3 de junio de 2015

COLLIGE, VIRGO, ROSAS , "coge, doncella, las rosas". (Tópico) . (III). Siglos XVI y XVII.


SUMARIO:
Esta entrada consta de 4 secciones:
I.- Definición y aproximación.
II. El tópico en la época grecolatina y Edad Media.
III. El tópico en los siglos XVI y XVII.
a) Variaciones renacenistas, manieristas y del barroco.
b) El tópico en Italia y Francia durante este período.
c) El tópico en España.
IV. El tópico en los siglos XVIII a XXI.

§ Variaciones renacentistas, manieristas y del barroco..
En lo siglos XVI y XVII el tópico logrará un gran desarrollo. En efecto, podremos hallar las variaciones renacentistas (petrarquistas), manieristas y del barroco.

Si en la Edad Media el tópico pervivió bajo la mentalidad del "lamento" por la brevedad de la vida, y con el marcado carácter de invitación sexual de los Cancioneros, en el Renacimiento (1.500-1.570?) éste, partiendo de la descripción de la belleza física de la amada ("descriptio puellae"), bajo el canon de mujer ideal petrarquista, se hará más vital e invitará a gozar de los placeres de la juventud, edad ideal para el amor, y de esa belleza que no es sino reflejo de la armonía de la creación (decía Quevedo: "Cuando con atención miro y contemplo/ la soberana traza, y compostura/ de esa divina y celestial figura,/ que de su Hacedor es vivo ejemplo"...).

Además, esa belleza será elemento de contemplación gozosa y vía de conexión con Dios, antes de que el tiempo la destruya (visible en las composiciones, desde Garcilaso a Medrano), frente a la expresión de que "toda carne es hierba y toda su gloria como la flor del campo", de Isaías (XX, 12), tan medieval primero y luego tan barroco. Es decir, en un tono claramente epicureísta, heredero de la literatura italiana.
[Cfr.: Bartolomé Martínez, Berbabé et Gregorio.- "Valor permanente de los tópicos clásicos y su interpretación en el humanismo renacentista español", in Revista Complutense de Educación, V, 1 (1.994), pp. 73-78.]

Resume muy bien lo expuesto hasta aquí aquel soneto de Quevedo que dice:

Esta color de rosa y de açucena,
y este mirar sabroso,dulce, honesto,
y este hermoso cuello, blanco, inhiesto,
y boca de rubís, y perlas llena.

La mano alabastrina, que encadena
al que más contra amor está dispuesto;
y el más libre, y tirano presupuesto
destierra de las almas, y enagena.

Esta rica, y hermosa primavera,
cuyas flores de gracias, y hermosura
ofendellas no puede el tiempo ayrado,

son ocasión que viva yo, y que muera,
y son de mi descanso, y mi ventura
principio, y fin, y alivio del cuidado.

En el Manierismo (1.570-1.600?), cambiada la mentalidad ideológica, de afirmación trentina y estoica, más de ascética moral, y desarrollado el refinamiento y ornamentación del tópico con un léxico seleccionado y una sintaxis en creciente dificultad, se generarán unas obras perfectas en lo formal pero menos sentidas (Herrera y la escuela sevillana), derivando el tópico a posiciones más de actitud resignada y melancolía ante la constatación de la falta de correspondencia de la amada, y motivando el giro hacia la perpetuidad del amor más allá de la muerte de los enamorados.

Finalmente, en el Barroco (1.600-1.681?), ornamentada la naturaleza toda con adjetivaciones de gran cromatismo, complicando el artificio, acrecentando el movimiento con antítesis y empleo de contrarios ("complexio oppositorum"), con la estructura sintáctica latinizada y la tendencia al hipérbaton y la hipérbole, buscando la admiración y la sorpresa mediante comparaciones y metáforas atrevidas, con significados densos y múltiples con los que se juega..., deriva su visión hacia el pesimismo y el desengaño, hacia un lenguaje nihilista, que serán el componente meditativo final del tópico; la descripción de la amada, su belleza, pasará a ser descrita más que por lo que es, por los estragos que se suceden en ella, concluyendo en un proceso en el que toda esa belleza que se ve es puro engaño de algo efímero: mirarse en el espejo, calavera... (Góngora hasta Calderón).

Nuevamente, para simplificar lo dicho, recurrimos a un soneto de Quevedo:

Ya, Laura, que descansa tu ventana
en sueño que otra edad tuvo despierta,
y, atentos los umbrales de tu puerta,
ya no escuchan de amante queja insana;

pues cerca de la noche, a la mañana
de tu niñez sucede tarde yerta,
mustia la primavera,
la luz muerta,
depoblada la voz, la frente cana:

cuelga el espejo a Venus, donde miras
y lloras la que fuiste en la que hoy eres;

pues, suspirada entonces, hoy suspiras.

Y ansí, lo que no quieren ni tú quieres
ver, no verán los ojos ni tus iras,
cuando vives vejez y niñez mueres.

Mónica M. Martínez Sariego nos dice que, además, estas obras se caracterizan:

esencialmente por su tono libertino y, consecuentemente, por su crueldad para con la dama, una crueldad que se basa, sobre todo, en esa idea según la cual la máxima injuria para una mujer presumida y vanidosa no es el recordatorio de la muerte, sino ser llamada “vieja” y, a causa de su decrepitud física, quedar definitivamente excluida del juego de la seducción. Son estos resortes de la psicología femenina los que manipula Francisco de Quevedo (1580-1645), quien, en “Venganza de la edad en la hermosura presumida”, se complace en evocar la vejez de una dama resaltando que para ella no hay ya carpe diem posible. Sí lo hay, en cambio, al menos aparentemente, en Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), autora de “Muestra se debe escoger antes el morir que exponerse a los ultrajes de la vejez”, otro soneto barroco en que el tema de la vejez femenina vuelve a combinarse con nuestro tópico, y cuya peculiaridad esencial radica en el hecho de que sea la rosa quien incita a la dama a gozar de la vida antes de que llegue la muerte. Esta muerte, si se produce en plena juventud, libra a la mujer, según la flor, del fardo de la vejez.
Las formulaciones desengañadas de este corte se prolongarán durante la primera mitad del Setecientos, aunque, ciertamente, con un barroquismo más templado, con un primor que a veces preludia lo que en italiano se llama "barocchetto" y que irá paulatinamente transformándose en rococó, como sucede, por ejemplo, en José Antonio Porcel (1715-1794), el poeta más representativo de esta confluencia. Pese a las traducciones y al cultivo de las anacreónticas fomentado por Villegas (1589-1669).

[Martínez Sariego, Mónica.- "Los avatares del Carpe Diem del s. XVI al s. XVIII. ALgunos apuntes para el estudio diacrónico del tópico en las literaturas hispánicas (I)", in Morón Espinosa,A. et Ruiz Martínez, J. (coord.).- En teoría hablamos de literatura. Actas del III Congreso Internacional de Aleph (Granada, 3-7 de abril de 2.006). Granada, Univ. Granada-Dauro, 2.007, pág. 201.]

Vamos a ver esta evolución.

Comenzaremos por Italia y Francia, países que claramente influyeron en España.

§ El tópico en Italia y Francia durante este período.

■ Mentre che l’aureo crin v’ondeggia intorno,
de Bernardo Tasso (1.493-1.569 d.n.e.)

Mentre che l’auro crin v’ondeggia intorno
De l’ampla fronte con leggiadro errore,
Mentre que de vermiglio e bel colore
Vi fa la primavera al volto adorno;

Mentre v’apre il ciel pie chiaro il giorno
Cogliete, o giovinette, il vago fiore
De vostre piu dolci anni; e con amore
State sovente in lieto e bel soggiorno.

Verra poi’l verno, que di bianca neve
Suol i foggi vestir, coprir la rosa
Che piagge tornar aride e meste.

Cogliete, ah stolte, i fiori, ah! Siete preste,
Che fugace son l’hore e’l tempo lieve
E veloce a la fin corre ogni cosa
Mientras que el áureo pelo ondea en torno
de la amplia frente con gentil descuido;
mientras que de bermejo y bello color
la primavera adorna vuestro rostro.

Mientras abre el cielo de azul claro el día
coged, oh jovencitas, la desocupada flor
de vuestros más dulces años y, con amor,
sed siempre felices y tened buena estancia.

Vendrá después el invierno, que, de blanca nieve,
suele las cumbres vestir, cubrir la rosa
que la lluvia tornará árida y triste.

Coged,oh tontas, la flor, ¡ay, estad prestas!,
que fugaces son las horas, y el tiempo breve:
veloz a su final corren todas las cosas.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

[Compárese con los sonetos que más abajo reproducimos, y que son fuente de imitación para ellos: el de Garcilaso: "mientras por competir con tu cabello"; con el de Cristóbal de Mesa: "en tanto que el color de nieve y grana"; con los de Herrera: "Las hebras de oro puro que la frente" u "O soberbia y cruel en tu belleza"; y con el de Góngora: "mientras por competir con tu cabelllo"; en español. En italiano con los de Bembo, Mocenigo y Venier...
Terracini, Lore.- "Entre la nada y el oro. Sistema y estructura en el soneto 235 de Góngora", in AIH. Actas VIII (1.83), pp. 619-628.].

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■ Odas, Liber I, Oda XVII. A Casandra
de Pierre de Ronsard (1.524-1.585 d.n.e.).

"Mignonne, allons voir si la rose
Qui ce matin avoit desclose
Sa robe de pourpre au Soleil,
A point perdu ceste vesprée
Les plis de sa robe pourprée,
Et son teint au vostre pareil.
Las! voyez comme en peu d'espace,
Mignonne, elle a dessus la place
Las! Las! ses beautez laissé cheoir!
O vrayment marastre Nature,
Puis qu'une telle fleur ne dure
Que du matin jusques au soir!
Donc, si vous me croyez, mignonne,
Tandis que vostre âge fleuronne
En sa plus verte nouveauté,
Cueillez, cueillez vostre jeunesse:
Comme à ceste fleur la vieillesse
Fera ternir vostre beauté"
"Graciosa, vamos a ver si la rosa
que esta mañana había abierto
su vestido de púrpura al Sol
acaso ha perdido esta tarde
los pliegues de su vestido purpúrea
y su tez a la vuestra idéntica.
¡Ay!, ved cómo en poco espacio
graciosa, ella en el sitio ha
¡ay, ay! sus bellezas dejado caer.

¡Oh, en verdad madrastra Natura es
puesto que tal flor no dura
sino de la mañana a la tarde!
Así, si me creéis, graciosa
mientras vuestra edad florece
en su más verde novedad
coged, coged vuestra juventud:

como a esta flor la vejez
hará empañar vuestra belleza
"
[Traducción de Raúl Amores Pérez]

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■ Soneto para Helena,
de Pierre de Ronsard (1.524-1.585 d.n.e.)

Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle,
Assise auprès du feu, devidant et filant,
Direz, chantant mes vers, et vous esmerveillant :
Ronsard me celebroit du temps que j'estois belle.

Lors vous n'aurez servante oyant telle nouvelle,
Desja sous le labeur à demy sommeillant,
Qui, au bruit de Ronsard, ne s'aille réveillant,
Benissant vostre nom de louange immortelle.

Je seray sous la terre, et, fantosme sans os,
Par les ombres myrteux je prendray mon repos;
Vous serez au fouyer une vieille accroupie,

Regrettant mon amour et vostre fier desdain.
Vivez, si m'en croyez, n'attendez à demain;
Cueillez dés aujourd'huy les roses de la vie.
Cuando seais muy vieja, de noche, junto a la vela
sentada junto al fuego, devanando e hilando,
diréis, mientras cantais mis versos, maravillada:
«Ronsard me celebró en la época en que fui hermosa»,

Ya no tendréis sirvienta que oiga tales nuevas
y que ya, por la labor medio dormida,
al oír el sonido de Ronsard, se despierte de su sueño
bendiciendo vuestro nombre con alabanza inmortal.

Yo estaré bajo tierra, y fantasma sin huesos,
por los umbríos mirtos tomaré mi reposo;
y vos seréis junto al hogar una anciana encogida,

Añorando mi amor y vuestro altivo desdén.
Vivid, créedme, no aguardéis al mañana:
Coged desde hoy las rosas de la vida.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

[♪♫♪ Puedes escuchar la ballada♪♫♪ pinchando aquí].

