):

XXIII. « Ar vei qu'em vengut als jorns loncs,
que·il flors s'arenguo sobr'els troncx,
et aug d'auzelhs chans e refrims
pels plaissatz qu'a tengutz embroncx
lo fregz, mas era pels soms sims,
entre las flors e·ls brondelhs prims,
s'alegra quascuns a son for.

Mas ieu m'esjauzisc e·m demor
per un joy d'amor q'ai al cor,
don m'es dous deziriers techitz;
que meins que serps de sycamor
me·n deslong per us vars fraiditz,
anz m'es totz autres joys oblitz
vas l'amor don paucs bes ajust
.

Anc pus N'Adam cuilhic del fust
lo fruig don tug em en tabust
tam bella no·n aspiret Crist:
bel cors benestan, car e just,
blanc e lis plus q'us almatist;
tant es ylh belha qu'ieu·n suy trist,
quar de me no·lh pren mais de sonh.

E ja mais no·il serai tant lonh
que l'amors que m'aflama e·m poinh
si parta del cor ni s'esquins:
car a las vetz quand si desjonh
s'espandis defors e dedins.
Adoncx suy cobertz, claus e cins
d'amor plus que de flors ysops.

Et am tant que menhs n'a mortz trops,
e tem que·l jorns mi sia props,
qu'Amors m'es cara et ye·l suy vils;
e ges aissi no m'agra ops,
que·l fuecs que m'art es tals que Nils
no·l tudaria pus qu'us fils
delguatz sostendria una tor.

Mas ieu sols, las!, sosteing l'ardor
e la pena que·m ven d'amor
ab doutz desirs, ab mains destricx,
e·m n'espalezis ma color.
Pero non dic que s'er'anticx
e blancs devengutz cum es nicx,
qu'en re de ma dona·m clames.

Quar dompnas fan valer ades
los desvalenz e.ls fels engres:
que tals es francs et agradius
que si ja dompna non ames
vas tot lo mon fora esquius;
qu'ieu·n suy als pros plus humilius
e plus orgulos als savays.

Joglars, no·t tenha·l cautz estius:
vai e saluda·m mos amius,
e·N Raimon plus, car el val mais:

Que·l mals m'es douz e saborius
e·l pauc ben mana don me pais».

Veo que hemos llegado a los días largos,
que las flores se alinean sobre los troncos,
y oigo de los pájaros cantos y gorjeos
por los setos que ha tenido a la sombra
el frío, mas en las altas cimas,
entre las flores y las delgadas ramas
se alegran cada cual a su modo.

Pero yo me regocijo y demoro
por un gozo de amor que tengo en el corazón
del que un dulce deseo me ha crecido;
que menos que a la serpiente del sicómoro
me costaría alejarme de este gozo,
pero ante el amor de todo gozo me olvido,
del que apenas pocos bienes recibo
.

Desde que don Adán cogió del árbol
el fruto que nos tiene en desconcierto
nada tan bello hizo Cristo:
cuerpo hermoso, precioso y agradable,
blanco y terso, más que una amatista,
tan hermosa es que yo me entristezco
pues no repara en mí.

Y ya nunca le estaré tan lejos,
que el amor que me inflama y me acucia
se separe del corazón ni se arranque
;
pues cuando a veces se aparta
se expande hacia fuera y hacia dentro.
Entonces, estoy cubierto, encerrado y ceñido
de amor, más que el hisopo de las flores.

Tanto amo, que por menos hay muchos que murieron, y temo que la jornada me sea propicia,
pues Amor me es querido y yo a él le soy vil;
y esto así no me es grata cosa,
porque el fuego que me arde es tal que el Nilo
no lo extinguiría igual que un hilo
delgado no sostendría una torre.

Pero yo a solas, ¡desdichado!, mantengo el ardor
y la pena que me viene del amor
con dulces deseos, con muchas congojas,
que empalidece mi color.

Pero no digo que si fuese anciano
y blancos convertidos (mis cabellos) como la nieve,
que en nada de mi señora me quejaría.

Porque las damas hacen siempre valientes
a los menos valientes, y a los delincuentes malvados,
pues tal es franco y agradable,
que si no amase a una dama
para todo el mundo fuera esquivo
;
por eso yo soy con los dignos más humilde
y más orgulloso con los malos.

Juglar, no te detenga el caluroso estío:
ve y saluda a mis amigos,
y a Raimon más, pues vale más:

que el mal me es dulce y sabroso,
y el poco bien, un maná que me nutre.


[Alvar, Carlos et Talens, Jenaro (ed. y tr.). Locus amoenus. Antología de la lírica medieval de la península ibérica. Barcelona: Círculo de Lectores, 2009, pp. 294-297].


ELEMENTOS SOCIALES DEL AMOR CORTÉS.

Gilbert Highet destacó una serie de elementos sociales y teóricos en el entramado de lo que conocemos como "amor cortés", de entre los que destacamos:

El código de cortesía caballeresca, que obligaba a una extraordinaria deferencia para con los débiles, entre los que se encuentran las mujeres.
El ascetismo cristiano y el desprecio al cuerpo.
El culto a la Virgen María, que exaltaba la pureza y la virtud trascendente de la mujer.
El feudalismo, que consideraba al amante como vasallo de su amada, y exigía de él la actitud de un siervo ante su dueña.
La estrategia militar de la Edad Media: la conquista amorosa solía ser comparada con el asalto a una plaza fortificada o con su captura tras un largo asedio.
La poesía de Ovidio, autor de un tratado intelectual y ‘científico’ de la conquista amorosa considerada como ciencia: la Ars amatoria o Ars amandi
[Recordemos que Ludwig Traube calificó a los siglos XII y XIII como aetas ovidiana, mientras que los siglos VIII-IX recibieron la denominación de aetas vergiliana y los X-XI de aetas horatiana].
[Highet, G. La tradición clásica. Vol. I. Méjico-Buenos Aires: FCE, 1965, p. 99].


[Para conocer un poco más detenidamente los ideales caballerescos, remitimos al siguiente documental de CANAL HISTORIA]. De esta manera, C. S. Lewis llegó a caracterizar con cuatro notas el "amor cortés": "Humildad, Cortesía, Adulterio y Religión del amor".
[Lewis, C. S. La alegoría del amor. Estudio sobre la tradición medieval. Buenos Aires: Eudeba, 1969, pág. 19.
Cfr.: Menéndez Peláez, Jesús. Edad Media, in Menéndez Peláez, Jesús (coord.). Historia de la Literatura Española. Vol. I. León: Everest, 1993, pp. 341-347].

LA HUMILDAD.

El amor cortés o fine d'amors exigía, pues, una actitud servil, de humildad ante la dama (dice Bernart de Ventadorn: “Así como la rama se doblega al soplo del viento | que la inclina hacia donde quiere, | así yo obedezco a la que me cautiva, | pronto siempre a hacer cuanto me mande”), de un largo servicio amoroso, sin recompensa segura, siendo fuente de todas las virtudes.

Es lo que se conoce como la "joi d’amors", la alegría de amar, concepto que fue definido como Jacques Roubaud como "el estado de armonía, de éxtasis y de perfección interior que da el amor cuando la dama ama" al trovador.
[Roubaud, Jacques. Les Troubadours. Anthologie bilingue français et langue d'oc. Paris: Seghers, 1980, pp. 15-16].

Ahora bien este amor siempre es doloroso (lo expresa el mismo Bernart de Ventadorn: "la amo tanto que me produce un gran dolor. | Pero, ¿qué puedo hacer? | si el Amor se ha apoderado de mí, | si la única llave que abre la prisión, | donde ella me ha puesto | es la Piedad, aunque piedad no hallo ni rastro de ella?"), pero cuyo dolor complace al enamorado (como igualmente canta el mismo Bernart de Ventadour: "el amor me ha herido de una manera tan agradable | que mi corazón experimenta una deliciosa sensación en la desgracia".

O como también dirá el lombardo Lafranc Cigala (c. 1200-1258):

XXIV. « Mas eu am dompna seingnoril
Gai'e de bela paria,
Li cui faig son clar e gentil,
Nurit de fin pretz que-ls guia.
Qu'il val tant per cortezia,
Que d'un plazen ris mi socor,
Ades qant me ve, per amor.
E-l bais m'a mes en tal via,
De qu'ela-m fetz per sa merce aisiu,
Qu'eu conquerai l'onrat ioi seignoriu.

Ab franc vol et ab cor humil
Sui totz sotz sa seingnoria
Ni ai cor qu'eu me-n desapil,
Si-m dures mil anz ma via!
Que tan vas leis s'umelia
Mos cors d'umelian dousor,
Que-m teing per pagatz de dolor,
Si ia miels no me-n venia!
Mas midons, q'es conoissenz, ab pretz viu
M'issautz, si-l platz, pos eu tan m'umeliu».


[Cirlot, Victoria et al. (eds.) Antología de textos de literaturas románicas. Barcelona: Univ. Barcelona, 1994, pág. 99].


