26 de agosto de 2018

LOS HIPOCORÍSTICOS O NOMBRES DE PERSONAS EN SENTIDO CARIÑOSO Y FAMILIAR.


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
1. Definición.
2. ¿Cómo se forman los hipocorísticos?.
3. Abecedario de algunos hipocorísticos?


DEFINICIÓN.

El término hipocorístico procede etimológicamente del griego ὑποκοριστικός (hypokoristikós, acariciador), y es un antropónimo o nombre de persona empleado de manera cariñosa.
[Vid nuestra entrada en este blog: "¿Qué es un antropónimo y tipología?"]

Según el DLE (Diccionario de la Lengua Española) se define como "

«dicho de un nombre: que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística; p. ej., Pepe, Charo. U. t. c. s. m.».

Por su parte, J. Corominas lo define como

« aquella forma familiar que toman ciertos nombres de pila, especialmente en boca de los niños o de los adultos que imitan su lenguaje».
[ Corominas, J. et Pascual, J. A. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Madrid: Gredos, 1989, Vol. III, pág. ].

Por tanto, todo hipocorístico viene a ser una deformación del antropónimo. Ahora bien, no todos los hipocorísticos se han formado exclusivamente en virtud de las definiciones anteriores, como vamos a ver a continuación. Tienen además los hipocorísticos la particularidad de que pueden variar en su forma según su uso sea familiar, regional e incluso nacional, y, a la inversa, un hipocorístico puede hacer referencia a varios nombres propios ["Tito" puede significar tanto Antonio (> Antoñito > Tito), como José (> Joselito > Tito)...].

22 de agosto de 2018

A BUEN ENTENDEDOR POCAS PALABRAS

"A buen entendedor pocas (sobran) palabras" es un dicho popular que viene a significar que una persona inteligente no necesita una explicación detallada o prolija para entender lo que se le está diciendo.

Puede tener diversas connotaciones:

• Tendrá una connotación positiva cuando se considera al "interlocutor sobradamente inteligente para entender lo que se le dice":
...mas basta, es suficiente con lo dicho, que a buen entendedor...
• Tendrá una connotación negativa cuando queremos dar a entender que "alguien está dando demasiadas explicaciones":
...basta ya, que es suficiente con lo que has dicho hasta ahora, que a buen entendedor...
• Tendrá una connotación despectiva cuando se considera que "el receptor no ha entendido nada y, por tanto, no hace falta continuar con la exposición":
...para qué seguir, a buen entendedor...
• Tendrá una connotación de advertencia cuando queramos avisar, amonestar o exhortar al interlocutor de que no hace falta continuar (sea porque no conviene hablar más, sea por otro motivo):
...mas basta, es suficiente , a buen entendedor...
.

EN LA LITERATURA.

• Juan Ruiz Arcipreste de Hita. "Libro de Buen Amor" (1330-1343?), c. 1610d: «Pocas palabras cumplen al buen entendedor».
• Íñigo López de Mendoza. "Refranes que dizen las viejas tras el fuego": «A buen entendedor, pocas palabras».
• Fernando de Rojas. "La Celestina" (1499?), Acto VIII, 23 :«A buen entendedor...».
• Miguel de Cervantes. "El Ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha" (1616), Capítulo 37: «al buen entendedor, pocas palabras».
• José María de Pereda. "De tal palo, tal astilla": "-¿Hiciste tú más que suspirar por ella? - Al buen entendedor...».
• Leopoldo Alas, Clarín. "La Regenta" (1884-1885), Capítulo 15: "¡Ta, ta, ta! Si me oyeran me callaría. Fermo... a buen entendedor...».
EN OTRAS LENGUAS.

De España.

. Catalán: A bon entenedor, poques paraules.
. Euskera: Ulertzaile onari, hitz gutxi.
. Gallego: A bo entendedor, poucas palabras bastan.

Clásicas.

. Griego clásico: φρονέοντι συνετὰ γαρύω (digo cosas inteligibles para el inteligente).
. Latín: Intelligenti pauca (a los inteligentes, pocas -palabras-).
Dictum sapienti sat est (lo dicho, al sabio le basta)
Sapienti pauca (a los sabios, pocas -palabras-).

Del mundo.