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Fijémonos en este otro poema de Ronsard, titulado "Envío de flores", en el que claramente da pie a todos los componentes del tópico:

■ Soneto "Envío de flores",
de Pierre de Ronsard (1.524-1.585 d.n.e.)

Je vous envoie un bouquet que ma main
Vient de trier de ces fleurs épanies;
Qui ne les eût à ce vêpre cueillies
Chutes à terre elles fussent demain.

Cela vous soit un exemple certain
Que vos beautés bien qu’elles soient fleuries
En peu de temps cherront toutes flétries
Et comme fleurs périront tout soudain.

Le temps s’en va, le temps s’en va, ma Dame,
Las ! le temps non, mais nous, nous en allons,
Et tôt serons étendus sous la lame;

Et des amours desquelles nous parlons,
Quand serons morts, n’en sera plus nouvelle;
Pour ce, aimez-moi cependant qu’êtes belle.
Hoy te envío un ramo que mi mano
acaba de cortar de flores recién abiertas,
que de no recogerlas hoy temprano
caídas sobre la tierra estarían mañana.


Ello os sea un ejemplo certero,
pues igual que las flores, tus gracias y bellezas
en poco tiempo acabarán todas marchitas

y estarán, pronto, como flores, muertas.

Se va el tiempo, el tiempo se va, amiga mía.
!Ay!, el tiempo no, que somos nosotros los que nos vamos,
y pronto seremos tapados de tierra por la pala.

Y de estos amores que ahora hablamos,
cuando estemos muertos, nada será posible,
por eso, ámame, mientras eres bella.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

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§ El tópico en España.

En España, el reconductor del tópico hemos dicho que fue Garcilaso de la Vega. Antes, ya se había hecho una primera mención con tintes del "carpe diem" en el Acto VII, en diversos pasajes, y del "De rosis nascentibus" en el Acto IX de "La Celestina", de Fernando de Rojas, como vamos a tener ocasión de ver. Pero, insistimos, será tras Garcilaso, a través de los poetas italianos, quien lo introducirá como tópico en casi todos los grandes poetas de los siglos XVI y XVII.

■ "La Celestina", ACTO VII,
de Fernando de Rojas (h. 1.498-1.536 d.n.e.).

CELESTINA (a PÁRMENO).- Hijo, a vivir por ti, a no andar por casas ajenas, lo cual siempre andarás mientras no te supieres aprovechar de tu servicio (...). Goza tu mocedad, el buen día, la buena noche, el buen comer y beber. Cuando pudieres haberlo, no lo dejes. Piérdase lo que se perdiere. No llores tú la hacienda que tu amo heredó, que esto te llevarás de este mundo, pues no le tenemos más de por nuestra vida. ¡Oh hijo mío Pármeno, que bien te puedo decir hijo, pues tanto tiempo te crié! Toma mi consejo, pues sale con limpio deseo de verte en alguna honra. ¡Oh cuán dichosa me hallaría en que tú y Sempronio estuvieseis muy conformes, muy amigos, hermanos en todo, viéndoos venir a mi pobre casa a holgar, a verme y aun a desenojaros con sendas muchachas!
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■ "La Celestina", ACTO VII,
de Fernando de Rojas (h. 1.498-1.536 d.n.e.).

ELICIA.- Por Dios, dejemos enojo y al tiempo el consejo. Hayamos mucho placer. Mientras hoy tuviéremos de comer no pensemos en mañana. También se muere el que mucho allega como el que pobremente vive, y el doctor como el pastor, y el Papa como el sacristán, y el señor como el siervo, y el de alto linaje como el bajo. Y tú con oficio, como yo sin ninguno, no habemos de vivir para siempre. Gocemos y holguemos, que la vejez pocos la ven, y de los que la ven, ninguno murió de hambre. No quiero en este mundo sino día y victo y parte en paraíso. Aunque los ricos tienen mejor aparejo para ganar la gloria que quien poco tiene, no hay ninguno contento, no hay quien diga harto tengo, no hay ninguno que no trocase mi placer por sus dineros. Dejemos cuidados ajenos y acostémonos, que es hora, que más me engordará un buen sueño sin temor que cuanto tesoro hay en Venecia.
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■ "La Celestina", ACTO IX,
de Fernando de Rojas (h. 1.498-1.536 d.n.e.).

CELESTINA.- (...) Gozad vuestras frescas mocedades, que quien tiempo tiene y mejor le espera, tiempo viene que se arrepiente, como yo hago ahora por algunas horas que dejé perder, cuando moza, cuando me preciaba, cuando me querían. Que ya, ¡mal pecado!, caducado he, nadie no me quiere. ¡Que sabe Dios mi buen deseo! Besaos y abrazáos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de verlo. Mientras a la mesa estáis, de la cinta arriba todo se perdona; cuando seáis aparte no quiero poner tasa, pues que el rey no la pone. Que yo sé por las muchachas que nunca de importunos os acusen, y la vieja Celestina mascará de dentera con sus rotas encías las migajas de los manteles. Bendígaos Dios, ¡cómo lo reís y holgáis, putillos, loquillos, traviesos! ¡En esto había de parar el nublado de las cuestioncillas que habéis tenido! ¡Mirad no derribéis la mesa!
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■ Soneto XXIII, En tanto que de rosa y azucena
de Garcilaso de la Vega (h. 1.498-1.536 d.n.e.).

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto qu’el cabello, qu’en la vena
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes qu’el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.


Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

[Puedes ver el análisis de texto de este soneto en nuestra entrada -Analísis de "En tanto que de rosa y azucena". Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega-.]

[♪♫♪ Puedes escuchar la ballada♪♫♪ pinchando aquí].

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■ Octavas rimas, vv. 953-1.057,
de Juan Boscán (1.492-1.542).

Púedese bien contar por muerta aquélla
que estos gustos de Amor nunca ha alcanzado.
Quedará tal cual queda la centella
al tiempo que ceniza se ha tornado,
que ninguno recibe placer de ella,
y en no nada le veis vuelto su estado.

Así es la dama que no siente amores,
que nunca da placeres ni dolores.

Es como un ramo del árbol arrancado,
que en tierra está marchito sin su hoja,
que acá y allá los vientos lo han echado
y a nadie de tomalle se le antoja.
La mujer que en su vida no ha probado
los bienes con que Amor nos desenoja
es como cosa desechada y manca,
que de su cepa natural se arranca.

No sufráis, pues, vivir como cortadas
de donde las raíces vuestras viven,
ni os consintáis estar siempre apartadas
de donde vuestros bienes se reciben.
¡Oh, señoras! No estáis bien informadas
de los gustos que amando se conciben.
Si de esto bien alguno os informase,
no terníades cosa que no amase.

Y dígoos más, que, mientras estranjeras
seréis de Amor y viviréis de esa arte,
seréis medias personas y no enteras,
hasta que os junte Amor con la otra parte.
Entonces, vuestras glorias verdaderas
el alma os pasarán de parte a parte.
Y, cuando alguna vez estaréis tristes,
será sólo del tiempo que perdistes
.

Poseeréis entonces lo que es nuestro,
vosotras a nosotros poseyendo,
y así también ternemos lo que es vuestro,
nosotros a vosotras consiguiendo.
Todo estará sin recibir siniestro,
junto y en paz, sus obras componiendo.
Y fundará el Amor su monarquía
conforme al punto de su fantasía.

Esta verdad vosotras no inoráis,
que, aunque en esto os faltó la esperiencia,
por puro entendimiento traspasáis
más adelante de cualquiera sciencia.
Si tanto, pues, señoras, alcanzáis,
¿cómo puede bastaros la paciencia
a quitaros vosotras y robaros
unos bienes tan grandes y tan claros?

Los vuestros enemigos guerreando,
al tiempo que os hiciesen cruda guerra,
¿qué podrán, corriendo y peleando,
hacer más de tomaros vuestra tierra?
Vosotras hacéis más, que os vais privando
de cuanto bien acá y allá se encierra
y a puro brazo y fuerza os quitáis
el reino y aun la vida que alcanzáis.

¿En verde edad queréis así secaros
como cuando seréis viejas formadas,
y, en mitad del calor, así enfriaros
como cuando estaréis muy enfriadas?

Esto es querer la muerte adelantaros
y sin porqué morir desesperadas.
Y es caso que jamás podrá alcanzarse
en la prosperidad desesperarse.

Volvé, señoras,pues, sobre la rienda
primero que el buen tiempo se resbale,

hacé en buena sazón debida enmienda,
enmienda que el valor vuestro señale.
Viva llama de amor así se encienda
en vosotras,
que valga lo que vale,
y salgan todas vuestras hermosuras
envueltas en Amor con sus blanduras.

No resistáis a vuestra reina y nuestra,
la cual nos envió larga jornada,
para mostraros esto que se os muestra
acerca de su ley sancta y sagrada.
Vuestro saber y la crianza vuestra
no dejen su justicia agravïada,
sino que agradezcáis con mil servicios
las obras de sus grandes beneficios.

Yo, de su parte, agora os amonesto
que será según fueren vuestros hechos
el galardón o la venganza presto
con muy largos deleites o despechos.
Así que en vuestras manos está puesto
que el bien o el mal os dé vuestros derechos.
Por eso, estad, señoras, corregidas,
procurando el placer de vuestras vidas.


No os engañe ni os traiga levantadas
la mocedad y verde lozanía,
que os hallaréis después peor burladas
con el tiempo que burla cada día
.
Y de suerte os veréis desengañadas,
que engañar os querrá la fantasía,
y no os valdrá ni maña ni consejo,
ni miraros mil veces al espejo.

Guardá que, mientras el buen tiempo dura,
no se os pierda la fresca primavera.
Salí a gozar el campo y su verdura
antes que todo en el invierno muera.
Reposá y sosegá en esa frescura,
con el aire que blandamente os hiera,
y así falsas podréis estar, señoras,
sobre el correr del tiempo y de las horas.

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■ Mientras oro, grana y nieve,
de Francisco de Medina (1.516-1.577).

Mientras oro, grana y nieve
orna vuestro cuerpo tierno,
gozad este don tan breve,
antes que venga, y se lleve
tales flores el invierno.

De no ser cual habréis sido
entonces os doleréis;
o, viendo el tiempo perdido,
lloraréis no haber tenido
la voluntad que tendréis

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ No te dejes vencer tanto,
de Francisco de Figueroa (1.530-1.588).

No te dejes vencer tanto
de una lisonja, Rosaura;
que su daño no restaura
arrepentimiento y llanto
.
Si eres áspid al encanto,
vencerás los que te encantan;
agua y vientos te levantan;
mas pasa atada el estrecho
a la razón de tu pecho,
si las sirenas te encantan.

Al que de lágrimas baña
el rostro, y te llora un Nilo,
mira bien si es cocodrilo
que con lágrimas te engaña;
que, como a delgada caña
mueve el viento que la toca,
el lisonjero a una roca
de un soplo baja al abismo,
aunque es como el gargarismo,
que no pasa de la boca.

Sigue a la prosperidad,
como al cuerpo sombra vana:
si te pierdes, o él no gana,
te deja en la adversidad;
jamás te dirá verdad,
si a su provecho no aspira;
si tú estás triste, él suspira,
él se ofende si te ofendes,
mas ¡ay de ti si no entiendes
los blancos adonde tira!

¡Oh lisonja, y cuanto puedes;
qué mal sirves, qué bien privas,
qué bien subes y derribas,
y qué bien gozas mercedes!
De tu templo las paredes
visten tapices de Flandes,
de camarines de Grandes,
de recámaras de reyes:
que con tus infames leyes
no hay príncipe a quien no mandes.

¡Qué de males haces bienes!
¡Qué de colores que vistes!
¡Qué de alegres haces tristes!
¡Qué de veces vas y vienes!
¡Qué de cofrades que tienes!
En lo público te escondes,
sin preguntarte respondes,
con ninguno guardas ley;
comes a costa del rey,
y de los duques y condes.