El amante no puede obtener nada sin el consentimiento de su dama, igual que no pudo iniciarse en el amor sin haber sido “incitado”. Ambos han debido dar “muestras” de amor (la senhal): mostrándole buen semblante ("bons semblans"), palideciendo, temblando el corazón en presencia del ser amado, tal y como lo describió Guilhem de Peitieu:

XXV. « Ab la dolchor del temps novel
foillo li bosc, e ti aucel
chanton chascus en lorlati
segon lo vers del novel chan;
adonc esta ben c'om s'aisi
d'acho don hom a plus talan.

De lai don plus m'es bon e bel
non vei mesager ni sagel,
per que mos cors non dorm ni ri,
ni no m'aus traire adenan,
tro qe sacha ben de la fi
s'el'es aissi com eu deman.

La nostr'amor vai enaissi
com la branca de l'albespi
qu 'esta sobre l'arbre tremblan,
la nuoit, a la ploja ez algel,
tro l'endeman, que - 1 sols s'espan
per las fueillas verz el ramel.

Enquer me membra d'un mati
que nos fezem de guerra fi,
e que.m donet un don tan gran,
sa drudari' e son anel:
enquer me lais Dieus viure tan
c'aja mas manz soz so mantel!

Qu'eu non ai soing d'estraing lati
que.m parta de mon Bon Vezi,
qu 'eu sai de paraulas com van
ab un breu sermon que s'espel,
que tal se van d'amor gabán,
nos n'avem la pessa e.l coutel».

Con la dulzura del tiempo nuevo
se revisten de hojas los bosques, y los pájaros
cantan cada uno en su latín,
según el ritmo del nuevo canto;
entonces está bien que cada uno se procure
aquel don que más desea.

De allá donde está la que me es más buena y bella
no veo mensajero ni carta,
por esto mi corazón ni duerme ni ríe
y no oso seguir adelante,
hasta que no sepa bien si el fin
es así como yo lo deseo.

A nuestro amor le sucede lo mismo
que a la rama del blancoespino,
que está sobre el árbol temblando
por la noche, [expuesta] a la lluvia y al hielo,

hasta el día siguiente, cuando el sol se expande
por las verdes hojas y el ramaje.

Me acuerdo aún de una mañana
en que habiendo terminado la guerra,
ella me hizo un regalo muy grande,
su amor y su anillo:

¡Dios me deje vivir tanto aún
como para poner mis manos bajo su manto!

Que no me preocupa que extraño lenguaje
pueda separarme de mi Buen Vecino;
yo sé qué sucede con las palabras
que se difunden en un breve discurso,
que pueden algunos jactarse de su amor,
pero nosotros tenemos la pieza y el cuchillo.


[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pp. 118-120].


De ahí que el amante esté obsesionado por la “imagen” de quien ama (incluso siendo falsa, pura abstracción, por haberse enamorado de oídas, o ser un "amor de lonh", "amor de lejos", como le ocurrió a Jaufré Rudel de Blaye (h. 1113-h. 1170) al enamorarse de la condesa Hodierna de Trípoli: "Ja mais d'amor no.m jauziray | si no.m jau d'est'amor de lonh" ("ya nunca amor disfrutaré, | si no este amor que disfruto desde lejos" [y que puedes escuchar AQUÍ, en versión moderna y voz de Jacmelina: o AQUÍ en su versión original, en voz de Alan Fish]): se venera, pues, a la belleza y se rinde culto a la hermosura.

XXVI. « Lanquan li jorn son lonc e may
M'es belhs dous chans d'auzelhs de lonh,
E quan mi suy partitz de lay,
Remembra'm d'un' amor de lonh.
Vau de talan embroncx e clis
Si que chans ni flors d'albespis
No-m valon plus que l'yverns gelatz.

Be tenc lo Senhor per veray
Per que formet sest' amor de lonh,
Mas per un ben que m'en eschay
N'ai dos mals, quar tant suy de lonh.
A! quar no fuy lai pelegris,
Si que mos fustz e mos tapis
Fos pels sieus belhs huelhs remiratz!

Be'm parra joys quan li querray,
Per amor Dieu, l'ostal de lonh,
E, s'a lieys platz, alberguarai
Pres de lieys, si be'm suy de lonh,
Qu'aissi es lo parlamens fis
Quan drutz lonhdas et tan vezis
Qu'ab cortes ginh jauzis solatz.

Iratz e dolens m'en partray,
S'ieu no vey sest' amor de lonh.
No'm sai quora mais la veyrai,
que tan son nostras terras lonh.
Assatz hi a pas e camis,
e per aisso no'n suy devis.
Mas tot sia cum a lieys platz.

Jamai d'amor no'm jauziray
Si no'm jau d'est' amor de lonh,
que mielher ni gensor no'n sai
ves nulha part, ni pres ni lonh.
Tant es sos pretz ricx e sobris
Que lai el reng dels Sarrasis
fos hieu per lieys chaitius clamatz.

Dieus que fetz tot quant ve ni vay
E formet sest'amor de lonh
Mi don poder, que cor be n'ai,
Qu'ieu veya sest'amor de lonh,
Verayamen en luec aizis,
Si que las cambras e'l jardis
Mi resemblo novels palatz.

Ver ditz qui m'apella lechay
e deziros d'amor de lonh,
que nulhs autres joys tan no'm play
Cum jauzimen d'amor de lonh.
Mas so qu'ieu vuelh m'es tant ahis,
Qu'enaissi'm fadet mos pairis
Qu'ieu ames e nos fos amatz».

Mas so q’ieu vuoill m’es atahis.
Totz sia mauditz lo pairis
Qe·m fadet q’ieu non fos amatz!

Cuando los días son largos en mayo
me agrada el dulce canto lejano de los pájaros,
y cuando me he alejado de allí,
me acuerdo de un amor lejano:
voy con talante pensativo y cabizbajo,
tanto que ni el canto o la flor del espino
no me alegran mas que el invierno helado.

Creo en el Señor que es verdadero,
por el cual veré al amor lejano;
pero por un bien que me toca
recibo dos malos, pues me es demasiado lejano.
¡Oh! pudiera yo ser peregrino allá
de modo que mi bordón y mis ropas de peregrino
pudieran ser vistos por sus bellos ojos!

¡Qué alegría tendré cuando le pida,
por amor de Dios, albergue para quien viene de lejos:
y, si le place, me albergará
junto a ella aunque ahora estoy lejos:
entonces vendrán los parlamentos dulces
cuando el amante lejano esté tan cercano
que se alegrará con los bellos dichos de amor.

Triste y alegre me separaré de ella,
aunque jamás la vi, a este amor de lejos:
mas no sé cuándo lo veré,
pues nuestras tierras son demasiado lejanas:
hay demasiado espacio y caminos,
y por eso no puedo adivinarlo...
¡Mas todo sea como a Dios plazca!

ya nunca amor disfrutaré,
si no este amor que disfruto desde lejos,
pues dama más graciosa y mejor no conozco
en ninguna parte, ni cercana ni lejana,
¡tan real y perfecto es su valor
que allá en el reino de los Sarracenos,
por su amor quisiera ser llamado "cautivo"!

¡Dios que creó todo cuanto existe
y formó este amor lejano,
me dé poder, pues en el corazón lo tengo,
para ver a este amor lejano,
en verdad, en tal lugar,
que la habitación y el jardín
me parezcan siempre un palacio!

Dice verdad quien me llama ávido,
y deseoso de este amor lejano,
pues ninguna otra alegría me agrada tanto
como el gozo de amor lejano.
Pero aquello que deseo me es negado,
pues mi hado me ha deparado
que ame y no sea amado.

Pero aquello que deseo me es negado.
¡Maldito sea siempre mi hado,
que me ha destinado a no ser amado!


[Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 64-67].


Y en esta otra canción, el mismo Jaufré Raudel cantó al amor de tierras lejanas ("amors de terra lonhdana") de este modo:

XXVII. « Quan lo rius de la fontana
S'esclarzis, si cum far sol,
E par la flors aiglentina,
E'l rossinholetz el ram
Volf e refranh ez aplana
Son dous chantar e l'afina,
dreitz es qu'ieu lo mieu refranha.

Amors de terra lonhdana,
Per vos totz lo cors mi dol,
E no'n puesc trobar mezina
Si no.n au vostre reclam
Ab atraich d'amor doussana
Dinz vergier o sotz cortina
Ab dezirada compahna.

Pus totz jorns m'en falh aizina,
no.m meravilh s'ieu n'aflam,
Quar anc genser crestiana
Non fo, ni Dieus non la vol,
Juzeva ni sarrazina.
Ben es selh pagutz de mana,
Qui ren de s'amor guazanha!

De dezir mos cors no fina
Vas selha res qu'ieu pus am,
E cre que volers m'enguana
Si cobezeza la'm tol;
Que pus es ponhens qu'espina
La dolors que ab joi sana;
don ja non vuelh qu'om m'en planha
(...)».

