25 de enero de 2019

ESTUDIO DE "LA CELESTINA" DE FERNANDO DE ROJAS


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
1. Introducción.
2. Problemas textuales.
3. Problemas de autoría.
4. ¿Quién fue Fernando de Rojas?
5. Problemas en cuanto al género de 'La Celestina'.
6. Las diversas fuentes de 'La Celestina'.
7. Análisis interno de 'La Celestina'.
8. Temas presentes en 'La Celestina'.
9. Los personajes de 'La Celestina'.
10. El lenguaje en 'La Celestina'.
11. Técnicas dramáticas en 'La Celestina'.
12. Intencionalidad y sentido en 'La Celestina'.
13. Popularidad y transcendencia posterior de 'La Celestina'.
Anexos.
Recursos audiovisuales.
• Películas.
• Adaptaciones teatrales.
• Vídeos sobre la obra y estilo.
• Audios sobre el texto.
• Audios analizando la obra.
• Imágenes.
Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN.

Folio 1r de "Comedia de Calisto y Melibea",
edición de Burgos, 1499? (1500-1502) in
 http://www.cervantesvirtual.com/servlet/
SirveObras/12584960823477162109435/ima0000.htm 

La Celestina” es una de las obras maestras de la literatura española, de gran influencia en la universal, siendo cantera de tipos, situaciones, motivos, y nuevas formas creativas. Curiosamente destaca esta obra por haber fijado definitivamente el prototipo de alcahueta, a través del personaje denominado 'Celestina', que se convierte en el personaje vertebrador de la obra.

Supone, además, la culminación de la dramaturgia medieval y pone en evidencia la crisis de los valores tradicionales que se acentuará al pasar de la Edad Media al Renacimiento. Todos los lugares comunes del pensamiento de este siglo encuentran cabida en la obra, heredados en su mayoría del aristotelismo, del pensamiento escolástico y de la experiencia de la vida de una época de transición. Más aún, todos los temas de la literatura profana medieval pueden hallarse de una forma u otra en la obra. Así, la crítica a la mujer vista con los ojos de toda la tradición misógina de la Biblia y el cristianismo medieval; el tema del paso del tiempo, la inutilidad de cualquier gozo o grandeza mundana, el pesimismo sobre el mundo terrenal (in hac lachrimarum valle, cita Pleberio), la pérdida de la juventud en una especie de "carpe diem" casi renacentista ("Gocemos y holguemos, que la vejez pocos la ven"), siendo los personajes arrastrados por la pasión, codicia y ambición hacia la perdición y muerte, (con el poder igualatorio de la muerte), todo ello bajo un marco estructural de relación causa-efecto (todo pecado debe ser pagado); el tratamiento literario de las clases sociales...

Portada, "Comedia de Calisto y Melibea",
edición de Toledo, 1500
De género “híbrido”, como otras que le antecedieron (Libro de Buen Amor, El Corbacho…), es muestra innegable de una amplia variedad de técnicas dramáticas, no poniéndose la crítica de acuerdo en cuanto a su denominación: novela dialogada, novela dramática, comedia humanística, etc… (como del mismo modo ocurre con respecto a la autoría, al propio texto o a la intención de la obra, de ahí que se considere que es una obra compleja y llena de problemas).

Lo que sí es evidente es que nos hallamos ante una obra de encrucijada, creada por una nueva clase social, la burguesía, que se desarrolla en un ambiente urbano, en el que se nos muestran vivamente las relaciones de poder entre amos y criados.

Destacable es el trazo de los personajes, que se lleva a cabo a través del diálogo, con rasgos propios, llegando a evolucionar psicológicamente y a hacerlos creíbles; así como el empleo del lenguaje, adaptado a la condición social y circunstancias en que actúan, siendo muy expresivo y popular en unos casos y, en otros, plagado de cultismos, latinismos, y expresiones propias del “amor cortés”, al que parodia.

De ahí que Menéndez Pelayo concluyera que “si Cervantes no hubiera existido, ‘La Celestina’ ocuparía el primer lugar entre las obras compuestas en España”.

Dicho esto, partiremos del hecho fundamental de que  hay más de 3.000 estudios que componen la bibliografía del estudio de esta obra, por lo que no podemos contar con una lectura única que satisfaga a todos los lectores.
[Puede consultarse parte de esta bibliografía (hasta 2003), ofrecida por el profesor A. Robert Lauer in linea, en la web http://arobertlauer.oucreate.com/BibCelestina.html
O la de la Universidad de Valencia en Parnaseo, Bibliografía celestinesca: http://parnaseo.uv.es/RefBase/index.php]

Portada, "Tragicomedia de Calisto y Melibea"
edición de Sevilla, 1501

La Celestina surgió en un CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL que enmarcamos en los últimos años del siglo XV e inicios del XVI. Es en este período en el que se producen, entre otros, los siguientes acontecimientos reseñables:

  • la unión de las coronas de Castilla y Aragón;
  • el final de la Reconquista;
  • la expulsión de los judíos y un creciente antisemitismo;
  • el descubrimiento de América;
  • la difusión de la imprenta con el consiguiente aumento en la producción de obras;
  • la relación entre España e Italia que hacen posible el contacto con el Renacimiento italiano y a través de él con la Antigüedad clásica.
  • Consecuencia de ello será, a la par que la fijación del castellano, la introducción de abundantes latinismos y préstamos lingüísticos italianos.

Se trata, en definitiva, de un período de transición en que las nuevas formas de vida van fundiéndose con las tradicionales para dar lugar a una sociedad distinta. Así,  a la par que tenemos reflejos de la sociedad medieval, en “La Celestina” podemos advertir multitud de elementos renacentistas. Por ejemplo, medieval es el concepto pesimista del amor trágico: la necesidad ineludible de la muerte para pagar por un amor tan apasionado; pero renacentista es la exaltada idealización de la mujer que se acerca a la divinización pagana.

Ya hemos mencionado que, en el estudio de esta obra, se nos plantean, al menos, 4 PROBLEMAS importantes, que deberemos analizar:

  • textuales,
  • de autoría,
  • de género
  • y de identificación de las fuentes literarias.

2. PROBLEMAS TEXTUALES.

Acerca de los problemas textuales (lógicos si tenemos en cuenta el centenar de textos antiguos existentes de 'La Celestina' y el no conocer ni al autor ni el primitivo texto de la obra revisado por él, amén de que todas tienen corrupciones textuales impresas ocasionadas por ¿autores?, copistas, impresores...) y siguiendo a Bruno M. Damiani (ed. de La Celestina. Madrid: Cátedra, 1983), y F. J. Norton (“Las primeras ediciones de La Celestina”, in Martín Abad, Julián. La imprenta en España, 1501-1520. Madrid: Ollero y Ramos, 1997, pags. 209-224) diremos que éstos derivan:

  • del gran número de ediciones que tuvo inmediatamente “La Celestina, con las consecuentes variantes;
  • de la existencia de dos versiones (o estados de la obra) distintas:
    •  la “ Comedia”, de 16 actos:
      • edición de Fadrique de Basilea, en Burgos, 1499(¿?) (hoy se ha demostrado que es de entre 1500-1502: Jaime Moll y José Luis Canet);
      • edición de Pedro Hagenbach, de Toledo, de 1500,
      • edición de de Estanislao Polono en Sevilla, de 1501
      cada una de ellas con sus variantes y novedades, y con la puesta en duda de cuál es realmente la prínceps (Fº Vindel considera que la de Toledo;  Menior, en cambio, cree que hubo una edición en Toledo entre 1496 y 1499, antes de la de Burgos…);
      [Cfr.: Canet, José Luis. "La edición burgalesa de la 'Comedia de Calisto y Melibea': ¿manipulación lucrativa de su fecha de impresión?", in eHumanista, 35 (2017), pp. 408-438.]
    •  y la “ Tragicomedia”, en 21 actos:
      • edición de Jorge Coci, en Zaragoza, 1507, a la que le seguirían diez más en tan solo 20 años, y que tampoco sería la prínceps, puesto que tenemos una traducción en italiano de la “tragicomedia” de 1.506,
      • por lo que debemos concluir que tal vez hubo una edición salmantina de 1.500, de la que no hay ejemplar, y de la que tenemos referencia en una estrofa de la edición de Valencia, de Juan Joffre, de 1514;
      • edición de Sevilla de Jacobo Cromberger, de 1502?;
      • edición de Toledo, de Pedro Hagenbach, de 1502?.
  • el que hasta 1520 sólo nos hayan sobrevivido 13 ediciones, en las que los textos y los preliminares y finales que acompañan a la obra no coinciden enteramente.
[Pueden consultarse las ediciones tempranas de "La Celestina", con las concordancias entre ellas, en el Portal de recursos digitales hispánicos TEXTRED https://textred.spanport.lss.wisc.edu/index.html donde se dispone de una página para ello: https://textred.spanport.lss.wisc.edu/celestina/index.html.
Además, en la entrada, en este blog, titulada "Los problemas textuales en La Celestina" tiene más detalle sobre todos estos aspectos].

En efecto, en la edición de Toledo de 1500, de Pedro Hagenbach, que se realizó con el título de “Comedia” nos encontramos con:

  • el nombre de la obra y su subtítulo;
  • la “Carta del autor a un su amigo”, donde Rojas declara ser estudiante de Leyes de Salamanca y haber encontrado el primer acto de la obra, de autor desconocido, y que dio fin a la obra en un período vacacional de quince días;
  • las once octavas acrósticas: “El bachjller Fernando de Royas acabó la comedja de Caysto y Melybea, y fve nascjdo en la Puevla de Montalván”;
  • el “incipit” o “Síguese la comedia…”;
  • el ”Argumento" de toda la obra;
  • las coplas de Alonso de Proaza.
La “Tragicomedia”, por su parte, introducirá cambios en el título, en la carta y en las octavas. Además incorpora:
  • un prólogo sin título, donde se explica el cambio a “Tragicomedia” y el porqué de la ampliación de la obra;
  • la adición de cinco nuevos actos (a partir del XIV, con lo que el XIV y XVI pasarán a ser el XX y XXI, dando un total de XXI (porque, según se confiesa en el 'Prólogo' el público pidió que se alargara el deleite de los amantes). Hay que recordar que en la edición de 1526 de Toledo se añadirá también otro acto denominado “Auto de Tarso”, de Sanabria, que ocupó el Acto XIX, pero que suele suprimirse);
  • tres octavas bajo el epígrafe “Concluye el autor”.
Estamos, pues, ante una obra de génesis compleja y sometida a cambios profundos, de la que no conocemos todavía su edición “princeps. Y ello a pesar de que

«'La Celestina' fue un auténtico éxito editorial a lo largo del siglo XVI y los primeros decenios del siguiente: conocemos casi noventa ediciones en castellano, impresas entre 1500 y 1644 en España, Italia, Francia, los Países Bajos y Portugal; por menciones y repertorios nos consta, fuera de toda duda razonable, la existencia de otras ediciones, al día de hoy perdidas. Aunque se imprimió principalmente en aquellos países, circuló por toda Europa y América, dando lugar a numerosas traducciones a otras lenguas: la italiana de 1506, dos alemanas (1520 y 15 34), tres francesas (1527, 1578 y 1633), tres inglesas (ca. 1530, 1598 y 1631), una holandesa (1550) y una latina (1624)».
[Sebastián Mediavilla, Fidel. "Las primeras ediciones de 'La Celestina' y su puntuación", in Boletín de la Real Academia Española, LXXXIII, 287 (2003), pp. 113-135]

[Para más detalles, cfr. nuestra entrada en este blog "Los problemas textuales en La Celestina"]


3. PROBLEMAS DE AUTORÍA.

Portada, "Tragicomedia de Calisto y Melibea",
edición de Zaragoza, 1507

En cuanto al problema del autor, se trata de determinar si se pueden dar por buenas las afirmaciones que al respecto aparecen en la obra a partir de las ediciones de 1500 y 1501, que señalan en sus octavas acrósticas y en la 'Carta del autor a un su amigo", que el autor es Fernando de Rojas y que completó la obra de otro autor, siendo él mismo quien añadió cinco nuevos actos y una serie de retoques.

A pesar de estas afirmaciones, la crítica, que no se planteó nada sobre la autoría de la obra hasta Blanco White, se ha diversificado en tres grandes teorías:

  • un solo autor;
  • dos autores;
  • tres o más autores.
Que además tendrán vertientes distintas atendiendo a las partes de elaboración que Rojas nos trasladó, y que siguiendo a Siebenmann denominaremos esquemáticamente así:

LA CELESTINA =  [A (Auto I primitivo) +  B (continuación y Autos II a XVI)] COMEDIAC  (interpolaciones y 5 Autos nuevos) TRAGICOMEDIA

a) La consideración de UN SOLO AUTOR como padre de La Celestina parte de la crítica neoclásica (Moratín) y es asumida por eruditos posteriores como Blanco White, quien defiende la unidad de inspiración, o Menéndez Pelayo que no encuentra diferencias entre el estilo del primer acto y los restantes, justificando el deseo de Rojas de atribuir a otro autor la mayor parte de la obra por su posible origen de judío converso y su miedo a las posibles represalias de la Inquisición. Les seguirán Serrano Sanz, Matinenche y Emilio de Miguel Martínez. Este último, por ejemplo, señaló que las diferencias se deben a tres momentos de composición de Rojas: uno, que se corresponde con el primer acto; otro, que sirve para completar los actos de la comedia, y finalmente, un tercer momento, con los cinco de la tragicomedia.
[Martínez, Miguel. La Celestina de Rojas. Madrid: Gredos, 1996].

Más tarde, Samoná, Adinolfi, Herriot, Ruiz Ramón, Deyermond, Pedro Bohigas, insistirán en que la psicología de los personajes es la misma a lo largo de todos los actos, y la diferencia de fuentes, lengua y estilo entre el primer acto y los restantes se explicaría porque se compusieron en esos momentos distintos que hemos dicho.

b) La DOBLE AUTORÍA es la hipótesis más aceptada pues es la que parte de las afirmaciones que aparecen en la propia obra (señalando a Juan de Mena y a Rodrigo de Cota como padres del primer acto, señalando algunos críticos -como Miguel Marciales-especiales relaciones entre el "Diálogo entre Amor y un Viejo" de éste último y 'La Celestina', todo ello a pesar de que los temas tratados por ambas obras son muy diferentes), amén de que el lenguaje, las fuentes, los refranes... son diversos entre el primer Acto y los restantes. Mas hay que dejar constancia de que nada hay todavía definitivo al respecto.

Efectivamente, Rojas en el "Autor a un su amigo, declara que él es un continuador del primer acto, no el autor original:

«E como mirase su primor, sutil artificio, su fuerte e claro metal, su modo e manera de labor, su estilo elegante, jamás en nuestra castellana lengua visto ni oído, leílo tres o cuatro veces. E tantas cuantas más lo leía, tanta más necesidad me ponía de releerlo, e tanto más me agradaba y en su proceso nuevas sentencias sentía. Vi no sólo ser dulce en su principal historia o ficción toda junta, pero aun de algunas sus particularidades salían deleitables fontecicas de filosofía; de otras, agradables donaires; de otras, avisos e consejos contra lisonjeros e malos sirvientes, e falsas mujeres hechiceras (...)

E porque conozcáis dónde comienzan mis mal doladas razones y acaban las del antiguo autor, en la margen hallaréis una cruz, y es el fin de la primer [es]cena.».

Y que no sabe quién es el autor de ese primer acto, por más que algunos vengan señalando a Cota y otros a Mena, y puesto que éste quiso guardar su nombre así hará él mismo:

« Vi que no tenía su firma del autor; el cual, según algunos dicen fue Juan de Mena, e según otros Rodrigo Cota. Pero, quienquiera que fuese, es digno de recordable memoria por la sutil invención, por la gran copia de sentencias entregeridas que so color de donaires tiene. ¡Gran filósofo era! E pues él, con temor de detractores e nocibles lenguas, más aparejadas a reprender que a saber inventar, quiso celar e encubrir su nombre, no me culpéis si, en el fin bajo que lo pongo, no expresare el mío. Mayormente que, siendo jurista yo, aunque obra discreta es ajena de mi facultad e quien lo supiese diría que no por recreación de mi principal estudio, del cual yo más me precio, como es la verdad, lo hiciese; antes distraído de los derechos, en esta nueva labor me entremetiese. Pero, aunque no acierten, sería pago de mi osadía. Asimismo pensarían que no quince días de unas vacaciones, mientras mis socios en sus tierras, en acabarlo me detuviese, como es lo cierto; pero aun más tiempo e menos acepto (...)».

Indicándonos, finalmente, en las coplas acrósticas, que el manuscrito lo halló en Salamanca:

« Yo vi en Salamanca la obra presente. Movíme acabarla por estas razones: Es la primera que estó en vacaciones; La otra que oí su inventor ser sciente; Y es la final, ver ya la más gente Vuelta e mezclada en vicios de amor. Estos amantes les pondrán temor A fiar de alcahueta, ni de mal sirviente.».

Pues bien, la crítica (mayoritaria) ante esta hipótesis de doble autoría ha adoptado dos posturas:
[Cfr.: Botta, Patrizia. "La transmisión textual. Las ediciones modernas", in Fernando de Rojas y "antiguo autor". La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea, Barcelona: Crítica, 2000].

  • los que defienden un autor para el primer acto y otro para todos los restantes, como dice la obra (Guisasola, Penney, Riquer, Bataillon, Severin, Nicasio Salvador Miguel, Russell):

A un autor+  (B+C) otro autor.

  • los que piensan que la “Comedia” es obra de un autor (de Rojas) y los actos interpolados y lo demás de la “Tragicomedia” son obra de otro autor (de Proaza), como explicaron Foulché-Delbosc, Julio Cejador y Bohigas:

(A + B) Fernando de Rojas +  C otro autor

Portada, "Tragicomedia de Calisto y Melibea",
edición de Sevilla, 1511 (1502)

La primera propuesta es la que ha venido teniendo más adeptos desde que Tomás Tamayo de Vargas indicara que «el acto primero de Celestina fue escrito por Rodrigo de Cota estando en Torrijos, debajo de unas higueras de las casas de Tapia…», y, luego, Ticknor, mantuvera que Cota sí fue el autor del primer acto, y de los demás Rojas. Así Peter E. Russell, por ejemplo, lanzó la especulación de que quizá fuera el propio Cota el "su amigo" a quien Rojas dirige la carta famosa. En la actualidad, J. T. Snow considera que el autor fue un profesor universitario, idea reforzada por J. L. Canet, para el que "la Celestina fue una propuesta intelectual, en la que detrás hubo diversos profesores e intelectuales de su tiempo, pero además algún que otro poder fáctico capaz de aportar el primer capital y renombre para esta invasión de textos a lo amplio de la geografía nacional".
[Cfr.: Canet, J. L. "Celestina ‘sic et non’. ¿Libro escolar-universitario?", in Celestinesca, 31 (2007), pp. 23-57].