. Alemán: Dem klugen Kopf genügt ein Wort (a la cabeza lista una palabra le basta).
. Árabe: (Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación).
. Francés À bon entendeur, salut! (a buen entendedor, ¡hola!).
. Griego moderno: Μια φορά το λέν τ' ανθρώπου και δέκα του γαϊδάρου (una vez lo dicen a la persona y diez al asno).
. Inglés: A word to the wise is enough (una palabra es suficiente para el sabio).
. Italiano: A buon intenditore, poche parole (a buen entendedor, pocas palabras).
. Portugués: Para bom entendedor, meia palavra basta (para buen entendedor, media palabra basta).
ANECDOTARIO.

1. Cierto día un mendigo solicitó audiencia al cardenal Mazarino (1602-1661), primer Ministro del rey francés Luis XVI y sucesor del cardenal Richelieu, para pedirle ayuda y poder así salir de las penurias que estaba pasando. Éste accedió a dársela, pero bajo una condición: solo podía decir dos palabras. El mendigo, que aceptó la condición, cuando se presentó ante él, le dijo: "Hambre, frío". Oído lo cual, el cardenal asintió, dando a entender que había comprendido, por lo que le dijo a su secretario, señalando al mendigo: "Comida, ropas". De este modo salió contento el mendigo. Preguntado qué fuera sobre lo ocurrido, dijo: con su Eminencia, "a buen entendedor, pocas palabras".




BIBLIOGRAFÍA.-

Caballero, Fernán. El refranero del campo y poesías populares. Madrid: Revista de Archivos, Museos y Bibliotecas, 1912.
Candón, Margarita et Bonnet, Elena. A buen entendedor. Diccionario de frases hechas de la lengua castellana. Anaya-Mario Muchnik, 2000.
Cantalapiedra, F. et Moreno, Juan (eds.). Diego García de Castro. Seniloquium: refranes que dizen los viejos. Valencia: Univ. Valencia, 2006.
Cantera Ortiz de Urbina, Jesús. Diccionario Akal del Refranero Latino. Madrid: Akal, 2005.
Etxabe Díaz, regino. Diccionario de refranes comentado. Madrid: Ed. de la Torre, 2012.
García Remiro. A buen entendedor... Dichos, frases y expresiones: su significado y su origen. Madrid: Alianza Editorial, 2010
Iribarren, José María. El porqué de los dichos. Barcelona: Planeta, 2013.
Junceda, Luis. Del dicho al hecho. Barcelona: 1991.
Martín Caro y Cejudo, Gerónimo. Refranes y modos de hablar castellanos con los latinos que les corresponden, y la glosa y explicación de los que tienen necesidad de ella. Madrid: Imprenta Real, 1792.
Núñez, Hernán. Refranes o proverbios en romance que coligió y gloso el Comendador Hernán Núñez, professor de Retórica y Griego en la Universidad de Salamanca. Madrid: Juan de la Cuesta, 1619.
Panizo Rodríguez, Juliana. Origen de algunos refranes, in Revista de Folklore, XIIIa, 148 (1993), pp. 140-144.
Torres, José Alejandro. Al buen entendedor... Breve antología del refrán. México: Lectorum S.A., 2005.
Vega, Vicente. Diccionario de anécdotas. Barcelona: 1956.

WEBGRAFÍA.

www.refranerocastellano.com

Refranero multilingue del Centro Virtual Cervantes.

Recopilatorio de más de 33.000 refranes de JuaAlDi.

► Web sobre la obra de Gonzalo Correas: "Vocabulario de refranes", realizada por Fernando Martínez del Carnero.







15 de julio de 2018

DIFERENCIAS ENTRE LA LENGUA ORAL Y ESCRITA.


Lenguaje es la capacidad [innata] que posee el ser humano para comunicarse por medio de signos” [lingüísticos].
Esta definición de Ducrot y Todorov, a pesar de las numerosas que se han dado, pretendemos que nos sirva de referencia.

La lengua es un código formal, integrado por signos lingüísticos que se combinan entre sí conforme a unas reglas gramaticales. Ésta se realiza de una manera específica en una comunidad hablante concreta (es lo que conocemos como lengua española, inglesa, francesa, etc.). Además, el uso de esa realización concreta puede ser oral o escrito.

Podemos afirmar, siguiendo a Saussure que ni la lengua que se emplea cuando se habla y se escribe es la misma, ni su uso es el mismo:

« lengua y escritura son dos sistemas de signos distintos; la única razón de ser del segundo es la de representar al primero; el objeto lingüístico no queda definido por la combinación de la palabra escrita y la palabra hablada; esta última es la que constituye por sí sola el objeto de la lingüística».
[Saussure, Ferdinand de. Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Losada, 1945, Cap. VI: "Representación de la lengua por la escritura", pág. 51].