Cuando el riachuelo de la fuente
se torna claro, así como ocurrir suele,
y (aparecen) las flores del rosal silvestre,
y el ruiseñor en la rama
repite, modula y suaviza,
y su dulce cantar afina,
justo es que yo el mío module.

Amor de tierra lejana,
por vos todo el corazón me duele;
y no puedo encontrar medicina
si no es vuestra reclamo
con incentivo del amor dulce,
en jardín o detrás de la cortina
con una deseada compañía.

Como todo el día no tengo oportunidad,
no es de maravillar que me inflame,
porque jamás hubo más gentil cristiana,
ni lo fue, ni Dios lo quiera,
judía ni sarracena;
bien nutrido es de maná
quien algo de su amor gana.

De decir mi corazón no cesa
de desear a aquella que yo más amo;
y creo que la voluntad me engaña
si codicia me la quita;
el dolor que con gozo sana
es más punzante que espina
,
así que no quiero que nadie me compadezca.


[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pp. 158-159 ].


Dice al respecto el profesor A. Vitale-Brovarone:

«El trovador observa y contempla la intimidad de la mujer; ésta se le da o se le niega: él siente el cumplimiento de su deseo como elevación a un estado superior; habla (...) de su felicidad en el amor como de una ascensión social, cosa que en casos concretos puede haber estado justificada por los hechos, pero no necesita de esta justificación. El juego de la mezcla y la interferencia de las dos instancias se abre en la elegancia de la formulación: amor verdadero, amor soñado, larga privación, breve felicidad siguen unos a otros en un cambio vertiginoso de las perspectivas. En el juego estilístico de las explicaciones, alusiones, brillantes comparaciones se desarrolla y se realiza la expresión de los "fin'amors", que, descubiertos como juego literario, fueron juegos sociales, que no sólo había que desarrollarlos según las reglas del bello estilo, sino también de acuerdo con las reglas éticas del amor cortesano».
[ Vitale-Brovarone, Alessandro. "Las lenguas y literaturas románicas (I)", in Varios. Akal. Historia de la literaura. Vol. II. El mundo medieval. Madrid: Akal, 1989, pág. 341].

Este amor requiere de secreto y complicidad, si se quiere que dure (para salvaguardar la honra, fama e incluso los bienes de la amada).

Además, deberá el amante pasar por diversas pruebas, superando obstáculos y contratiempos, incluso haciendo gala de castidad.

Por eso es un amor atormentado, es una enfermedad [cfr. lo dicho en la lírica de Al-Andalus, en nuestra entrada LA CASIDA: LA LÍRICA ÁRABE CULTA, en el epígrafe: "tipología del amor cortés. El amor como enfermedad"] que consume la carne, enflaquece el cuerpo, le provoca al amante dormir y comer poco, ya que la conquista es difícil, razón por la cual se aprecia más; es un amor que no tiene más fijación en el pensamiento que la contemplación de la amada.

Canta Jaufré Rudel:

XXVIII. « Colps de joi me fer, que m'aussi,
et ponha d'amor que.m sostra
la carn, don lo cors magrira;
et anc mais tan greu no.m feri,
ni per nuill colp tan no langui,
quar no cove ni no s'esca, a, a.

Anc tan suau no m'adurmi
mos esperitz tost no fos la,
ni tan d'ira non ac de sa
mos cors ades no fos aqui:
e quam mi resveill al mati
totz mos bos sabers mi desva, a, a».

Golpes de alegría me hieren, que me matan,
y punzada de amor que me consume
la carne, por lo que el cuerpo enflaquecerá;
y nunca tan gravemente fui herido,
ni por ningún otro golpe languidecí,

pues no conviene ni es adecuado, a, a.

Nunca tan suavemente me dormí
que al momento mi espíritu no estuviera allí,
ni tanta tristeza tuve
que mi cuerpo al punto no estuviera aquí
:
y cuando me despierto por la mañana
todo mi dulce sabor se desvanece, a. a.


[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pág. 168 ].


Citemos ahora, en este mismo sentido, los versos de Raimon Jordan:

XXIX. « Domna, merce.us volh, si.us platz merceiar,
qu’autre conort non cre que n’ai’ahora;
s’en breu ab vos non posc merce trobar,
l’amors qu’e.us ai m’aucira en breu d’ora,
car de bon sen e de fin cor verai
vos am, domna, trop melhs que dir no.us sai,
que.l cor e.l sen e.l saber e.l albir
ai tot en vos si que d’als non cossir».
Piedad os pido, señora, si os place apiadaros,
pues ahora no creo tener otro consuelo;
si pronto no hallo piedad en vos,
en seguida me matará el amor que os tengo,
porque os amo
con buen juicio y con leal corazón veraz,
señora, más de lo que sé expresaros,
pues el corazón, el juicio, el saber y el albedrío tengo
puestos en vos de tal suerte que no reparo en nada más.

[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pág. 579].


Además, es constante la imagen de que el amor es fuego abrasador (con un léxico muy concreto: ardor, cenizas, chispas, etc.), imagen clásica que podemos rastrear en la Eneida de Virgilio (Liber IV, vv. 68 y ss.) o en las Heroidas de Ovidio (Liber XIII, vv. 36 y ss.), como podemos ver en esta canción de Bernart de Ventadorn (1125-1195):


XXX. « Be m'an perdut lai enves Ventadorn
Tuih mei amic, pois ma domna no m'ama!
Et es be dreihz que ja mais lai no torn,
C'ades estai vas me salvatj' e grama.
Ve.us per que.m fai semblan irat e morn:
Car en s'amor me deleih e.m sojorn
Ni de ren als no.s rancura ni.s clama.

Aissi co.l peis qui s'eslaiss' el cadorn
E no.n sap mot, tro que s'es pres en l'ama,
M'eslaissei eu vas trop amar un jorn,
C'anc no.m gardei, tro fui en mei la flama,
Que m'art plus fort, no.m feira focs de forn!
E ges per so no.m posc partir un dorn,
Aissi.m te pres d'amors e m'aliama.

No.m meravilh si s'amors me te pres,
Que genser cors no crei qu'el mon se mire:
Bels e blancs es, e frescs e gais e les
E totz aitals com eu volh e dezire.
No posc dir mal de leis, que non i es!
Qu'e.l n'agra dih de joi, s'eu li saubes!
Mas no li sai, per so m'en lais de dire.

Totz tems volrai sa onor e sos bes
E.lh serai om et amics e servire,
E l'amarai, be li plass' o be.lh pes,
C'om no pot cor destrenher ses aucire.
No sai domna, volgues o no volgues,
Si.m volia, c'amar no la pogues.
Mas totas res pot om en mal escrire.

A las autras sui aissi eschazutz!
La cals se vol me pot vas se atraire,
Per tal cove que no.m sia vendutz
L'onors ni.l bes que m'a en cor a faire!
Qu'enoyos es preyars, pos er perdutz!
Per me.us o dic, que mals m'en es vengutz,
Car trait m'a la bela de mal aire.

En Proensa tramet jois e salutz
E mais de bes c'om no lor sap retraire!
E fatz esfortz, miracles e vertutz,
Car eu lor man de so don non ai gaire,
Qu'eu non ai joi, mas tan can m'en adutz
Mos Bels Vezers e'n Fachura, mos drutz,
E'n Alvernhatz, lo senher de Belcaire.

Mos Bels Vezers, per vos fai Deus vertutz
Tals c'om no.us ve que no si' ereubutz
Dels bels plazers que sabetz dir e faire».


[ Raynouard, M. (ed.). Choix des poésies originales des troubadours. Tome Troisième. Paris: Didot, 1818, pp. 72-74.
Puedes escuchar la canción AQUÍ].


Un abrazo, una prenda, un beso, son el “summum” del placer, como canto Cerverí de Girona (Guillem de Cervera, ), cuando al pedirle un beso a su señora, ésta le indicó que no se lo daría si no se lo pedía su padre, por lo que la pone en boca de él:

XXXI. « Gentils domna, vença.us humilitatz
del vostr'amic que faitz morir languen;
per qu'eu vos prec que.l baysetz douçamen.
E ja non er dans ne tortz ne pecatz,
ans seria mager tortz, ço sabjatz,
s'el moria; c'un bays no.us costa tan
con vostr'amics a cels qui noyrit l'an.

Per Deu, fila, no.us sera malestan
si retenetz vostr'amic en baysan».

Gentil señora, vénzaos la humildad
de vuestro amigo, a quien hacéis morir languideciendo
;
os ruego que le beséis dúlcemente.
Y no habrá daño en ello, ni falta ni pecado,
pues sería mayor falta, eso sabedlo,
que él muriese; pues un beso no os cuesta tanto
con vuestro amigo
, como a los que lo criaron.

Hija, por Dios, no os será deshonroso
si retenéis a vuestro amigo al besarlo.


[Alvar, Carlos et Talens, Jenaro. Locus amoenus (ed. y trad.). Antología de la lírica medieval de la península ibérica. Barcelona: Círculo de Lectores, 2009, pp. 314-315].


