18 de septiembre de 2022

MINILECTURA: "EL LENGUAJE DE LOS GESTOS" , de Pere Greenham.


Greenham, Pere. "El lenguaje de los gestos. Los europeos ostentan diferencias bien marcadas que van más allá de la geopolítica, razas y lenguas, sus gestos expresivos",
in Babelia, suplemento cultural de El País, 11 de enero de 1992, pp. 4-7.


Estando en un café al aire libre en los parisinos Champs Elysées, este verano fui testigo de una escena que ilustra perfectamente la intención de este artículo. Un caballero inglés, tras probar con delectación la consumición que había ordenado, y ante su nulo conocimiento de francés, hace un gesto aprobatorio al camarero. Junta el índice y el pulgar, levantando los dedos en el signo okay. El local estaba abarrotado por una clientela internacional. Se hace silencio a su alrededor y lo miran con hostilidad. Cogió su diario y, tras pagar, le oía farfullar “What’s wrong, what’s wrong?” [¿Qué pasa, qué pasa?]. Lo que ignoraba es que en Francia ese gesto significa cero y sin valor, en Malta equivale a acusar a un hombre de homosexual, en Grecia y Cerdeña se utiliza para insultar a alguien deseándole ser sodomizado. Y es que la implantación del esperanto y el ecu como moneda igualatoria puede llegar a funcionar en el intercambio comercial, mas no en el proceso comunicativo de expresión cultural. Los gestos primarios, como la timidez, la vergüenza, el cortejo y el miedo son expresados de igual manera por todas las razas y culturas. Sin embargo, ante una mayor complejidad del mensaje, surgen los gestos regionales, que caracterizan a un grupo étnico que usa un medio común de expresión. Dichos gestos enfatizan lo que se está diciendo, aunque pueden prescindir totalmente de la palabra. Es curioso observar que el factor geotérmico (norte-frío, sur-calor) es decisivo en la riqueza del repertorio gestual.

España.

Según los estudiosos del medio ambiente y sus repercusiones en la ecología y el comportamiento humano, Madrid, Barcelona y Tokio son las ciudades más cargadas de decibelios de todo el continente eurasiático. Ruido de coches, de máquinas tragaperras, de estar siempre en obras con toda la maquinaria de construcción. Al español, por regla general, el silencio le resulta asfixiante, de allí que se estudie, cocine, trabaje o espere con la radio o la tele puestas. Esto influye en que se chille en vez de hablar (para ser escuchados) y que se eche mano de gesticulaciones que hagan más claros nuestros enunciados y se enriquezca, por tanto, la expresividad. Es muy característico que casi sincrónicamente los hombres mayores hundan el cuello entre los hombros y volteen las palmas de las manos hacia arriba en una discusión. Esto provoca el típico acarraspamiento de la voz, que enfatiza un sentimiento de que cualquier cosa que se esté diciendo está siempre llevando la razón. 


El mismo significado tiene el gesto de golpear la mesa con los nudillos, que probablemente deriva del tute o de la brisca, juegos de carta muy practicados por la gente de edad avanzada. Católicos por antonomasia, el signo de la cruz se usa constantemente y en gran número de circunstancias. “Te lo juro por ésta”, se dice mientras se besa la cruz hecha con los dedos, como subrayando una verdad sagrada.

Hay otros gestos cuyo origen y motivo no queda del todo claro; por ejemplo, tocarse la mejilla cuando se ve algo o alguien que actúa con descaro y alevosía: “¡Qué morro!, ¡qué cara tiene!, ¡vaya jeta!”.

De la misma forma resulta una incógnita por qué se colocan los dedos índice y medio paseándolos de debajo de los ojos a los lados de la nariz para indicar que no se tiene dinero: ”Estoy a dos velas”, “estoy sin blanca”. Ese mismo movimiento ascendente-descendente se utiliza juntando los dedos índice y pulgar, formando una O, para pasear la mano frente al pecho. Con ello se pretende fortalecer al interlocutor de la integridad indiscutible de lo que se está diciendo, como cuando se da un golpecito en el pecho con el índice al tiempo que se dice “¡te lo digo yo!” (como si por ser quien se es bastase para poseer la verdad absoluta, en clara actitud prepotente).

Un gesto de doble uso sentencioso es el de la palma acunada que, de forma horizontal y hacia arriba, se agita como cuando a los niños se les da en el culo cuando se portan mal, “te voy a dar”, “te la has ganado”, advierte con simpatía que no se ha comportado conforme a las normas usuales incluso cuando el mismo gesto se hace poniendo la mano de canto a la altura de la cabeza.
Es curioso que los españoles y los italianos sean los únicos europeos que para llamar a alguien pongan la palma de la mano hacia el suelo abriendo y cerrando los dedos, 

al contrario del resto, que lo hace con la palma hacia arriba, o incluso con el dedo índice retráctil.   Ese mismo dedo, con los otros cerrados, se vuelve burlesco cuando se hacen espirales en el aire con él y se alza sobre la cabeza; al gesto acompaña la frase “¡por aquí! ¡tararí que te vi!”, y aúpa el sentimiento de negación burlesca de algo.

Italia.