No obstante, hay que considerar que el código escrito no es una simple transcripción del código oral, ya que la expresión oral o la escrita tienen sus propias reglas.

Tradicionalmente se viene indicando que las diferencias sustanciales entre el uso oral y escrito radican en que:

La lengua oral es la forma más natural que el hombre emplea para comunicarse con los demás individuos: el hombre habla desde hace millones de años (y la escritura es de hace poco más de unos seis mil años), el niño habla antes de escribir, de manera espontánea (frente a la intencionalidad y planificación del aprendizaje de la escritura)... —más aún, hay personas que no saben escribir y leer, pero sí hablar (a la inversa es imposible), de hecho, existen todavía pueblos primitivos y antiguos que poseen su propia lengua, pero carecen de escritura—; que ésta se manifiesta a través de sonidos articulados fonéticamente (fonemas), siendo por ello necesario que los interlocutores de cualquier acto comunicativo oral estén presentes, convirtiéndose en un acto de inmediatez, de carácter efímero, y de espontaneidad (salvando aquellos casos en que han sido planificados previamente, como una representación teatral, una conferencia...), permitiendo manifestar más libremente nuestras emociones , y primando en él la claridad, concisión, sencillez y naturalidad.

La lengua escrita, en cambio, se realiza a través de signos gráficos (grafemas), por lo que no es necesario que los interlocutores compartan la simultaneidad del espacio y tiempo, de ahí las características de ser un acto diferido y de perdurabilidad, tener mayor elaboración, esfuerzo y cuidado (pues es una forma sustitutiva de la oral, aunque no sólo; es artificial, requiriendo una instrucción especial, y se elabora de manera consciente) por ajustarse a las normas...

No obstante, lo cierto es que los códigos oral y escrito se diferencian en bastantes más características de tipo contextual y textual. Por eso vamos a seguir en esta cuestión a Daniel Cassany, quien nos señaló algunas de las diferencias más importantes entre el uso oral y el escrito de la lengua.
[Cassany, Daniel. Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir. Barcelona: Paidós, 1987, pp. 34-40].


DIFERENCIAS CONTEXTUALES.

Se refieren al contexto de la comunicación: espacio, tiempo y relación entre los interlocutores.

LENGUA ORAL. LENGUA ESCRITA.
 Grado de planificación: Comunicación espontánea.
Se produce en un contexto inmediato que no da cabida a la planificación.
El hablante (emisor) puede rectificar, pero no borrar lo que ya ha dicho.
El oyente (receptor) está obligado a comprender el texto en el momento de la emisión y tal como se emite.
 Grado de planificación: Comunicación elaborada.
Es una comunicación diseñada y planificada.
El emisor puede corregir y rehacer el texto sin dejar rastros.
El lector (receptor) puede escoger cómo y dónde quiere leer el texto (en qué orden, la velocidad, etc.).
Comunicación inmediata.
Tanto en el tiempo como en el espacio.
Comunicación diferida.
Tanto en el tiempo como en el espacio
Comunicación efímera.
Los sonidos son perceptibles solamente durante el tiempo que permanecen en el aire.
Comunicación duradera.
Las letras se graban en un soporte estable y perduran. El escrito adquiere valor social de testigo y registro de los hechos.
Utiliza mucho los códigos no verbales.
La fisonomía, vestidos, movimientos, paralenguaje (cualidades de la voz y vocalizaciones: risa, llanto), etc.
 Utiliza poco los códigos no verbales.
En cambio, se apoya en la disposición del espacio y del texto, la textura del soporte, etc.
 El contexto extralingüístico posee un papel muy importante.  El contexto extralingüístico es poco importante.
El escritor crea el contexto a medida que escribe.
Canal auditivo-visual.
La comunicación sólo es posible a través de los canales auditivos-visuales.
Canal visual.
La escritura sólo tiene esta posibilidad (a pesar del código morse para los ciegos)
Receptores limitados.
Siempre debe haber interlocutores presentes (aunque no siempre están presentes físicamente en la inmediatez, pues las nuevas tecnologías lo permiten.
Por otro lado, los receptores de un diálogo, conversación, charla, conferencia, etc., son limitados siempre.
Receptores innumerables.
Los receptores de un texto escrito son innumerables e inacabables.
Y el emisor siempre está ausente, distante no sólo físicamente, sino también en el tiempo.
 Hay interacción durante la emisión del texto.
Mientras habla, el hablante (emisor) ve la reacción del oyente y puede modificar su discurso.
No hay interacción durante la composición.
El escritor no puede conocer la reacción del lector.
 Hay posibilidad de retroalimentación inmediata durante la emisión del texto.
El receptor es capaz de poder responder inmediatamente a lo que el hablante comunica.
Las emisiones se solapan, interrumpen, cortan, etc.
No hay posibilidad de retroalimentación inmediata.
El lector no puede contestar inmediatamente a lo que ha comunicado el escritor.
(Hoy, con las nuevas tecnologías, existe una posibilidad "factible", vía correo electrónico, chats, redes sociales, etc.