Es el amor cortés un amor desequilibrado. Se manifiesta este desequilibrio, bajo la fórmula feudal de vasallaje: como el "osculo fidei", la "commendatio manibus" y el "iuramentum". De este modo, la dama se convierte en el señor feudal (meus dominus > midons -mi señor, en masculino-) y el trovador el vasallo (vassall), en su servidor ("hom litges"), asimilando así, los rituales del pacto de vasallaje con los del amor: el vasallo, puesto de rodillas, sin armas y con la cabeza descubierta, juntando sus manos las ponía entre las de su señor y se procedía a la "immixtio manuum" (el señor toma entre sus manos al vasallo), mientras declaraba hombre del señor, el "volo" (expresión de voluntad de fidelidad hacia el señor por parte del vasallo), tras lo cual el señor le besaba en la boca, el "osculum" (beso de confirmación de aceptación del vasallaje, que se realizaba públicamente).

La imagen de juntar las manos, como señal de vasallaje, será grandemente reproducida: "Domna, per vostr’amor/ Jonh las mas et ador!" ("¡Señora, por vuestro amor, junto las manos y os adoro!", dirá Bernart de Vantadorn). Veámoslo en diversos ejemplos.

Así cantaba Peire Ramon de Tolosa (c. 1180-c.1121):

XXXII. « Grand talen tai, cum pogues
de ginols res lei venir
de tan luenh cum om cauzir
la poiria, quel vengues
mas juntas far omenes,
cum sers a senhor deu far,
et en ploran mercejar,
ses paor de gent savaia
[…]
Merce vos clam, quemerces
mi valha e ma bona fes :
qu’ieu serai de bon celar
e plus fis, si Dieus m’ampar,
que no fo Londires a n’Aya».
Tengo el gran deseo de poder
arrodillarme ante ella,
desde una distancia tal que pueda verla,
y acercarme a ella para honrarla
con manos unidas,
como un vasallo debe honrar al señor,
y llorando pedirle su gracia,

sin tener que temer a hombres malos
[…]
Te pido gracia,
Que la gracia me ayude y mi fidelidad:
Pues yo sabré callar
y ser muy fiel,
si Dios me ampara,
Como lo fue Aya, la mujer de Landric.

[ Caramella de Gamarra, Rosanna. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: UCASAL-Fund. de Canal 11,, 1991, pp. 74-75].


O en estos versos de Gaucelm Faidit:

XXXIII. « Anca no falsei mon viatge
vas leis cui mos cors s’autreia,
pos l’aigui fair homenatge,
e non ai cor que.m recreia
ja del seu servir.
Cui qu'enoi ni tir
Seus sui e no.m posc giquir
De leis tan ni quan,
Qu’autra no deman,
Ni non es en mon coratge
Res qu’eu volha tan;
Per que la reblan,
Mas mas jontas, humilian».
Jamás me desvié de mi ruta hacia ella,
a quien le entrego mi corazón,
desde que le hube prestado homenaje
,
y no tengo intención de apartarme
nunca de su servicio.
Pese a quien pese,
Suyo soy y no puedo
alejarme de ella,
Pues no requiero a otra
Y no hay en mí ánimo nada
Que quiera tanto,
Por lo que la sirvo,
Las manos juntas, humildemente
.

[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pág. 762].


Esta formulación de asimilar la realidad feudal a la amorosa acarreará la asimilación también no sólo de los gestos, sino del lenguaje empleado. De tal manera, que empleado desde Guillermo de Aquitania, el primer trovador, la irán incorporando algunos trovadores de la segunda generación, alcanzando ya en la tercera generación, los trovadores del siglo XIII, el espacio propio para ser considerado ya un lugar común propio del "amor cortés".
[Cfr.: Aurel, Martin. "Fin'amor, wadd et féodalité dans la lyrique des troubadours", in Billy, Dominique et Clément, François et Combes, Anni (dir.). L'espace lyrique méditterranéen au Moyen Âge. Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 2006, pág. 77.
Ganshof, François L. El feudalismo. Barcelona: Ariel, 1975, pp. 115-124.
Le Goff, Jacques. La civilización del Occidente medieval. Barcelona: Paidós, 1999.]

A este respecto añadirá G. Duby:

« La dama es la esposa de un señor, y a menudo de su propio señor. En todo caso, es dueña de la casa que él frecuenta. En virtud de las jerarquías que gobernaban entonces las relaciones sociales, ella estaba efectivamente por encima de él, quien enfatiza la situación con sus gestos de vasallaje. Se arrodilla en la postura del vasallo, habla, compromete su fe, y promete, como un hombre sometido a vínculo de vasallaje, no llevar su servicio a ningún otro sitio. Y va más allá aún: a la manera de un siervo, hace entrega de sí mismo. A partir de ese momento, deja de ser libre. La mujer sí lo es de aceptar o rechazar la ofrenda. En ese instante se descubre el poder femenino. Para una mujer, para esta mujer, el hombre está a prueba, conminado a mostrar lo que vale. Sin embargo, si, al final de este examen, la dama acepta, si escucha, si se deja envolver por las palabras, también ella queda prisionera, pues en esta sociedad está establecido que todo don merece un don a cambio. Calcadas de las estipulaciones del contrato vasallático, las cuales obligan al señor a devolver al buen vasallo todo cuanto reciba de él, las reglas del amor cortés obligan a la elegida, como precio de un servicio leal, a entregarse finalmente por entero».
[ Duby, Georges. «El modelo cortés», in El amor en la Edad Media y otros ensayos. Madrid: Alianza, 1990, pp. 301-302].

Constatémoslo en estos versos de Guillem de Berguedá:

XXXIV. « Et irai lai di.us platz, o no,
qu'en mi non a dreit ni razo
mas cura sers, si Dieus mi perdo,
pus mos mas dins los vostres tinc
e de vos servir no.m retinc.
Doncx, pus en mi non a ren mieu,
faitz ne cum pros dona del sieu...
Vostres suy ses autr'ochaizo,
per la bona fe qu'ie.us covinc».
E iré allí, si os place, o no (iré)
porque en mi no hay derecho ni razón
sino como en un siervo, ¡que Dios me perdone!,
pues tuve mis manos dentro de las vuestras
y no me abstuve de serviros.

Así pues, puesto que en mí no hay nada mío,
haced de mí, como noble dama con lo que es suyo...
Vuestro soy, sin ningún pretexto,
por la buena fe que os prometí.

[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Barcelona: Ariel, 2012, pág. 80].


Y Bernat de Ventadorn, en otra canción lo expresará así:

XXXV. « Bona domna, re no.us deman
Mas que.m prendatz per servidor,
Qu’e.us servirai com bo senhor,
Cossi que del gazardo m’an.
Ve.us m’al vostre comandamen,
Francs cors umils, gais e cortes
Ors ni leos non etz vos ges,
Que.m aucizatz, s’a vos me ren.».
Buena dama, yo nada pido
sino que me aceptéis por (vuestro) servidor;
pues os serviré como a buen señor;

no esperaré ningún galardón.
A vuestro mandato soy,
con franco corazón, humilde, alegre y cortés
,
que ni de oso ni de león es vuestro gesto,
como para asesinarme, si a vos me rindo

[ Caramella de Gamarra, Rossana. Antecedentes del petrarquismo. Antología de poesía provenzal. Vol. I. Salta: Univ. Católica de Salta-Fundación De Canal 11, 1991, pp. 74-75].


• el amante pierde la libertad y hasta la razón, sufriendo en su apasionamiento amoroso una total enajenación de los sentidos, es el "dulce mal de amor", enfermizo, llorón y triste;

• la frustración del amor, que a veces conlleva la muerte, etc.
[González, Aurelio. "El amor en la literatura medieval. La dama y el caballero", in Gonzalbo Aizpuru, Pilar. (ed.) Amor e historia. la expresión de los afectos en el mundo de ayer. México: El Colegio de México, 2013].

AMOR CORTESANO..

Como hemos indicado más arriba, es un amor artificial, de la corte, de nobles, caballeros, con un código propio.

Así, la 'lírica del amor cortés' puede ser concretada brevemente en los siguientes aspectos:

«por su refinamiento y artificiosidad, la idealización de la mujer, la complicación y variedad de su métrica y el rebuscamiento en la expresión; todo lo cual hacía de ella un juego elegante y culto de manifiesto estilo cortesano».
[Alborg, Juan Luis Historia de la literatura española, Tomo I. Madrid, Gredos, 1.997, pág. 84.]