Es esta, pues, la hipótesis de autoría mayoritariamente aceptada entre los que mantienen la doble autoría: la de señalar al toledano Rodrigo de Cota, descendiente de judeo-conversos y autor del "Diálogo entre el amor y un viejo", como ese primer autor, descartando, a la vez, tanto la paternidad de Juan de Mena (1411-1456) —pues en Salamanca, se dice, no se hubiera permitido permanecer en el anonimato mucho tiempo este hecho, amén de que, dada la época de fallecimiento de éste y la de puesta en conocimiento de 'La Celestina', hay un lapsus muy grande, de cerca de 50 años—, como la de Juan del Encina, quien, a decir de Antonio Sánchez, Sánchez-Serrano o Mª Remedios Prietoque, le 'regaló' a Rojas esta obra.

Esta teoría ha generado una ingente cantidad de trabajos que intentan localizar las diferencias en:

  • aspectos intelectuales, remarcando remarcando la gran diferencia intelectual entre el autor del primer acto y los restantes (House, Mulrone, Probs. Heller y Grismer);
  • aspectos externos (mayor longitud del primer acto respecto a los demás),
  • en la diversidad de fuentes empleadas (Castro Guisasola), remarcando Deyermond que los actos II a XXI tienen muchos préstamos de Petrarca, de los que carece el Acto I (y que puso de manifiesto en “Las fuentes petrarquistas de La Celestina”). Recordemos que Castro Guisasola fue taxativo en su estudio, indicando que
    « no puedo dejar de anotar... el hecho harto significativo de la existencia de una diferencia profundísima en cuanto a las fuentes utilizadas en el acto primero y principio del segundo, y los demás actos: aquéllos (I principios del II), en efecto, recurren frecuentísimamente a Aristóteles, a Séneca y a Boecio, además de Orígenes, el Crisólogo y el Tostado, de quienes en los demás actos no se ve ningún recuerdo seguro, en tanto que los otros actos (lo mismo que las adiciones) tienen reminiscencias copiosísimas de Publio Siro, Petrarca, Boccaccio y Fernández de San Pedro, sin contar a Carvajales, Cota, Manrique, Costana, Quiñones y Nicolás Núñez, de ninguno de los cuales he visto reminiscencias en el acto primero... Por todo lo cual, entiendo que el autor del primer acto es distinto de Rojas, autor de los demás y de las adiciones».
    [Castro Guisasola, F. Observaciones sobre las fuentes literarias de La Celestina. Madrid: Anejo V de la RFE, 1.924, pág. 188].
  • en la caracterización de los personajes (Gilman),
  • en cuestiones literarias y estéticas (diálogo, espacios escénicos, presencia de ciertos temas o motivos, etc…),
  • y en características lingüísticas:
    • mayor número de arcaísmos del acto I (Clara Luisa Penney y Manuel Criado de Val):
      «El resultado del análisis es terminante: junto a un sistema verbal sencillo, constituido esencialmente por los tiempos simples del indicativo, por el infinitivo y por el imperativo, sin fórmulas de subordinación complicadas y con gran abundancia de usos y formas arcaicas, se opone a partir del acto II un sistema más refinado, a pesar de su apariencia popular, ajustado minuciosa y literalmente a un ritmo dialogado que a duras penas oculta su preocupación retórica, con una abundancia inverosímil de combinaciones y fórmulas subordinadas de gran complejidad. Si añadimos las acusadas diferencias estilísticas en el campo semántico de las formas verbales y la evidente diferencia en el grado de arcaísmos, llegamos a la conclusión rotunda de que no puede ser el autor del acto I el mismo de los siguientes».
      [Criado de Val, M. “Índice verbal de La Celestina”, in Revista de Filología Española, Anejo LXIV (1955), pág. 213].
    • distinto uso de los adjetivos adverbiales latinos,
    • distinto sufijo en los diminutivos (González Ollé),
    • presencia de refranes...
Se vio reforzada, además, esta propuesta con el hallazgo en 1989 de un manuscrito de la obra (manuscrito de Palacio), cuya datación lo acerca a las primeras ediciones. Éste, fragmentario (sólo tiene las siete primeras escenas del Auto I) presenta importantes diferencias con respecto a las primeras ediciones impresas conocidas, por lo que algunos críticos consideran que quizá Fernando de Rojas solo se habría encargado de la ampliación de la Tragicomedia y que el resto de la obra sería de autor anónimo (descartando tanto a Mena como a Cota).

c) Para quienes consideran TRES O MÁS AUTORES (autoría múltiple), como Sánchez Serrano, Prieto de la Iglesia, García Gómez…, la cuestión queda de la siguiente manera:

  • el acto I es anónimo
  • los actos II a XVI son de Fernando de Rojas
  • los actos añadidos de la Tragicomedia,
    • o son de Alonso de Proaza (Habler)
    • o de colaboradores de Rojas (Krauser, Lida, Gros).
En lo que toda la crítica está de acuerdo es en que el “Auto de Traso” (el XIX), de la edición toledana de 1526, no es de Rojas.

Así, pues, consideramos que respecto a este asunto de la autoría, todavía no podemos concluir definitivamente nada.

[Cfr.: Botta, Patrizia. "La autoría de 'La Celestina'".
García Gómez, Miguel. Tres autores en “La Celestina”: Aplicación de la informática a los estudios literarios. Granada: Biblioteca Universitaria de Estudios Románicos, 1993]

4. ¿QUIÉN FUE FERNANDO DE ROJAS?

Portada de  "Tragicomedia de Calisto y Melibea".
 Edición de Valencia, 1514
Fernando de Rojas, personaje del que en el s. XIX se llegó a dudar de su existencia, ¿quién fue en realidad?

Serán primero Serrano y Sanz (1902), aportando el pleito contra su suegro, y Del Valle Lersundi (1929), descendiente directo de Rojas, aportando su testamento y los documentos de Probanza de Hidalgía de un descendiente de éste, quienes inicialmente nos dén razón cierta de su existencia, completando su biografía más tarde Gilman (“La España de Rojas”) y Salvador Miguel (“La identidad de Fernando de Rojas”), a través de un proceso que el nieto de éste entabló contra Talavera, el inventario de bienes, etc.

Por ellos hoy sabemos:

  • que nació en La Puebla de Montalbán (Toledo), alrededor de 1474, hijo de Garci González Ponce (hidalgo) y Catalina de Rojas;
  • que estudió leyes en Salamanca;
  • que quizá fuera judío converso (aspecto que puede explicar el pesimismo de la obra, la ambigüedad moral e incluso su existencialismo agnóstico, según Lida, en virtud al procesamiento de su suegro, Álvaro de Montalbán, por la Inquisición en 1525), según Gilman, pero es una cuestión que  no está probada totalmente (pues siempre se declararon sus herederos cristianos viejos y probados, amén de que la obra no tuvo nunca problemas con la Iglesia, y de que si fuera así no podría haber estudiado en Salamanca);
  • que la mayor parte de su vida transcurrió en Talavera, localidad en la que ejerció su profesión de jurista y de la que llegó a ser Alcalde (ya en 1508);
  • que casó con Leonor Álvarez, con quien tuvo 7 hijos;
  • y que murió en Talavera de la Reina en 1541.

[Cfr.: Gilman, Stephen. La España de Fernando de Rojas. Madrid: Taurus, 1.978.
Serrano y Sanz, M. “Noticias biográficas de Fernando de Rojas, autor de La Celestina, y del impresor Juan de Lucena”, in Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, VI (1902), pp. 245-299.
Salvador Miguel, Nicasio. "La identidad de Fernando de Rojas", in Pedraza Jiménez, F. B. et al.(coords.). La Celestina V Centenario (1499-1999). Actas del Congreso Internacional. Salamanca, Talavera de la Reina, Toledo, La Puebla de Montalbán. 27 de Septiembre a 1 de octubre de 1999. Toledo: Univ. Castilla La Mancha, 2001, pp. 23-48.
Valle Lersundi, Fernando del. “Documentos referentes a Fernando de Rojas”, in Revista de Filología Española, XII (1925), pp. 385-396.
-----------. “Testamento de Fernando de Rojas, autor de La Celestina”, in Revista de Filología Española, XVI (1929), pp. 366-388.
Valverde, Inés. "Fernando de Rojas: alcalde y hombre de letras", in Talavera en el tiempo. Primer Ciclo Conferencias '92, Talavera de la Reina: Ayuntamiento de Talavera de la Reina, 1992, pp. 153-171.
_________. "Documentos referentes a Fernando de Rojas en el Archivo Municipal de Talavera de la Reina", in Celestinesca, XVI (2) (1992), pp. 81-104].


5. PROBLEMAS EN CUANTO AL GÉNERO DE "LA CELESTINA".

Portada, "Tragicomedia de Calisto y Melibea"
edición de Sevilla, 1523
Con respecto al problema del género de "La Celestina", diremos que ésta es una de las cuestiones que se ha considerado esencial para la comprensión de la obra. Vamos a seguir a Stephen Gilman en este asunto (La Celestina: arte y estructura. Madrid: Taurus, 1.974.), quien profundizó lo estudiado por Mª Rosa Lida de Malkiel (La originalidad artística de La Celestina. Buenos Aires: Eudeba, 1962)

Suele señalarse que los títulos de “comedia” y “tragicomedia”, así como la estructura dialogada, son inequívocamente dramáticos, pero también que la extensión o los cambios de lugar y tiempo la hacen irrepresentable (¿o no?), aproximándola, al decir de algunos críticos, a la novela (dialogada, dramática). Pero los planteamientos que dudan de que sea una obra dramática se articulan siempre desde una concepción (neo)clásica del drama, como apuntó Mª Rosa Lida de Malkiel.

En efecto, no siempre se tuvo esta visión de la obra. Durante los siglos XVI y XVII fue considerada obra dramática, sin matices (salvo si debía ser 'comedia', 'tragedia' o 'tragicomedia' al modo del 'Anfitrión' de Plauto), para ser en el XVIII cuando se comience a plantear la cuestión del género, fundamentalmente a partir de Moratín, quien negó que fuera una pieza teatral, calificándola como “novela dramática”, bajo los fundamentos del neoclasicismo

Veamos algunas de esas opiniones:

OPINIONES SOBRE "LA CELESTINA" EN EL SIGLO XVI.

  • JUAN LUIS VIVES, en su tratado "De causis corruptarum artium", publicado en Amberes en 1.531, condenó por inmoral a la comedia romana y defendió, siempre dentro del género dramático, al autor de la tragicomedia que analizamos. Sus discípulos, que habían vertido poco antes "La Celestina" al inglés, la adaptan a la forma de corriente del teatro de su tiempo, no al diálogo puro (que tan finamente cultivó Vives) ni a la forma narrativa en prosa o en verso.
  • JUAN DE VALDÉS, en su"Diálogo de la lengua", criticó el estilo y el trazado de caracteres de "La Celestina", pero no dice ni una palabra sobre su género literario:
    « (...) 'Celestina', me contenta el ingenio del autor que la començó y no tanto el del que la acabó; el juizio de todos me satisfaze mucho, porque sprimieron a mi ver muy bien y con mucha destreza las naturales condiciones de las personas que introduxeron en su tragicomedia, guardando el decoro dellas desde el principio hasta el fin.
    (...) La de 'Celestina' está a mi ver perfectísima en todo quanto pertenece a una fina alcahueta, y las de Sempronio y Pármeno; la de Calisto no stá mal, y la de Melibea pudiera star mejor.
    (...) El estilo, en la verdad, va bien acomodado a las personas que hablan. Es verdad que peca en dos cosas (...). La una es en el amontonar de vocablos algunas vezes tan fuera de propóstito como magníficat a maitines; la otra es en que pone algunos vocablos tan latinos que no s'entienden en el castellano (...)».

OPINIONES SOBRE "LA CELESTINA" DEL SIGLO XVII.

  • GASPAR DE BARTH, filólogo y crítico alemán, hizo una versión latina de la tragicomedia, y en su prólogo la llama varias veces "ludus", esto es, pieza de teatro, drama, distinguiéndola netamente del diálogo puro, de la novela pastoril y de la novela corta.
  • LOPE DE VEGA consideró a "La Celestina" no como tragedia heroica (como lo hacían los intérpretes italianos de Aristóteles), ni como tragedia (según su propio concepto, tragedia es cualquier pieza de tema mitológico, legendario o histórico con final cruento), sino como tragedia realista, esto es, como una representación de un desenlace fatal, pero sin personajes principescos consagrados por los libros. Además, en su "La Dorotea", usará una concepción teatral "aprendida en la tragedia famosa de 'Celestina'", según afirma. No puede haber, pues, mayor reconocimiento por parte de Lope de Vega del género dramático de esta obra.
  • ALONSO G. DE SALAS BARBADILLO, calificado por Menéndez Pelayo como uno de los últimos poetas de pretensiones terencianas en la teoría y en la práctica, para pintar y comentar la mala vida de su época vuelve sus ojos al molde de "La Celestina".
En fin, en los siglos más cercanos a la tragicomedia nadie le regatea, en teoría, su naturaleza dramática, y, en la práctica, es modelo formal de obras exclusivamente dramáticas, mientras, por otro lado, su carácter de novela o su peculiaridad de contener en germen el drama y la novela escapó por igual a todos sus críticos e imitadores.

OPINIONES SOBRE "LA CELESTINA" DEL SIGLO XVIII.

  • Desde los primeros años del siglo XVIII, y no en España, surge el rechazo de la forma dramática de "La Celestina". La primera de estas críticas surge en una adaptación anónima inglesa de 1.707. La razón principal que se aducía era que no se adaptaba a los preceptos neoclásicos basados en Horacio. En efecto, "La Celestina" no se reduce a 5 actos y no respeta las unidades de lugar y tiempo. Por ello será considerada como una serie de diálogos dramáticos con unidad de acción. Así la califica Perron de Castera, "roman en dialogue". La razón es la actitud de la crítica neoclásica ante el género (para ellos advenedizo) de la novela. Todo lo que no entraba dentro de los géneros clásicos (épica, drama, lírica), era "novela", cajón de sastre al que vino a parar nuestra obra, agregándole el adjetivo "dialogada" para salvar el hecho, imposible de disimular, de que es toda acción en diálogo sin suplemento narrativo.
  • Por eso MORATÍN en sus "Orígenes del teatro español" vaciló a la hora de calificar a LA CELESTINA, decidiéndose finalmente por denominarla "novela".

OPINIONES SOBRE "LA CELESTINA" DE LOS SIGLOS XIX Y XX.

  • Consecuencia del influjo neoclásico será que ARIBÁN Y FARRIOLS, en 1.846, al compilar el tomo III de la B.A.E. incluyera a "La Celestina" entre los "novelistas anteriores a Cervantes", bajo el epígrafe de "novela dialogada".
  • MENENDEZ PELAYO, en su introducción al tomo III sobre los "Orígenes de la novela", hace la más sensata e irrefutable defensa de la naturaleza dramática de "La Celestina", pero, increíblemente la analiza en este estudio, que está dedicado a la novela.
  • BENITO PÉREZ GALDÓS llegó a señalar:
    « Qque me diga también el que sepa si 'La Celestina' es novela o drama. TRAGICOMEDIA la llamó su autor; DRAMA DE LECTURA es, realmente, y, sin duda, la más grande y bella de las NOVELAS HABLADAS».
  • Con posterioridad se acuñó el término de novela dialogada” (Aribau fue el primero y le continuaron los críticos del s. XIX: Ticknor, Amador de los Ríos, etc.), denominación que llega hasta nuestros días en estudiosos como A. Deyermond, para quien “La Celestina” es la primera novela española y probablemente la primera novela europea", en la que el autor hace ver que el mundo de la ficción de amor cortés y el mundo real son irreconciliables, como luego le sucederá a don Quijote con el mundo de la caballería: Calisto trata de seguir los postulados de tal amor cortés en un mundo de prostitutas en vez de damas, y de alcahuetas y desleales criados en vez de nobles servidores. Desde esta perspectiva se explicaría que el carácter paródico de Calisto se vaya volviendo cada vez más trágico: tal vez se deba a la intención moralizante de Rojas, o al hecho de que había que adecuarse a las convenciones de amor trágico de la novela sentimental.

Encuentro de Calisto y Melibea en el huerto.
Edición de Burgos, 1499?
De acuerdo con lo expuesto, hay críticos que consideran la obra como parodia de las novelas sentimentales, en concreto de “Cárcel de amor”, de Diego de San Pedro, y su héroe Leriano, del que sería trasunto paródico Calisto, como nos indica Dorothy Severin. Otro de los paralelismos de la obra con la novela sentimental son los papeles de Pármeno y Sempronio y sus respectivos amores carnales con las prostitutas Elicia y Areúsa, gracias a las mediaciones de Celestina. Con ello se establece un espejo paródico y paralelo entre los amores de éstos y los de Calisto y Melibea. Además, desvelan que éstos buscan lo que aquéllos: el amor carnal, amparados en la retórica del amor cortés. Más aún, si nos fijamos detenidamente, las prostitutas parodian a Melibea como dama ridícula y llena de afeites, descomponiendo así la imagen de la dama inalcanzable y angelicata de la novela sentimental. El mismo proceso siguen los criados de Calisto con éste. Los dos amantes se ven a ellos mismos como los de tradición cortés, es decir, como tipos, sin embargo Rojas nos hace ver crudamente su lado humano: la vida real y el mundo fantástico de ellos entran en colisión con la realidad, desencadenándose un  trágico final.

Como Don Quijote, La Celestina parodia una novela precedente –la de caballerías aquél y la sentimental ésta- por el choque entre ficción y realidad, acabando con ella, pues la novela sentimental pasará pronto de moda con la aparición de nuestra obra.

MARÍA ROSA LIDA DE MALKIEL LA CONSIDERA UNA OBRA CLARAMENTE DRAMÁTICA.

Elicia y Sempronio se encuentran.
Edición de Burgos, 1499?
Pero María Rosa Lida creyó que es claramente una obra de teatro, independientemente de que fuera pensada o no para la representación (de hecho, fue concebida para ser leída, para tener una lectura dramatizada al modo de las comedias humanísticas italianas o las tragedias de Séneca). Así, esta crítica sitúa a "La Celestina" en la línea de la “comedia humanistica”, como ya indicó Menéndez Pelayo, agregándole Keith Whinnom el matiz de “a lo vulgar”.  Para esta estudiosa, "La Celestina" parte de una fórmula dramática que arranca de la "comedia romana", se prolonga en las "comedias elegíacas" medievales y concluye en la "comedia humanística".  Eso sí, “en lo formal, técnico y externo… no en el asunto, en el tono afectivo o en la pintura de caracteres y ambiente”.

En efecto, éstas éstas eran obras escritas en latín, no para ser representadas sino leídas y susceptibles de una lectura dramatizada en público (así parece que debe entenderse lo dicho en el 'prologo': "así que cuando diez personas se juntaren a oír esta comedia"...). De hecho, a esta forma de transmisión aluden las coplas de Proaza (vv. 25-32) al final de “La Celestina”:

« Si amas y quieres a mucha atención,
leyendo a Calisto mover los oyentes,
cumple que sepas hablar entre dientes:
a veces con gozo, esperanza y pasión;
a veces airado con gran turbación.
Finge leyendo mil artes y modos,
pregunta y responde por boca de todos,

llorando y riendo en tiempo y sazón».