No hagas poco caudal,
Rosaura, de aqueste espejo,
pues quien te da este consejo
no te puede querer mal.
Antes que el blanco cendal
toque aqueste monte de oro,
gasta y goza tu tesoro
en ocasión oportuna,

antes que mengue la luna,
cuyas verdades adoro.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Traducción de Ausonio, Ver erat, et blando...,
de Fernando de Herrera (1.534-1.597).

Desterrado el ivierno frío y cano,
La tierra se vestía en mil colores
Con vivo lustre y fuerza del verano;

Y esparcidas las rosas y las flores
Con dura fresca espiran dulcemente
En el ayre tendido sus olores;

Quando la alba salía de oriente,
Cubierta de oro y púrpura hermosa
El variado manto refulgente;

Y alegrando á la tierra deleytosa,
Con rociadas gotas regalaba
A la yerba florida y abundosa.

Yo entonces en el campo me hallaba;
Cogiendo el fresco del templado aliento,
Que blandamente entre árboles sonaba.

Traía la marea un movimiento
Suave y tierno, en torno desparcido,
Que hería con dulce sentimiento.

Vi el campo en flores varias revestido
Que del rocío estaban esmaltadas,
Con que más su belleza ha florecido.

Vi las húmidas rosas levantadas
Abrir las hojas bellas, que primero
Tenían todas juntas y cerradas;

Y alegres con la vuelta del lucero
Mostraban su color entremezclado
Más hermoso que nunca, y más entero.

No sé si la Alba había á rosas dado
O tornado el color, y si á las flores
Había el día nuevo retocado.

Uno el rocío y unos los colores,
Uno el día, y de Venus amorosa
Ambos, y por ventura unos olores.

Mas aquel con más fuerza poderosa
Por el ayre se tiende en grande alteza,
Acá mas cerca espira el de la rosa.

La reyna de las gracias y belleza
En su flor mesma y astro reluciente
Pinta del puro roxo la fineza.


Las flores ya extendían juntamente,
Con hermosas figuras reluciendo,
Su color y postura diferente.

Unas en punta suben, esparciendo
Sus tiernas hojas al abierto Cielo,
Otras una corona van texiendo.

Otras se tuercen al herboso suelo,
De verde, azul y jalde señaladas.
Con violado ó con purpúreo velo.

Y casi unas con otras enlazadas,
Heridos los colores van mudando,
Y á los ojos engañan ayuntadas.

Esto miraba atónito yo quando
Vi toda su belleza ir de caída,
El resplandor y olores olvidando.

Maravilléme, viendo así perdida
La beldad y la edad de tantas flores,
Y muerta ya la rosa aun no nacida.

Tanta belleza, y varios resplandores
Un dia mesmo adorna y descompone,
Ofreciendo y robando sus colores.


Nosotros nos quejamos porque pone
Naturaleza con avara mano
tan breve gracia en flores que compone.

Aun no salen los dones del verano,
cuando ella los derriba con la muerte,
dejando al tiempo del despojo ufano.

Cuan largo el día, es tan larga (la) suerte
de las rosas, que junto en un momento
su juventud en senectud convierte
.

Lo que ya vio nacer el blando aliento
del nuevo sol, morir aquesta vido
cuando del bar bajaba al hondo asiento;

mas bien les ha la suerte concedido
si así mueren tan presto, que naciendo
sucedan a su término cumplido.

Coged las rosas vos, que vais perdiendo,
mientras la flor y edad, señora, es nueva;
y acordaos que va desfalleciendo
vuestro tiempo, y que nunca se renueva.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ O soberbia y cruel en tu belleza,
de Fernando de Herrera (1.534-1.597).

O soberbia y cruel en tu belleza,
cuando la no esperada edad forçosa,
del oro, qu'aura mueve deleitosa,
mude en la blanca plata la fineza;

y tiña el rojo lustre con flaqueza
en la amarilla vïola la rosa,
y el dulce resplandor de luz hermosa
pierda la viva llama y su pureza
;

dirás (mirando en el cristal luciente
otra la imagen tuya) este deseo
¿por qué no fue en la flor primera mía?

¿por qué, ya que conozco el mal presente,
con esta voluntad, con que me veo,
no vuelve la belleza que solía?

[Clara "imitatio" de la horaciana "Oda a Ligurino", con elementos garcilasistas, prefigura el soneto de Góngora que exponemos más abajo.]

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■ Las hebras de oro puro que la frente,
de Fernando de Herrera (1.534-1.597).

Las hebras de oro puro que la frente
cercan en ricas vueltas, do el tirano
señor teje los lazos con su mano,
y arde en la dulce luz resplandeciente;

cuando el invierno frío se presente
vencedor de las flores del verano
,
el purpúreo color tornando vano,
en plata volverán su lustre ardiente.

Y no por eso amor mudará el puesto;
que el valor lo asegura y cortesía,
el ingenio y del alma la nobleza.

Es mi cadena y fuego el pecho honesto,
y virtud generosa, lumbre mía,
de vuestra eterna, angélica belleza.

[Adviértase la variación que se da en este soneto de estilística manierista, que más que invitar a gozar del amor en este momento, porque desaparecerá la belleza (en los cuartetos sólo nos muestra el efecto que produce el tiempo en la belleza de la amada), Herrera, aun constatando el hecho cierto, considera que la belleza de la amada no mudará: "de vuestra ETERNA, angélica BELLEZA", así como la virtud y nobleza (que es lo que se explica en los tercetos).]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Las Oda I, Mira, Filis, furiosa
de Francisco de la Torre (1.534-1.594 d.n.e.).

Mira, Filis, furiosa
onda, que sigue y huye la ribera,
y torna presurosa
echando al punto fuera
del agua el peso de la nao ligera.

Aquellas despojadas
plantas, que son estériles abrojos,
solían adornadas,
de cárdenos y rojos
ramos lucir ante tus bellos ojos.

Vino del Austro frío
invierno yerto, y abrasó la hermosa
gloria del valle umbrío,
y derribó la hojosa
corona de los árboles umbrosa.

Agora que el oriente
de tu belleza reverbera, agora
que el rayo transparente
de la rosada Aurora
abre tus ojos, y tu frente dora;

antes que la dorada
cumbre de relucientes llamas de oro
húmida y argentada
quede, inútil tesoro
consagrado al errante y fijo coro,

goza Filis del aura
que la concha de Venus hiere; dado
que apenas se restaura
el contento pasado,
como el día de ayer y el no gozado.


Vendrá la temerosa
noche de nieblas, y de vientos llena;
marchitará la rosa
purpúrea, y la azucena
nevada mustia tornará de amena.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Canción, A tus mejillas rojas
de Juan Bautista de Mesa (1.547-1.620 d.n.e.).

A tus mejillas rojas
las flores que en el campo vas pisando,
con tantas lenguas como tienen hojas
voces les están dando
5 que miren que también son ellas flores,
y que les va robando
el fugitivo tiempo sus colores
,
y que la hermosura
es breve sueño, pues tan poco dura
.
10 A ti de desdeñosa
también te culpan, Cloris, y de altiva
con el ejemplo que te da la rosa,
que, si se muestra esquiva,
son pequeñas espinas sus desdenes,
15 y al fin a nadie priva
de adornarse con ella pecho o sienes:
antes, avergonzada
de ser esquiva, está tan colorada.
Y con su curso el río
20 te muestra el de tus años, y te advierte
que es pensar detenerlos desvarío;
que, de la misma suerte
que él corre al mar y hasta allí no cesa,
van corriendo a la muerte
25 más ligeros que el viento
esos tus años verdes,
que neciamente sin gozarlos pierdes
.
Considera tu engaño,
y solo trata, Cloris, de gozarte;
30 no aguardes a llorar tarde tu daño
sin poder disculparte;
goza de la ocasión, que si la dejas,
en vez de consolarte,
verás que todo burla de tus quejas,
35 pues todo te da voces
que tus desdenes dejes y te goces
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Fábula de Vertumno y Pomona, Décima XXXIII,
de Luis Barahona de Soto (1.549-1.595)

Mientras la masa de nieve
y de grana un color vivo
le da espíritu y la mueve,
cogé el placer fugitivo,
antes que el tiempo os le lleve.

Y entienda la que es querida
que, después que la rosada
lumbre del rostro despida,
no es ahora tan amada
como será aborrecida.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto,
de Cristóbal de Mesa (1.559-1.633)

En tanto que el color de nieve y grana
Adorna vuestro alegre rostro bello,
Y que el gallardo error del rubio vello
Esmalta vuestra frente soberana;

Y que al fino oro en lustre y gracia gana
Vuestro precioso, lúcido cabello,
Y al marfil deja atrás el gentil cuello,
Poniendo en duda o nó si sois humana;

De esa flor, de ese lirio, de esa rosa
Y amena primavera que florida
Dulce os promete y grato pasatiempo,

Coged el fruto con la breve vida:
Que la edad pasa y muda toda cosa

Y todo, al fin, tras sí lo lleva el tiempo.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Mientras que por la limpia y tersa frente,
de Bernardo de Balbuena (1.561-1.627).

Mientras que por la limpia y tersa frente
ese cabello de oro ensortijado
al fresco viento vuela enmarañado
sobre las tiernas rosas del oriente,

mientras la primavera está presente,
de este clavel, sobre marfil sentado,
coged las flores y alegrías del prado,
que el tiempo corre, huye y no se siente.

¿De qué fruto os será la hermosura
cuando el invierno vista de su nieve
la cumbre de oro y encarnadas rosas?

Si la edad pasa, el tiempo la apresura,
las hojas vuelan y en su curso breve
hallan y tienen fin todas las co
sas.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Mientras por competir con tu cabello,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello,

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada

oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

["Mientras que en el Renacimiento el tópico del "collige, virgo,rosas" y "carpe diem" funcionan como vehículo de optimismo y vitalidad sensual, este soneto de Góngora deja ya traslucir en su parte final la expresión de un pesimismo existencial que anticipa claramente el llamado «desengaño barroco»", como pusieron de manifiesto desde el principio Gracián y luego críticos como Dámaso Alonso, y al que hemos hecho referencia más arriba.
Cfr.: Laguna Mariscal, Gabriel.- "En tierra,en humo, en polvo, en sombra, en nada: historia de un tópico literario (I)", in Anuarios de Estudios Filológicos, XXII (1.999), pág. 198.
Puede consultar nuestra entrada referida al Comentario y analisis del poema "Mientras competir con tu cabello"].

[♪♫♪ Puede escuchar el soneto♪♫♪ pinchando aquí].

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ A la rosa,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?

Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

[Este soneto se configura a través de la apostrofe a la rosa, en una reflexión sobre la fugacidad de la vida, más que a la invitación a gozar del momento, según el espíritu barroco]

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■ Soneto "Ilustre y hermosísima María",
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627)).

«Ilustre y hermosísima María,
mientras se dejan ver a cualquier hora
en tus mejillas la rosada aurora,
Febo en tus ojos y, en tu frente, el día,

y mientras con gentil descortesía
mueve el viento la hebra voladora
que la Arabia en sus venas atesora
y el rico Tajo en sus arenas cría;

antes que de la edad Febo eclipsado
y el claro día vuelto en noche oscura,
huya la Aurora del mortal nublado;

antes que lo que hoy es rubio tesoro
venza a la blanca nieve su blancura,
goza, goza el color, la luz, el oro.».

[Para un análisis pormenorizado del poema, cfr.: García Cornejo, Rosalía. "Comentario filológico V. Texto poético del siglo XVII. Soneto 'Ilustre y hermosísima María', de Luis de Góngora", in Ariza Viguera, Manuel (dir.). Profesores de Enseñanza Secundaria. Lengua Castellana y Literatura. Prueba Práctica. Comentarios filológicos, lingüísticos y literarios. Supuestos prácticos. Mad: Sevilla, 2005, pp. 127-150].

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■ Las firmezas de Isabella. Acto II,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627)).

Hay una flor, que con el Alba nace,
caduca al Sol y con la sombra pierde.

La verde rama, que es su cuna verde,
la tumba es ya, donde marchita yace.
¡ Oh, cómo satisface
no más su breve vida,

que al mortal celo de que está teñida,
a mi esperanza, que infeliz la nombro,
pues no fue maravilla, y es asombro!