Las reglas que conforman el código de este amor son:


Rougemont señaló, entre otras, las siguientes imágenes o símbolos del lenguaje de este amor cortesano:

• Morir por no morir.
• Vivir muriendo y morir viviendo.
• La quemadura suave.
• El dardo de amor que hiere sin matar.
• La salvación del amor.
• La pasión que aísla del mundo y de los seres.
• La pasión que empalidece a cualquier otro amor o sentimiento.
• Quejarse de un mal que sin embargo se desea por sobre cualquier otra cosa
• La idea de que las palabras traicionan el sentimiento inefable que sin embargo hay que nombrar.
• El amor que purifica y expulsa todo pensamiento vil.
• El querer del amor que sustituye al querer propio.
• El combate de amor del que necesariamente se sale vencido [el simbolismo de los "castillos", puertos del amor y el del "espejo", amor imperfecto que lleva al amor perfecto].
• El amor considerado como conocimiento supremo.
• El rapto de amor, las ideas del corazón robado y del entendimiento arrebatado.
• La amada como un ser espiritualmente superior que llega a divinizarse.
• La belleza que enajena al enamorado y cuya contemplación es una fuerza inevitable.
[Cfr.: Rougemont, Denis de. El amor en occidente. Barcelona: Editorial Kairós, 2006, pág. 164 y ss.,].

[Compárese todo lo dicho con este poema de la lírica árabe andalusí de ibn Jatima:
«En tus manos tienes la vida del alma y del cuerpo;
mis pensamientos y mis acciones sólo buscan agradarte.

Por ti guardo en mi corazón el secreto de un amor,
que aunque la inteligencia intente descubrirlo, no lo consigue.
Este amor se alberga en un amante delgado como el aire;
yo no ceso de ocultarlo cuidadosamente y él me oculta a mí.
No se ve de mí sino el amor que os tengo, por mi enfermedad,
y si no fuera por eso, no se me vería.
Mi amor y yo estamos en estrecha intimidad:
yo le conozco y él me conoce.

¡Oh tú que conservas el pacto de mi corazón con la tristeza
y has roto el de mis ojos con el sueño!
¡Abrasa mi alma con el ardor de tu orgullo para contemplar mi tristeza!
¡Atemoriza mi corazón con tu desvío para que sea continuo mi dolor!
No tengo otra felicidad que la de ser turbado por ti
ni otro anhelo que recibir tu castigo.

¡Oh gentes!, estoy asombrado de cómo el amor
es un imán de placer y de dolor para el alma.
».

[Gibert Fenech, Soledad (int. y trad.). Ibn Jatima. El Diwan de Ibn Jatima de Almería. Poesía arábigoandaluza del siglo XIV. Barcelona: Facultad de Filología de la Univ. de Barcelona, 1975, pp. 98-99].
AMOR ADULTERINO.

El matrimonio no debe impedir el amor al amante, antes al contrario el “amor cortés” es adulterino (C. S. Lewis nos dice que es “rasgo fundamental en el amor cortés [...] el adulterio”, [La alegoría del amor. Estudio sobre la tradición medieval. Buenos Aires: Eudeba, 1969, pág. 31]), o al menos extramarital, por lo que éste vive con miedo, toda vez que, además, ama a una mujer de estatus más alto que el suyo.

Dice Andreas Capellanus:

“¿Qué es el amor sino un deseo de disfrutar con pasión los abrazos furtivos y secretos? Más ahora os pregunto: ¿tales abrazos son posibles entre cónyuges, si se pertenecen mutuamente y tienen ocasión de satisfacer sus deseos recíprocos sin temor a los reproches?
(...) El amor no puede extender sus fuerzas entre dos esposos. En efecto, los amantes se dan todo gratuitamente el uno al otro y sin que una razón lo obligue; en cambio, los esposos están obligados, por el deber, a satisfacer sus mutuos deseos y a no negarse nada.
Una regla de amor dice que ninguna mujer casada podría obtener el premio del rey del amor, a menos que esté enrolada al margen del matrimonio. En cambio, otra regla del amor enseña que nadie puede amar a dos personas a la vez. Con razón, pues, el amor no podrá extender sus derechos entre los casados.

De ahí que para Rougemont, el "amor cortés"

«exalta el amor fuera del matrimonio, ya que el matrimonio no significa más que la unión de los cuerpos, mientras que el "Amor", Eros supremo, es el arranque del alma hacia la unión luminosa, más allá de todo amor posible en esta vida. He ahí por qué el amor supone la castidad. "E d'amor mou castitaz" ("del amor viene la castidad") canta el trovador tolosano Guilhem Montanhagol».
[Rougemont, D. de. El amor y Occidente. México: Leyenda, 1986, pp. 79-80]

Para parte de la crítica parece que la consumación carnal fue un hecho claro,como indicó Carlos García Gual, pues hay «una tendencia a resaltar la fuerza de la pasión sexual, del sexo como algo central en la pasión amorosa, por encima y en contra de las advertencias del cristianismo y la Iglesia sobre el pecado».
[García Gual, Carlos. El redescubrimiento de la sensibilidad en el siglo XII: el amor cortés y el ciclo artúrico. Madrid: Akal, 1997, pág. 17].

No en vano Thibault de Champagne llegó a decir:

«Dulce dama, si os placiera una noche
Me habrías dado más alegría
Que jamás Tristán, que lo tuvo en su poder,
Pudiera tener en día alguno de su vida».

Por ello podemos concluir que:

«es innegable la búsqueda del goce erótico en el amor cortés, sea con consumación o sin ella. Veo al amor cortés como una corriente dinámica bastante compleja, y en cuanto tal, posee diversas vertientes. Una de ellas sería (al menos teórica y literariamente) la exacerbación del deseo, al extremo de la contención o abstinencia; otra —también exitosa literariamente y creo que más en la práctica— conlleva la realización del acto carnal».
[Von Der Walde, L. El amor cortés. Cemahuac (Revista en Línea),in: http://docencia.izt.uam.mx/walde/AMORCORTES.html]
En efecto, así se han expresado también Blanco Aguinaga et al.:

« En la segunda mitad del siglo XII, el francés Andreas Capellanus, en su tratado 'De Amore', introduce algunos cambios en la teoría erótica provenzal, trazando clara y distintamente la delimitación entre 'amor purus' -el no consumado en el acto sexual, pero en el cual, al propio tiempo se permite todo lo demás- y el 'amor mixtus', que llega hasta el coito.
En todo caso, el amor cortés no es un amor conyugal, sino adúltero, tanto sea 'purus' como 'mixtus'. La división provenzal entre 'fin'amor' y 'fals amor' no corresponde a la diferencia entre amor platónico y físico, sino al que se practica con sinceridad y entrega auténticas ('fin', 'fals'). El léxico de doble sentido que se maneja en el amor cortés indica con claridad el erotismo que encierra; palabras como 'muerte, gloria, galardón, tesoro, conocer' o 'igualar' no significan otra cosa que acto sexual. Al decir, por tanto, que el amor cortés es una transposición al dominio erótico del sistema de relaciones feudales, afirmamos algo indiscutible, pero incompleto, ya que el amor es también una vía de escape -formalizada, convencionalizada y sin duda neurotizada- de la rigidez social y, sobre todo, de la falta de auténticas relaciones amorosas en el matrimonio feudal. Conviene no olvidar, además, que todo sistema ofrece sus propias contradicciones. Cuando Andreas Capellanus modifica algunos aspectos del amor cortés, distinguiendo entre el amor puro y mixto, está introduciendo una distinción hipócritamente clerical, pues, como hemos dicho, lo 'cortés' no excluía en modo alguno el sexo (como tampoco el matrimonio, en caso oportuno). Y cuando ya en el siglo XIII el 'Roman de la Rose' introduce elegantemente la idea del placer sexual, del llamamiento de las leyes de la Naturaleza y de la continuidad de la especie, está acudiendo al racionalismo aristotélico-averroísta para intentar así abrir una brecha en el monolitismo feudal. El que los mismos poetas exquisitos y cortesanos compongan al propio tiempo obscenidad rimadas, es otro ejemplo bien claro de las contradicciones mencionadas, lo mismo que, en fin, las conocidas polémicas y tomas de posición acerca de la mujer y de sus cualidades positivas o negativas.
A pesar de tales contradicciones, podemos extraer de la teoría y la práctica poética del amor cortés ciertas características generales que resultan de gran importancia para intentar una comprensión de la polémica en pro y en contra de las mujeres, que tanto vuelo había de tomar [luego] en el siglo XV. He aquí las que vienen más al caso:

1. La dama es siempre 'noble' (y he aquí que, en cuanto señora del castillo, se le llama a veces 'castellana').
2. La dama es perfecta y de ella emana la perfección.
3. De ahí que el amante se considere inferior a su dama.
4. De ahí, también, su sumisión feudal ante ella.
5. Por lo general, no se trata de matrimonio, sino, simplemente, de lograr relaciones sexuales.
6. Es, por lo común, un amor secreto y oculto.
7. Frustración, por imposibilidad del logro sexual, por tragedia subsiguiente al logro, si lo hay, o por la simple necesidad de ocultamiento.
8. Se utilizan temas y léxico religiosos, dándose a menudo una transposición del papel de la Virgen María: 'midons' aparece a menudo como 'madonna', e incluso como 'madonna in orto'.