EJERCICIOS INTERACTIVOS. DIFERENCIAS ENTRE LA LENGUA ORAL Y ESCRITA.

Daniel Cassany (in Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir. Barcelona: Paidós, 1989) estableció unas serie de diferencias contextuales (esto es, referidas al contexto de la comunicación: espacio, tiempo y relación entre los interlocutores), entre la lengua oral y la lengua escrita. Ya lo hemos estudiado en la entrada "Diferencias entre la lengua oral y escrita", de este blog. Ahora le proponemos diversos ejercicios.


1. Disfrute de este VÍDEO DE YOUTUBE, realizado con fines didácticos para el programa Sec'21, de la Universidad Pedagógica Nacional de México, del año 2000, bajo el guión de Mabel Encinas y Maria Cora Sánchez, y donde se explican muchos de los elementos que queremos que logre a comprender y asimilar, de 12'59'' de duración: https://www.youtube.com/watch?v=7lsaA1aQBu0




2. Vuelva a releer la parte teórica que le ofrecemos en nuestra entrada:
"Diferencias entre la lengua oral y escrita".

3. FICHAS PARA ESTUDIAR:
Ahora vamos a ver si ha asimilado la teoría. Comenzamos por las diferencias contextuales (pinche sobre ellas y diga a qué tipo de lenguaje pertenecen las aseveraciones que van apareciendo).

30 de mayo de 2018

EJERCICIOS INTERACTIVOS SOBRE EL "CANTAR DE MÍO CID" (Previos).


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
texto aquí

Los ejercicios interactivos que te vamos a ir proponiendo sirven para que recuerdes tus conocimientos previos sobre el "Cantar de Mío Cid", afiances nuevos conocimientos, y para facilitarte tu labor investigadora y capacidad de interés.


1. Introducción teórica. Repaso de conocimientos previos de otros cursos.



Si quieres compartirlo pincha AQUÍ.


2. Continuamos con la introducción teórica. Repaso de los conocimientos previos de otros cursos.



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3. Señalamos ahora algunos de los conceptos clave que van a ser necesraios que sepamos discernir claramente.


Cantar de Mío Cid -III- Introd


Si quieres compartirlo, pincha AQUÍ.








1 de mayo de 2018

EL REALISMO Y NATURALISMO EN LA NOVELA ESPAÑOLA.


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
0. Introducción.

a) Contexto histórico.

b) Contexto cultural.

b.1. ¿Quién y qué novelas se leían hasta 1868 en España?.

b.2. ¿Qué características generales del realismo podemos concluir de esto?

Diferencias entre el Romanticismo y el Realismo

1. El realismo en la novela europea.

1.1. En Francia.

A. Henry Beyle, “Stendhal” (1783-1842).

Honoré de Balzac (1799-1850).

Gustave Flaubert (1821-1880).

1.2. En Inglaterra.

William Thackeray (1811-1863).

Charles Dickens (1812-1870).

William Wilkie Collins (1824-1889).

Las hermanas Brönte.

1.3. En Rusia.

Nicolai Gogol (1809-1852)

Ivan Turgeniev (1818-1883).

Fedor Dostoievski (1821-1910)

Leon Tolstoi (1828-1910)

2. La novela realista en España.

2.1. Antecedentes.

2.2. Características generales del realismo en la novela.

2.3. Temporalización.

2.4. Autores prerrealistas.

Cecilia Böhl de Faber, “Fernán Caballero” (1796-1877).

Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891).

2.5. Autores realistas.

Juan Valera (1824-1905).

José María de Pereda (1833-1906).

Benito Pérez Galdós (1834-1920).

El Padre Coloma (1851-1914).

Armando Palacio Valdés (1853-1938).

3. El naturalismo en la novela.

3.1. Origen.

3.2. El naturalismo en España.

3.2.1. El naturalismo radical.

Eduardo López Bago.