Calisto habla con Celestina, ante sus criados.
Edición de Burgos, 1499?
Por otro lado, recordemos que las obras terencianas fueron material escolar común durante la Edad Media y el renacimiento para aprender latín, y que los versos acrósticos nos marcan esta relación con 'La Celestina', y que es visible en el empleo de los nombres para caracterizar a los personajes (Calisto significa "hermosísimo", Melibea "dulce como la miel", Celestina ironía de "celeste", Pleberio "plebeyo"...) o agruparlos en parejas (Calisto-Melibea, Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia, Elicia y Areúsa...), el propósito de servir de aviso de los engaños de criados y alcahuetas, los resúmenes de los actos, la anonimia del lugar en que sucede la acción, el empleo de los apartes como rasgo de humor...

Caída de la escala y muerte de Calisto.
Edición de Burgos, 1499?
A esto habría que añadirle otras concomitancias más con la "comedia elegíaca" (compuesta durante el siglo XII en dísticos elegíacos latinos, que oscilan entre la narración con pasajes dialogados y el diálogo con pasajes narrativos, hasta constituir verdaderas comedias con narración supletoria). En efecto, en éstas el enamorado se entrega de lleno a su pasión, y ésta no queda eclipsada por sus cómplices; la enamorada tiene parte activa en el diálogo, y, a veces, toma la iniciativa en los amores. Y los criados tienen un papel más secundario, caracterizándose por su egoísmo y deslealtad, y por no ser mero instrumento al servicio del protagonista, sino una criatura autónoma, con intereses y afectos propios.
[Vid. nuestra entrada en este blog "Evolución del teatro en latín: la comedia elegíaca. Al abordar el estudio del teatro medieval hay que emplear un concepto amplio de teatralidad"].

Muerte de Melibea.
Edición de Burgos, 1499?
El Liber Pamphili (o "Pamphilus de amore"), obra de la segunda mitad del siglo XII, es la obra maestra de la Comedia Elegíaca que anticipa, en esquema, el planteamiento de "La Celestina". Su argumento es sencillo: Pánfilo ama a Galatea, la cual es inicialmente reacia a las insinuaciones de éste. Deseando Pánfilo conseguir pronto los favores de Galatea, acude a Venus y a una vieja, siendo ésta la tercera que propicie con su buen hacer que se encuentren solos los enamorados y llegue Pánfilo a lograr su propósito de consumación sexual. Acaba el poema con las lamentaciones de Galatea por haber perdido la virtud y las disculpas de la vieja mediadora. Ésta es personaje imitado de la 'Dipsas' de Ovidio, de quien el autor transcribe varios dísticos enteros, intercalando como propios varios pasajes de Propercio, Tíbulo y casi una tercera parte de la IV Egloga de Virgilio.
[Rubio, Lisardo et González Rolán, Tomás. (ed. y trad.). Pánfilo o El arte de amar. Pamphilus de amore. Barcelona: Bosch, 1977].

Destaca entre los demás antecedentes dramáticos por la seriedad y vehemencia de su tono sentimental, apoyado claramente en la concepción del amor cortés. Los artificiosos soliloquios de Pánfilo y Galatea están cargados de recursos clásicos, principalmente ovidianos, pero más todavía de sentencias filosóficas y moralizadoras, y de motivos y reflexiones del Roman Curtois, llegando los conceptos trovadorescos de Pánfilo sobre su corazón y sus sentidos, a dejar eco perdurable en una situación análoga en "La Celestina" (Acto VI):
« Y tú, señora, por amor mío te sufras, que no se pierde lo que se dilata. Y mándame mostrar aquel santo cordón, que tales miembros fue digno de ceñir. ¡Gozarán mis ojos con todos los otros sentidos, pues juntos han sido apasionados! ¡Gozará mi lastimado corazón, aquel que nunca recibió momento de placer después que aquella señora conoció! Todos los sentidos le llagaron, todos acorrieron a él con sus esportillas de trabajo. Cada uno le lastimó cuanto más pudo; los ojos en vella, los oídos en oílla, las manos en tocalla».

Asimismo, brinda el Liber Pamphili la primera aparición dramática de la heroína, que, frente a las fáciles enamoradas de Plauto y Terencio, lucha dolorosamente entre "deber y amor" (cfr. con el monólogo de Melibea en el Acto X):

MELIBEA.- « ¡Oh lastimada de mí! ¡Oh mal proveída doncella! ¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celestina, cuando de parte de aquel señor, cuya vista me cautivó, me fue rogado, y contentarle a él y sanar a mí, que no venir por fuerza a descubrir mi llaga, cuando no me sea agradecido, cuando ya desconfiando de mi buena respuesta haya puesto sus ojos en amor de otra? ¡Cuánta más ventaja tuviera mi prometimiento rogado que mi ofrecimiento forzoso! ¡Oh mi fiel criada Lucrecia! ¿Qué dirás de mí? ¿Qué pensarás de mi seso, cuando me veas publicar lo que a ti jamás he querido descubrir? ¡Cómo te espantarás del rompimiento de mi honestidad y vergüenza, que siempre, como encerrada doncella, acostumbré tener! No sé si habrás barruntado de dónde proceda mi dolor. ¡Oh, si ya vinieses con aquella medianera de mi salud! ¡Oh soberano Dios! A ti, que todos los atribulados llaman, los apasionados piden remedio, los llagados medicina. A ti, que los cielos, mar, tierra con los infernales centros obedecen; a ti, el cual todas las cosas a los hombres sojuzgaste, humilmente suplico des a mi herido corazón sufrimiento y paciencia con que mi terrible pasión pueda disimular. No se desdore aquella hoja de castidad que tengo asentada sobre este amoroso deseo, publicando ser otro mi dolor que no el que me atormenta. Pero, ¿cómo lo podré hacer, lastimándome tan cruelmente el ponzoñoso bocado que la vista de su presencia de aquel caballero me dio? ¡Oh género femíneo, encogido y frágil! ¿Por qué no fue también a las hembras concedido poder descubrir su congojoso y ardiente amor, como a los varones? Que ni Calisto viviera quejoso ni yo penada».

Este libro, que también fue fuente clara del "Libro de Buen Amor" (parafraseado en las coplas 580 a 891, en el episodio de don Melón y doña Endrina) es fácil que el autor de "La Celestina" lo leyera (se realizó una edición del mismo en Zaragoza entre 1480-1484), pues como Adolfo Bonilla y San Martín ("Antecedentes del tipo celestinesco en la literatura latina", in Revue Hispanique, XV (1.906), pp. 372-386.) demostró, se leía todavía muy entrado el siglo XVI. No sólo la leería, sino que se empapó de ella, asegura M. Rosa Lida, ya que descubrimos una estrecha relación entre las dos obras: la sencillez del asunto; la acogida del ambiente coetáneo; la concepción de los servidores con personalidad independiente; el papel activo de la amada y de la tercera; la intensidad del tono afectivo; etc.

Por otro lado, también localiza Mª Rosa Lida diversos elementos de la Comedia Humanística. Ésta se inició antes de 1.330, con una o más obras perdidas de Petrarca, floreciendo en Italia durante los siglos XIV y XV. Introducida por Petrarca en unas imitaciones de Terencio, con contenido moral cristiano, y quemadas luego por el propio Petrarca, la primera comedia humanística que conservamos es el 'Paulus' de Pietro Paolo Vergerio, escrita entre 1.389 y 1.390, y cuyos elementos comunes con "La Celestina" señalamos más abajo.
Con pocas excepciones, el tema central de estas obras es un amor ilícito, ya meretricio, ya adulterino, ya resuelto en casamiento. La introspección y el elocuente lamento de amor alternan con chistes y lances escabrosos. Los criados y la tercera secundan a los enamorados. El argumento es sencillo y la acción lenta, permitiendo la evocación pormenorizada del ambiente y de los personajes de la realidad presente. Una prueba de la atención de la comedia humanística a lo contemporáneo es su tendencia a la sátira, no porque sean obras con intención moralizante, sino porque de pasada gustan de exponer flaquezas y vicios, siendo las mujeres y los clérigos el blanco predilecto. Los personajes de la comedia humanística muestran la intención de los autores de abarcar el mayor número de posibilidades de todo origen. Además de las categorías heredadas de la comedia romana, su variedad de asuntos impone figura nuevas: el marido burlado, el clérigo galante, la vieja enamorada, los campesinos codiciosos y simples, etc... La innovación más importante de estas obras está en el personaje de la enamorada, que suele ser muy pasional, como vemos en la protagonista de "Cauteriaria", que vuelve a llamar a su amante porque no querría morir con el dolor de no haber gozado en esta vida todo el placer posible (Cfr. con el Acto XIX de "La Celestina", donde Melibea se reprocha no haber gozado más mientras Calisto vivía):

« Rezando llevan con responso mi bien todo, muerta llevan mi alegría. No es tiempo de yo vivir. ¿Cómo no gocé más del gozo, cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales, jamás conocéis vuestros bienes sino cuando de ellos carecéis!».

O la de "Poliodorus", que se arrepiente de haberse mostrado demasiado esquiva, y teme haber perdido el amor de su pretendiente (Cfr. con el ACTO X de "La Celestina", donde Melibea tiene quejas similares):

« ¡Oh lastimada de mí! ¡Oh mal proveída doncella! ¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celestina, cuando de parte de aquel señor, cuya vista me cativó, me fue rogado, y contentarle a él y sanar a mí, que no venir por fuerza a descubrir mi llaga, cuando no me sea agradecido, cuando ya, desconfiando de mi buena respuesta, haya puesto sus ojos en amor de otra?».

Pues bien, con este tipo de Comedias Humanísticas hallamos las siguientes coincidencias:

⤷ es un texto destinado para la lectura dramatizada, no para la representación,
⤷ el empleo de la prosa (la comedia clásica estaba en verso),
⤷ el uso de la lengua vulgar en vez del latín,
⤷ la división en actos,
⤷ el ambiente y la inclusión de personajes contemporáneos, incorporando a la clase social baja,
⤷ el estudio psicológico de los personajes,
⤷ la complicación de la intriga, y el enfoque detenido en escenas,
⤷ el realismo cotidiano y la crítica a las costumbres coetáneas,
⤷ el típico argumento del señor embaucado por sus criados en asuntos de amor,
⤷ los “tipos” de esta tradición teatral clásica, como el plautino “miles gloriosus”, reflejado en Centurio,  al que Rojas añadiría uno típicamente hispánico, el de “Trotaconventos”, recogido especialmente del “Libro de Buen Amor”, del Arcipreste de Hita;
⤷ los recursos técnicos teatrales, como la acotación implícita, el monólogo de los personajes de baja condición, el uso verosímil del aparte,
⤷ los cambios de lugares y flexibilidad temporal sin precisión en la duración de los hechos, etc;
Siendo el único rasgo de la comedia humanística que no posee "La Celestina" el desenlace feliz.

OTRAS POSTURAS SOBRE EL GÉNERO DE 'LA CELESTINA'.

Deyermond, por su parte, cree que si bien es cierto que el autor/es intentaron crear una comedia humanística al estilo italiano, lo cierto es que se les escapó de las manos, creando la "primera novela española y probablemente primera novela europea", pues hay varios elementos que así lo corroborarían, como la "complejidad, la consistencia de un mundo imaginario y real al mismo tiempo, penetración sicológica y una imbricación convincente entre argumento, tema y personajes".
Los argumentos que suelen esgrimirse a favor o en contra de que sea una "novela dialogada" o "novela dramática", son:

  • Su longitud excesiva.
    Este reparo se debe a un prejuicio neoclásico aprendido del Arte Poética de Horacio, como hemos visto. Para muchos, la longitud es el criterio práctico para distinguir el teatro de la novela. Incluso, algún autor llegó a afirmar que "La Celestina" sería un drama perfecto con tan solo "reducir los 21 actos a 5 actos escuetos".
  • Irrepresentabilidad.
    El reparo anterior se suele asociar con el de su irrepresentabilidad, principalmente por los numerosos cambios de escenario. Se insinúa, entonces, que si no puede llevarse a las tablas, entonces no es un drama. Ahora bien, esta dificultad no aparece hasta el siglo XIX, cuya escenografía se caracteriza por el ansia de verismo y falta de imaginación. Si admitiéramos esta dificultad, sería irrepresentable también el teatro de la Edad Media, el de Shakespeare, etc. Pero, algo fundamental a tener en cuenta, hoy en día sí ha llegado a representarse.
  • Fue escrita para la lectura.
    Se asegura que "La Celestina" no es un drama puro porque fue escrita para la lectura. No obstante, debemos decir que varias piezas de teatro humanístico fueron escritas realmente para la lectura, pero otras lo fueron para ser representadas.
  • Calidad dramática.
    Al concepto circunstancial de la representatividad hay que oponer el criterio esencial de su calidad dramática. No consiste en determinar si "La Celestina" pudo o puede representarse en nuestro teatros, sino en determinar si sus personajes están concebidos actuando en escenarios concretos, cambiando gestos y palabras para comunicar su pensamiento, imponer su voluntad y expresar sus estados de ánimo y sus reacciones ante los demás personajes, cosa que parece evidente que así es.
  • La naturaleza de su estructura.
    Para ciertos críticos al ser la acción en "La Celestina" escasa, el argumento esquemático, la pintura demorada de los personajes y ambientes sustrayentes de acción, etc, cualidades todas propias de la epopeya o de la novela, descartan que pueda ser un drama. Efectivamente, si nos fijamos, todos estos son prejuicios neoclásicos.

Con estos parámetros, llegará Severin a considerar a 'La Celestina' como un híbrido, sin que podamos denominarla ni comedia humanística ni novela sentimental.

Finalmente, otros críticos, como Gilman, consideran que la obra es “agenérica”, algo distinto y anterior a la cristalización del drama y la novela.


Concluimos manifestando que nada definitivo hay respecto a este asunto, quizá porque debemos mirar la obra con los ojos de su momento histórico y no con los de nuestra época.


Así, según Stephen Gilman (La Celestina: arte y estructura. Madrid, Taurus, 1.974. Vid. Cap. VII), antes de inclinarnos por algún género literario en concreto deberíamos observar los siguientes rasgos, que son evidentes, presentes en 'La Celestina':

  • Desde el punto de vista de la teoría de los géneros, debemos de ver en en esta obra una desviación clara de las teorías dramáticas de Aristóteles y, posteriormente neoaristotélicas del Renacimiento (de ahí que se señale que por su originalidad carece de género).
  • Se le ha denominado 'monstruo agenérico', aunque lo que más destaca es la forma de diálogo. Ahora bien, aunque consideró agenérico Américo Castro 'El libro de Buen amor', ya que Juan Ruiz desempeña todos los papeles y mueve todo, existiendo una asimilación total a la primera persona, y la crítica ha venido considerando 'El Corbacho' del Arcipreste de Talavera también obra 'genérica', al ponerse en boca de las mujeres, lo cierto es que supera 'La Celestina' el 'ciclo' de obras de este tipo, al añadir la segunda persona y crear, de este modo, el diálogo, además de espacios y tiempos, cosas de las que carecen las obras anteriores. Además, en 'La Celestina' hay ausencia de participación del autor y de terceras personas.
  • Si pensamos en los géneros "novela" y "teatro", siempre percibimos elementos de ambos. Así, hay una vacilante segregación entre novela/teatro en los últimos 5 actos, breves, de escenario único y enmarcados en una intriga concreta tramada por Areúsa, Elicia y Centurio contra Calisto. Y a la par, observamos que Calisto y Melibea se vuelven cada vez más novelescos, siendo incapaces de mantener una relación dialogada, sobre todo en el Acto XIX. Este Acto es el de la segunda entrevista en el huerto. Aquí se da una una gran amplitud sentimental, anticipando la novela, e insertando versos líricos, como luego hará la novela pastoril del Renacimiento. Mas, atendiendo a la psicología de los personajes, esta obra es 'extraña' a la novela y a la tragedia.
  • Respecto al tiempo se da una gran libertad. Por ejemplo:
    • PARMENO.- Señor, porque perderse el otro (día) el neblí, fue causa de su entrada en la huerta a le buscar. (Acto II: ¿A qué día se refiere cuando dice "el otro (día)?
    • MELIBEA.- Este es el que el otro día me vio e comenzó a desvariar conmigo en razones, haciendo mucho del galán. (Acto IV. Pueden haber pasado 5 o 6 horas desde que Celestina fue de una casa a otra, y, sin embargo, Melibea recuerda días, como hará posteriormente).
    • MELIBEA.- Muchos en muchos días son pasados que esse noble caballero me habló de amor. (Acto X: ¿cuántos días?)
    Comprobamos, pues, que el tiempo progresa con el diálogo, pero a una velocidad mayor que éste, dándose casos de desigualdad de tiempo entre los personajes y el diálogo que representan. Por ello, si Rojas hubiera hecho del tiempo uno de sus temas centrales, ¿cómo hubiera sido incapaz de observar y corregir los errores anteriormente enumerados? Según Gilman, no sería ni una negligencia artística ni una precipitada composición de "La Celestina". Rojas tenía conciencia de las limitaciones del tiempo de la "rueda de la fortuna". La solución que halló fue la del escenario del tiempo, presente en la mente de los personajes.
  • Algunos críticos han señalado la dualidad de "La Celestina" con respecto al género. No hablamos aquí solo de si es comedia, tragedia, tragicomedia (que exponemos más abajo)... Sino también de los elementos picarescos y de carácter sentimental idealizado.
Por eso llega a la conclusión de que "La Celestina" es "diálogo puro", género anterior al drama y a la novela, el cual a la vez contiene virtualmente a los dos. Para Gilman, el principio estructural de "La Celestina" no es la acción, como en el drama, sino el diálogo. Por eso, en ella los actos son unidades de conciencia dialogada, esto es, unidades que ilustran, a través del diálogo, el estado de ánimo de un personaje o categoría de personajes; mientras que en el drama los actos son sucesivos pasos que van de la ex¬posición al desenlace. Pero el profesor Gilman ha creado la categoría de "diálogo puro" porque no ha podido inscribir a "La Celestina" en el drama moderno. Un concepto más amplio de drama, que incluya otros tipos, y, ante todo, el modelo con que "La Celestina" está en contacto directo (que es el drama medieval), demostraría que ésta no es obra única de una especie única. Podemos concluir, pues, que los críticos que han negado a "La Celestina" su género dramático han partido siempre de la dificultad que hallaron para encasillarla en el drama antiguo y en el moderno, olvidando su básica forma medieval. La consecuencia obvia es que hay que ensanchar nuestro concepto de drama.