Todo ello no sólo se aproxima a la herejía, sino que parece oponerse a una larga tradición antifeminista que se remonta por lo menos a la Biblia. Cierto que tal ensalzamiento de la mujer no se considera hoy en absoluto 'feminista', ya que, es obvio, la dama del amor cortés no es sino un objeto de la codicia masculina. Obviamente también, por residir tal objeto en una corte, es una mujer ociosa, desvinculada totalmente de la función histórica de productora y reproductora (hasta cierto punto este papel lo cumple la mujer campesina en la poesía popular de la época en la que, además, aparece lógicamente con características físicas y morales de mucho menor 'pureza'). Sin embargo, los escritores misóginos no toleran la atribución de tan aristocráticas perfecciones a un ser humano que consideran inferior y pecaminoso. Para colmo, se trata de una mujer cuyo papel literario excluye básicamente el matrimonio».

[ Blanco Aguinaga, C., Rodríguez Puértolas, J. et Zavala, Iris M. Historia social de la literatura española (en lengua castellana). Vol. I. Madrid: Akal, 2000, pp. 184-186].

Ahora bien, en la lírica trovadoresca hispana, el amor adulterino parece que está bastante matizado, ya irá evolucionando el objeto de deseo de una dama casada a una dama doncella. Traigamos a la memoria los versos de Daude de Pradas:

XXXVI. « Non sap de dompnei pauc ni pro
qui del tot vol sidonz aver.
Non es dompneis, pois torn’a ver,
ni cors s’i ren per guizerdo.
Aja-n om anel o cordella,
e cuich n'esser reís de Chastella.
Pro es dompneis d'am or veraia,
si joias pren e, qan pot, baia;
e-l sebreplus teigna merces
en thezaur, e no n done ges».
No sabe ni poco ni mucho de galantería
quien quiere tener completamente a su dama.

No es galantería si se convierte en verdad
y el cuerpo se entrega a cambio de galardón.
Tenga uno anillo o cordón
y créase con ello ser rey de Castilla.
Suficiente galantería es en el amor verdadero
si recibe joyas y si, cuando puede, besa;
y el resto de mercedes que tenga
consérvelo atesorado y no lo dé.

[Alvar, Carlos. La poesía trovadoresca en España y Portugal. Madrid: Cupsa, 1977, pág. 76].


LA RELIGIÓN DEL AMOR.

Hemos señalado más arriba que la amada es reflejo de la obra maestra y superior de Dios, acumulando todas las virtudes y perfección espiritual, por lo que será divinizada, de ahí que el cantor emplee para describirla o para analizar su estado numerosos términos sagrados o religiosos plasmados a través de hipérboles sacroprofanas(dolor, fe, pasión, pena, perdición, placer, salvar, tormento, ventura...).

El nuevo amor que produce el ideal caballeresco no es exclusivamente sexual, como el del "Ars amandi" de Ovidio, ni tampoco una idea filosófica, como el amor platónico (descartado desde la primera página del libro de Andreas Capellanus:

«para Andreas, el blanco del amor es el goce presente; y su origen, claramente, la belleza. Tanto que a los ciegos les declara incapaces de amar o, cuando menos, de acceder al amor después de haber quedado ciegos. Por su parte, amor no es sensualidad. El hombre sensual -el hombre que sufre de 'abundantia voluptatis'- queda descalificado para participar. Incluso se sostendrá que el amor es una 'especie de castidad', en virtud de la severa pauta de fidelidad a un objeto singular ["amor reddit hominem castitatis quasi virtute decoratum"]».
[ Lewis, C. S. La alegoría del amor. Estudio sobre la tradición medieval. Buenos Aires: Eudeba, 1969, pág. 34].

Mas, confróntese con estos versos de Falquet de Romans (s. XIII):

XXXVII. (...)«Ma bella domna, a vos me valha Deus,
que mill aitanz soi melh vostre que meus,
obedient plus que serf ni judeus,
e de vos teng mon aloc e mos feus,
e null trabalh no me pot esser greus
sol c'a vos plaza, anz m'es plasenz e leus;
e morrai tot aissi com fes N'Andreus,
e volgra mais qu'agues mort vint romeus,
ma bella domna.

Ma bella domna, ja vos am eu tan fort,
se no vos ai, venguz soi a mal port,
qu'eu ai ben vist e coneguz en sort,
qu'en breu de temps m'auran li sospir mort,
se eu ab vos en chambra no.m deport.
Ha, dolza res, vostre cor s'i acort,
que ren sen vos no me pot dar conort!
S'enaissi mor, pechat n'aurez e tort,
ma bella domna.

Ma bella domna, no me laissaz morir,
que mill aitant vos am qu'eu no sai dir,
que nulla ren non am tan ne desir
com eu faz vos per cui plang e sospir:
lo danz er vostre s'enaissi.m faz languir.
Can plus vos vei, mas vos ve enbelir;
nafrat m'avez, no sai tant d'eschermir,
ab dolz esgart et ab genz acolhir,
ma bella domna.

Ma bella domna, de vos soi enveios.
Sabez per que? Car es valens e pros
e ges parlant e d'avinent respos;
c'om no vos ve que non si'amorosos,
que Deus vos det cors ab bellas faichos;
e ja no.us pes s'en boi un paoc gelos,
que per amor fu vencuz Salamos.
Aissi soi eu, cortesa res, per vos,
ma bella domna».

Mi hermosa dama, con vos me valga Dios,
pues mil veces más soy vuestro que mío,
más obediente que siervo
o judío,
y de vos tengo mi alodio y mis feudos,
y ningún trabajo me puede ser pesado
con tal que os plazca, sino que me es agradable y ligero;

y moriré igual que feneció Andreu,
y preferiría haber muerto a veinte romeros,
mi hermosa dama.

Mi hermosa dama, os amo con tanta intensidad,
que si no os consigo habré llegado a mal puerto,
porque yo tengo visto y conocido mi destino,
que en breve tiempo me habrán muerto los suspiros
si no me solazo con vos en la cámara.
¡Ay, dulce criatura, vuestro corazón acceda a ello
pues nada, sin vos, me puede dar consuelo!
Si así muerto, habréis cometido pecado e injusticia,
mi hermosa dama.

Mi hermosa dama, no me dejéis morir,
que os amo mil veces más de lo que sé decir,
pues a nada amo ni deseo tanto
como os amo a vos, por quien me lamento y suspiro:

vuestra será la culpa si me hacéis languidecer así.
Cuanto más os veo, más hermosa os hacéis;
me habéis herido, y no sé defenderme,
con dulce mirada y con gentil acogida,

mi hermosa dama.

Mi hermosa dama, estoy deseoso de vos.
¿Sabéis por qué? Porque sois valiosa y noble,
de gentil hablar y de amable respuesta;
pues nadie os ve sin que se enamore de vos,
que Dios os dio cuerpo de hermoso aspecto;

y no os pese que sea un poco celoso,
pues por amor fue vencido Salomón.
Así lo estoy, cortés criatura, por vos,
mi hermosa dama


[ Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. III. Barcelona: Ariel, 2008, pp. 1219-1220].


Y es que Andreas Capellanus, indicó que es preferible al amor mixto, que conlleva el acto sexual, el amor puro, como hemos comentado más arriba. Consistía éste en lograr como meta el beso o "asag", acostándose desnudos los dos amantes, pero sin tener relaciones sexuales (sólo estaban permitidas las caricias).

Fue Guilhem de Peitieu (Guillermo de Poitiers), el primer trovador provenzal conocido, el que ya expresó su deseo por obtener como galardón un beso:

XXXVIII. « Que plus ez blanca que’evori,
Per qu’ieu autra non azori.
Si.m breu no.n ai aiutori,
Cum ma bona dompna m’am,
Morrai, pel cap Sanh Gregori,
Si no.m baiz’en cambr’o sotz ram».
Es más blanca que el marfil
Por lo que a otra no adoro.
Si en breve no recibo el auxilio
De que mi buena señora me ame,
Moriré
, por la cabeza de San Gregorio,
Si no me besa en cámara o bajo rama.

[Alvar, Manuel Antonio. Poesía de Trovadores, Trouvéres y Minnesinger. Madrid: Alianza, 1999. págs. 86-87].


Y así lo cantó luego Cercamón:

XXXIX. « Seignors e dominas guerpira,
s’a lei plagues qu’eu li servis…
Ja de sos pes nom partira,
sil plagues ni mo consentis,
o sol que d’aitant m’enrequis
que disses que ma dompna era…
Totz mos talenz m’emplira
ma domna, sol d’un bais máizis:
qu’en guerrejera mos vezis
em fora larcs e donera
em fera grazir e temer
e mos enemics bas chader
e tengral meu e garnira».
Abandonaría yo a señores y señoras,
si le placiese a ella que yo la sirviese…
Jamás terminaría de arrodillarme ante ella
,
si a ella le place y me permite,
o si ella me hiciese feliz con decirme
que es mi señora…

Todos mis deseos me los cumpliría mi señora,
si sólo me concediese un beso:
entonces combatiría a mis vecinos
y sería generoso y haría regalos
y me haría querer y temer,
y haría caer a mis enemigos
y conservaría lo mío


Esta forma de amor, contribuía a revelar si el amor era verdadero o simplemente un deseo voluptuoso de posesión carnal:
«Quisiera tener a mi caballero, una noche, desnudo en mis brazos, y que él se tuviera por dichoso sólo con que yo le hiciese de almohada (...). Hermoso amigo, amable y bueno: ¿cuándo os tendré en mi poder? ¡Ojalá pudiese dormir con vos una noche y daros un beso amoroso! Sabed que gran deseo tendría de teneros en el lugar del marido con tal que me hubieseis jurado hacer cuanto yo quisiera».