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Silva, A los poetas que asistían en Ayamonte,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

Por este culto bien nacido prado,
que torres lo coronan eminentes,
que guarnece el cristal de Guadïana,
su monte deja Apolo de dos frentes
5 con una y otra Musa soberana:
sacro escuadrón de abejas, si no alado,
susurrante, y armado
de liras de marfil, de plectros de oro.
Este, pues, docto enjambre y dulce coro,
10 maravillas libando, no ya aquellas
efímeras de flores
que a la madre gentil de los Amores
deben, y a sus estrellas,
tan breve ser, que en un día que adquieren
15 alegres nacen y caducas mueren,

sino otras maravillas
que marchitar en vano
pretende el tiempo desde las orillas
que los términos besan del Tebano,
20 hasta el hombro robusto
del español Atlante,
del muro de diamante
del Pirineo adusto:
sacras plantas, perpetuamente vivas,
25 émulas no de palmas ni de olivas
(que en duración se burlan y en grandeza
de cuantas ostentó naturaleza),
sino de las pirámides de Egipto,
de la estatua de Rodas,
30 puesto que ya son todas
polvos de lo que de ellas está escrito.
Incultas se criaron y difusas
en lo que España encierra,
pero ya poca tierra
35 alimento las hace de las Musas;
que en este prado solo
las ha querido recoger Apolo,
donde sus sombras solicitan sueño
tal, que el dios se ha dormido
40 en el campo florido,
y mudo pende su canoro leño,
para quien luego apela
el docto enjambre que sin alas vuela;
y con arte no poca
45 las flores trasladando de su boca
a la sacra vihuela,
dulzuras acrecientan a dulzuras.
El rubio dios recuerda,
y pulsando una dulce y otra cuerda,
50 la métrica armonía
que en Delfos algún día
al tiempo le hurtó cosas futuras,
de suavidad ahora el prado baña.
Erudición de España:
55 goza lo que te ofrece
este jardín de Febo,
dulce Helicona nuevo
que torres honran y cristal guarnece;
goza sus bellas plantas,
60 que maravillas tantas
admiraciones son y desenojos,
néctar del gusto y gloria de los ojos.

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■ Letrilla, Aprended flores en mí,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.


5 La Aurora ayer me dio cuna,
la noche ataúd me dio;
sin luz muriera, si no
me la prestara la luna;
pues de vosotras ninguna
10 deja de acabar así,
aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.

15 Consuelo dulce el clavel
es a la breve edad mía,
pues quien me concedió un día,
dos apenas le dio a él;
efímeras del vergel,
20 yo cárdena, él carmesí,
aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.

25 Flor es el jazmín, si bella,
no de las más vividoras,
pues dura pocas más horas
que rayos tiene de estrella;
si el ámbar florece, es ella
30 la flor que él retiene en sí.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.

35 Aunque el alhelí grosero
en fragrancia y en color
más días ve que otra flor,
pues ve los de un mayo entero,
morir maravilla quiero,
40 y no vivir alhelí.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.

45 A ninguna flor mayores
términos concede el sol
que al sublime girasol,
Matusalén de las flores;
ojos son aduladores
50 cuantas en él hojas vi.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aun no soy.

[Cfr.: Carballo Picazo, Alfredo.- "La letrilla "Aprended, flores, en mí", de Góngora", in Revista de Filología Española, XLVI (1.963), PP. 401-420.]

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■ Letrilla, Que se nos va la Pascua, mozas,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Mozuelas las de mi barrio,
Loquillas y confiadas,
Mirad no os engañe el tiempo,
La edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
De la juventud lozana,
Porque de caducas flores
Teje el tiempo sus guirnaldas.


¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Vuelan los ligeros años,
Y con presurosas alas
Nos roban, como harpías,
Nuestras sabrosas viandas.
La flor de la maravilla
Esta verdad nos declara,
Porque le hurta la tarde
Lo que le dio la mañana
.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Mirad que cuando pensáis
Que hacen la señal del alba
Las campanas de la vida,
Es la queda, y os desarman
De vuestro color y lustre,
De vuestro donaire y gracia,
Y quedáis todas perdidas
Por mayores de la marca.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Yo sé de una buena vieja
Que fue un tiempo rubia y zarca,
Y que al presente le cuesta
Harto caro el ver su cara,
Porque su bruñida frente
Y sus mejillas se hallan
Más que roquete de obispo
Encogidas y arrugadas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Y sé de otra buena vieja,
Que un diente que le quedaba
Se lo dejó este otro día
Sepultado en unas natas,
Y con lágrimas le dice:
«Diente mío de mi alma,
Yo sé cuándo fuistes perla,
Aunque ahora no sois caña.»

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas,
Antes que la edad avara
El rubio cabello de oro
Convierta en luciente plata,
Quered cuando sois queridas,
Amad cuando sois amadas,

Mirad, bobas, que detrás
Se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

[♪♫♪ Puedes escuchar la letrilla♪♫♪ pinchando aquí].

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■ Soneto, Antes que el cierzo de la edad ligera,
de Felix Lope de Vega (1.562-1.635)

Antes que el cierzo de la edad ligera
seque la rosa
que en tus labios crece,
y el blanco de ese rostro, que parecen
cándidos grumos de lavada cera,

estima la esmaltada primavera,
Laura gentil, que en tu beldad florece
,
que con el tiempo se ama y se aborrece,
y huirá de ti quien a tu puerta espera.

No te detengas en pensar que vives,
oh Laura, que en tocarte y componerte
se entrará la vejez sin que la llames.

Estima un medio honesto, y no te esquives;
que no ha de amarte quien viniere a verte,
Laura, cuando a ti misma te desames.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Rosa gentil, que al alba de la humana,
de Felix Lope de Vega (1.562-1.635)

Rosa gentil, que al alba de la humana
belleza eres imagen
, ¿qué prentendes,
que sobre verdes esmeraldas tiendes
tu mano de coral teñida en grana?

Si cetro, si laurel, si ser tirana
de tantos ojos, que en tu cárcel prendes,
¡Cuán en vano solícita defiendes
reino que ha de durar una mañana!

Rinde la vanidad que al sol se atreve,
oh cometa de abril, tan presto escura,
que, puesto que tu vivo ardor te mueve,

el ejemplo de tantas te asegura
que quien ha de tener vida tan breve
no ha de tener en tanto su hermosura.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Doncella en los pimpollos de abril nace,
de Felix Lope de Vega (1.562-1.635)

Doncella en los pimpollos de abril nace
la fresca rosa de su vida incierta,
y en su casa de aljófares cubierta
de cinco trenzas verdes muros hace.

La abeja aguarda, y de otras flores pace
hasta que ve los granos de oro abierta;
declina el día, y en los brazos muerta
del encendido sol, marchita yace
.

Así comienza la belleza humana,
que nuestro loco error deleite nombra,
y a la verde sucede la edad cana;

mas ver su breve fin ¿de qué me asombra,
si todo el bien mortal es pompa vana
y cuanto nace sol fenece en sombra?

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■El rufián Castrucho. Primera Parte, Acto I, Cuadro II,
de Felix Lope de Vega (1.562-1.635)

TEODORA.-
Hija, si de los viejos
no tomáis las costumbres que os enseñan
sus dichos y consejos
y tan ligeramente se desdeñan
de vuestros pocos años,
¡qué tarde lloraréis mis desengaños!

Que si cuando el tesoro
de ese cabello rubio convirtiere
en blanca plata el oro
,
y en plata falsa, que ninguno quiere
aun dar por ella cobre,
por necedad y hacienda que le sobre;

y si cuando las rosas
de esos graciosos labios y mejillas

gorditas y lustrosas,
se vieren como aquestas amarillas,
y los ojos hundidos
detrás de las narices consumidos;

y si cuando los dientes
haciendo fueren horcas en la boca,
o cual ojos de puentes
se viere la igualdad que agora apoca
las perlas ensartadas
entre esos dos corales engastadas,

queréis hallar contentos,
queréis hallar amigos que os regalen
y que beban los vientos
porque con ellos su esperanza igualen,
y no la hallando abierta
que os bañen de sus lágrimas la puerta,

¡engáñase, bobilla!
¡engáñase, bobaza, bobarrona,
flaquilla, lloroncilla,
que luego se amartela y apasiona!
¡Ah, mal haya un azote!
FORTUNA.-
Madre, no se congoje ni alborote.

No tome pesadumbre.
TEODORA.-
Sí quiero, y tú lo quieres, desdichada,
que aquesa ardiente lumbre
de blanca cera y juventud dorada
hasta el pabilo quemas,
y sin que el soplo de la muerte temas.

FORTUNA.-
¡Ya hablamos de la muerte!
TEODORA.-
¿Qué cosa es ésta, que una moza hermosa,
sana, gallarda y fuerte,
a conquistar el mundo poderosa,

perdida siga a un hombre
que...
FORTUNA.- ¿Qué tiene?
TEODORA.-
¿Qué? ¡Aún quieres que le nombre?

[Una vez más, la celestina literaria, recreada en Teodora, invita al goce del amor (en este caso hacia otra persona)]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Canción II
de Bartolomé Leonardo de Argensola (1.562-1.631).

... Mientras que la briosa adolescencia,
gallardo joven, tus mejillas cubre,
y esparce en ellas las primeras flores.
goza el alegre mayo, que descubre
su tesoro, y en dulce competencia
cantan los amorosos ruiseñores.

¿Tú solo ignoras que son los amores,
viendo el orgullo del celoso toro
por la novilla en más de una contienda,
viendo la fértil vid cómo encomienda
al olmo amado sus despojos de oro?
Huye del vano lloro,
que arrepentido harás, cuando ya el cielo
marchite el prado con el duro cielo.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Cloris, este rosal, que libre o rudo,
de Bartolomé Leonardo de Argensola (1.562-1.631).

Cloris, este rosal, que libre o rudo
del arte huyó al favor de la floresta,
su arrogancia selvática depuesta,
vecinas flores le verán desnudo.

Nota esta rosa, que aun agora pudo
abrir el paso a su niñez modesta,
para cuán breves términos apresta
la grana que libró del verde nudo.


Vive su planta los estivos meses;
mas el honor de los purpúreos senos
(mísera edad) la madurez de un día.

Pues si lo raro, o Cloris, dura menos,
la pompa de tu abril ¿por qué confía
que ha de reinar con hados más corteses?

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Traducción de "Ver erat" de Ausonio,
de Francisco Cascales (1563-1642).

Esta rosa que así resplandecía
Con sus puros y roxos arreboles,
Privada en breve rato de sus hojas
Marchita yace descompuesta y fea.
¿No ves cómo cayó la copa hermosa
De esta flor, mientras hablo? ¿Y cuál roxea
La tierra con la grana de sus hojas?
Tanta belleza, tantas maravillas
Un día nos las da, y las quita un día.

Madre naturaleza, justa causa
Tenemos de quedarnos por la breve
Gracia y beldad que aplicas a la rosa.
A nuestros ojos nos la pones bella,
Y al punto nos la quitas de los ojos,
Es la edad de la rosa solo un día:
Su juventud y su vejez van juntas:

A la que vió nacer el sol de Oriente
A la tarde la ve arrugada y vieja.
Pero bien, un consuelo en esto hallo,
Que si la rosa dura poco tiempo
Con larga succesion su edad prorroga.
Coge, pues, niña, coge prestamente
La nueva y tierna flor, y considera
Que al mismo paso ha de pasar tu vida.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ A Taliarco, imitación de Oda 9 del Libro I de Horacio,
de Diego Ponce de León y Guzmán (h. 3/4 del siglo XVI).

¡Oh Taliarco hermano!,
¿Ves el Soracte monte levantado,
Con honda nieve cano,
Y al bosque de gran carga trabajado,
Y en penetrable hielo
Cuajado el río y apretado el suelo?

Templa con buen sosiego
El acerbo rigor del duro frío,
Echando sobre el fuego
Los leños que guardaste en el estío,
Y saca largamente
Del oloroso vaso el vino ardiente,

Y los demás cuidados
Entrega a Dios, que con prudencia sabia
De los vientos hinchados
Enfrena en el furioso mar la rabia,
Y guarda y asegura
Al ciprés alto y a la encina dura.

Con sutileza vana
No busques el futuro tiempo incierto,
Ni qué ha de ser mañana,
Y en cualquier día que tuvieres cierto;
Haz cuenta que en el trance
Postrero echaste un provechoso lance.