Alejandro Sawa Martínez.

3.3. Autores naturalistas españoles más significativos.

Emilia Pardo Bazán (1851-1921).

Leopoldo Alas Clarín (1852-1901).

Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928).


[N.B. Esta entrada ha sido reactualizada con nuevas incorporaciones audiovisuales].


O. INTRODUCCIÓN.

El Realismo debemos considerarlo como una estética derivada parcialmente del Romanticismo, al que supera en sus propósitos, y con el que comparte espacio histórico, y que, aunque apareció en Francia hacia 1830 ("El rojo y el negro" de Stendhal es de 1839), alcanzará su plenitud en la década de 1850.

Recordemos que ya en 1826 "Le Mercure français" definía como "realismo", aplicado a la literatura, la imitación de la Naturaleza y el detalle descriptivo de algunos creadores románticos.
[Cfr.: Gutiérrez Carbajo, F. Movimientos y épocas literarias. Madrid: UNED. 2013, pág. 145].

Luego, en 1850 el término se aplicará al campo pictórico, por un tiempo con un matiz despectivo, desde que Courbet realizó una exposición titulada Le Réalisme, la cual provocó un amplio debate sobre el nuevo estilo, que quedó definido en la revista "Réalisme", dirigida por Duranthy, como un arte que pretende la reproducción exacta, completa y sincera, del ambiente social y de la época en que vivimos. Dicha reproducción debe ser lo más sencilla posible, para permitir al gran público su mejor comprensión. Además, se concreta que la única fuente de inspiración es la realidad objetiva (alejada del idealismo romántico), la cotidianidad, y con ella, sus gentes (no héroes ensalzados, divinizados, sino burgueses, proletarios, campesinos), inmersos en escenarios y paisajes contrastables (no idealizados, embellecidos), convirtiéndose el mismo arte en una confrontación con el convencionalismo social (al hacerlo patente y criticarlo).
[Cfr.: Watt, I. "Réalisme et forme romanesque", in Littérature et réalité. Paris: Seuil, 1982, pág. 13].

El Realismo surge, pues, cuando los escritores deciden retratar la realidad de la sociedad burguesa, de su momento presente, reflejarla objetivamente mediante la observación (sin deformación ni idealización), a través de descripciones minuciosas y exactas de ambientes y personajes (de su físico e interior, de sus conductas, motivaciones, etc.). Para ello, los escritores realistas se documentarán concienzudamente, pues pretenden ser cronistas, historiadores del presente. Y aunque pretenden distanciarse, esconderse de lo que cuentan, para mostrar objetividad, recurriendo a la focalización externa, no pocas veces dejan oír su voz exponiendo juicios y observaciones personales.

8 de abril de 2018

LA NOVELA SENTIMENTAL DE LOS SIGLOS DE ORO


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
0. Introducción.
1. Características generales.
2. Orígenes.
3. Corpus de las obras y etapas más significativas.
4. Comentario de las obras más representativas.

Juan Rodríguez del Padrón.

Siervo libre de amor.

Diego de San Pedro.

Tratado de Amores de Arnalte y Lucenda.

Cárcel de amor.

Juan de Flores.

Historia de Grisel y Mirabella, con la disputa de Torrellas y Braçaida.

Breve tratado de Grimalte y Gradissa.

O. INTRODUCCIÓN.

La novela sentimental de los siglos XV y XVI o erótico-sentimental, en expresión de Marcelino Menéndez Pelayo es, junto con la novela pastoril, la que muestra una estructura más cerrada de nuestra literatura.
[Aunque hubo críticos que no estaban de acuerdo con la denominación de Menéndez Pelayo, como fue el caso de R. Schevill (1913), por ejemplo, que propuso la nomenclatura de "cuentos o novelas ovidianas", y que J. I. Ferreras puso sobre la mesa que podía esta nomenclatura dar a confusión con la novela sentimental del siglo XIX, o que Deyermond mediara denominándolas "ficción sentimental", seguimos manteniéndola por ser la más generalizada.
Cfr.: Blay Manzarena, Vicenta: «La conciencia genérica en la ficción sentimental (planteamiento de una problemática))),in ed. Beltrán, R., et Canet J. L., et Sirera, J. L. (coords.). Historias y ficciones: Coloquio sobre la literatura del siglo XV. Valencia: Universitat de Valencia, 1992, pp. 205-226.
Deyermond, A. D. "Estudio Preliminar", in Parrilla, C. (ed.). Diego de San Pedro. Cárcel de amor. Barcelona: Crítica, 1996.
Ferreras, J. I. La novela en el siglo XVI. Madrid: Taurus, 1987.
Rohland de Langbehn, Regula. La unidad genérica de la novela sentimental española de los siglos XV y XVI. London: Dept. of Hispanic Studies, Queen Mary and Westfield College, 1999].