De ahí que conlleve implícito la dualidad de la alegría y el sufrimiento (por no poder disfrutarse carnalmente: amor doloroso que espera la alegría): el mals, el dolors, el affans, el martire o el maltraigz llegan a ser calificados como douz o saboros

« No hay en toda la lírica occitana ni en la lírica petrasquista o dantesca sino un solo tema: el amor; no el amor feliz, cumplido o satisfecho (espectáculo que nada puede engendrar) sino, por el contrario, el amor insatisfecho a perpetuidad; en fin, solamente dos personajes: el poeta que repite su queja, ochocientas, novecientas, mil veces, y una dama que siempre dice que no».
[Rougemont, D. de. El amor y Occidente. México: Leyenda, 1986, pág. 79]

Peire de Rogiers cantaba así:

Áspero tormento he de sufrir
Por añoranza tan grande que tengo de ella.
Mi corazón no debe deshacerse de ella,
y jamás alegría, ni dulce, ni buena,
Puedo entrever en mí promesa alguna
:
Cien alegrías tuviera por proezas
Que de nada me servirían, sólo a ella sé querer.
[Rougemont, D. de. El amor y Occidente. México: Leyenda, 1986, pág. 91]

Por tanto, el amor cortés tiene un carácter sensual-erótico, al tiempo que no espera, generalmente, ser correspondido. En estos términos lo expresaba Arnaut Daniel:

XL. (...) Qu'ieu suy fis drutz cars e non vars,
ma.l cors ferms fortz me fai cobrir mans vers,
qu'ab tot lo ney m'agr'obs us bays al caut
cor refrezir, que no.y val autra goma.

Si m'ampara silh que.m trahutz
d'aizir si qu'es de pretz capduelhs,
dels quetz precx qu'ai dedins a rencx
l'er fort rendutz clars mos pensars:
qu'ieu fora mortz mas fa.m suffrir l'espers,
que.lh prec que.m brey, qu'aisso.m te let e baut,
que d'als jauzir no.m val jois una poma.

Doussa car'a totz ayps volgutz,
sofrir m'er per vos manhs orguelhs,
quar etz decx de totz mos fadencx,
don ai manhs brutz pars. E guabars
de vos no.m tortz ni.m fay partir avers,
c'anc non amey ren tant ab menhs d'ufaut,
ans vos dezir plus que Dieu silh de Doma.

Porque yo soy amante leal, precioso y no mudable,
pero el corazón firme y fuerte me hace esconder muchas verdades;
pues a pesar de la nieve me será preciso un beso
para refrescar el cálido corazón, para lo que no sirve otro bálsamo.

Si aquella que me tiene tributario,
y que es soberana de mérito, me amara,
(hasta el punto) de acoger los quietos ruegos que llevo dentro en hileras,
mi pensamiento le será expresado muy claro:
que yo hubiera muerto, pero me hace soportar(lo) la esperanza,
que le ruego que me abrevie, lo que me tiene alegre y contento,
ya que el disfrute de otra cosa es gozo que no me vale una manzana.

Dulce rostro con todas las cualidades deseadas:
tendré que sufrir por vos muchos desdenes,
pues sois el límite de todas mis necedades,
en las que tengo muchos viles compañeros. Y las burlas
no me desvían de vos ni me hacen apartar las riquezas,
pues nunca amé nada tanto con menos vanagloria,
sino que os deseo más que los de Doma a Dios.

[Riquer, Martín de. Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. II. Barcelona: Ariel, 2008, pp. 626-627].


La coquetería de las damas y la galantería de los caballeros, las evasivas, los requiebros, los secretos, las intrigas y los deseos provocan un erotismo exacerbado.

Muchas veces se establece una doble relación amorosa y social. Es decir, no se busca únicamente la consecución del amor sino una relación en que la dama, directamente o intercediendo por él, pueda concederle valores materiales. De hecho, con frecuencia, el trovador habla de su señora casi como una obligación, lo que es aceptado por el marido como algo natural. Por eso, junto a este posicionamiento emergerán los celos.
[Bermejo, José María. La vida amorosa en la época de los trovadores. Madrid: Temas de Hoy, 1996, pp. 13-20 y 42-96.
Lassalle, Céline et Pierre. L'Héroïsme de l'amour. De l'amour courtois à l'amour vertueux. Montréal: De Mortagne, 2009.
Nelli, René. L'érotique des troubadours. Toulouse: Privat, 1963].

A mediados del siglo XIII, la cançó se renovará en parte, acentuando la ambigüedad de la dama, que tiende a confundirse con la Virgen o con la Iglesia. Pero, con todo, los trovadores no llegaron nunca a hacer de la mujer la mediadora entre el poeta y Dios. Este paso se dará a finales del siglo XIII por los poetas italianos del "dolce stil nuovo", en especial por Dante, Cavalcanti y Petrarca.

[Señalamos aquí que, luego, esta asunción del amor como "religión de amor", en la que el poeta-amante es un "mártir voluntario" con un "sufrimiento pasivo", al adorar a la amada cometiendo sacrilegio, es una mera retórica literaria que tendrá su reflejo y desarrollo en la literatura castellana no sólo durante toda la Edad Media, sino más allá del Renacimiento. Citemos como muestra lo dicho por Jorge Manrique: «yo só el que, por amaros,/ estoy, desque os conoscí, / "sin Dios, y sin vos, y mí"./ Sin Dios, porque en vos adoro,/ sin vos, pues no me queréis; /pues sin mí ya está de coro/ que vos sois quien me tenéis»; por Fernando de Rojas: «Melibeo soy y a Melibea adoro, y en Melibea creo y a Melibea amo", dirá el personaje Calixto en "La Celestina"; por Cristóbal de Castillejo, quien cantará: «Por lo cual esta prisión/en que vuestra merced tiene/cautivo mi corazón,/es para mí religión /do hice voto solene,/de con toda lealtad,/Fe, cuidado y diligencia,/sin pereza,/manteneros humildad»].
De hecho, Rougemont enfáticamente señala que
«El amor pasión glorificado por el mito fue realmente, en el siglo doce, fecha de su aparición, una RELIGIÓN, con toda la fuerza que esta palabra lleva consigo y especialmente UNA HEREJÍA CRISTIANA HISTÓRICAMENTE DETERMINADA».
[Rougemont, D. de. El amor y Occidente. México: Leyenda, 1986, pp. 79-80]

CARACTERÍSTICAS ESPECÍFICAS DEL AMOR CORTÉS EN ESPAÑA.

A. D. Deyermond, generalizará para las obras medievales hispánicas, los siguientes diez rasgos del amor cortes, que presentan algunas diferencias con respecto al puramente provenzal:

«• En primer lugar, el amor es, naturalmente, cortés, exigiendo cierto grado de nobleza, en el hombre y la mujer, en linaje y en conducta; el amante posee un complejo de cualidades admirables, o, al menos, piensa que tiene que poseerlas.
• La fuerza del amor, en segundo lugar, no solo presenta a la amada como admirable sino que engendra a su vez virtud en el amante.
• Como tercer rasgo, señalaremos que aun cuando no se excluya el matrimonio, no se alude frecuentemente a él, sin que esto quiera significar que el amor es siempre adúltero.
• De otra parte, [cuarto rasgo] el objetivo del amante va encaminado, con frecuencia, a lograr el trato sexual dentro o fuera del matrimonio.
• El amor cortés (quinto distintivo) es un amor frustrado, sea por la imposibilidad de la consumación (lo que ocurre, con llamativa frecuencia, por la influencia del libro de Andreas Capellanus tal vez; si bien la prescripción de la intimidad física que llega casi al punto del trato, encuentra poco apoyo en la literatura hispánica), sea porque el desastre sigue inmediatamente a la consumación.
• En sexto lugar, el amor cortés es trágico y no cómico, a causa de ese sino fatal y también de las teorías médicas en boga, aunque, huelga decirlo, abunde el tratamiento cómico de asuntos sexuales en la literatura medieval española.
• Se da con frecuencia (séptima de las características señaladas) una transposición al amor sexual de las emociones y de la imaginería religiosa.
• Como octavo rasgo, el amante reconoce, muy sinceramente, su inferioridad con respecto a su dama, al margen de que sea objetivamente inferior.
• [En noveno lugar] La pasión del amante puede ser plenamente correspondida por su dama: la 'belle dame sans merci' se da, en efecto, en la literatura medieval, pero con relativa escasez.
• Por último, [décima cualidad] los amantes tratan, por lo general, de encubrir el secreto de su amor.
[La puntuación ortográfica separando cada apartado es nuestra, para una claridad más esquemática y visual.
Deyermod, A. D. Historia de la Literatura Española. La Edad Media. Vol. I. Barcelona, Ariel, 1984, pág. 43].