Y pues la flor empieza.
De tu verano corto y edad breve,
Y está de tu cabeza
Ausente la pesada y fría nieve,
Coge en las tiernas flores
Los dulces frutos del placer y amores.


Y agora frecuentado
El campo sea, y eras deleitosas
Al tiempo concertado,
Las pláticas lascivas y amorosas
Entre silencio y risa,
hablando cuando la razón avisa.

Y aquel suave riso
Que de el rincón más íntimo resuena
Y da señal y aviso
De la mozuela oculta que allí suena,
Que se escondió a sabiendas
Para hallar más dulces sus contiendas.

La prenda arrebatada,
digo sortijas o manillas de oro,
O lo que más te agrada,
Algún precioso y rico igual decoro
Quitado de los dedos,
Que fingen hacer fuerza y están quedos.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Oda a Luis Ferri, entrando el invierno, señora,
de Francisco de Medrano (1.570-1.607).

...
Remite a Dios, remite otros cuidados,
que Él sabe, y puede encarcelar los vientos,
cuando, más turbulentos,
los mares traen hinchados.
Huye saber lo que será mañana:
salga la luz templada, o salga fría,
tu no pierdas el día,
no, que jamás se gana.
Y mientras no son rigurosas nieves
tu edad marchita el tiempo, y tus verdores,
coge de tus amores,
coge, las rosas breves.

...

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Veré el tiempo tomar de ti, señora,
de Francisco de Medrano (1.570-1.607).

Veré el tiempo tomar de ti, señora,
por mí venganza, hurtando tu hermosura;
veré el cabello vuelto en nieve pura,
que el arte y juventud encrespa y dora;

y en vez de rosas, con que tiñe ahora
tus mejillas la edad, ay, malsegura,
lilios sucederán en la madura,
que el pesar quiten y la envidia a Flora.

Mas cuando a tu belleza el tiempo ciego
los filos embotare, y el aliento
a tu boca hurtare soberana,

bullir verás mi herida, arder el fuego:
que ni muere la llama, calmo el viento;
ni la herida, embotado el hierro, sana.

[imitación del de Torquato de Tasso: “Vedrò dagli anni in mia vendetta ancora...", que dice así:

Vedrò da gli anni in mia vendetta ancora
far di queste bellezze alte rapine,
vedrò starsi negletto il bianco crine
ch'ora l'arte e l'etate increspa e 'ndora

e 'n su le rose ond'ella il viso infiora
sparger il verno poi nevi e pruine.
Così 'l fasto e l'orgoglio avrà pur fine
di costei, ch'odia più chi più l'onora.

Sol rimarranno allor di sua bellezza
penitenza e dolor, mirando sparsi
suoi pregi e farne il tempo a sè trofei.

E forse fia ch'ov'or mi sdegna e sprezza
poi brami accolta dentro a' versi miei
quasi in rogo Fenice rinovarsi.

[Obsérvese que la rosa se utiliza como símbolo de belleza, pero no se cita el “GOZA”, aunque se está dando a entender que "Ahora tú eres desdeñosa porque eres bella, pero en algún momento toda esa belleza se desvanecerá y yo te seguiré amando; entonces me harás caso".
(cfr.: “Carpe diem y vanitas vanitatum en los sonetos de Sor Juana”, in Acta poética, 32-1 (2.011).]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, "Vivamus, mea Lesbia, atque amemus",
(es imitación de Catulo)

de Luis Martín de la Plaza (1.577-1.625).

Goza tu primavera, Lesbia mía,
y el murmurar de los cansados viejos
encomiéndalo al viento y los consejos
de su trémula voz y lengua fría.

Que aunque al ponerse el sol se apaga el día,
vuelve a encenderse, y con divinos lejos
pinta en los cielos de carmín bosquejos,
oro en los montes con sus rayos cría.

Mas el sol que en tus ojos amanece
y en tus labios purpúrea competencia
agora al alba y al clavel ofrece,

la edad, con invisible diligencia,
en el común ocaso lo oscurece;
¿cuándo tendrá para volver licencia?

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ "Tu ne quaesiris", imitación de Horacio
atribudida a Pedro de Espinosa (1.578-1.650).

No busques ¡oh Leuconoe! con cuidado
Curioso, que saberlo no es posible,
El fin que a ti y a mí predestinado
Tiene el supremo Dios incomprensible;
Ni quieras tantear el estrellado
Cielo, y medir el número imposible,
Cual babilonio; mas el pecho fuerte
Opón discretamente a cualquier suerte.

Ora el señor del cielo poderoso
Que vivas otros mil inviernos quiera;
Ora en este postrero riguroso
Se cierre de tu vida la carrera,
Y en este mar Tirreno y espumoso
Que agora brava tempestad y fiera
Quebranta en una y otra roca dura,
Juntas te dé la muerte y sepultura;

Quita el cuidado que tu vida acorta
Con un maduro seso y fuerte pecho;
No quieras abarcar en vida corta
De la esperanza larga largo trecho;
El tiempo huye: lo que más te importa
Es no poner en duda tu provecho:
Coge la flor que hoy nace alegre, ufana;
¿Quién sabe si otra nacerá mañana?

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■ Idilio. Advierte la brevedad de la hermosura,
con exhortación deliciosa. Es elegante imitación de Anacreonte,

de Francisco de Quevedo (1.580-1.645)

¿Aguardas por ventura,
discreta y generosa Casilina,
a que la edad madura,
y el tiempo codicioso, que camina,
roben, groseros siempre en sus agravios, 5
oro a tus trenzas, perlas a tus labios
?

¿Aguardas que los días
le pierdan el respeto a tu belleza,
en que deidad confías,
viendo la ociosidad y la pereza 10
que los años han puesto en tu cabello,
que antes volaba libre por el cuello?

En tu rostro divino
ya se ven las pisadas y señales
,
que del largo camino 15
dejan los pies del Tiempo desiguales.
Y ya tu flor hermosa y tu verano
padece injurias del invierno cano
.

Un robre se hace viejo,
y una montaña. Goza tu hermosura, 20
antes que en el espejo
con unos mismos ojos tu figura,
Casilina, la mires y la llores,
debiéndoles el fruto a tantas flores
.

Goza la luz del día,
que no hay rienda que pare el tiempo leve; 25
y es tal su tiranía,
que ningún ruego, ni oración le mueve:
atropella tesoros y belleza;
ni vuelve atrás, ni aguarda, ni tropieza.


Y vendrá la triste hora, 30
en que, mustio el semblante idolatrado,
que envidiaba la Aurora,
dirás, ¿por qué en mi tiempo celebrado
no tuve este deseo agradecido?
o, ¡ya no tengo el rostro que he tenido! 35

Entonces, pues, tu mano,
facción no hallando digna de respeto
en tu semblante cano,
ni de la rosa aquel color perfecto,
se atreverá a tu frente ya arrugada, 40
y contra tus despojos será osada.

¡Por cuánto no querrías
llegar ociosa a iguales desengaños!
¡A tan amargos días!
¡A fin tan triste de tan dulces años, 45
donde aún la flor del ánimo se pierde!
¡A tal invierno de una edad tan verde!

Pero cuando obstinada
llegues a los umbrales de la muerte,
si con la voz turbada 50
me llamares, iré gozoso a verte;
y Fabio gozará en tu paraíso,
ya que no lo que quiere, lo que quiso.

La beldad huye muda:
goza de tu florida edad lozana; 55

que ni Venus desnuda,
ni ceñida dos veces tu Diana,
valdrán para agradarme y agradarte,
sin que una martirice, y otra harte.

Coronemos con flores 60
el cuello, antes que llegue el negro día:
mezclemos los amores
con la ambrosía mortal que la vid cría;
y de los labios el aliento flaco
nos acuerde de Venus y de Baco. 65

[Recordemos que el poema "Propósito primaveral" de Rubén Darío acaba de manera parecida a Quevedo (vv. 60-65): "En el erecto término coloco una corona/ en que de rosas frescas la púrpura detona;/ y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro/ junto a la adolescente que en el misterio inicio/ apuraré alternando con tu dulce ejercicio/ las ánforas de oro del divino Epicuro" y que en el "Poema del otoño" nos dirá "«Gozad del sol, de la pagana / luz de sus fuegos; / gozad del sol, porque mañana / estaréis ciegos», claros ecos quevedianos de los versos 24-25.
Cfr.: Acereda, ALberto.- "De Quevedo a Darío. Resonancias líricas y actitud vital", in La Perinola, 5 (2.001),pp. 11-23.
En cuanto al poema completo de Quevedo, cfr.: Alonso Veloso, María José.- "De amor y venganza en la poesía de Quevedo: perspectivas de la amada envejecida en la tradición del 'carpe diem'", in La Perinola, 16 (2.012), pp. 29-32:
"es la muestra más destacada de la capacidad quevediana para sintetizar modelos y fundir las distintas vertientes de un mismo tópico: en cuanto a la dama, combina la visión de su hermosura actual con los primeros indicios del paso del tiempo y la futura desolación imaginada; la exhortación al disfrute, por medio del imperativo "goza", en triple reiteración anafórica, de tono epicureísta; la advertencia del reflejo en el espejo como motivo de arrepentimiento en el futuro; el amante, introducido por primera y única vez en sus poemas del "carpe diem", para ponderar la fidelidad de "Fabio" incluso cuando Casilina sea vieja, pero también para invitarla a compartir con él los placeres del amor, las flores y el vino. Es en cierto sentido el más ortodoxo, pues contiene los motivos clásicos de la flor (vv. 17, 24, 47, 61), el espe- jo (v. 21), la fluctuación de etapas vitales y tiempos verbales, a veces en relación con las estaciones del año, en concreto "tu flor hermosa" (‘tu primavera, tu juventud’, v. 17), "tu verano" (v. 17) o el "invierno cano" por oposición a "edad tan verde" (vv. 18, 48) y siempre con la amenaza del "tiempo codicioso" (v. 4); la exhortación en imperativo dirigida a la dama para que aproveche su juventud y su belleza (vv. 20, 25, 56); la visión del futuro envejecimiento de la mujer, con evocación de sus supuestas reflexiones ante el espejo (vv. 34-36); y adverbios temporales primordiales en el desarrollo del tópico, como "antes que" (vv. 21, 62), "ya" (vv. 14, 17, 36) o "cuando" (v. 49). Pero también parece el más ambicioso por su capacidad para combinar fuentes que acostumbran a presentarse por separado, para conseguir un poema diferenciado dentro de la tradición, por ejemplo cuando incorpora el motivo de las primeras huellas del envejecimiento en el rostro femenino, matizando la belleza presente, y, una vez más, cuando elude deliberadamente la descripción detenida de sus atributos y, en consecuencia, la tópica imaginería del retrato petrarquista, sólo evocada en el verso «oro a tus trenzas, perlas a tus labios» (v. 6).
Su epígrafe es, en su conceptuosa concisión, síntesis acabada de los motivos que se hallan en el idilio: «Advierte la brevedad de la hermosura con exhortación deliciosa». "Advierte" conlleva el valor moral del consejo que acostumbra a estar presente en el tópico; "la brevedad de la hermosura" remite a su usual combinación con el de la brevedad de la rosa, símbolo de la fugacidad de la existencia humana; "exhortación" es indicio del habitual llamamiento a aprovechar el momento, la belleza pasajera; "deliciosa", con la acepción de ‘exhortación al deleite’ más que ‘placentera’, parece tener un doble referente: por contraste con la venganza que constituye el objetivo de otros poemas, en éste se produce una amonestación delicada (y no una invectiva injuriosa) a Casilina; en segundo lugar, puede aludir a la invitación al deleite con que concluye el idilio, para que los amantes disfruten de su amor con "flores" en el cuello y bebiendo «la ambrosía mortal que la vid cría» (v. 64). Tras el epígrafe se incluye una indicación expresa de la fuente principal del poema: «Es elegante imitación de Anacreonte»; tal comentario no sólo remite a las "Anacreónticas", que Quevedo tradujo y comentó en su "Anacreón castellano", sino que da información sobre el tono, el léxico y el estilo, elevados, del idilio.
El poema construye sus dos primeras estrofas, dedicadas al presente de la hermosa, "discreta y generosa Casilina" (v. 2), por medio de tres interrogaciones retóricas: las dos primeras, con anáfora de "Aguardas" (vv. 1, 7), sitúan a la dama desde el primer momento ante la amenaza de que la edad y el tiempo roben o agravien su belleza; la tercera pregunta la conmina a no suponerla eterna, pues su cabello ya acusa las primeras señales de los años. Tal idea se desarrolla, también en presente, en la siguiente estrofa, donde el rostro femenino padece ya "pisadas, señales, injurias" (vv. 14, 18), anticipo de la vejez que le aguarda como a otros elementos de la naturaleza, el "robre" (v. 19) y la "montaña" (v. 20).
La exhortación al disfrute de la hermosura se introduce iniciada la cuarta estrofa, con expresiones habituales en el "carpe diem", como "goza […] antes que" (vv. 20-21), y el motivo del espejo que provocará el llanto de la dama por la belleza perdida. La advertencia se hace más imperativa por la reiteración anafórica del verbo en la estrofa siguiente, que recoge la inicial referencia al tiempo, antes caminando y ahora "atropellando": «ni vuelve atrás ni aguarda ni tropieza» (v. 30). Estamos en la parte central del poema, en el pasaje más acusadamente moral, y se produce la transición al futuro, con dos partes: la primera, la "triste hora" (v. 31) en que la hermosa "mustia" se contemplará en el espejo, arrepintiéndose de no haber aprovechado el tiempo e incapaz de recuperar su antiguo rostro; la otra, menos convencional aunque presente en poemas del tópico, en la que la mujer, lejos de resignarse, se rebela contra su nueva imagen envejecida, como lo hacen las damas de los sonetos de Lupercio Leonardo de Argensola, «Mirando Cloris una fuente clara», y Francisco de Rioja: «Sin razón contra el cielo, Aglaya mía, / mueves airada el labio, porque ha dado / veloz fin a tu lustre y al dorado / pelo qu’en tu alba frente relucía» (vv. 1-4).
Aunque con la misma perspectiva futura, las dos estrofas que siguen cambian el modo y se construyen en subjuntivo, en consonancia con las hipótesis que se van a formular: la primera, que retoma la "interrogatio" retórica del principio para persuadir a la mujer, pretende que se prepare adecuadamente para la llegada ineludible del desengaño de la vejez; la segunda sitúa a la mujer a las puertas de la muerte, en el final de su vida, para ponderar la constancia del fiel Fabio si por fin le reclamase. La dilogía y el políptoton subrayan, y anticipan, el momento "gozoso": tal vez por el encuentro carnal previsto (recuérdese el valor de "gozar" en la época) y la alegría del amante que consigue a la amada, aunque no como hubiera querido.
La penúltima estrofa condensa el rico contenido del poema: nuevo recordatorio de la hermosura efímera («La beldad huye muda», v. 55), nueva exhortación para que Casilina goce de su «florida edad lozana» (v. 56), ambas en presente; y nueva advertencia, ya en futuro, de que la fidelidad antedicha del amante no bastará para paliar los estragos del tiempo. En ella Quevedo evoca versos de un epigrama de Ausonio: «Oblatas sperno illecebras, detrecto negatas; / nec satiare animum nec crucia- re volo. / Nec bis cincta Diana placet nec nuda Cythere: / illa voluptatis nil habet, haec nimium» (13, «Epigrammata», 40), que se corresponde con el pasaje quevediano «que ni Venus desnuda, / ni ceñida dos veces tu Dïana, / valdrán para agradarme y agradarte, / sin que una martirice y otra harte» (vv. 57-60).La estrofa final constituye la consecuencia lógica de lo expuesto. La única posibilidad consiste en una nueva exhortación epicúrea, que esta vez reúne a los amantes en un «nosotros» —"coronemos, mezclemos, nos acuerde" (vv. 61, 63, 66)—, para disfrutar del amor entre vino y flores, en el más puro estilo del simposio, ámbito prototípico para la exhortación del "carpe diem" en la lírica antigua griega, en las "Anacreónticas" y en las odas del propio Horacio].