Ante todo lo expuesto, quizá podamos, al menos, llegar a estos cuatro elementos de acuerdo:

  • "La Celestina" podemos ubicarla entre las fronteras de las formas alegóricas y didácticas de la Edad Media y los géneros modernos.
  • "La Celestina", tanto para sus autores como para su editor, tenía condición dramática, según declararon explícitamente e hicieron ver, de forma implícita, al dividirla en actos. Su consideración dramática, además, fue sentir unánime de los comentadores e imitadores coetáneos, sólo discutida por los neoclásicos.
  • En las tres primeras ediciones (1.499, 1.500, 1.501) recibió el título de "Comedia", con un texto en 16 actos, y en las restantes de "Tragicomedia", con un texto de 21 actos, y a pesar de estas denominaciones, quizá debamos hablar de un "diálogo dramático".
  • Su realidad dramática viene atestiguada por razones de análisis literario interno, entre las que cabe señalar el empleo sistemático de la acotación, que recibe un tratamiento artístico mediante su incorporación al texto; el uso variadísimo del diálogo con función eminentemente dramática, por más que se inserten, a veces, monólogos bastante extensos, no necesarios a la acción; la utilización del aparte como pensamiento interior; el tratamiento libérrimo y verista, al estilo del teatro medieval, del lugar y tiempo, supeditados sólo a la lógica del tema, sin intervención de ningún factor externo (hay multiplicidad de escenarios y los personajes pasan libremente de uno a otro, teniendo cada acción un tiempo verosímil); el uso sistemático, con intención teatral, de la geminación de personajes, dichos y situaciones que sugiere la variedad inagotable de la realidad y que guarda íntimo acuerdo con el modo, arte y pensamiento de la obra.
OPINIÓN SOBRE EL GÉNERO DE 'LA CELESTINA' DEL PROPIO AUTOR.

En cuanto a los títulos de "comedia" y "tragicomedia", es el propio Rojas quien nos indica que el 'antiguo autor' la llamó 'comedia', y así se calificó en las primeras ediciones ("Comedia de Calisto y Melibea", "síguese la 'Comedia'"...) y como "terenciana" (comedia) en los versos acrósticos. Ahora bien, una vez publicada esta obra y gratamente admitida, se nos dice expresamente que le llegaron a Rojas quejas de los lectores, pues si la obra acababa en tragedia y no en final feliz, no debía llamarse 'comedia':
«otros han litigado sobre el nombre, diciendo que no se había de llamar 'comedia', pues acababa en tristeza, sino que se llamase 'tragedia'. El primer autor quiso darle denominación del principio, que fue placer, y llamóla 'comedia'. Yo, viendo estas discordias, entre estos extremos partí agora por medio la porfía, y llamela tragicomedia. Así que viendo estas contiendas, estos dísonos y varios juicios, miré a donde la mayor parte acostaba».

Y aunque en esta época, en palabras del Marqués de Santillana, los conceptos de comedia y tragedia (expresados en la 'Carta a doña Violante de Prades') parecían bastante claros:

«Tragedia es aquella que contiene en sí caídas de grandes reyes y príncipes así como de Hércules, Príamo y Agamenón y otros tales, cuyos nacimientos y vidas alegremente se comenzaron y grande tiempo se continuaron y después tristemente cayeron. Y de hablar de estos usó Séneca el mancebo, sobrino del otro Séneca, en las sus Tragedias, y Juan Bocacio en el libro 'De casibus virorum illustrium' (...).
Comedia es dicha aquella cuyos comienzos son trabajosos y tristes, y después el medio y fin de sus días alegre, gozoso y bienaventurado; y de esta usó Terencio Peno, y Dante en el su libro donde primeramente dice haber visto los dolores y penas infernales, y después el Purgatorio, y alegre y bienaventuradamente después el Paraíso».

lo cierto es que quizá no eran estas las definiciones entendidas por Rojas (tal y como explicó Mª Rosa Lida de Malkiel). Así, señaló K. Whinnom que para Rojas esta obra debía entenderse como comedia ya que las muertes de sus personajes, indeseables seres, no produce tristeza, (idea recogida luego por el Pinciano, en su "Philosophia antigua poética", para quien las muertes de la comedia son «de gusto y pasatiempo porque en ellas mueren personas que sobran en el mundo, como es una vieja cizañadora, un rufián o una alcahueta») y, para Morón Arroyo, que, ésta, además, no es consecuencia del 'fatum' clásico, sino de sus pecados que, libre y conscientemente, han cometido.
[Ruiz Arzálluz, Íñigo. "Género y fuentes", in Real Academia Española. Fernando de Rojas (y 'antiguo autor'). La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea. Madrid: RAE-Obra Social La Caixa-Círculo de Lectores, 2011, pp. 402-434].


6. LAS DIVERSAS FUENTES DE "LA CELESTINA".

Sobre las fuentes de esta obra, Deyermond señaló que La Celestina se sirve de un abundante número de ellas, tanto de la literatura anterior como de la coetánea, y que Rojas las debió de conocer tanto de primera mano como a través de las citas de los compendios y de los libros de texto que eran de lectura obligada como estudiante de leyes.

Éstas ya fueron estudiadas por un anónimo autor en el siglo XVI (“Celestina comentada”), y posteriormente por Guisasola, Lida, Webber, Deyermond y L. Fothergill-Payne entre otros. Podemos clasificarlas en:

  • clásicas: posibles las de Museo, Teócrito, Aristófanes, Epicuro, Safo, Heráclito, Plauto y Apuleyo; seguras las de Aristóteles, Demóstenes, Sócrates, Persio, Virgilio, Ovidio, Terencio, Séneca (las citas contenidas en el Acto I de éste, así como las de Aristóteles y Boecio, procederían del “Auctoritates Aristotelis”, según Ruiz Arzálluz o de los "Proverbia", según la traducción de Pero Díaz), etc.;
    Griegas, de autenticidad dudosa.
    MUSEO: La obra de Museo, Hero y Leandro, es la única que Menéndez Pidal señala como segura de La Celestina. En ambas, Hero/Melibea, se suicidan de la misma forma: tirándose de una torre.
    TEÓCRITO: Puede haber influencias suyas en la segunda escena del jardín, en el auto XIX.
    MAGNES y CRATINO: Son citados en las octavas encomiásticas de Alonso de Proaza, pero son meros nombres empleados para dar cierto prestigio cultural a la obra.

    Griegas, de uso casi seguro.
    ARISTÓTELES: Hay citas nominales de Aristóteles en el prólogo y en el Auto I. También una cita velada: “no as leydo el filósofo do dize: assí como la materia apetece a la forma, assí la mujer al varón”. En general, cuando se cita al “filósofo” suele referirse a Aristóteles.
    Veamos algunas otras citas: el dicho de Sempronio, al principio de la obra: “la vista, a quien objeto no se antepone, cansa”, parece inspirado en 'De caelo et mundo' (Cap. VIII: “visus enim, longe sese extendens, laxatur ob umbecillitatem”. La discusión metafísica sobre el acto y la potencia ('Metafísica', IX, 9) a que se remonta Pármeno en el Auto I, también parece clara (aunque también sobre ello habla largamente Santo Tomás):

    CELESTINA.- Aunque fuese doliente podría sanar.
    PÁRMENO.- No curo de lo que dizes, porque en los bienes mejor es el acto que la potencia”,
    De las consideraciones de Celestina a Pármeno “induziéndole a amor e concordia de Sempronio”, muchas son aristotélicas ('Ética', VIII, 3).
    Lo mismo hallamos en Pármeno, como en “no me lo agradezcas, pues, el loor e las gracias de la acción más al dante que no al recibiente se deven dar" ('Ética', IV, 4).
    Durante la Escena 1ª del Acto II, se suceden las sentencias de la "Ética" de Aristóteles, tomadas a través de Séneca, quizá seleccionadas en algún florilogio. Etc.

    Sentencias griegas célebres.
    Parece indudable que el autor/autores debieron emplear algunas de las compilaciones de sentencias, muy comunes en el siglo XV. Estas debieron ser de escritores griegos, filósofos en su mayoría, y escritas en latín, no en griego. Así hallamos sentencias de Agatón, Anacarsis, Demóstenes, Diomedes, Hecatón, Isócrates, Jenofonte, Platón...

    Latinas, de autenticidad dudosa.
    Entre los autores más importantes tendríamos a LUCRECIO, de quien es gran defensor Menéndez Pelayo, aunque Castro Guisasola lo duda y Cejador lo niega. También tendríamos a NEVIO y a PLAUTO, aunque de este último sólo se especula su gran influencia, sin probarla, como sobre varios otros: Varrón, Cicerón, Petronio, Quintiliano, Gelio, Salustio, Livio y Justino.

    Latinas, de autenticidad casi segura.
    De VIRGILIO hay varias alusiones y citas, sobre todo de la Eneida, confundiéndose, además, el Virgilio enamorado de la leyenda medieval con el escritor.
    De OVIDIO son las alusiones mitológicas (Píramo y Tisbe, Narciso y Orfeo, Pasife, Venus, leyenda troyana), además de un primer esbozo de la vieja Celestina (a través de Dipsa, que aparece en 'De amore', mostrando rasgos comunes, como la intemperancia báquica, la pericia en las artes mágicas, el poder de la hechicería, la evocación a los muertos, concertar tratos ilícitos, pérfida astucia a través de blandas palabras y viles consejos...) y préstamos de ideas. De hecho, muchos de los consejos de Celestina proceden del 'Ars amandi' de Ovidio.
    Por otro lado, se suele señalar que los nombres de algunos personajes de La Celestina están tomados de las comedias latinas, y más concretamente de TERENCIO. También aceptará de él muchas ideas, sobre todo en la concepción dramática y técnica escénica, el arte de las situaciones, la infinidad y variedad de recursos estilísticos para animar la escena, la expresión de los afectos...
    SÉNECA es otro de los autores que maneja el autor/es de La Celestina, sobre todo las 'Cartas Morales a Lucilio' y una obra pseudosenequista, atribuida a él durante la Edad Media, denominada 'Proverbia Senecae', que era una compilación de 365 sentencias:

    « La influencia del senequismo medieval en La Celestina no se limita a la cita esporádica de sentencias. La manera de presentar temas como el amor, la amistad, la bienaventuranza, la naturaleza y valor de los bienes interiores y exteriores, la Fortuna y otros muchos refleja con frecuencia el enfoque senequista. Pero ese enfoque, expresado muchas veces en La Celestina por personajes cuya propia conducta contradice todos los preceptos senequistas o los demuestra empleados para justificar actos o intenciones malos, parece envolver en ambigüedades el significado doctrinal del senequismo celestinesco».
    [Russell, Peter (ed.). Fernando de Rojas. La Celestina: comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea. Madrid: Castalia, 2007, pág. 111]

  • eclesiásticas: Génesis, Jueces, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, los Evangelios, Hechos de los Apóstoles y Epístolas. Para la crítica, las citas del Antiguo Testamento, casi todas proverbiales, están hechas en un tono serio, claro, mientras que las citas del Nuevo Testamento, de los Evangelios, tienen un doble cariz.
    De los escritores eclesiásticos, dos son las fuentes seguras: San Pedro CRISÓLOGO y ORÍGENES.

  • medievales: Boecio, A. Capellanus y la comedia humanística, destacando Menéndez Pelayo el 'Paulus' de Pedro Pablo Vergerio (en esta obra el protagonista Paulo, que es un estudiante sin más interés que por el goce, será arrastrado al vicio por uno de sus criados; el otro, en cambio, que le es leal, solo le daba buenos consejos, que no atiende. Una tercera, Nicolasa, vieja, le dará a su propia hija, Úrsula, para satisfacer sus deseos), la 'Philogenia', de Ugolino Pisani (cuyos padres recuerdan a Pleberio y Alisa), la 'Poscilena' de Leonardo de Arezzo (cuya obra estaba en la biblioteca de Rojas, en la que el joven Graco se encuentra con Poscilena, de la cual se enemora, cuando volvía con su madre de oír un sermón en la iglesia. Ambos emplearán como terceros a sus criados, logrando finalmente hacerse con los favores de su amada el muchacho, cuya mancha se resolverá con la boda de ambos. El lamento de la criada Tharatántala por los males de la vejez y el goce juvenil perdido recuerda a los de Celestina), y 'Crisis' de Eneas Silvio Piccolomini (donde nos encontramos con la lena Canthara, caracterizada como borracha, y con la tragedia de dos amantes adúlteros que mezclan fatalidad y deleite);
  • italianas: la comedia humanística en latín (como puso de manifiesto Mª Rosa Lida), Boccacio (de la 'Fiammeta', traducida al castellano en 1497), Petrarca (éste fundamentalmente en el Auto I, como señalaron Castro Guisasola y Deyermond, tomando las citas fundamentalmente del «Principalium sententiarum ac materiarum memoria dignarum ex libris Francisci Petrarchae collectarum iuxta ordine alphabeticum summaria brevisque annotatio», y del "De remediis utriusque fortunae", sobre todo en lo referente al amor, la amistad y la adversidad), Eneas Silvio Picolomini (a través de la 'Historia de duobus amantibus', traducida en Salamanca en 1496);
  • castellanas: Juan de Mena (con su 'Laberinto de Fortuna'), el Arcipreste de Hita (tal y como mostró Menéndez Pelayo, con su 'Libro de Buen Amor'), la poesía de 'Cancionero' (como vemos en algunas las canciones que se ponen en boca de diversos personajes)

    Calisto — Sempronio.
    Sempronio — Señor.
    Calisto — Dame acá el laúd.
    Sempronio — Señor, vesle aquí.
    Calisto — «¿Quál dolor puede ser tal
    que se iguale con mi mal?»

    Sempronio — Destemplado está ese laúd (...)
    y que hace referencia
    a la canciocilla de Cancionero:

    «¿Quál dolor puede sufrir
    no dolerse quien le duele,
    salbo porqu’el morir
    en algo no me consuele?
    ».

    y aquellos otros como «Mira Nero de Tarpeya» (acto I), «En gran peligro me veo» (Auto VIII), «Coraçón bien se te emplea» (Auto VIII), «Duerme y descansa penado» (Auto VIII), y un largo etcétera estudiado por Deyermond; el Arcipreste de Talavera (a través de 'El Corbacho', como mostró Lourdes Albuixech, sobre todo en el léxico grosero y mercantil, siguiendo a Guisasola), Jorge Manrique, el Tostado (fundamentalmente a través de su 'Tratado de cómo al hombre es necesario amar', según Pedro Cátedra), Rodrigo de Cota (con su "Diálogo entre el amor y un viejo"), Juan del Encina, Diego Fernández de San Pedro (con su 'Cárcel de amor'), etc.

[Cfr.: Albuixech, Lourdes. “Insultos, pullas y vituperios en Celestina”, in Celestinesca, nº 25 (2001), pp. 57-68.
Castro Guisaola F. Observaciones sobre las fuentes literarias de La Celestina. Madrid: Anejos de la Revista de Filología Española, 1924, reimpr. 1973.
Cátedra, Pedro. Amor y pedagogía en la Edad Media. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989.
Deyermond, A.D. The Petrarchan sources of La Celestina. Westport, Conneticut: Greenwood Press, 1975.
________. "La Celestina como cancionero", in Beltrán Llavador, Rafael et Canet, José Luis (eds.). Cinco siglos de Celestina: aportaciones interpretativas. Valencia: Servei de Publicaciones de la Universitat de Valencia, 1997, pp. 91-105.
Miaja, María Teresa. "Elementos petrarquistas en 'La Celestina'", in Lamberti, Mariapía (ed.). Petrarca y el petrarquismo en Europa y América. México: Comitato Nazionale per le Celebrazioni del VII centenario della nascita di Francesco Petrarca -Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, 2006, 315-320.
Ruiz Arzálluz, I. “Fuentes”, in Rojas, Fernando. La Celestina, Barcelona, Crítica, 2000, pp. CVI-CXXIII
Russel, Peter E. "El primer comentario crítico de La Celestina: Cómo un legista del siglo XVI interpretaba la Tragicomedia", in Temas de 'La Celestina' y otros estudios: del Cid al Quijote. Barcelona: Ariel, 1978, p. 293-321.
Salvador Miguel, Nicasio. "La autoría de 'La Celestina' y la fama de Rojas", in pp. 275-290.
Salvador Martínez. H. "Cota y Rojas: contribución al estudio de las fuentes y autoría de La Celestina", in Hispanic Review, XLVIII, 1 (1980), pp. 37-55].


En cuanto al personaje de Celestina, como puta, alcahueta, hechicera y trotaconventos, Mª Rosa Lida de Malkiel señaló los siguientes antecedentes:

  • De la comedia romana, como podemos observar en la 'Cistellaria' de Terencio o en la' Asinaria' de Plauto, obras en las que la alcahueta o “lena” no interviene en la acción, sólo da consejos, siendo un elemento cómico, nunca trágico (como figurará en Rojas).
  • De la elegía romana, como podemos comprobar en 'Acantis' de Propercio) o en 'Dipsas' de Ovidio, en donde aparecen las mediadoras o terceras, con el rasgo de rapaces y ociosas, borrachas, pobres, y hechiceras.
  • De la comedia elegíaca medieval, donde se muestra a la tercera como componedora. La más famosa fue 'Pamphilus de amore'.
  • De la literatura musulmana de Al-Andalus, y de sus costumbres, como vemos en 'El collar de la paloma' de Ibn Hazm, o de los cuentos orientales, recogidos en 'Las mil y una noches' o en 'Los cuentos del loro', siendo significativo el 'De canícula lacrimante' compilado en los exempla del 'Disciplina clericalis' de Pedro Alfonso, o en el enxiemplo XLII de 'El Conde Lucanor' de don Juan Manuel, donde una “beguina” (una religiosa hipócrita) que se hace pasar por antigua criada oficia de tercera. Más aún, Márquez Villanueva se retrotrae incluso al 'Kama Sutra' de Vatsayana, que recomendaba el uso de terceras, o al 'Kuttanimatam'.
  • De los “fabliaux” y “romans” franceses de los siglos XII y XIII, que también muestran a mediadoras en amores.
  • De el 'Libro de Buen Amor' de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que cambia las antiguas "cobijeras" que mencionaban las "Cantigas de Santa María" del rey Alfonso X o "El Caballero Zifar" por una trotaconventos que recoge los elementos característicos de esta figura prefigurados en los antecedentes latinos y panfilescos, unidos a los árabes.
  • De la Comedia humanística.
  • De 'El Corbacho' del Arcipreste de Talavera.


7. ANÁLISIS INTERNO DE "LA CELESTINA".

El argumento que desarrolla “La Celestina”, como hemos referido anteriormente, es el de una historia de amor apasionado alrededor de la cual giran el resto de los aspectos. 

Para Mª Rosa Lida (Gilman, Guazzelli y Dunn), la estructura interna de la obra responde al esquema de causa-efecto que encadena las diferentes acciones de los personajes (salvo la escena inicial del encuentro de los amantes y el firme rechazo de Melibea), y que se corresponde con el patrón estructural de Lukacks de “la cuenta presentada”, según la cual tarde o temprano hay que pagar por las acciones propias

Este esquema, dice Gilman, supera la división externa en actos, que parece caprichosa y absurda, cuyo número es insólito, como lo es la diferente extensión entre ellos. Mas lo cierto es que dentro de cada acto hay un hablante-personaje que domina todas las escenas y que mediante el monólogo refuerza su posición. 