Sin lugar a dudas, no existe en toda Europa, y quizá en todo el mundo, un país que, como Italia, ofrezca un catálogo tan rico en gesticulaciones y expresiones tan variadas. Forma parte intrínseca de su comunicación cotidiana, en grado tal que nos hace pensar que si les atasen las manos sería para ellos como cortarles la lengua. Pertenecen, como España, a la hermandad de la cultura del bullicio, con Roma y Nápoles como iconos. Tal como sucede con nuestro país, los tópicos culturales que configuran la imagen de los italianos se concentran en la zona meridional.

Nápoles, Sicilia y Cerdeña han sido el objeto del ojo observador de novelistas y cineastas que han difundido estos tópicos con sus obras. Más disgregados en el Norte, se han difundido tanto que se nos pierden en el tiempo y se desbordan más allá de sus fronteras; como en el caso de estirarse el ojo hacia abajo, el indicar con curvas exageradas la silueta de una mujer o el colocarnos una mano sobre el corazón cuando algo nos emociona. La impaciencia o desacuerdo en una conversación se indica de dos formas: una de ellas, apuñando los dedos en el pulgar con una ligera sacudida y la frase “Macché vuoi?” (¿qué quieres?) o juntando ambas manos en posición de oración, también sacudiéndolas mientras se dice o da a entender “per carità” [por favor] , en un gesto que suplica que no se siga con lo mismo. Mucho más explícito que el gesto usado por los franceses para mostrar desinterés, los italianos se rozan la barbilla hacia afuera, bien sea con el índice, el índice y el medio, o bien todos los dedos, junto con el respectivo enunciado: “Che me ne frega” [qué me importa], “non me ne importa niente” [no me importa nada]. Como en todos los demás gestos, no precisan de su enunciado, pues son por sí solos bastante contundentes.

De la zona meridional proviene la relevancia del signo de los cuernos y el cornudo, un personaje inflatable en todas las comedias italianas. El signo de los cuernos posee ya carta de identidad internacional para señalar a maridos y esposas cuyas parejas les son infieles. Asimismo, forman una curiosísima trinidad de sexo, muerte y demonio, que se esgrime como un conjuro: los hombres se tocan los genitales con le corna cuando les sale al paso un funeral o una ambulancia. Los cuernos son la confirmación de un hecho, pero cuando existe una insinuación más sutil de emparejamiento se utilizan los dedos índices de ambas manos juntándolos y separándolos rápidamente con el resto de los dedos cerrados: “Stanno insieme” [están juntos] o “sono in due” indicando que se entienden o que son tal para cual.

El acto de marcharse de algún sitio es otra aportación italiana que se va extendiendo poco a poco; se representa golpeando con el canto de una mano la palma de la otra [...] Cuando una comida ha estado especialmente deliciosa se coloca el dedo índice, con el puño cerrado, sobre la mejilla, y se gira como un tornillo. “Buono!”, se dice, y casi seguramente abriendo mucho los ojos y estirando la boca hacia abajo.


CUESTIONARIO.

1. ¿Cree que podemos afirmar, como el autor, que efectivamente los países del sur de Europa son más gesticuladores que los del norte? Justifique su decisión.

2. Los gestos que ha mencionado el autor en el caso español nos son muy comunes. ¿Podría describir al menos otros cinco gestos más e indicar su significado?.
Quizá pueda ayudarse con este vídelo explicativo de la profesora Elsa Punset:

3. En este vídeo podrá ver el significado y el movimiento de muchos de los gestos que hacen los italianos mencionados por el autor y algunos otros más. ¿Cúantos de esos gestos suele emplear Vd.?

4. Es un lugar común señalar que los países del sur de Europa, y, por ende, los países del centro-sur de América, junto a los de cultura árabe, suelen ser poblaciones con un lenguaje no verbal muy amplio, que se ve implementado con la necesidad de contacto físico (que es estudiado por la proxémica), mostrado en múltiples gestos (de hecho se suele decir que "los españoles somos unos tocones"). Así nos lo hace evidente esta camapaña de Navidad de la marca Coca-Cola:

¿Podría señalar 5 casos en los que cree necesario el contacto físico en nuestra cultura?

5. Lea este artículo del diario El País (I. H. "Sentir el tacto de los demás es necesario para la salud", de 2 de febrero de 2021). ¿Recuerda Vd. también haber sentido soledad durante la pandemia? Razónelo.

6. Observe el siguiente esquema que aparece en el artículo anterior citado. ¿Cree realmente que el contacto físico puede conllevar esos beneficios que se expresan? Justifíquelo.


BIBLIOGRAFÍA.


Baró, Teresa. La gran guía del lenguaje no verbal. Madrid: Paidós, 2012.

Coll, J., et Gelabert, Mª J., et Martinell, E. Diccionario de gestos con sus giros más usuales. Madrid: Edelsa Edi6, 1990.

Navarro, Joe. Diccionario del lenguaje no verbal. Una guía del comportamiento humano. Málaga: Sirio, 2018.

Meo-Zilio, Giovanni, et Mejía, S. Diccionario de gestos. España e Hispanoamérica. 2 vols. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1980-1983.

Tijerina, Bárbara. Lenguaje sin palabras. Aprende a leer el lenguaje no verbal y mejora tus habilidades de comunicación. Méjico: Penguin Random House Grupo Editorial México, 2020.






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