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■ Soneto CCXCV: La ostentación lozana de la rosa,
con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no malograrla

de Francisco de Quevedo (1.580-1.645)

La mocedad del año, la ambiciosa
vergüenza del jardín, el encarnado
oloroso rubí, tiro abreviado,
también del año presunción hermosa:

la ostentación lozana de la rosa,
deidad del campo, estrella del cercado,
el almendro en su propria flor nevado,
que anticiparse a los calores osa:

reprehensiones son, ¡oh Flora!, mudas
de la hermosura y la soberbia humana,
que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas,
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde, y con dolor, serás discreta.

Obsérvese que para Quevedo, el tópico sirve para hacer una admonición moral, adoctrinando, sobre la brevedad de la vida, reflejada en la de la rosa].

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■ Soneto, Detente, aguarda, presumida rosa
de Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache ( 1,581-1.658).

Detente, aguarda, presumida Rosa,
y en la piedad de Mayo no confíes;
porque esas hojas, donde ahora ríes,
en él serán tu perdición hermosa.


Ni es bien, que tu belleza generosa,
burlada, y libre a su lisonja fíes;
y a fuerza de ambición romper porfíes
el defendido seno en que reposa.

No te valdrá después tu armado muro,
porque domina igual el tiempo cano,
al claro estío, y al invierno oscuro.

Y el verdor más lucido, y más ufano,
cuando pensó que estaba más seguro,
huyó al invierno, y le abrasó el verano.

[Podemos percatarnos de la ausencia a la invitación directa de gozar de la primavera (de mayo), haciendo una reflexión de la inevitable fugacidad del tiempo y de la belleza. compárese con el siguiente del mismo autor]

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■ Soneto, Entre envidias del campo generosa,
de Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache ( 1,581-1.658).

Entre envidias del campo generosa,
y de sus verdes armas defendida,
descose al aire su apacible vida,
por breves horas la apacible Rosa
.

Risueña sale su ambición hermosa
del breve manto la prisión rompida.
A su peligro cierto inadvertida,
y a tantas inclemencias animosa.

Naciendo compañera a la mañana
del día sigue el paso diligente
de entrambos, siendo tan conforme el pago.


No adores, Fabio, una hermosura vana,
que por la puerta alegre de su Oriente
salió a buscar su miserable estrago.

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■ Soneto, No esperes, no,
de Francisco de Rioja (1.583-1.659)

No esperes, no, perpetua en tu alba frente,
oh Aglaya, lisa tez, ni que tu boca,
que al más helado a blando amor provoca,
bañe siempre la rosa dulcemente.

¿Ves el sol que nació resplandeciente,
cuál con luz desvanece tibia i poca,
i tú sorda a mis ruegos como roca
estás, en quien se rompe alta corriente?

Goza la nieve i rosa que los años
te ofrecen; mira, Aglaya, que los días
llevan tras sí la flor i la belleza;

que cuando de la edad sientas los daños,
as de invidiar el lustre que tenlas
i as de llorar en vano tu dureza.

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■ A la rosa,
de Francisco de Rioja (1.583-1.659)

Pura encendida rosa,
émula de la llama,
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría,
si sabes que la edad que te da el cielo,
es apenas un breve y veloz vuelo?

Y ni valdrán las puntas de tu rama,
ni tu púrpura hermosa,
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa.
El mismo cerco alado,
que estoy viendo riente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio amor de sus alas blandas plumas,
y oro de su cabello dio a tu frente
.
¡O fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su dolor, sangre divina,
de la deidad que dieron las espumas.
¿Y esto, purpúea flor, y esto no pudo
hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
róbate licencioso su ardimiento
el color y el aliento:

tiendes aún no las alas abrasadas,
y ya vuelan al suelo desmayadas:
tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la aurora
mustia tu nacimiento o muerte llora.

[Es imitación del "De rosis nascentibus", pero sin invitación a gozar de la juventud]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Sin razón contra el cielo,
de Francisco de Rioja (1.583-1.659)

Sin razón contra el cielo, Aglaya mía,
mueves airada el labio, porque ha dado
veloz fin ya a tu lustre, y al dorado
pelo que en tu alba frente relucía:

si la flor que aparece al mediodía
el crespo seno en púrpura bañado
con color se ve en tierra desmayado,
antes que él mismo al mar tuerza la vía.

Porque el fuego y la nieve dulcemente
en tu rostro mezclados, ¿qué otra cosa
son que una breve flor?
Templa la saña.
Que la fatal disposición no engaña,
si a quien alta belleza floreciente
la edad le da de la purpúrea rosa.

[Observese que Rioja no invita a gozar de la juventud, sino que perdida ésta, asemeja la edad de la amada a la de la rosa, hermosa y caduca, haciendo una verdadera imagen de amada=rosa y la fugacidad de la vida]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Las honras, la osadía del verano
de Luis Carrillo y Sotomayor (1.585-1.610)

Las honras, la osadía del verano,
con que se ennobleció y atrevió el cielo,
al mejor cielo del más fértil suelo
hoy traslada mi atrevida mano.

Parece es por demás al que es tirano,
de cuanto presunción honra su vuelo,
dar flores, si tus flores son recelo
a las del cielo, rostro soberano.

Dallas es por demás, si estás segura
envidian de tu rostro las más bellas
partes (y partes no, por no atreverse).

¡Ay, cuales, Celia, son ! ¡Da vida el vellas!
Flor eres; mientras flor, de tu hermosura
coge la flor, que es flor, y ha de perderse.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Collige, virgo, rosas,
de Esteban Manuel de Villegas (1.589-1.669)

En tanto que el cabello
resplandeciente y bello,
luce en tu altiva frente
de cristal trasparente,
y en tu blanca mejilla
la púrpura que brilla,
la púrpura que al labio
no quiso hacerle agravio,
goza tu abril, Drusila,
en esta edad tranquila;
coge, coge tu rosa,
muchacha desdeñosa
,
antes que menos viva,
vejez se lo prohíba.
Porque si te rodea
y en ti su horror emplea,
quizá lo hará de suerte
que llegues a no verte
por no verte tan fea.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Madrigal I, Si ha de durar,oh Lisi, tu belleza,
de García Salcedo Coronel (1.592-1.651)

Si ha de durar, oh Lisi, tu belleza,
¿por qué avarienta ahora
niegas a mi cuidado
el bien que eterno te concede el hado?
Y si tu edad lozana
es flor
que con la Aurora
la ven nacer los ojos,
y en lánguidos despojos
cuando fenece el día
yace desprecio de la tierra fría;
¡cómo ignorante, y vana
no logras (antes que el Ocaso mires
en tu agradable Oriente)
gloria que ha de espirar tan brevemente!

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Canción II, Lisi, mientras el tiempo le concede,
de García Salcedo Coronel (1.592-1.651)

Lisi, mientras el tiempo le concede
el oro a tu cabello, que esparcido
por la serena frente
errores solicita dulcemente,
mientras le debes al abril florido
el color, que afrentar la rosa puede
cuando del verde nudo más hermosa
ostenta su color vanagloriosa,
no des a tus rigores
el imperio que niegas a las flores:
coge, coge ligera
el fruto de tu alegre primavera.
No aguardes que el invierno el monte cubra
de nieve, y ofrecer pueda escarmientos
el tiempo riguroso
en las ruinas de tu rostro hermoso

. Culparás sus efectos por violentos
cuando venganzas el cristal descubra
que lisonjero acreditó tu engaño,

ministro ya del grave desengaño
si de ti aborrecido
de ofendidas deidades pretendido,
respetarás quejosa
el poder que desprecias ambiciosa.
¡Ay!, mira, Lisi, como el tiempo huye
y a su fin corre todo velozmente;
en breve se marchita
la flor suave que tu ser imita,

aquella que en el folio vio pungente
purpurear la Aurora, restituye
al tiempo vengativo los honores
que Reina poseyó de tantas flores.
No tú siempre hermosa
reinarás con fortuna, mas piadosa,
un mismo fin esperas
aunque lisonjas a mi voz prefieras.
¿Como piadosa te veré a mi ruego
cuando cruel desprecias tu belleza,
ocultando entre engaños
la hermosa luz de tus primeros años,
el dulce honor de celestial riqueza?
La ejecución impides a aquel fuego
noble agresor de la mayor fatiga
que el cielo reconoce, ¿al mundo obliga?
¡Oh, vana resistencia,
en naciendo rendida a la violencia
del tiempo vengativo,
que adula breve, y burla fugitivo!