La Celestina”, en efecto, centra su argumento en torno a la peripecia amorosa de Calisto y Melibea, cuya acción no tiene preámbulo; entramos de lleno en una situación crítica rápidamente expuesta por el autor: la pasión de Calisto, el desdén de Melibea y el recurrir a la vieja alcahueta. En el primer acto está todo planteado. A partir de aquí el proceso se desarrolla, pese a la extensión de la obra, vertiginosamente. El nudo ocupaba en la versión primitiva los actos II al XI. En él se nos presentan dos casos de corrupción: el de Melibea y el de Pármeno. Como el que siembra vientos recoge tempestades, los perversores y los pervertidos tienen un fin desastroso.  En la "Comedia", la catástrofe final alcanzaba a los personajes capitales de forma casi simultánea; en tres actos sucesivos morían Celestina, Pármeno y Sempronio, Calisto y Melibea. Estábamos, pues, ante un claro final climático, resolución típica de la acción trágica. 

Pero la versión en 21 actos modifica el efecto de ese final, lo hace más complejo, le resta esquematismo. 

La intromisión de todo un submundo prostibulario en el proceso de los amores de los protagonistas permite que la obra tenga un primer clímax trágico y ejemplar en la muerte de Celestina y sus compinches; pero la acción no se precipita hacia su definitivo desenlace. Tras la intensidad de ese momento y de la primera noche de amor de Calisto y Melibea, asistimos a un conjunto de momentos cómicos a lo largo del "Tratado de Centurio". La figura del rufián cobarde es la clave de ese episodio marginal, pero dramáticamente necesario en la nueva estructuración de la trama. También es cómico el "quid pro quo" de Alisa, madre de la joven enamorada, que insiste en el "casto vivir y honesta vida" de su hija que no sabe "qué cosa sean hombres". El mismo sentido tiene la simpleza de Sosia, criado de Calisto, que, instigado sutilmente por Areúsa, cuenta todo lo que hace su señor en sus salidas nocturnas. El sesgo cómico que cobra de este modo la acción viene a cruzarse con lo trágico en el acto XIX: Sosia y Tristán, pajes de Calisto, ponen en fuga a Traso el Cojo y la cuadrilla preparada por Centurio, pero las voces hacen que el protagonista intente saltar precipitadamente la valla y se mate. La catástrofe se redoblará con el suicidio de Melibea.

Todo ello se ve perfectamente engarzado a través de todo un conjunto de intrigas paralelas y sucesivas: la de Calixto y Celestina con respecto a la consecución de los amores de Melibea; la de Celestina y los sirvientes contra Calixto, para lograr dineros; la de Celestina y sus pupilas contra los sirvientes de Calixto para lograr información; la de Sempronio y Pármeno contra Celestina, al querer más beneficios; la de Elicia y Areúsa contra Calixto y Melibea, por la muerte de los criados de éste...).

Por ello, suele indicarse que la ESTRUCTURA GENERAL E INTERNA DE LA OBRA puede dividirse en dos partes y un prólogo:

  • prólogo (encuentro inicial de Calisto y Melibea, en Acto I);
  • primera parte (actos I a XIV): intervención de Celestina y los criados, sus muertes y primera noche de los amantes.
  • Segunda parte (actos XV a XXI): se introduce el tema de la venganza de las rameras y termina, después del mes de amores y segunda noche de amor, con la muerte de Calisto, el suicidio de Melibea y el planto de Pleberio.
Otros críticos, como C. Morón Arroyo, se valen de la división en actos para establecer la estructura, así: 

  • Acto I: pecado;
  • Actos II-XIV: pérdida de la hacienda 
  • Actos XV-XVIII: fama 
  • Acto XIX: vida y alma 
  • Actos XX-XXI: recapitulación

Recordemos, asimismo, que la obra comienza bruscamente , in medias res, cuando Calisto va a declarar su amor a Melibea (que a pesar de divinizarla, contiene un sentido más sexual que platónico), con un parlamento elevado y propio de la época, en el encuentro fortuito del huerto ("entrando Calixto una huerta empos de un falcon suyo", dice el 'argumento' del auto, que luego refrenda Pármeno en el siguiente auto: "porque perderse el otro día el neblí fue causa de tu entrada en la huerta de Melibea"; la cual es reiteradamente mencionada en la obra: "Yendo Calisto con Sosia y Tristán al huerto de Pleberio a visitar a Melibea...”), dando a entender que ya se conocían, según explicó Martín de Riquer (y como expresará luego la misma Melibea en su llanto ante su padre, al que recuerda que sus familias se conocían y de quien “sus virtudes y bondad a todos eran manifiestas”), quizá en la puerta de la iglesia, y que ha ocasionado no pocas diatribas sobre la falta de texto inicial.
[Riquer, Martín de. "Fernando de Rojas y el primer acto de 'La Celestina'", in Revista de Filología Española, XLI (1957), pp. 375-395].


8. TEMAS PRESENTES EN "LA CELESTINA".

Suelen destacarse fundamentalmente tres temas en "La Celestina": el amor, la magia y el mundo social reflejado.
[Berndt, Erna Ruth. Amor, muerte y fortuna en 'La Celestina'. Madrid: Gredos, 1963.
Sevilla Arroyo, Florencio. "Amor, magia y tiempo en 'La Celestina'", in Celestinesca, 33 (2009), pp. 174-214.]

Estos temas, a su vez, desarrollan otros motivos, como la ambición, el egoísmo, la codicia, etc.

a) Por lo que respecta al del amor, tema central, es evidente que la obra es un 'Arte de Amor' (como ya indicó Webber), un nuevo tratdo contra 'el loco amor', tal como se manifiesta en el incipit titulado “Síguese la comedia…”, donde se expone que fue “...compuesta en reprehensión de los locos enamorados...”. Será, pues, este tema el eje de la obra, el que dicta y suscita el comportamiento de todos los personajes. Los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa, los padres de Melibea.
[Gómez, Jesús. "‘Las Artes de Amores’, 'Celestina', y el género literario de la 'Penitencia de Amor' de Urrea», in Celestinesca, XLVI (1990), pp. 3-16.
Webber, Edwin J. "The Celestina as an 'Arte de Amores'", in Modern Philology, LV, 3 (1958), pp. 145-153].

No obstante, el modo de presentar el amor en “La Celestina” es complejo, ambiguo y a veces contrario a las ideas tradicionales recibidas por los jóvenes. Así, por ejemplo, en la literatura amorosa tradicional se respetaba cuidadosamente la separación de las clases sociales, atribuyendo a la clase alta doctrinas y refinamientos ante el amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar, pero “La Celestina”, fiel a su postura subversiva ante los valores sociales establecidos, pone en tela de juicio la validez de esta distinción. 

Peter E. Russell ha destacado, sobre las demás, tres concepciones amorosas presentes en la obra:

  • La parodia que se realiza del amor cortés: Calisto se muestra como el típico amante cortesano, que como hemos señalado (Bataillon, Bernandt, Hall…) pudiera servir de parodia de este código cortesano, pues hay algunos matices que no aparecen en aquél tales, como: 
    • la importancia que se da al amor sexual
    • la desaparición del sentido del honor, tal y como evidenció Maravall; 
    • y el recurrir a una alcahueta y a la magia para conseguir sus propósitos. 
    Martin McCash dice que no se ajusta Calixto en nada al amante cortés de Andreas Capellanus, y que comparando el jardín del “Roman de la Rose” con La Celestina, todos los vicios y males más detestados del amor cortés, que en el primero estaban simbolizados, en Celestina se han hecho ciertos y evidentes. Por eso es una parodia del amor cortés: su cortesía es sólo una máscara de su lujuria. Consecuentemente, el héroe se convierte en antihéroe.
    [Cfr.: Lacarra, Eukene. “El erotismo en la relación de Calisto y Melibea”, in Pilar Carrasco (ed.). El mundo como contienda. Estudios sobre “La Celestina”, in Anacleta Malacitana xxxi. Málaga: Universidad de Málaga, 2000, pp. 127-145.
    Martin McCash, June Hall. "Calisto y la parodia del amante cortés", in López-Ríos, Santiago (ed.). Estudios sobre la Celestina. Madrid: Istmo, 2001, pp. 475-545].
  • La idea del emparejamiento amor-locura, amor  apasionado que no se distinguía de la lujuria, y era una manifestación auténtica de la locura, como venían corroborando los tratados de medicina de la época, colocando el loco amor entre   los cinco tipos de demencia humana.

  • La idea de que el amor es fundamentalmente sexualidad. Para la vieja Celestina, amor y acto sexual son términos intercambiables. Desde luego pasa por alto la doctrina ortodoxa, según la cual el acto sexual era sólo permisible dentro del matrimonio, y defiende la idea de que las finezas del amor cortés son meros gestos hipócritas mediante los cuales hombres y mujeres aparentan una sensibilidad en las cosas amorosas, cuya falsedad ella sabe descubrir con rapidez. En efecto, en 'La Celestina' hay sensualidad, erotismo y pornografía, e incluso se señalan diversas parafilias (zoofilia, fetichismo, voyerismo, exhibicionismo...).
    [Jardin, Jean Pierre. "Amor dulce. Sensualité, érotisme et pornographie dans 'La Celestina'", in Les Langues Néo-Latines, 347 (2008), pp. 5-13].

    La sexualidad, además, no es cosa privada. Así, la vieja quiere asistir como testigo experto al acto sexual de Pármeno y Areusa, y Melibea, ya loca de amor, no halla inconveniente en que su criada Lucrecia esté presente en el huerto mientras hace el amor con Calisto, cosa que éste desea también, además. Las trágicas consecuencias de este amor concebido como sexualidad parecen confirmar la interpretación moral de la obra (según Marcel Bataillon), pero hay tanta ambigüedad en ello que se pone en entredicho esta interpretación.

    Junto al amor, está la relación de éste con la muerte, como vemos en los actos XII (muerte de Celestina), XIII (referencia a la muerte de los criados), XIX (muerte de Calixto) y XX (suicidio de Melibea). Y es que el drama del amor loco requería este planteamiento. Dice Maravall:

    «Es un amor que enajena y enloquece y no tiene más salida que la muerte. Ése es el contenido de 'La Celestina' como exemplum, como moralidad, que trata de poner patéticamente de manifiesto la raíz del mal que los hombres sufren en la época y de los trastornos que a la sociedad acarrea. Tal es el drama de la personalísima e íntima Melibea, la primera criatura dotada de una vibración lírica auténtica ennuestras letras, un fenómeno muy moderno cuya posibilidad de expresión alcanzó Rojas precisamente por la hondura en que captó el tema con que está construido su ensayo moralizador».
    [Maravall, Antonio Jose. El Mundo Social de La Celestina. Madrid: Gredos, 1981, pág. 163]
b) Por su parte, el aspecto de la magia ha sido muy debatido también, ya que se trata de dilucidar si Melibea cambia de parecer por sí o por efecto de ésta. Mientras que para unos críticos (Lida) es solo una nota de época, para otros es un elemento integral de la obra (Bonilla, Cejador, Caro Baroja, Alborg, Maravall, Russell –“La magia, tema central de La Celestina”-…, in Temas de 'La Celestina' y otros estudios: del Cid al Quijote. Barcelona: Ariel, 1978-), ya que, como dice Russell, el arrebato pasional de Melibea se explicaría como efecto del hechizo de que es objeto (philocaptio), fundamentalmente a través de la oración de Santa Polonia, y, con el cordón 'para sanar el dolor de muelas', pues "según las teorias mágicas una prenda de vestir guardaba algo de la personalidad de la persona que solía llevarla. Celestina quiere el cordón de Melibea, tanto por el hecho de que había estado en intimo contacto con el cuerpo de la muchacha como por la fuerza espiritual con que se suponía dotado debido a que había tocado las mencionadas reliquias fuerza que ahora será convertida por la magia a fines malignos".
[Cfr., además: Botta, Patrizia. "La magia en La Celestina", in Dicenda, Cuadernos de Filología Hispánica, 12 (1994), pp. 37-67.
Canet Vallés, José Luis. "Philocaptio versus libre albedrío en 'Celestina'", in Dumanoir, Virginie et Sáez, Ricardo (eds.). Lectures de "La Célestine". Rennes: Presses universitaires de Rennes, 2008, pp. 61-80
Cárdenas, Anthony J. “El pacto diabólico en La Celestina”, in Pedraza, Felipe B., et al (eds.). “La Celestina”: V Centenario (1499-1999). Actas del Congreso Internacional. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha, 2001, 369-376.
Cátedra, Pedro M. "Amor y magia", in Amor y pedagogía en la Edad Media. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1989, pp. 85-112.
Deyermond, A. D. "Hilado-cordón-cadena: Symbolic equivalence in 'La Celestina'", in Celestinesca, I (1977), pp. 6-12.
Gómez Moreno, Ángel et Jiménez Calvente, Teresa. "A vueltas con Celestina-bruja y el cordón de Melibea", in Revista de Filología Española, LXXV (1995), pp. 85-104.
Sevilla Arroyo, Florencio. "Amor, magia y tiempo en 'La Celestina'", in Celestinesca, XXXIII (2009), pp. 173-214].

Y es que esta ha sido una cuestión muy analizada. Así lo comentaba J. T. Snow:

«¿Melibea enamorada libremente o Melibea enamorada por intervención diabólica? Ahí el nudo gordiano […] Es, para mí y para muchos lectores y críticos, la cuestión palpitante. Nuestra comprensión de la protagonista, y nuestras lecturas e interpretaciones de lo que pasa […] dependen cien por cien en si partimos de la idea de que Melibea está ya ilusionada con Calisto en el momento del encuentro de las cuatro mujeres en la puerta de la casa de Pleberio o si creemos que el Maligno —que Celestina cree haber hecho entrar en el hilado— obra en Melibea un repentino cambio de parecer»
[ Snow, Joseph T. "Alisa, Melibea, Celestina y la magia», in Ínsula, 633 (1999), pág. 16].

A ello hay que añadir que la culpabilidad de los personajes se ha venido también emparentando con las brujerías de Celestina: mientras que en la misma obra se dice de sus artes que todo era burla y mentira, críticos como Francisco Rico están convencidos de su efectividad. Otros, como Gilman, piensan que una pura estratagema argumental: nada exime de culpabilidad a los personajes, son ellos y sus elecciones los que los condenan. Celestina, como Trotaconventos, amparada en su astucia, maneja a los personajes por su conocimiento de la condición humana: sabe de sus atracciones por el dinero y el sexo; pero nada nos hace pensar en que sus triunfos en sus alcahueterías se deban a mediaciones sobrenaturales.

c) Mucho más rico es el mundo social que refleja y recoge la obra. Para J. A. Maravall (“El mundo social de La Celestina”), esta obra es hija de la crisis social que se produce en el siglo XV. Así, podemos observar que:

  • Rojas pretende reprobar esa sociedad; de ahí  que nos la presente con una intención moral. Y es que el orden del mundo medieval se ha trastocado (la ruptura de la concepción teocéntrica medieval conllevará la relajación de la moral cristiana en la vida mundana, y entre la salvación del alma o el disfrute terrenal, el hombre de esta época se decanta por entregarse a los placeres de este mundo), tal como nos lo presenta Pleberio en el llanto final, cuando afirma la idea de que el mundo es un desorden fortuito y contradictorio. 
    La lujuria, pues, dominará a todos, nobles, ricos comerciantes, criados, prostitutas, igualando a las clases sociales (como la misma muerte): la naturaleza humana es pecaminosa y lasciva. Y Celestina lo sabe, por eso la aprovecha extensamente.

  • La conciencia de crisis, permanente en el siglo XV, se comprueba en la sociedad representada, en la que la base del estatus nobiliario no es el código moral y heroico caballeresco sino la riqueza.
    El dinero (mercantilismo, comercio) es el principal vínculo social (y no el vasallaje o el linaje): la riqueza (ya no el honor) es el nuevo signo de prestigio.
    Ya no hay tierras por conquistar ni batallas que ganar. Estos nobles ricos viven sin trabajar, convirtiéndose de este modo en un grupo social ocioso, del que Calisto es un joven miembro. A su lado, emerge un nuevo grupo burgués enriquecido, del que Pleberio es ejemplo, rico comerciante que, retirado de los negocios, busca un decoro social que ennoblezca su linaje, a través de la riqueza.
  • Esta sociedad nueva, articulada en la economía, provoca que el resto de los personajes muestren apetencia de dinero (Celestina, Sempronio, Pármeno, etc.), de manera muy codiciosa.
  • La manifestación de esta crisis se observa también en el cambio que experimentan las relaciones entre amos y criados. Lo que antes era una relación personal de fidelidad de los segundos hacia los primeros se ha sustituido por una relación puramente económica (Pármeno es un claro ejemplo de este cambio). En efecto, el único nexo de unión que tiene Sempronio con Calisto es el económico, y todo su obrar va en la línea de conseguir sacarle dinero a su amo; antepone esta consideración a cualquier otra y al final lo pagará con su vida.  Y si ahondásemos más, algunos críticos, incluso, han llegado a establecer rasgos afines que irían acercando los personajes de Elicia y Areúsa, Sempronio y Pármeno, a la mentalidad del pícaro, que veremos 50 años después, en cuanto a su tipo de relación con sus amos.
    [Saguar, Amaranta. "El cambio de siglo en 'Celestina': criados y prostitutas enfrentados a la crisis socio-política de finales del siglo XV", in Estrategias picarescas en tiempos de crisis. Trier: Universidad, 2016, pp. 99-107].
  • La protesta contra la determinación social de la persona, es evidente en la desvinculación con los señores, donde los criados no sólo no pretenden ayudarles sino que buscan dañar y aprovecharse, a veces con claro rencor, como el que manifiesta Areúsa hacia Melibea.
    En efecto, Areúsa parte de la igualdad que existe entre amos y criados, ricos y pobres, porque "todos somos hijos de Adán y Eva", y esto le sirve para afirmar su individualismo, su sentimiento de libertad, sus propias elecciones. 
    Este trastrueque se ve incluso reformado cuando comprobamos que Lucrecia, criada de Melibea, revela una actitud de atrevimiento amoroso hacia Calisto (que llega al «roce» en el jardín de Melibea), sin respetar el enamoramiento de su señora o que Sempronio, a su vez, también muestra una actitud amorosa inapropiada hacia Melibea, despertando los celos de Elicia (-«soy tan hermosa como vuestra Melibea»- le replica).
    E, inversamente, vemos que los señores pierden su dignidad implorando, rogando, ante los criados (caso de Calisto, de quien se burlan por su comportamiento).
  • La Fortuna, siempre caprichosa, ciega e incontrolable, se trueca por una visión mecánica del mundo, por la que Fortuna ya no es puro azar, sino que puede ser cambiada gracias a la magia, la hechicería (la primera ciencia del Renacimiento). En su parlamento final, Pleberio verbaliza el desorden del mundo que está viviendo. La Fortuna no está regida por ninguna ley sino que es "un laberinto"; a esta conclusión llega Pleberio tras escuchar la confesión que le ha hecho su hija y ver reflejada en esa historia el mundo que le rodea.
  • Mundanización y secularización, presente en el deseo de placer, de vivir la vida y gozarla, en una nueva concepción del amor. Además, el tempus fugit y la muerte son enemigos invisibles y constantes, inevitables, que dan conocimiento cierto al hombre de este período de que cualquier momento de felicidad es circunstancial y momentáneo, por lo que se proclama el "carpe diem", el goce del momento, desterrando la concepción de que este es un valle de lágrimas y camino de paso para la consecución de la vida eterna.
    Esto ha conducido a parte de la crítica a ver cierta ausencia de religiosidad cristiana. De hecho,

    « el suicidio de Melibea subraya justamente la preponderancia de la voluntad individual por encima del temor a Dios. Las muertes que se presentan en el texto, en un orden secuencial in crescendo, enfatizan la ausencia de la Providencia como soporte existencial: Celestina y Calisto recuerdan a Dios solo cuando están al filo de sus vidas, mientras que en el discurso elegíaco de Pleberio se destaca la omisión a cualquier referencia divina como medio de consuelo frente a la muerte».
    [Galarreta-Aima, Diana. "El tiempo en 'La Celestina': el deseo, el placer y el egoísmo como motivos de interpretación de la obra", in Celestinesca, XXXV (2011), pág. 49].