¿EN QUÉ SE FUNDAMENTA EL "AMOR CORTÉS"?.

Para la crítica, las fuentes de esta erótica son confusas, si bien se viene señalando que la poesía de los trovadores es heredera del madrigal latino medieval, de la balada folklórica, de la poesía litúrgica latina o del zéjel árabe, cuestión que hemos visto en otra entrada de este blog.

No obstante, recordemos que A.J. Denomy consideró que en la creación del concepto del "amor cortés" contribuyeron, al menos, tres corrientes intelectuales:

El neoplatónismo, que enseñaba que el alma pugna por levantarse por encima del cuerpo y de la materia, para llegar a unirse con el Bien, que siempre es apetecido y aprehendido a través de la belleza. • La herejía albigense, cuya doctrina propugnaba que espíritu y materia pertenecen a dos esferas distintas. Consecuencia inmediata fue la predicación en demanda de una ascetismo a menudo llevado a límites extremos. • La filosofía y misticismo arábigos, derivados en gran medida de la filosofía platónica.

Con todo, la ideología amorosa de los poetas orientales y andaluces árabes es claro que influyó mucho en la teoría del amor cortés [Cfr. nuestra entrada "La casida: la lírica árabe culta", elsubapartado: "Tipología del amor cortés árabe"].

Gustave E. von Grunebaum [Medieval Islam: A Study in Cultural Orientation. Chicago: Univ. Chicago, 1953] destacó que ya en la literatura árabe podemos encontrarnos desarrollados conceptos como:

La exaltación de la amada y la sumisión a ella. De hecho, el desarrollo del amor cortés se ve ya en el califa Al-Hakem I (800-), en ibn Hazm de Córdoba (994-1.064), etc., en los que descubrimos cómo el poeta se rinde a la amada, llamando, por ejemplo, ibn Hazm, a la doncella como luego lo harán los provenzales, "mi señor" y "mi dueño", en masculino, y no en femenino.

El amor por amor. En efecto, los "udríes", (los vírgenes) ubicados en el sur de la península arábiga, consideraron ya que "morir de amor era un acto hermoso", prefiriendo morir de amor, renunciando al goce de la amada. Su héroe fue Jamil.

El poder ennoblecedor que tiene el amor. Y que fue desarrollado por Avicena en su "Risala fi'l-Ishq" ("Tratado sobre el Amor").Cuando una persona llega al estadio más elevado de los grados del amor, el deseo amoroso se asienta y consolida, y es fortificado como una cualidad del amante, incluso aun cuando desaparezca o se modifique el objeto estimado:

«Es el amor una particular adhesión de la voluntad. El objeto amado, al cual la voluntad se adhiere, es siempre algo que no existe, que es nada, en el momento de su adhesión, y la voluntad quiere que ese objeto amado exista realmente, o mejor, acaezca [...], porque en verdad, todo lo que se ama es siempre algo que no existe. En efecto: para el amante, el objeto de su amor es un acto volitivo que tiende necesariamente a la unión con tal ser individual determinado, sea el que sea [...].
Dirás quizá que, cuando amamos la compañía de una persona, o su conversación, o su trato, o besarla y abrazarla, si al fin llegamos a conseguir eso que amamos, no por eso cesa nuestro amor, mientras estamos abrazados o unidos a ella; por consiguiente, no siempre el objeto del amor es algo que no existe. A esto respondo que estás en un error, porque cuando tú abrazas a aquella persona, cuyo abrazo, compañía o trato ansiabas, el objeto al cual entonces se adhiere tu amor, no es aquello que ya has conseguido, sino la duración, la persistencia de eso mismo. Ahora bien: la persistencia y repetición es algo que en aquel instante no existe, no ha entrado aún en la categoría de lo real, y así indefinidamente. Luego el objeto de la adhesión amorosa, en el instante en que el amante ha alcanzado la unión, es también algo que no existe, es decir, la continuidad de dicha unión...»

[Asín Palacios, Miguel. El Islam cristianizado. Estudio del ‘sufismo’ a través de las obras de Abenarabí de Murcia. Madrid: Hiperión, 1981, pp. 30-31.]

El amor como deseo no cumplido. En efecto, el goce de amar sin recompensa es invención árabe, no latina. Obsérvese, v. gr., lo que decía ya ibn Hazm de Córdoba:

«sabrás, hónrete Dios, que el amor ejerce sobre las almas un efectivo poderío, un decisivo imperio, una autoridad irresistible, una fuerza contra la que no es posible rebelarse, una soberanía a la que no se puede escapar, y que impone una obediencia ineludible y una coacción a la que nadie puede hurtarse. Destruye lo más recio, desata lo más consistente, derriba lo más sólido, disloca lo más firme, se aposenta en lo más hondo del corazón y torna lícito lo velado».
[Hazm, Abu Muḥammad ʿAli ibn Aḥmad ibn Saʿīd ibn. El collar de la paloma. Madrid: Alianza, 1.985, pág. 132.]

Por otro lado, en "El libro de la rosa", (Kitab al-Zahra) escrito por Ibn Dawud (siglo IX), podemos encontrar toda la teoría del amor cortés. Las ideas de este libro llegaron a la España musulmana, perviviendo durante bastante tiempo, como comprobamos en "El collar de la paloma" de ibn Hazm.

Como indica el profesor P. H. Hitti

"en la Francia meridional los primeros poetas provenzales aparecen en todo su esplendor hacia fines del siglo XI, con un palpitante amor expresado con una riqueza de imaginería fantástica. Los trovadores (en árabe "tarab": música, canción) que florecieron en el siglo XII, imitaron a sus contemporáneos del sur, los cantores (zajal, confróntese con zéjel). Siguiendo el precedente árabe, surge de pronto el culto a la dama en Europa suroccidental".
[Hitti, Philip Khuri. History of the Arabs. New York: Macmillan, 1.951, pág. 562]

Obsérvesen las coincidencias, sobre lo que estableció Ibn al Arabi (siglo XII), al hablar de diversos grados del amor, con lo que hemos dicho más arriba:

1) La simpatía (hawa), que es la inclinación amorosa que nace espontánea e inmediatamente después de un primer contacto favorable con la persona estimada. Un gesto, un favor, o la simple mirada de la persona que se acaba de conocer, puede despertar en el receptor todo un mundo de sensaciones positivas hacia ella.
2) El afecto (hubb), que se da cuando somos conscientes de las simpatías que algún ser nos despierta. Este es un amor basado en la constancia, en el deseo de reencontrarnos con la persona amada, en la repetición del encuentro.
3) La pasión amorosa (isq), que se da cuando el afecto por una persona ha llegado a enseñorearse de la voluntad del amante; y
4) La estima (wadd), el amor noble que es el deseo de una unión permanente con la persona estimada, que cada vez se hace más profunda y duradera.

Añádase a todo lo dicho que los medievalistas vienen señalando que el primer trovador provenzal, Guillermo de Aquitania, cautivo en Córdoba, pudo conocer el desarrollo de la lírica omeya en los salones literarios de la princesa Wallada:

En la formación de la cultura literaria provenzal habían colaborado en distinta medida factores histórico-económicos, religiosos e intelectuales. Así, por ejemplo, hay que admitir sin género de duda el influjo árabe-hebreo, muy discutido por la crítica y negado con frecuencia, en las medidas más antiguas del verso de la literatura en lengua vulgar, porque no se encuentra para estas medidas -cosa que no sucede con las empleadas más tarde- correspondencia alguna en la poesía estrófica de la Edad Media latina. El influjo en la poesía de Guillermo IX de Aquitania, el primer trovador de quien se conservan sus obras, es indiscutible, pero este influjo parece desaparecer después; en todo caso, no puede ya identificarse. Los demás elementos que entraron en la poesía de los trovadores -la tradición de la Edad Media latina, la tradición popular, la situación de cada una de las capas sociales de la nobleza- desempeñaron un papel más o menos importante según el cambio de las circunstancias; incluso cada uno de los trovadores eran muy distintos entre sí, de acuerdo con su origen y formación"
[ Vitale-Brovarone, Alessandro. "Las lenguas y literaturas románicas (I)", in Varios. Akal. Historia de la literaura. Vol. II. El mundo medieval. Madrid: Akal, 1989, pág. 340].

[Dejamos aquí, por otro lado, un breve resumen de la lírica de amor cortés, referida a Castilla, y sus paralelos y diferencias con la lírica amorosa tradicional, establecidos por el profesor Juan Victorio Martínez en el programa "La poesía amorosa en la Edad Media", dentro de RADIO UNED].




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