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto XXVIIII, Perdemos, dije, de la edad ligera,
de García Salcedo Coronel (1.592-1.651)

Perdemos, dije, de la edad ligera
la hermosa luz en desigual porfía
,
mis voces despreciaste,oh Lisi mía,
llegó callada la vejez severa.

Tarde lograr presumes lisonjera
últimas horas de tu alegre día,

cuando falta en mis años la osadía,
o a ti el honor de tu beldad primera.

Ciñe mi cuello inútil vanamente
con tiernos lazos, y el cobarde empleo
arrepentida ofrece a mi cuidado.

Que en la gloria infeliz deste accidente
gozaré, ya que no lo que deseo,
dulces memorias de mi ardor pasado
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Octava rima, Isis y Anaxarete,
de García Salcedo Coronel (1.592-1.651)

XXXI.
Donde el abril lisonjea grato
Culta estación, la admira suspendida
En el cristal que disipaba ingrato
Aquel, cuya beldad fue su homicida.
Salve, Nifa, bellísimo retrato
De la deidad, le dice, más lucida
Que en aras reconocen los mortales
Con fragrantes aromas, o animales.

XXXII.
En tu hermosura la alma considera
Copia más dulce de lascivas flores,
Que la que en deleitable primavera
Ostenta tus divinos esplendores.
Cuantas al Alba ofrecen lisonjera
Vistosísimo alarde de colores,
Reina d’este jardín donde se incluyen
Te confiesan, deidad te constituyen.

XXXIII.
Pero, ¿qué mucho? Si tu rostro ufano
Concede al mundo en perfección gloriosa
El clavel, en los labios soberano,
En las mejillas, la purpúrea rosa.
El cándido jazmín, que tosca mano
Ignoró descortés, la frente hermosa,
La garganta, que esmaltan dulces venas,
Gratos lilios, en campo de azucenas.

XXXIV.
Dichoso aquel. Pero imposible veo
(si pródiga la fama no ha mentido),
Que logre algún mortal el alto empleo,
Aun al sagrado Jove defendido:
Tus méritos exceden al deseo,
No llamaré (si amor aunque ofendido
Los confiesa) culpable atrevimiento
Medir con tu valor el pensamiento.

XXXV.
Procura (si formó Naturaleza
Igual tuyo) quien llegue a merecerte,
Pero hacer inútil la belleza
No lo permita en tu rigor la fuerte.
Revoque, pues, oh Ninfa, tu aspereza
El decreto cruel, piadosa advierte
Que cuanto vive se resiste en vano
Al noble imperio del Amor tirano.

XXXVI.
Ejemplos propusiera mi experiencia,
Acreditada en tan prolijos años,
Cuando necesitara tu prudencia
Del aviso común de desengaños.
Goza a pesar de inútil providencia
Tu juventud en apacibles daños,
No llegue en ocasión el sentimiento
Que malogre el poder del escarmiento.


XXXVII.
Mira la rosa, que del seno rudo
Libra modesta su beldad lozana,
Hermosa mas, cuanto en el verde nudo
Menos descubre la purpúrea grana:
¿No la ves arrogante ya, desnudo
En nativo esplendor? Su pompa vana
Mira después desvanecida, que antes
Mil doncellas honraron, mil amantes.


XXXVIII.
Así corre a su fin, así ligera
Pasa de nuestra edad la flor hermosa
Ni porque vuelva abril, jamás espera
Restituirse a su estación dichosa.
Coge, pues, de tu alegre primavera
El fruto que malogras ambiciosa,
Ama menos cruel, ahora cuando
Puedes amar correspondida, amando.


XXXIX.
No te dieron los cielos hermosura,
Que arder pudiera el más agudo hielo,
Para exceder al mármol en ser dura,
Para cebarte en el común desvelo.
No lleva el río su corriente pura
Para sí solo, con inútil celo,
Que liberal fin padecer pobreza
Concede a todos su mayor riqueza.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Romance, "A un ramillete de flores tempranas,
que había sido de su dama",

de Bernardino de Rebolledo (1.597-1.676)

Anticipó Galatea
las premisas del verano,
que a influencias de sus soles
todos los meses son mayos.
Las auroras de las flores,
primera pompa del campo,
el ser que a sus plantas deben
mejoraban en su mano,
en cuyos fragantes senos
el ciego dios disfrazado
supo vestir sus arpones
de lo apacible y lo blando;
y al comunicarle aliento,
de olores articulados,
atrevió tales acentos
a donde jamás llegaron.
Dulces indicios de amor
está la tierra brotando,
que no rehúsan su imperio
los más rebeldes peñascos.
Sola tú le desconoces,
deidad, venerada en vano
de tantos tiernos deseos,
de tantos firmes cuidados.
Breve flor es la hermosura,
que en abril de los años
la deshoja un accidente
o la marchita un desmayo.
Cuanto sin amar vivieres
habrás a la vida hurtado,
débante tus pensamientos
el no querer malograrlos.

Advertida Galatea
del artificioso engaño,
púrpura vertió en su nieve
un vergonzoso recato.
Severamente ofendidos
los bellos soles airados
en destierro de sus luces
a las flores condenaron.
Desvalido el ramillete
llegó a ser dicha de Fabio
:
tales distancias abrevian
las caídas de tan alto;
y al inquirir cuidadoso
en lo amarillo y morado
de junquillos y violetas
favores o desengaños,
disparó Amor atrevido
cuanta prevención de rayos,
cuanta munición de flechas
las flores disimularon,
sin hacer en balde tiro,
puesto que sobraban tantos,
que fue en pecho tan rendido
un victorioso embarazo.

"Triunfos son de Galatea",
dijo el ciego dios tirano,
"victorias de aquellos ojos
en cuyo honor flecho el arco.
Arde generosamente
en tus lágrimas bañado,
que a fuego que encienden flores
sirve de alimento el llanto.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Escena XIV de la Jornada II,
de "El príncipe constante",

de Pedro Calderón de la Barca (1.600-1.681)

Estas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana;
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron;
cuna y sepulcro en un botón hallaron.


Así los hombres sus fortunas vieron;
en un día nacieron y expiraron;
que pasados los siglos horas fueron.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Ver erat et blando mordentia frigora sensu,
de Pedro Calderón de la Barca (1.600-1.681)

¿Ves esa rosa que tan bella y pura
Amaneció a ser reina de las flores?
Pues aunque armó de espinas sus colores
Defendida vivió, mas no segura.

A tu deidad enigma no sea oscura
Dejándote vencer, porque no ignores
Que, aunque armes tu hermosura de rigores,
No armarás de imposibles tu hermosura.

Si esa rosa gozarse no dejara,
En el botón donde nació, muriera,
Y en él pompa y fragancia malograra.

Rinde, pues, tu hermosura; y considera
Cuánto fuera dolor que se ignorara
La edad de tu florida primavera.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, A Lisis que, cuando moza,
fue rogada en vano y despues le sucedía lo contrario.
Es imitacion de Ausonio,

de Gabriel Bocángel (1.603-1.658)

Roguete, Oh Lisi , que tu edad florida
gozases antes de esta edad helada
;
despreciaste mi aviso, y, entregada,
te miro al daño tarde arrepentida.

En la vejez, que llega no entendida,
dos daños sientes: que en la edad pasada
no gozaste beldad desengañada,
ni gozas hoy la forma pretendida.

Cuando el remedio fue posible, el daño
ignoró tu ambición; agora ignoras
remedio al daño tarde conocido.

Mas, en memoria del pasado engaño,
te miraré, gozando en estas horas,
si 1o que quiero, no, 1o que he querido.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, A Lisis que, cuando moza,
fue rogada en vano y despues le sucedía lo contrario.
Es imitacion de Ausonio,

de Gabriel Bocángel (1.603-1.658)

¿Qué engaños, Celia, qué locuras mueve
un ciego error, y loco más que ciego,
si, cuando yo compito con el fuego,
estudias exceder la blanca nieve
,

si el oro vago das al viento leve,
cuando a su error mi libertad entrego,
o apuestas con la vid lasciva luego
reduciéndole a tanto anillo breve
?

Guárdate, no la víbora severa
de edad futura la de agora rompa,
antes que el fruto de tu abril ignores.

¿No te rieras de la primavera,
si nos negase con inútil pompa
los frutos, por gozar siempre las flores
?

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Goza tu juventud,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Goza tu juventud, Narcisa hermosa,
que al estrenar la rosa sus colores
es magestad, es pompa de las flores,
y es de la tarde lastimada rosa.

Goza tu juventud, y en tu preciosa
madeja, el sol peinado en resplandores;
goza el clavel, que respirando olores
mezcla el marfil con púrpura lustrosa.

goza, gózate flor temprana; agora
que la beldad de aquel jarmín te avisa
que un oriente fue el siglo de sus años
.

Antes que al espirar tan bella Aurora,
nos falte, ¡ay Dios, bellísima Narcisa!,
a mi tu sol y a ti mis desengaños.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Celauro a la rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Aquí, discreta Nise, aquí la hermosa
Primera majestad de la mañana,
Que presumió de sol, soberbia y vana,
En cenizas de púrpura reposa.

La pompa de las flores generosa
De los campos es ya polvo de grana
Que sólo deja de su luz temprana
La memoria no más de que era rosa
.

¡Oh bella Nise! Si es cometa al viento,
Coge la rosa de la edad florida,
Coronada de frágiles honores;

Antes, pues una flor te dió escarmiento,
Y es flor el breve curso de la vida,
Que el tiempo, oh Nise, se te pase en flores
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, La rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

¿No ves, no ves, oh Nisida,en el prado,
no ves la rosa, que a imitar se atreve
de tus mejillas laencarnada nieve,
y de tu boca el rosicler nevado?

¿No ves en rubios átomos copiado
tu cabello, que plubias de oro llueve?
¿Y en esta espina aquel rigor aleve
de tu desdén injustamente airado?

¿No ves como desmaya en sombra oscura,
y espira, o de su autor breve rato
arbitrio que verdades nos advierte?

Retratar en la rosa tu hermosura,
porque viendo su mjuerte en tu retrato,
lecciones de morir te dé su muerte.

[En primer lugar, debemos observar que no es ya la mejilla la que tiene el color de la rosa, o los labios, sino al revés; es la rosa la que ha adquirido los colores de la amada. Seguidamente, el giro que se ha dado al tema de la rosa, derivando a ser "lección para nosotros de su muerte", y no invitación al goce de vivir. El mismo resultado tenemos en los siguientes poemas de este autor.]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Celio a la rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Hija del blanco pie de Venus bella,
nuevo purpúreo fénix de las flores,
que desplegando plumas de colores,
rompes el nido de tu verde estrella.

Cupido, flor que en lo encendido della
imitas de su llama los ardores,
y en espinas armadas de rigores,
las flechas que causaron mi querella.

Rosa gentil, que al alba te vestiste
tiernas plumas de púrpura olorosa,
y al miedo de los aires la perdiste:

frágil nació tu vanidad hermosa,
pues de toda la gala que tuviste
apenas decir puede que fue rosa.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, César a la rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Nació la rosa honor del verde llano,
sobre el sitial de su esmeralda viva,
ceñida de archas la beldad esquiva,
ejemplo hermoso de un desdén tirano.

El jazmín, de los campos ciudadano,
con el clavel, que con la rosa priva,
por la sangre de Venus sucesiva,
la juraron Monarca del verano.

Mas no gozó su pompa una mañana,
muerta a los primitivos resplandores,
sin deberle a un oriente lo florido.

Celia, si es flor la juventud lozana,
teme, que en las bellezas y las flores,
es más cierto el no ser, que el haber sido
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Reina del mayo la encarnada rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Reina del Mayo la encarnada rosa
a presidir las flores salió al prado,
y en la ruda violencia del arado,
lástima, y no desvelo, dio la hermosa.

La que de la azucena fue olorosa,
y del clavel ya envidia, y cuidado,
yace (¡oh dolor!) del círculo encarnado
encogida la púrpura lustrosa.