  • El mundo celestinesco es urbano, en correspondencia con el auge que las ciudades toman en el Renacimiento (se desarrollan demográfica, económica y culturalmente). Todos los personajes son tipos urbanos y en consonancia también lo es el ambiente (calles, casas, etc.); así Celestina afirma haber nacido y haberse criado en esa ciudad, de tal manera que quien no la conozca debe considerarse extranjero.
    « En la obra son cinco las casas que se nombran: tres son las casas principales (de Calisto, de Melibea, de Celestina), y dos las casas secundarias (de Areúsa y de Centurio). Además hay acciones que se desenvuelven en la iglesia y otras que se nos cuentan como ocurridas en la plaza. Las calles que unen ese conjunto de moradas y de sitios forman una densa red urbana que es recorrida por varios personajes de la obra, en una larga serie de viajes de ida y vuelta, o en un amplio sistema de movimientos que configura lo que Samoná ha definido como la «estructura itinerante» de la obra. Y si algunos de esos viajes son narrados, otros en cambio, la mayoría, ocurren directamente en la escena, es decir, formando parte de la acción dramática y dando lugar a varios parlamentos callejeros, o bien a soliloquios por el camino.
    En efecto, son 27 las escenas que se pasan enteramente en la calle, repartidas, a lo largo de la obra, entre todos los actos salvo el VI (todo él en casa de Calisto), el XV (en casa de Areúsa), y el XVI, el XX y el XXI (los tres en casa de Pleberio). Los trayectos recorridos durante la acción son 6:
    ① el que une las casas de Calisto y Celestina y es el más frecuentado, con varias escenas que se dan en él: I, III, V, VII y IX;
    ② el que va de la casa de Celestina a la de Melibea: IV y V;
    ③ el que une las casas de Calisto y Melibea: XII, XIV y XIX;
    ④ el que va desde la casa de Calisto a la de Areúsa: VIII;
    ⑤ el que une las casas de Elicia/Celestina y Areúsa: XVII;
    ⑥ el que une la casa de Melibea a la iglesia de la Magdalena: XI.».

    [Cfr.: Botta, Patrizia. "Itinerarios urbanos en 'La Celestina' de Fernando de Rojas", in Celestinesca, XVIII, 2 (1994), pp. 113-131].

    Pero también se nos citan otros muchos espacios y edificios, como las iglesias de la Magdalena y de San Miguel, cuyas campanas se oyen en todo momento, y a donde van a misa los personajes, los templos y monasterios (Sosia, XIV; Pármeno, I), el hospital (Celestina, VII), el sepulcro (Pleberio, XX), el cementerio (Celestina, VII), las tenerías (Pármeno, I; Lucreacia, IV; Melibea, IV), el burdel (Pármeno, I), la putería (Areúsa, XV), la plaza del mercado (Celestina, VII) donde incluso se corren toros (Celestina, VI), mesones, (Sempronio, VIII), tabernas y bodegones (Celestina, III)..., y el reloj, controlando el tiempo de la ciudad con sus toques (Celestina, IX).

    Además, de su carácter urbano da noticia la abundante población citada por sus oficios: juez (Calisto, XIV), alcalde (Calisto, XIV), veedor, regidor (Celestina, III), procurador (Celestina, III), falsos testigos (Celestina, VII), alguacil (Sempronio, XII), pregonero (Sosia, XIII), verdugo «bozeador» (Calisto, XIV), médico (Celestina, X), cirujano (Celestina, III), partera (Celestina, VII), física de niños (Pármeno, I), herreros, carpinteros, armeros, herradores, caldereros, arcadores, peinadores, tejedores (Pármeno, I), curtidores (Pármeno, I; Lucrecia, IV; Melibea, IV), orfebres (Celestina, I), albañil, buhonero (Sempronio IX), mesonero, hortelano (Sempronio, XII), rufián espadachín (Argumento, XV), ladrón (Alisa, X), pregoneros del mercado (Sosia, XIII), los 30 oficios de Celestina (que refiere Lucrecia), etc.

    Y, con todos estos datos, aún así no hemos podido identificar cuál pudiera ser la ciudad: Toledo, Talavera de la Reina, Salamanca, Cuenca, Sevilla...

En resumen, la obra recoge y se hace eco de la crisis del siglo XV, crisis de final de la Edad Media y anuncia lo que luego será el Renacimiento.  Un mundo en conflicto que ya fue anunciado en el prólogo "todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla dice aquel gran sabio Heráclito en este modo: 'Omnia secundum litem fiunt', sentencia a mi ver digna de perpetua y recordable memoria".
[Baranda, Consolación. 'La Celestina' y el mundo como conflicto. Salamanca: Univ. Salamanca, 2004].


9. LOS PERSONAJES DE "LA CELESTINA".

En cuanto a los personajes de "La Celestina", se viene indicando que ésta es una obra única en cuanto a la creación de caracteres y en cuanto a la profundidad psicológica, lo cual la aparta de los tipos de otras obras de su época. Y, además, con un matiz especial, tal y como nos expresó Salvador de Madariaga, pues es una obra que "nos descubre a la mujer".

Mª Rosa Lida, que estudió detenidamente a los personajes, destaca la interferencia entre personajes bajos y altos, que reflejan la totalidad de la sociedad y que se van a caracterizar por su profundo egoísmo. 

La misma estudiosa señala cinco características que poseen los personajes de la obra: individualismo, unidad orgánica y cambio, vuelo imaginativo, obscenidad y erudición.

  • Individualismo: se trata de criaturas singulares, no de tipos; por ello se van caracterizando paulatinamente mediante sus hechos y sus palabras.
    Sorprende, que lejos de los arquetipos, Calixto tenga una postura no heroica, a pesar de ser noble; que Melibea burle a su madre y mienta a su padre; que Pármeno y Sempronio amen a sus amigas con exaltación caballeresca; que la ramera tenga un momento de pudor; etc. Este es el arte de la variación individual de La Celestina.
    Con todo, no obstante, los personajes más significativamente individualistas son Melibea y Areúsa.
    [Ramírez santacruz, Francisco. "Individualismo a ultranza en 'La Celestina': Areúsa y Melibea", in Graffylia. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, 4 (2004), pp. 64-71]
  • Unidad y cambio: los personajes varían a lo largo de la obra, pero dentro de cierta ley, lo que permite que haya coherencia en sus palabras y hechos.
  • Vuelo imaginativo: el mundo de los personajes abarca tanto lo real como el ensueño, lo imaginativo (así la evocación que hace Celestina de su juventud).
  • Obscenidad: sirve para ahondar en los caracteres de los personajes, a la vez que revela determinados aspectos de su moralidad.
  • Erudición: constituye un aspecto del estilo y del lenguaje de “La Celestina”; a veces es concisa pero por lo general suele ser amplificatoria y artificiosa.
Además, hay que destacar que cada criatura escénica presenta puntos de paralelismo y contraste con otros personajes. Cada retrato individual está completado y enriquecido por el reflejo (paralelo o contrastado) de las figuras que se mueven a su alrededor.

Igualmente, el conjunto de la crítica ha destacado, con respecto a los personajes:

  • que para la caracterización de los personajes, el autor se ha servido de los nombres:
    • Melibea = miel,
    • Calisto = hermoso,
    • Pleberio = pueblo,
    • Sempronio = siempre (ironía del autor),
    • Pármeno = permanente,
    • Elicia = escogida,
    • Areúsa = suplicante
  • que ha realizado una caracterización individualizada de cada uno de ellos (salvo Crito);
  • que algunos experimentan una clara evolución psicológica (Melibea, Pármeno…);
  • que, según Gilman, se acomodan a un esquema mínimo de caracterización tipológica:
    • ricos frente a pobres: amos-criados, señoras-rameras;
    • jóvenes frente a viejos;
    • hombres frente a mujeres;
  • que a los personajes se les puede conocer no sólo por lo que hacen o dicen, sino además por lo que otros personajes dicen de ellos: es lo que se denomina perspectivismo descriptivo;
  • que los caracteres femeninos son más completos y dramáticos que los masculinos;
  • que las relaciones ente los personajes son de dos tipos:
    • sociales: entre señores y criados;
    • individuales: Calisto y Melibea; Pármeno y Areúsa; Sempronio y Alicia; 
  • que en Rojas comienza el paralelismo entre los amores de amos y criados tan frecuente en nuestro teatro clásico;
  • que con Sempronio y Parmeno, criados y consejeros de su amo, se iniciará lo que luego será la figura del “gracioso” en el Siglo de Oro.
Y siempre como mediadora entre las relaciones y mundos de la obra, Celestina:

«'La Celestina' sorprende por la manera en cómo se capta hasta el último detalle la psicología de los personajes; entre todos ellos, Celestina se presenta como particularmente sagaz para “diagnosticar” y luego manipular a los otros; pero encontramos la misma capacidad en los diálogos o en los soliloquios de otros personajes (por ejemplo, en la vacilación de Sempronio ante entrar o no en el cuarto de Calisto, o en el tren del pensamiento de Pármeno que lo lleva a la decisión de complacer a Celestina). En este sentido, la obra es un minucioso estudio –casi proustiano– de caracteres, cosa totalmente insólita para aquella época. Además, sorprende también cuánto éstos, aún más que meros tipos psicológicos generales, son fieles productos de la época».

[Volek, Emil. "La Celestina, a pesar de todo: La paga, el corazón de Melibea y también cierto Seleuco", in Ibero-Americana Pragensia, XLIII (2009), pp. 51-52.]

Centrándonos en cada uno de los personajes en particular, lo cierto es que "La Celestina", como mostró Ladero Quesada (“Aristócratas y marginales: aspectos de la sociedad castellana en La Celestina”), sólo refleja a unos determinados grupos sociales: la aristocracia o patriciado urbano (Calisto, Melibea, Pleberio, Alisa), por un lado, y los criados (Pármeno, Sempronio) y el mundo de la prostitución y delincuencia (Celestina, Areúsa, Elicia, Centurio), por otro. Se halla, por tanto, ausente el mundo del trabajo.

a) LA CLASE ELEVADA.

  • CALISTO.
    De los dos protagonistas enamorados es el menos interesante psicológicamente, pero aparece mejor dibujado: de sangre noble (llamado en muchas ocasiones solo 'caballero'), hermoso, pulcramente vestido, algo calavera, dilapidador de su hacienda…
    Es un ser pasivo, vil, grosero, mal amador según los tópicos del amor cortés y según los manuales de perfecto amador y caballero de la época de los Reyes Católicos.

    Ya indicó Otis H. Green que Calisto se caracteriza por ser un enamorado ansioso por satisfacer su deseo sexual (saltándose los cánones de vasallaje: de ser tímido -fenhedor-, paciente adorador de la enamorada a distancia y en silencio, antes de atreverse a ser 'pregador' y cortejar largamente a la amada, sin verdadera 'religio amoris', ya desde la primera escena), que no se echa hacia atrás ante la "furia de Melibea" (también tópica, en toda dama, ante el primer envite de aproximación desmedida del enamorado). Por eso no sólo no reniega de Celestina, sino que cuanto más astuta y profesional en su trabajo se la muestra Pármeno, indicando que ya ha sido tres veces emplumada por trotaconventos, más le satisface conseguir sus servicios, deseándole que sea una cuarta vez emplumada, como señal inequívoca de haber cumplido bien su trabajo. Es decir, a Calisto no le mueve en la obra más que un mero deseo carnal (tan bien hecho imagen a través de la cacería del halcón), avasallante (que no vasallo), y que logrado llega a ser plenamente agresivo («Melibea: No me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras? Calisto: Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas». Acto XIX), transgrediendo así todas las normas sociales y morales de la época.

    Y el hecho de que su amor sea ilícito con Melibea, que nunca le hable de matrimonio y que recurra a una alcahueta para lograr su propósito, ha sido visto por algunos críticos como prueba de que Melibea, a pesar de toda su fortuna, no era cristiana vieja, cosa bastante discutible.
    [Cfr.: Baltanás, Enrique. "El matrimonio imposible de Calisto y Melibea", in LEMIR, r (2001), [in linea: http://parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista5/Calisto/Baltanas.htm ].

    De esta grosería y actitud de mal amador concuspicente da fe la escena XIV, donde Calisto, a punto de conseguir el deseado galardón, no le importa que se hallen presentes otras personas:

    « CALISTO. ¡Oh angélica imagen! ¡Oh preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡Oh mi señora e mi gloria! En mis brazos te tengo e no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo.
    MELIBEA. Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiva e sin misericordia. No quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio; que las mal hechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprender que enmendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona. No pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se restaura.
    CALISTO. Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Ni tú, señora, me lo mandarás, ni yo lo podría acabar conmigo. No me pidas tal cobardía. No es hacer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?
    MELIBEA. Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. ¡Estad quedo, señor mío! Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, desto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la Natura me ha dado. Cata que del buen pastor es propio trasquilar sus ovejas e ganado, pero no destruirlo y estragarlo.
    CALISTO. ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión? ¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo? Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad e poco merecer. Agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo e lindas e delicadas carnes.
    MELIBEA. Apártate allá, Lucrecia.
    CALISTO. ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.
    MELIBEA. Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que tan desmesuradamente te habías de haber conmigo, no fiara mi persona de tu cruel conversación».

    Peor aún, una vez conseguido ese galardón, se irá haciendo cada vez más cortante, miserable e indecoroso, empleando expresiones como "señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas" (mientras desnuda a Melibea) o diciendo claramente que lo que el desea es fornicar, no amar:

    « No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo y belleza en mi poder. Comer y bever, dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haver, y qualquiera lo puede alcançar; pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no hay ygual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me passe ningún momento que no goze? ».

    Se convierte así en parodia del amante cortesano (en su locura de amor -aegritudo amor-, tal y como explicita la Comedia de la edición de Sevilla de 1501: "síguese la Comedia de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de los locos enamorados que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dizen ser su dios. Así mesmo fecha en aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros sirvientes"), al que se le dan todos los atributos de esta enfermedad-locura (amor hereos) descrita en el siglo XIII por el médico catalán Arnau de Vilanova, en su "Tractatus de amore heroico" (Tratado sobre el amor heroico) y reproducidos en "Siervo Libre de amor": extenuación y debilitamiento del cuerpo, color amarillento, insomnio, falta de apetito, melancolía, tristeza en la ausencia de la persona amada o alegría en su proximidad tito, gusto por el silencio y la soledad.
    [Cfr.: Amasuno Sárraga, Marcelino V. "Hacia un contexto médico para 'Celestina': sobre 'amor hereos' y su terapia", in Celestinesca, XXIV, 1/2 (2000), pp. 135-170].

    Su egoísmo condiciona su concepción de la realidad, su juicio ético y su conducta social. De hecho, en cuanto se enamora, Calisto pierde conciencia del tiempo y de la realidad cotidiana, olvida la moral y se desentiende de familia y sociedad (el protagonista está totalmente aislado, sin familiares ni amigos, es un ser no social, totalmente absorbido en su pasión amorosa y el egoísmo de su amor le hace desentenderse de todo lo demás (Mª Rosa Lida): "no quiero otra honra ni otra gloria, ni otras riquezas, no otro padre ni madre, no otros deudos ni parientes"
    De rasgos demasiado literarios, acaba convirtiéndose en una figura trágica, quizá demasiado real (a decir de Menéndez Pelayo: "Figuras de toda especie, aunque en corto número, trágicas y cómicas, nobles y plebeyas elevadas y ruines; pero todas ellas sabia y enérgicamente dibujadas, con tal plenitud de vida que nos parece tenerlas presentes") pero también antiheroica (según Deyermond).

    Lo antiheroico y trágico queda plasmado en su muerte: se produce por azar al intentar realizar el único acto noble en toda la obra. 

    De la variedad de los puntos de vista que cada uno de los personajes tienen de él, sirva como ejemplo las referencias a su descripción realizadas por él mismo (acto XIV), por Sempronio (actos I, II, III, VIII y XI), por Celestina (actos I, III, IV, VI y IX), por Pármeno (Actos II, VI, VIII y XI), por Trsitán (acto XIV), por Sosia (acto XI), por Melibea (IV, XII y XX).