Estas novelas pertenecen al género de literatura de evasión, idealista (pero también con una clara finalidad polémica y didáctica), que tuvo un gran éxito entre el público cortesano y, especialmente, entre las mujeres, fruto de una vuelta atrás a los viejos valores caballerescos en una sociedad que ve como se van desintegrando las estructuras medievales, y que está íntimamente relacionada con las novelas de caballerías, además de presentar conexiones con otros géneros, como veremos.
[Así, la "Sátira de felice e infelice vida" de don Pedro de Portugal se dedica a su hermana Isabel de Portugal; el "Tractado de Arnalte y Lucenda" de Diego de San Pedro se dirige a las damas de la reina Isabel la Católica; Juan de Flores dedica su "Historia de Grisel y Mirabella" a una "su amiga" y Jiménez de Urrea dedica la "Penitencia de amor" a la Condesa de Aranda, su madre; el "Tratado llamado Notable de Amor" de Juan de Cardona, se escribe para ser leído en la tertulia de la duquesa Doña Potenciana; Juan de Lucena también dedicará su "Repetición de amores", a "una su amiga".
Del gusto por estas novelas por parte del público femenino, quedan marcados muchos de los rasgos de este novelas, incorporando no sólo actividades propias de la corte (debates amorosos, justas poéticas, cacerías, torneos, fiestas, descripción de indumentaria —curiosamente las únicas descripciones a destacar de estas novelas—), sino también comentarios dirigidos a la buena educación de las mismas.
Cfr.: Martínez Latre, Mª Pilar. "Usos amorosos e indumentaria cortesana en la Ficción Sentimental (siglos XV y XVI)", in Toro Pascual, M. I. Actas del III Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Salamanca, 3 al 6 de octubre de 1989, pp. 569-579].

Muestran

«como principal argu­mento una historia de amor cuyo desenlace será siempre funesto por ser resultado de un conflicto en el que se en­frentan dos fuerzas: de un lado, la pasión amorosa y, de otro, una sociedad represora condicionada por el código del honor que condena a los enamorados con la muerte. Ésta será la situación dramática que, invariablemente, se re­petirá en todas las novelas. Allí donde nace el amor no hay posible escapatoria, a los enamorados sólo les caben dos op­ciones: entregarse a la pasión (al furor amoris) y rebelarse contra las normas establecidas de su sociedad, que no dudará en castigarlos; o acatar las reglas de la moral y el honor, que, en cualquier caso, también les condenan, porque el alejamiento del amado supondrá, en unos casos, el suicidio, en otros, la frustración».
[Ariza, Manuel et Criado, Ninfa. Antología de la prosa medieval. Madrid: Biblioteca Nueva, 1998 ].

22 de febrero de 2018

EL MOTIVO LITERARIO DE "LAS NUBES", ANTES Y DESPUÉS DE AZORÍN.


"LAS NUBES", DE AZORÍN.

El texto que es objeto de nuestro comentario, y del cual partimos para analizar el motivo literario de las nubes, pertenece al libro "CASTILLA", publicado en 1912, correspondiéndose con la parte en la que Azorín toma varios personajes de la literatura española y les da nueva vida, a lo largo de cuatro capítulos, que son:

① “Las nubes”, donde taracea una nueva ficción sobre el recuerdo de La Celestina [de Fernando de Rojas];
② “Lo fatal”, donde lo hace con [el tratado tercero de] el Lazarillo [de Tormes];
③ “La fragancia del vaso”, que opera sobre “La ilustre fregona” [una de las Novelas ejemplares cervantinas,
④ y “Cerrera, cerrera…”, que lo es de La tía fingida, una novela corta difícilmente atribuible a Cervantes],

-y que se hace tema de un libro íntegro en "El licenciado Vidriera visto por Azorín" (1915, luego titulado "Tomás Rueda"), para entrar [más tarde] en el terreno de la franca creación novelesca con "Don Juan" (1922) y "Doña Inés" (1925).
[Mainer, José Carlos. "Tres lecturas de los clásicos españoles (Unamuno, Azorín y Machado"), in Mélanges de la Casa de Velázquez, XXXI, 2 (1995), pág. 182].