¿Viste al nacer la rosa, oh flor más bella,
que estrenó los dudosos resplandores,
y que expiró con la postrera estrella?

Pues Flora, en tu beldad, en tus colores
teme su fin, que faltarás cual ella,
que eres flor, aunque Reina de las flores.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Celio a la Rosa: Nueva florida gala del oriente,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

Nueva florida gala del oriente,
corté una rosa, que en el verde prado,
o expirara al descuido del arado,
o lástima muriera de occidente.

Púsela en agua en un cristal luciente
por conservar de Lisi algún traslado,
y sólo hallé a la tarde el desmayado
cadáver de aquel sol, que fue accidente.

¡Oh caduca beldad, dije a la rosa,
así acaba la flor de nuestra vida!
Y así han de fenecer en tu elemento

el jazmín de la frente más hermosa,
el clavel de la boca más florida,
del alma el más Narciso pensamiento.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto, Lucindo a la rosa,
de Pedro Castro y Anaya (h. 1.610-? d.n.e.)

La rosa en los cristales de una fuente
flor a flor todo el prado desafía;
hermosa en plumas de carmín se abría
a ser narciso en el cristal luciente.

Y cuando más purpúrea y floreciente
en copas de rubí perlas bebía,
del achaque de un sol, del mal de un día,
murió
: que aun la hermosura en flores miente.

¡Oh flor!, el primer paso de tu vida
fue el último también que pudo darte,
antes escarmentada que nacida.

¡Oh documento de la humana suerte!
¡Oh verdad de los campos escondida!
¿Quién no se desengaña con tu muerte?

[Adviértase la variación del tema, concluyendo en una reflexión sobre la fragilidad de la vida, de la belleza].

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Silva a la rosa,
paráfrasis de "De rosis nascentibus"

de Antonio Bastidas (h. 1.615-1.681 d.n.e.)

De los tiempos del año era el verano
(el de Mantua cantó en su dulce lira),
y el día, alegre a rayos, en que gira,
esmalta nubes con que sale ufano;
el austro templa, porque suave aliente, 5
y así con blando diente
muerde la flor, que aún tierna no se esquiva
si aun solicita alientos más lasciva,
cuando, abreviando sombras, el aurora
precede bella a la carroza ardiente
, 10
y en luces de esplendor, en luz canora
despierta al sol, madrúgale a su oriente.

Entonces, dice en dulce melodía
aqueste cisne, el campo discurría,
y cuando en sendas de este sitio ameno 15
buscaba abrigo en esa adulta llama
del sol, que salamandra ya se inflama,
vi entre su vasto seno
en la grama pender blanco rocío,
que a breve globo aprisionaba el frío, 20
y en su lacio verdor me parecía
lágrima que lloró la noche fría,
si a esotras hierbas en sus cimas bellas
corona de cristal, de nieve estrellas,
siendo a sus tiernos tallos, por vistosas, 25
sartas de perlas, perlas generosas,
que en nácares celestes engendradas,
del cielo al prado fueron feriadas
.
Al nacer el lucero luminoso,
vi con primor y aliño cuidadoso 30
del esmero Pestano,
del mejor hortelano
un rosal tan de gotas salpicado,
que sudor se ha juzgado,
que, en la lucha valiente 35
por escapar de sombras, sudó ardiente
de esta piedra, que a engaste de zafiro,
la observa el cielo con su eterno giro,
y a sus rayos primeros esmaltaban
las rosas, que por su astro le aclamaban. 40

Y si del alba y rosa contemplaras
el nácar escogido,
indeciso dudaras
si el alba hurtó a la rosa lo encendido,
o la rosa envidiosa, al alba bella 45
de ella colores trasladó
a su estrella.
El matiz también vario de ese prado,
osada emulación del estrellado,
admiraras, si el sol sus resplandores
comunicó a sus flores, 50
como esmaltó los astros
eminentes en colores de rayos florecientes.

Uno es todo el rocío de la rosa,
y el que suda la aurora luminosa
en su estación primera, 55
un color en entrambas persevera
a un tiempo, pues la rosa se apellida
y la aurora florida
crepúsculo de nácar,
en que se halla
el sol infante en esta luz que calla. 60
Mas ¿qué mucho que en todo corran a una,
siendo en las dos iguales su fortuna,
pues en entrambas Venus predomina,
reina del prado y cielo que ilumina?

Si ámbar la rosa aspira, 65
sin duda al mesmo Venus se conspira,
y si de ésta el sentido
por torpe no percibe lo oloroso,
es color de otra esfera más subido:
aquella, sí, que al prado delicioso 70
en copa de rubíes néctar
grato deleitosa propina ya al olfato.

Al lucero fragante,
a la rosa galante,
de Pafo les preside aquella diosa, 75
y así a entrambas librea generosa,
corta rica de púrpura eminente;
con que el astro luciente,
si es que es rosa equivoco así se duda,
o lucero la rosa se saluda, 80
pues si carmín la rosa de su vena
debe a la espina que ímpia le barrena,
el lucero, a su labio
la púrpura que goza sin agravio,
viviendo tan iguales, 85
que por unos se cuenta ya sus males;
y si el tiempo le ultraja
a aquél el carmesí, él mesmo le aja
a aquéste en un desmayo
,
siendo del uno y otro el propio ensayo. 90

De aquestas bellas flores,
del cielo fomentadas a sudores,
copia sangrienta la floresta anega;
mas el discurso entre sus ondas rojas,
no sin miedo al peligro la navega, 95
siendo escollos de nácar de él sus hojas:
tantas arroja al prado
el rosal, en sus varas floreciente,
cerradas y patentes,
que con rosetas de rubí he pensado 100
se disciplina el suelo,
por aplacar rigores de ese cielo.

Allí una rosa infante
mece en su cuna el céfiro inconstante,
y en claustro de esmeralda detenida, 105
virgen se oculta menos pretendida;
otra al prado se asoma diligente
por celosías de su verde oriente;
mas al mirarla, trueca vergonzosa
en carmín el candor su tez hermosa. 110

Al despuntar aquélla
rompe prisiones de su verde estrella,
y con su roja punta se conquista
desabrigos purpúreos a la vista,
siendo cada hoja en que ella se dilata 115
gota de sangre, que de sí desata.

Otra aquí muy de Venus presumida,
de su guardada gala hace reseña
,
que el aseo al espejo le compuso
de una fuente risueña, 120
y por salir mejor del tiempo al uso,
de carmesí en follera multiplica,
hojas de galas, que su ingenio aplica
.
Mas otra del botón desenlazada,
y en rojos arreboles desflocada, 125
un sol al prado ofrece generoso,
que en rayos de oro ilustra luminoso:
honor grande del valle, pues sus flores
vanas más lucen con sus resplandores.

Pero ¡ay! que toda aquesta pompa hermosa, 130
del vergel, esta antorcha luminosa,
esta hoguera, que roja al prado inflama,
siendo cada hoja suya ardiente llama,
este sol, que a sus rayos fomentaba
cuanto aseo al jardín le coronaba, 135
con desmayo fatal se descompone,
su luz se apaga al inconstante viento,
al occidente el esplendor traspone,
y la llama consume su ardimiento.


¡Oh, qué breve esta flor tiene la vida!, 140
pues edad fugitiva la arrebata,
de su beldad pirata,
y de un punto al escollo la admiraba
caduca y lacia, cuanto más florida;
saliendo al paso presta y diligente, 145
prevenida la muerte al propio oriente,
siendo la cuna en que le mece el viento
su fatal pira y triste monumento.

Y cuando este prodigio revolvía,
y aqueste acaso el labio repetía, 150
aún de vida no goza aqueste aliento;
pues mustia vi la rosa se despuebla,
y que funesta se deshoja al prado,
epitafio dejando de su hado
hojas tiernas, que a letras de rubíes, 155
en la esmeralda acordarán constantes,
pues su vida se mide por instantes.

La varia diferencia,
que del tirio color matiza el suelo,
no sin envidia, no sin competencia, 160
las galas que renuevan estudiosas,
por lucirse en el prado más hermosas,
y las vidas que estrenan por flamantes
allí rosas infantes
el resplandor de un día las festeja, 165
y ese mesmo a sus rayos las aqueja,
y con fúnebre sombra oculta y sella
de múrice vistosa tanta estrella.

¡Oh tiempo! ¡oh días! ¡oh naturaleza
avara, en cuanto ostentas más grandeza! 170
ya justamente todos nos quejamos;
pues apenas nos pones a los ojos
estas joyas de Flora por despojos,
cuando, al echarlas mano,
salió nuestro cuidado bien en vano, 175
y dándoles más gracia a aquestas flores,
apresuras más presto sus horrores;
pero ya no me admiro,
que es de muy corta dura
cuanto crece en belleza una hermosura. 180

Cuantos mide de oriente
sus términos el día al occidente,
cuando en breve ceniza
de ella, fénix mejor, se inmortaliza,
aquesta propia edad goza la rosa, 185
que el sol en sus espacios le señala,
siendo al prado su gala
fímera, que la acaba lastimosa,
en la infancia gozando edad adulta,
y la triste vejez que la sepulta.
190

Aquella a quien el sol en la mañana
en pañales de grana abrigó infante,
a la tarde volviendo ya triunfante,
su edad florida vio trocada en cana.

Pero ¿qué importa, oh rosa, que tu llama 195
tan temprana se apague, aun cuando ardiente?
pues ha tomado a cargo ya la fama,
hoy aplaudirte más de gente en gente,
gozándote perenne y más constante,
cuanto antes tu vivir fue un solo instante, 200
permaneciendo fija en la memoria
de tu belleza la pasada gloria.


¡Oh, qué ejemplo tan vivo al desengaño
de una grande belleza
!
Lograd, oh virgen pura 205
este cortés recuerdo en la pureza;
coged las rosas, pues, de la hermosura,
cuando ayuda la edad, la edad florida,
y en vistosas guirnaldas recogida,
si intacto su verdor guardáis constante
, 210
vuestra cabeza ceñirán triunfante.
No ajéis su lozanía,
mirad que la beldad más grata y bella,
como la flor fenece con el día,

que hermosuras y flores materiales, 215
se compasan a términos iguales.

[Adviértase la variación del tema, al final, donde no se invita a gozar libremente de la juventud, sino que se deja la belleza a la conquista de la fama y al cumplido matrimonio, siempre bajo admonición y no exhortación ("qué ejemplo tan vivo al desengaño/ de una grande belleza"), visión barroca de un autor que era, además, sacerdote].

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Canción, en "La misma conciencia acusa",
de Agustín Moreto (1.618-1.669)

Cojamos la rosa
De la edad veloz
Antes que el invierno
Marchite la flor
.
Dábale con el hazadoncito.
Dábale con el hazadón.

De su primavera
todos gocen hoy
:
que a los verdes años
el tiempo es traidor.
Dábale con el azadoncito.
Dábale con el azadón.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Décimas, Mientras oro, grana y nieve,
de Agustín Moreto (1.618-1.669)

Mientras oro, grana y nieve
Orna vuestro cuerpo tierno,
Gozad de este don tan breve,
Antes que venga y se lleve
Tales flores el invierno.

De no ser cual habéis sido
Entonces os doleréis,
Y viendo el tiempo perdido,
Lloraréis no haber tenido
La voluntad que tendréis.

Mientras la masa de nieve
Y de grana un color vivo
Le da espíritu y la mueve,
Cogé el placer fugitivo,
Antes de que el tiempo os lo lleve.
Y entienda la que es querida
Que después que la rosada
Lumbre del rostro despida,
No es ahora tan amada
Como será aborrecida.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto,
de Juana Inés de la Cruz (1.651-1.695)

Miró Celia una rosa que en el prado
Ostentaba feliz la pompa vana,
Y con afeites de carmín y grana
Bañaba alegre el rostro delicado;

Y dijo:«Goza sin temor del hado
El breve curso de tu edad lozana,
Pues no podrá la muerte de mañana
Quitarte lo que hubieres hoy gozado
.

Y aunque llega la muerte presurosa,
Y tu fragante vida se te aleja,
¡No sientas el morir tan bella y moza!

Mira que la experiencia te aconseja
Que es fortuna morirse siendo hermosa
Y no ver el ultraje de ser vieja.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞


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