  • MELIBEA.
    Ejemplifica el recurso de unidad y cambio, ya que evoluciona desde el rechazo a Calixto (¿ficcional, social?) lleno de soberbia y altanería, hasta la unión en la muerte voluntaria: es un personaje auténticamente humano. Aunque no obstante, este movimiento tan rápido y sorprendente (pasando del rechazo a la aceptación y entrega más absoluta) ha traído no pocos problemas: bien señalándose que es a causa del hechizo de Celestina, bien a que falta texto inicialmente en el que se vería que ya había conocimiento entre los personajes y que Melibea también deseaba a Calisto, bien a un fallo de inverosimilitud (ya criticado por Juan de Valdés).
    [Sevilla Arroyo, Florencio. "Amor, magia y tiempo en 'La Celestina'", in Celestinesca, 33 (2009), pp. 174-214]

    Para todos, es la única razón de la vida de sus padres: "piensa en su padre que es noble y esforçado; su madre celosa y brava; tú la misma sospecha. Melibea es única a ellos; faltándoles ella, fáltales todo el bien", llega a decirle Sempronio a Celestina. Ella, en cambio, una vez enamorada de Calisto, egoísta y excitada sexualmente proclamará su autonomía (acto XVI):

    « No parece sino que les dice el corazón el gran amor que a Calisto tengo y todo lo que con él un mes ha he pasado. No sé si me han sentido, no sé qué se sea aquejarles más ahora este cuidado que nunca. Pues mándoles yo trabajar en vano, que por demás es la cítola en el molino. ¿Quién es el que me ha de quitar mi gloria? ¿Quién apartarme mis placeres? Calisto es mi ánima, mi vida, mi señor, en quien yo tengo toda mi esperanza. Conozco de él que no vivo engañada, pues él me ama, ¿con qué otra cosa le puedo pagar? Todas las deudas del mundo reciben compensación en diverso género; el amor no admite sino solo amor por paga. En pensar en él me alegro, en verlo me gozo, en oírlo me glorifico. Haga y ordene de mí a su voluntad. Si pasar quisiere la mar, con él iré; si rodear el mundo, lléveme consigo; si venderme en tierra de enemigos, no rehuiré su querer. Déjenme mis padres gozar de él si ellos quieren gozar de mí. No piensen en estas vanidades ni en estos casamientos, que más vale ser buena amiga que mala casada. Déjenme gozar mi mocedad alegre si quieren gozar su vejez cansada; si no, presto podrán aparejar mi perdición y su sepultura. No tengo otra lástima sino por el tiempo que perdí de no gozarlo, de no conocerlo, después que a mí me sé conocer. No quiero marido, no quiero ensuciar los nudos del matrimonio ni las maritales pisadas de ajeno hombre repisar, como muchas hallo en los antiguos libros que leí, o que hicieron, más discretas que yo, más subidas en estado y linaje (...) Mi amor fue con justa causa, requerida y rogada, cautivada de su merecimiento, aquejada por tan astuta maestra como Celestina, servida de muy peligrosas visitaciones antes que concediese por entero en su amor. Y después un mes ha, como has visto, que jamás noche ha faltado sin ser nuestro huerto escalado, como fortaleza, y muchas haber venido en balde, y por eso no me mostrar más pena ni trabajo. Muertos por mí sus servidores, perdiéndose su hacienda, fingiendo ausencia con todos los de la ciudad, todos los días encerrado en casa con esperanza de verme a la noche. ¡Afuera, afuera la ingratitud, afuera las lisonjas y el engaño con tan verdadero amador, que ni quiero marido, ni quiero padre ni parientes! Faltándome Calisto, me falte la vida, la cual, por que él de mí goce, me aplace.».

    Tiene plena conciencia de su situación social elevada, lo que la hace arrogante con el resto de los personajes, especialmente con las criadas y con Celestina.
    De su belleza no hay duda. Y aunque esa belleza es la de una "donna angelicata" (dirá Calisto: "¡oh mi gloria y ceñidero de aquella angélica figura...", Auto VI; Melibea ángel disimulado es que vive entre nosotros" Auto XI; y luego "¡oh, angélica imagen...!, Auto XIV), para Sempronio es más propia de una malvada mujer, cuyos cabellos (de serpiente incitadora al pecado), por ejemplo, pueden convertir a los hombres "en piedras", "en asnos" (Auto I), cual Medusa moderna. Y es que ésta al ser observada, pronto encandila, hechiza: "olvida, señor, un poco a Melibea, y verás la claridad; que con la mucha que en su gesto contemplas, no puedes ver de encandelado, como perdiz con la calderuela" (Auto VIII).
    Además, reúne todos los elementos posibles de doncella casadera: es veinteañera, hermosa, hija de padres ricos. Por eso dice Pleberio (acto XVI):

    « ¿Quién rehuiría nuestro parentesco en toda la ciudad? ¿Quién no se hallará gozoso de tomar tal joya en su compañía, en quien caben las cuatro principales cosas que en los casamientos se demandan? Conviene a saber: lo primero, discreción, honestidad y virginidad; segundo, hermosura; lo tercero, el alto origen y parientes; lo final, riqueza. De todo esto la dotó natura. Cualquiera cosa que nos pidan hallarán bien cumplida».

    Sabe que el honor y su virginidad son sus más preciados bienes, por lo que en principio pretende salvaguardarlos. Le dirá a Celestina: "Querrías condenar mi honestidad por dar vida a un loco, dexar a mí triste por alegrar a él, y llevar tú el provecho de mi perdición, el galardón de mi yerro? ¿Perder y destruýr la casa y honrra de mi padre por ganar la de una vieja maldita como tú? ¿Piensas que no tengo sentidas tus pisadas y entendido tu dañado mensaje?".
    Pero una vez desatada su pasión por Calisto (víctima o no del hechizo de Celestina) se muestra más ardiente que él y exclusivamente interesada en satisfacer su egoísmo: « No tengo otra lástima sino por el tiempo que perdí de no gozarlo, de no conoscerlo, después que a mí me sé conoscer » (acto XVI)
    Lo curioso es que se muestra poco distante con Celestina desde el primer momento (a pesar de conocer ampliamente su vida y andanzas) llamándola amablemente 'madre', quizá por ser su vecina, llegando a ser su confidente deseada para satisfacer sus placeres, una vez conocidos: «Quebróse mi honestidad, quebróse mi empacho, afloxó mi mucha vergüença, y, como muy naturales como muy domésticos, no pudieron tan livianamente despedirse de mi cara que no llevasen consigo color por algún poco de espacio, mi fuerça, mi lengua y gran parte de mi sentido. O, pues ya mi nueva maestra, mi fiel secretaria, lo que tú tan abiertamente conoces, en vano trabajo por te lo encubrir» (acto X). « ¡O mi madre y mi señora!, haz de manera como luego le pueda ver (a Calisto), si mi vida quieres» (acto X).
    Mujer demasiado "guardada y encerrada", culta y leída, algunos críticos han visto en esas lecturas la razón del desastroso fin de Melibea, un claro bovarismo primigenio; otros, en su desbordante personalidad e individualidad, como Mercedes Alcalá, para quien su suicidio no es
    « una huida, sino de un acto supremo de rebeldia y autodeterminacibn. Su muerte es su triunfo, la salva del juicio de los demás. Melibea es esencialmente exhibicionista, como Calisto. Su final trágico es paradójicamente la culminación no de una entrega sino de una exitosa voluntad de poder, una afirmación de sí misma desafiante y relativamente meditada. Su autocompasión no es más que una justificación de su sacrificio; la obsesión por Calisto que la lleva a la muerte no es otra cosa que la logica forma coherente que le queda de aferrarse a su nueva identidad recién creada». [Alcalá Galán, Mercedes. "Voluntad de poder en Celestina", in Celestinesca, XX, 1-2 (1996), pág. 53].

    Maeztu señaló que Melibea ama a Calisto, y éste a Melibea "por contraste" y Mª Rosa Lida llegó a demostrarlo en un interesante estudio: frente a la pasividad y el pesimismo de Calisto, Melibea se caracteriza por la seguridad en sí misma, la energía y la acción; frente a la   uniformidad del carácter de Calixto, el de Melibea va evolucionando desde su postura indignada del comienzo hasta su amor que la lleva al suicidio.

    Por su comportamiento en este caso de amor, entregándose tan 'fácilmente', aun arrepintiéndose momentáneamente

    « ¡O, mi vida y mi señor! ¿Cómo has quesido que pierda el nombre y corona de virgen por tan breve deleyte? ¡Oh, pecadora de ti, mi madre, si de tal cosa fueses sabidora, cómo tomarías de grado tu muerte y me la darías a mí por fuerça! ¡Cómo serías cruel verdugo de tu propia sangre! ¡Cómo sería yo fin quexosa de tus propios días! ¡Oh, mi padre honrrado, cómo he dañado tu fama y dado causa y lugar a quebrantar tu casa! ¡Oh, traydora de mí! ¿Cómo no miré primero el gran yerro que se seguía de tu entrada, el gran peligro que esperava!»

    María Rosa Lida pensó que la conducta de Melibea es francamente antihistórica (pues se salta todas las normas sociales habidas, no actuando con arreglo a la realidad social de su momento), llegando a manifestar E. Baltanás que por ello es un personaje inverosímil.
  • PLEBERIO.
    Es el amoroso y sincero padre de Melibea. Ocupado demasiado en los negocios se ha desocupado de su hija. Su figura sobresale en el monólogo final; planto cargado de retórica que Gilman considera como portavoz de la intención final de Rojas.
  • ALISA.
    Es la madre de Melibea. En la obra viene caracterizada por los rasgos de orgullo y soberbia. Es una verdadera matrona de la época sometida al marido en todo, incluso cuando se le plantea el porvenir de su hija: "pero como esto sea oficio de los padres y muy ajeno a las mujeres, como tú lo ordenares, seré yo alegre y nuestra hija obedecerá, según su casto vivir y honesta vida y humildad" (Auto XVI).
    A través de ella la tensión dramática se fortalece, oponiendo el carácter comprensivo y razonable de Pleberio, decadente, a la ceguera ingenua ( "¿y piensas que sabe ella qué cosas sean hombres? ¿Si se casan o qué es casar? ¿O que del ayuntamiento de marido y mujer se procreen hijos? ) y obstinación de su mujer Alisa y su hija Melibea, y reforzando la visión pesimista del mundo como caótica lucha.

b) EL "MUNDO BAJO."
Está muy bien representado por los criados de Calixto y las prostitutas de Celestina.
[Cfr., sobre el mundo de los criados:
Carlé, María del Carmen. "La sociedad castellana en el siglo XV: los criados", in Cuadernos de Historia de España, 69 (1987), p. 109-122.
Sobre el mundo prostibulario:
Lacarra, Eukene. "El fenómeno de la prostitución y sus conexiones con La Celestina", in Canet Vallés, José Luis et al. (eds.). Historias y ficciones: coloquio sobre la literatura del siglo XV. Actas del coloquio internacional. Valencia: Universitat de València, 1992, p. 267-278.]

  • CELESTINA.
    Es el personaje central; concede primacía a la exaltación de los placeres mundanos, dado su carácter vitalista. Su obsesivo amor al dinero, sus actividades de alcahueta y de hechicera, y su absoluto dominio sobre el resto de los personajes a través de la palabra, completan el retrato que nos ofrece Rojas.
    Para hacernos una idea de cómo es Celestina, además de a sus actos, podemos recurrir tanto a lo dicho sobre sí misma (actos I, III, IV, V, VII, XI y XII) como por lo referido por el conjunto de los personajes: por Sempronio (actos I, III, V, VI, IX XI, XII), por Pármeno (actos I, II, VIII, XI), por Calisto (actos I, II, VI, XI y XIII), por Lucrecia (actos IV y IX), por Alisa (actos IV, y X), por Melibea (actos IV y XX), por Elicia (actos III y VII), por Areúsa (actos VII y XV).
    Por eso, desde el principio notamos que sus motivaciones son relativamente claras y escasas: codicia y avaricia sin escrúpulos, egoísmo, cinismo, lujuria, astucia y gran capacidad de persuasión.

    Lo más importante de la figura de Celestina es lo que Mª Rosa Lida   llama "arte de seducción". Este arte lo ejerce en varias ocasiones (p. ej., Celestina se comporta astutamente, avanza y retrocede cuantas veces son necesarias hasta   descubrir la debilidad de su interlocutor y atacarlo por esa parte. Con Pármeno fracasa aludiendo a su madre, pero acierta al nombrar a Areúsa y por ahí sigue su ataque; con Melibea cuando lo ve todo perdido da una hábil vuelta tras dejar en ella la inquietud y logrando lo que buscaba.
    Por tanto, para estas artes persuasivas son esenciales los actos I y VII (para la seducción de Pármeno), VII (para la seducción de Areúsa) y los actos IV y X (para la seducción de Melibea).

    En efecto, destacable es el modo de seducción empleado con Melibea: primero comparando su vejez con la juventud de ésta y desplegando el tópico del carpe diem ("goze desta alma pecadora y tú desse cuerpo gracioso"), luego con un discurso cortesano encumbrándola como "angélica ymagen", para seguidamente pedir sus favores para un "enfermo de amor" que se convierte en enfermo de muelas, solicitando la oración de santa Polonia y el cordón para ayudar a la curación de Calisto.

    Y en esos juegos de seducción siempre

    « Celestina sabe los diferentes matices que el tiempo puede adquirir para los amantes y es consciente de que la premura es una característica esencial que los identifica: «Si de noche caminan, nunca querrían que amaneciese; maldicen los gallos porque anuncian el día e el reloj porque da tan aprisa» (iii, 144). Este conocimiento del funcionamiento de la psicología humana, que Celestina ha logrado a través de la experiencia, le permite manipular la pasión de los amantes prolongando o precipitando el tiempo antes de satisfacer sus apetitos. Este artilugio es evidente en el segundo encuentro de la alcahueta con Melibea. En un juego de pistas, palabras con doble sentido y sobreentendidos, Celestina va avivando las ansias de Melibea para desvelar sus pasiones ocultas: «Quanto más dilatas la cura, tanto más me acrecientas e multiplicas la pena e pasión» (x, 241) ».
    [ Galarreta-Aima, Diana. "El tiempo en 'La Celestina': el deseo, el placer y el egoísmo como motivos de interpretación de la obra", in Celestinesca, XXXV (2011), pág. 45].

    Además, Celestina es un verdadero acicate que incentiva a todos los personajes con su retórica al "carpe diem", gozo que recuerda de su juventud y que rememora indirectamente viendo cómo disfrutan del placer carnal los demás: "Gozad vuestras frescas mocedades: que quien tiempo tiene e mejor le espera, tiempo viene que se arrepiente. Como yo hago agora por algunas horas que dejé perder cuando moza, cuando me preciaban, cuando me querían; que ya, mal pecado, caducado he; nadie, no, me quiere... ¡que sabe Dios mi buen deseo! Besaos e abrazaos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de verlo". (acto IX).

    Su muerte violenta es el final de una vida moralmente reprobable.

  • PÁRMENO.
    A decir de Deyermond, es el personaje más trágico de la obra al ser corrompido por todos los demás personajes. Pármeno es el criado de Calisto, fiel a su señor según lo que se espera de todo "servus fidelis". Su actitud es como la de Melibea, que inicialmente se mostró cuidadora de su honor, para no caer en "el loco amor" y la ruina que arrastra éste, una vez que se ha apoderado de su pensamiento y ser.
    En efecto, Pármeno es con Melibea el vivo ejemplo de la intención moral de la obra, cada uno en su estamento social. Refleja, pues, el recurso de unidad y cambio: joven, leal en un principio a su amo, mudará esta actitud a causa de la ingratitud de Calisto (en vez de premiar su lealtad dándole buenos consejos, le reprende y amonesta; y en cambio, regala y agasaja a Celestina) y de la capacidad de persuasión de Celestina.
    Su transformación se logra gracias, primero, porque observa que "estos señores de este tiempo más aman a sí que a los suyos", y que a pesar de sus consejos, es menospreciado; después, por la atracción que ejercen en él el interés económico y el placer sexual por Areúsa. De este modo, el hijo de Claudina, maestra y compañera que fue de Celestina, que intentó advertir a su amo y serle fiel, una vez seducido por Areúsa, a quien deseaba, gracias a la intercesión de Celestina, caerá al final en las garras de la corrupción, tal y como le sucede a su compañero Sempronio.
    Corrompido, será a la vez el desencadenante final del asesinato de Celestina, provocado por el rencor que experimenta ante el recuerdo que le ha hecho de sus oscuros antecedentes.
  • SEMPRONIO.
    Manifiesta la ruptura de las relaciones de fidelidad entre amo y criado, siendo un resentido, "siempre" con intenciones falsas.
    Derivado del falso sirviente de la comedia terenciana, es   inteligente, pero hipócrita, receloso, rencoroso y cobarde.
    Orador misógino, y cómplice cobarde y asustadizo vive en contradicción con su función de enamorado de Elisa y su asesinato violento.
    Desde el comienzo de la pasión amorosa de Calisto, ve la posibilidad de sacar algún beneficio económico. Su afán por conseguir dinero es equiparable al de Celestina, por lo que ambos tendrán el mismo final. 
    La amistad que le une a Pármeno se generará por el deseo de disfrutar de los placeres terrenales con Areúsa y Elicia, y por el asesinato común a Celestina, uniéndose así Eros y Tánatos, fruto de su avaricia y egoísmo
  • TRISTÁN y SOSIA.
    Simples criados, que siendo inicialmente mozos de cuadra, a la muerte de los anteriores criados de Calisto pasarán a ocupar el puesto de éstos. El primero apanas es descrito, salvo en el enorme apego y dependencia a su amo. El segundo es descrito como una persona enamoradiza, que cae enseguida bajo la seducción de Areúsa, quien pretende sacarle toda la información posible sobre su amo.
  • AREÚSA.
    Aparece como prima de Elicia e hija de Eliso, de la que Pármeno está enamorado. Pero ella está amancebada con un militar, al que pretende serle fiel, pues le mantiene, y que ha tenido que acompañar a su capitán a otras tierras ("sabes que se partió ayer aquel mi amigo con su capitán a la guerra"). Será Celestina quien le haga ver la necesidad de tener como amante a Pármeno.
    Es uno de los personajes más libres e independientes de la obra, mostrando una conciencia de sí misma y una dignidad personal que no aparecen tan acentuadas en el resto de personajes; este es el sentido que tiene su intervención del noveno acto en la que defiende su modo de vida y critica severamente el trato que reciben los criados por parte de las mujeres de la aristocracia (hay quien ha propuesto que Areúsa fue primero criada de Melibea):
    «Assí goçe de mí, que es verdad, que éstas que sirven a señoras no gozan deleyte ni conocen los dulces premios de amor. Nunca tratan con parientas, con yguales a quien pueden hablar tú por tú, con quien digan: “¿qué cenaste?; ¿estás preñada?; ¿quántas gallinas crías?; llévame a merendar a tu casa; muéstrame tu enamorado; ¿quánto ha que no te vido?; ¿cómo te va con él?; ¿quién son tus vezinas?” y otras cosas de igualdad semejantes. ¡O tía, y qué duro nombre y qué grave y sobervio es “señora” contino en la boca. Por esto me bivo sobre mí, desde que me sé conocer, que jamás me precié de llamar de otrie sino mía. Mayormente destas señoras que agora se usan. Gástate con ellas lo mejor del tiempo, y con una saya rota de las que ellas desechan, pagan servicio de diez años. Denostadas, maltratadas las traen, contino sojuzgadas, que hablar delante [de] ellas no osan, y quando ven cerca el tiempo de la obligación de casallas, levántales un caramillo que se echan con el moço, o con el hijo, o pídenles çelos del marido, o que meten hombres en casa, o que hurtó la taça, o perdió el anillo; danles un ciento de açotes y échanlas a puerta fuera, las haldas en la cabeça, diciendo: “Allá yrás, ladrona, puta, no destruirás mi casa y honrra.” Assí que esperan galardón, sacan baldón, joyas de boda, salen desnudas y denostadas. Éstos son sus premios, éstos sus beneficios y pagos. Oblíganse a darles marido, quítanles el vestido; la mejor honrra que en sus casas tienen es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes acuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca dellas, sino puta acá, puta acullá. “¿A dó vas, tiñosa?”¿Qué heziste, vellaca? […] Y tras esto mil chapinazos y pellizcos, palos y açotes. No ay quien las sepa contentar; no quien puede sufrirlas. Su placer es dar bozes, su gloria es reñir; de lo mejor hecho, menos contetamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa esenta y señora, que no en sus ricos palicios sojuzgada y cativa».


    Cuando muere Pármeno, los nuevos criados de Calisto la llamarán "enamorada, medio ramera", marcando que pertenece a un sólo hombre y que no todos están al alcance de ella. Será ella la que recabe los servicios del rufián Centurio ("peor verdugo para Calisto, que Sempronio de Celestina") para vengar la muerte de los antiguos criados de Calisto y desee que "Melibea llore quanto agora goza".
    Se convertirá en la segunda Celestina, tras la muerte de ésta, con las mismas características de ésta.
    Hay quien ha visto un paralelismo convergente entre Melibea y Areúsa: ambas son descritas como muy hermosas: una por Celestina y la otra por Calisto; la escena de persuasión de Celestina para que Areúsa ceda ante Pármeno es paralela a la de Melibea con Calisto: pérdida de la virginidad, con dolor y con testigos; Melibea acabará convirtiéndose en 'la mujer de todos', al ser deseada por todos los criados, como una prostituta. Por ello, ambas acaban haciendo un discurso exigiendo su libertad, su individualidad: Melibea en relación a su sexualidad y legalidad; Areúsa en cuanto a elementos económicos.
    [Morros Mestres, Bienvenido. "Areúsa en 'La Celestina': de la 'comedia' a la 'tragicomedia'", in Anuario de Estudios medievales, XL, 1 (2010), pp. 355-385]

  • ELICIA.
    Es una mera comparsa instrumentalizada por Celestina, de quien es pupila, con clientela fija. Ésta y Sempronio reproducirán punto por punto los vicios de su admirada Celestina: codicia,   cinismo, carencia de sentimientos morales, etc…
    Envidia a Melibea. De carácter contrario al de Areúsa, es impulsiva, y sabida la muerte de Celestina, buscará vengarla.
  • LUCRECIA.
    Es la criada de Melibea, que ejerce la función de confidente de ésta y de enlace para facilitar las relaciones de su ama con Calisto. Fue en su juventud prostituta, por lo que se mostrará envidiosa y temerosa, a la vez, de éstas (como lo fue su madre, conocida de Celestina). Finalmente se dejará contagiar también por el deseo, como su ama, deseo incluso hacia el propio Calisto (pretendiendo suplir en una escena a su propia ama).
  • CENTURIO.
    No tiene ningún rasgo de individualidad, sino que está tomado casi sin alterar del “miles gloriosus” de la comedia clásica.  Es un "chulo", que vive como proxeneta de las prostitutas, fanfarrón y cobarde.

10. EL LENGUAJE EN "LA CELESTINA".

Por lo que se refiere al lenguaje, en la obra confluyen:

  • un lenguaje aristocrático, visible en: construcciones bien estructuradas y cultas, como podemos comprobar en la organización estructural del acto IV, cuando Celestina intenta seducir a Melibea para que se vea con Calisto, que
    « se organiza en tres periodos dramiticos proporcionados: (1) anticlímax, representado por las razones de Celestina sobre temas abstractos (vejez, riqueza) y por las alabanzas, "captatio benevolentiae"; (2) clímax dramático con la ira de Melibea al oír el nombre de Calisto; (3) postclímax con disculpas de la alcahueta, sus elogios a Calisto y las excusas de Melibea».
    [Rubio, Carlos. "El juego de seducciones de La Celestina: una estructura dramática", in Celestinesca, II, 1 (1978), pág. 17 ].

    Plagado de elementos latinizantes y alusiones retóricas, etc., del que Carmelo Samonà (Aspectos del retoricismo en La Celestina) hizo un profundo análisis, señalando la capacidad innovadora del autor;

  • un lenguaje natural y espontáneo, que recuerda el habla popular y que se plaga de refranes y sentencias.
Es decir, como dijo Lapesa, en su “Historia de la lengua española, en esta obra confluyen la tendencia sabia de los humanistas y la popular del “Corbacho”.

Los personajes utilizan estos niveles según la situación dramática y el interlocutor; es decir, Rojas rechaza las normas de la retórica que asignaban un registro invariable de acuerdo con la condición social. Más aún, Otis Handy (“El desfloramiento psicológico y retórico de Melibea”) ve un cuidado lenguaje del autor para decir mediante alusiones gracias a un buen uso de la retórica e interesante fue el estudio de Eukene Lacarra (“Sobre los dichos lascivos y rientes en Celestina”) para que pudiéramos conocer en toda su extensión el descarado humor erótico de la obra.


Por eso, podemos decir, con Marta López que

« Si bien es innegable que los personajes humildes adoptan registros formales y sociolectos cultos en muchas de sus intervenciones, no faltan los pasajes en que se observa tanto la existencia de diferencias lingüísticas entre nobles y humildes como una adecuación del registro a la situación (...). Los diálogos de 'La Celestina' son un ejemplo de mimesis del habla, en que se transponen en clave retórica algunos rasgos de la conversación ordinaria (...). Se perfilan así, por un lado, rasgos coloquiales de los que los locutores son conscientes y que por consiguiente pueden ser utilizados intencionalmente con una función «coloquializadora» u «oralizadora» (esencialmente, los relacionados con la contextualización y con el componente léxico-semántico) y, por otro, rasgos coloquiales no conscientes o cuya oralidad es tan marcada que no admiten una transposición literaria (las construcciones sintácticas típicas del discurso no planificado).
La Celestina representa así un ensayo de «escritura de la oralidad». Los autores utilizan y al mismo tiempo renuevan el repertorio estilístico disponible a finales del siglo xv, producto de una compleja combinación de recursos lingüísticos y retóricos».

[López Izquierdo, Marta. "Personaje y lengua en La Celestina: Nuevas perspectivas de estudio», in Celestinesca, 32 (2008), pág. 186].


11. TÉCNICAS DRAMÁTICAS EN "LA CELESTINA".

Mª Rosa Lida estudió las técnicas dramáticas empleadas en "La Celestina", destacando diez:

GEMINACIÓN.
Consiste en la repetición de algo semejante a lo largo de una obra.
Cada retrato individual está completado y enriquecido por el reflejo (paralelo o contrastado) de las figuras que se mueven a su alrededor. Así tenemos las parejas formadas por Pármeno y Sempronio, Areúsa y Elicia o Celestina y Centurio…
También afecta a dichos y situaciones, y su función consiste en reflejar la variedad de la vida.
Por último, cuando se da en las situaciones, simboliza la etapa recorrida a lo largo del argumento.

MOTIVACIÓN.
Ya hemos dicho que la estructura interna de la obra responde al esquema causa-efecto, y es que el carácter de los personajes motiva la trama y es el causante del desenlace de la obra, de ahí la importancia de este aspecto.

IRONÍA. Está presente en toda la obra, tanto a nivel verbal como de hechos y situaciones.

HUMOR.
Dorothy Severin (“Humor en La Celestina”) reivindicó los rasgos de humor en “La Celestina”, toda vez que la obra por sus contemporáneos era vista como un libro cómico, clasificándolos en:

humor verbal (juegos de palabras, chistes obscenos, cambio de registro, manipulación de refranes),
parodia (comportamiento de los personajes, parodia del amor cortés),
préstamos cómicos del teatro (uso del aparte, acciones),
■ y sátira (contra el clero, p. ej.).
ACOTACIÓN.
Se trata de un recurso escénico de la comedia latina que “La Celestina” incorpora al texto dramático. Puede indicar:
■ la presencia o actuación de un personaje fuera de la acción;
■ el paso de un ambiente a otro;
■ la descripción del aspecto, la actitud o los gestos de los personajes;
■ la descripción del tiempo, el lugar o la acción que transcurre a distancia.
DIÁLOGO. Es la base de la obra y constituye una extraordinaria innovación. Podemos encontrar varios tipos de diálogo:
oratorio: constituido por largas réplicas y con artificio estilístico (anáforas, paralelismos, interrogaciones retóricas, etc.). El ritmo depende de la situación, y por su contenido puede ser didáctico, narrativo o descriptivo.
de largos parlamentos: sirve para albergar los tópicos de la sabiduría medieval y suele alternar con réplicas breves.
de réplicas breves: es el diálogo básico en la obra. Se organiza en breves parlamentos que sirven de enlace entre intervenciones más amplias.
muy rápido: es un diálogo muy vivo que anuncia la presencia o actuación de un personaje, manifiesta situaciones de especial tensión dramática o sugiere tretas de complicidad.
El diálogo, además de vehículo de comunicación entre los personajes, y de manifestación de sus ideas y sentimientos, sirve también para indicar circunstancias de tiempo y lugar a modo de acotación.

MONÓLOGO.
Suelen ser de gran extensión y muy retóricos. Sirven para dibujar los caracteres de los personajes y arrojan luz sobre la intimidad de sus almas.

APARTE.
Revela el pensamiento íntimo de quien lo pronuncia. A veces pasa totalmente desapercibido para el resto de los personajes, mientras que otras es advertido por los mismos que suelen pedir que se repita en alta voz.
Estudia M. B. Requejo, en la línea de E. Moreno Castillo, que argumenta el arte dramático de 'La Celestina', que éste se fundamenta entre la palabra dicha y callada o murmurada entre dientes, de unos personajes que se hallan solos enfrentados a sus pasiones y su visión pesimista de la vida, que les provocan irremediablemente heridas primero y luego la muerte.
[Requejo Carrio, Marie-Blanche. "Entre mots et silences. L'impossible dialogue de 'La Célestine'", in L'âge d'or, 5 (2012), [in línea: https://journals.openedition.org/agedor/924?lang=es ]

LUGAR.
Del diálogo fluyen multitud de escenarios. Conocemos así las casas de Calisto, Melibea, Celestina (emplazada «al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías, en la cuesta del río, una casa apartada, medio caída, poco compuesta e menos abastada») o Areúsa, pero también la ciudad (la plaza del mercado, la iglesia, las calles, etc.). No se trata de una ciudad concreta (ni Salamanca, ni Toledo, Talavera, ni Sevilla...), sino de una ciudad castellana prototípica (¿o sí, si el autor del Acto I fue Rodrigo de Cota, pudiendo indicar entonces que se trata de Toledo?).
[Calvo, Mario. "Rodrigo de Cota, autor de la Celestina", in ABC, 13/11/2011 [in línea: https://www.abc.es/20111113/local-toledo/abci-rodrigo-cota-autor-celestina-201111132126.html].

Estos escenarios surgen a medida que la acción lo requiere. Por ello nos encontramos:

Con escenarios dinámicos, a través de los cuales se pasa libremente de uno a otro;
Con espacios simultáneos, que permiten enfocar una situación desde dos puntos de vista antagónicos, como podemos comprobar en el Acto XVI, cuando Pleberio y Alisa están comentando el matrimonio de Melibea, mientras ésta está haciendo lo mismo con Lucrecia, pero con razonamientos opuestos.
TIEMPO.
Todos los personajes tienen una aguda conciencia del tiempo y de su fugacidad, lo que hace que deseen vivir intensamente. De hecho, esta conciencia del paso del tiempo y de la proximidad de la muerte en cada momento provoca un sentimiento que "se resuelve en una ansiedad que se vuelca en una verdadera impaciencia" para lograr el deleite.
[Berndt, Erma R. Amor, muerte y fortuna en 'La Celestina'. Madrid: Gredos, 1963, pág. 98].

Su preocupación por este aspecto se manifiesta además en la mención de tiempos concretos, con referencias al reloj ("¿qué hora da el relox?").
Hay que decir, no obstante, que en esta obra no hay correspondencia estricta entre el tiempo real y la duración de las distintas acciones. Por eso, se nos proponen dos visiones del tiempo: un tiempo explícito y otro implícito.

Tiempo explícito, que se corresponde con el desarrollo lineal de los hechos, que vemos en la representación,
■ y un tiempo implícito, que nos citan los personajes y que no hemos visto.
En resumen, podemos esquematizar las dos visiones temporales del siguiente modo:
■ Actos I a XV, han pasado tres días y parte de otro de acción ininterrumpida (hay un tiempo implícito que señala algunos días más por los comentarios a “el otro día”, que hemos citado).
■ Lapsus de tiempo de un mes de duración (que se corresponde con el tiempo implícito).
■ Actos XVI a XXI, han pasado un día y parte del otro.

Pero, además, podríamos hablar del tiempo sentido, psicológico, subjetivo, por cada personaje. Así, para Calisto se hace eterno el paso del tiempo de las horas del día, deseoso de que llegue la noche y gozar sexualmente de Melibea.

[Cfr.: Galarreta-Aima, Diana. "El tiempo en 'La Celestina': el deseo, el placer y el egoísmo como motivos de interpretación de la obra", in Celestinesca, XXXV (2011), pp. 43-66].

12. INTENCIONALIDAD Y SENTIDO EN "LA CELESTINA".

Seguiremos en esta materia lo ilustrado por J. M. Rozas (en su “Historia de la literatura española”). Ha sido esta una de las cuestiones más discutidas y ha dado lugar a interpretaciones muy diversas, a veces contradictorias, sobre todo, porque son evidentes las numerosas situaciones de ambigüedad de algunos pasajes.
[González Boixo, José Carlos. "La ambigüedad de 'La Celestina'", in Archivum, XXIX-XXX (1979-1980), pp. 5-26.]

TESIS DIDÁCTICA.
Respecto a las advertencias del propio autor (o autores), en lo referente al didactismo como "remedium amoris", se señala por una parte de la crítica que son ambiguas. En efecto, el autor escribe que amplía la obra para recrearse en los lances de amor:hallé que querían que alargasse en el proceso de su deleyte destos amantes”; pero también "contra lisongeros y malos sirvientes y falsas mujeres hechizeras", advertencia reiterada en las octavas que siguen a “El autor a un su amigo”: “es la final ver la más gente / buelta y mesclada en vicios de amor; / estos amantes le pornán temor / a fiar de alcahueta ni falso sirviente.” Es por ello que Mª Rosa Lida ha visto en la Tragicomedia un didactismo por contraste: como una “Historia Magistra Vitae o D. S. Severin como un "speculum de la vida humana", en donde el final trágico de los personajes ejecuta justicieramente la lujuria, la codicia, los celos, la envidia, y la irresponsabilidad paternal y filial.
Este fue el método propio del argumento ex contrario, que se enseñaba en la escolástica de raigambre agustiniana en la universidad de Salamanca, y que fue muy común en los moralistas y predicadores medievales (incluido Juan Ruiz, arcipreste de Hita): enseñar la maldad y sus consecuencias para que el alumno/lector colija por sí mismo el bien.

TESIS SOCIOLÓGICA.
Parece obvio que la obra de Rojas tiene de medieval el tratamiento de tres grandes temas: censura del loco amor, los embates de fortuna y el carácter igualador de la muerte en la línea de las danzas de la muerte: mueren todos los estamentos en la obra.
Pero a la par, el (posible, supuesto) carácter converso de Rojas se vería en el retrato de una sociedad, la del siglo XV, donde individualiza y fija esos temas en un aquí y un ahora en unos hombres concretos, por lo que la obra estaría anunciando el antropocentrismo y el carácter reformista del Renacimiento.
De este modo, la obra sería el exponente de las tensiones sociales de la época (Maravall, Rodríguez Puértolas) o, más concretamente, el autor/es pretendieron reflejar un problema socio-religioso típico de la situación de su tiempo:las dificultades para unirse en matrimonio un caballero cristiano viejo (Calixto) con la hija (Melibea) de un poderoso judío converso” (E. Orozco, F. Garrido Pallardó, S. Serrano...).
Esta idea se vería reforzada si observamos que en lo que sí tiene acuerdo la crítica es en que la obra está reflejando un mundo en descomposición: la transición entre la Edad Media y el Renacimiento, donde es lícito el ascenso social (antinatural según la concepción medieval) y que quebranta el orden del Medievo: Fernando de Rojas (o los autores diversos) pretende mostrar la vida tal como es, y no como debiera serlo, de tal modo que expulsa a unos tipos de amor cortés de sus marcos literarios convencionales y los introduce en su mundo coetáneo.
En este sentido, presenta un entorno secularizado en extremo donde sólo tiene valor el poder carnal, no el espiritual, -representado por Calixto y Melibea- y los bienes terrenales (con el nuevo fetichismo del dinero -"todo lo puede el dinero: las peñas quebranta, los ríos passa en seco; no hay lugar tan alto que un asno cargado de oro no le suba", acto III-), no el deseo de vida eterna –mostrados claramente por los criados desleales -. Todos los protagonistas son tanto instigadores como víctimas de la tragedia y son condenados, en la línea epicúrea propia de este tiempo, por no saber gozar la vida sin ponerla en riesgo.
[Cfr.: Rodríguez Puértolas, Julio. "'La Celestina' o la negación de la negación", in Verba hispanica XV, a (2007) pp. 17-34].

TESIS FILOSÓFICA.
Al mismo tiempo, en relación con los datos anteriores, observamos además que las acometidas de Fortuna se objetivan en el trágico final de los personajes, que son llevados al fatal desenlace por su imprudencia: así lo apunta Pleberio en su planto a la muerte de Melibea, donde alude a los malos efectos del amor alocado y la Fortuna, en la línea del estoicismo petrarquista.
Esto nos conducirá a la denominada tesis filosófica, defendida por Ángel Alcalá, que señala que la obra nos da una visión esperpéntica de su época, una parodia de su mundo basada en un neoepicureísmo que contempla la vida como pasión inútil. Téngase en cuenta que en esta época, las ideas de Epicuro, Diógenes Laercio, Valerio Máximo y, sobre todos, Petrarca –autores todos conocidos por Rojas y que aportan continuos aforismos y loci a la obra- señalaban la prudencia como “remedia amoris et fortunae: los personajes no se hicieron fuertes, ni contra las pasiones ni contra la fortuna, de ahí su final, aún más desamparado si vemos que todos mueren sin confesión.
Di Camillo (en “Ética humanística y libertinaje de La Celestina”), vinculando la obra al humanismo italiano, nos dirá que esta obra parodia las doctrinas éticas del humanismo italiano y los debates que sobre ellas se mantuvieron dentro y fuera de Castilla, tendiendo el autor a cuestionar todo con una “insidiosa libertad moral”.

TESIS EXISTENCIALISTA o JUDAIZANTE.
Otros críticos han querido ver en la obra un reflejo de la condición de judío converso del autor, defendiendo una tesis existencialista o judaizante (M. Pelayo, Maeztu, Adimolfi, Américo Castro, Gilman, Márquez Villanueva…). Para estos, la situación vital de Rojas, situación marginal y conflictiva, en permanente sensación de acoso, explicaría su visión cruda, negativa y angustiada del mundo, su ironía agnóstica, su postura estoica y el pesimismo que la empapa (quizá por influjo averroísta). Pero esta postura conlleva varios supuestos: un único autor (Rojas) y un origen converso (no demostrado).
Lo cierto es que lo más desolador de La Celestina es que no hay ningún orden divino que intervenga como corrector. La ausencia de menciones a la religión católica como marco doctrinal –salvo en las octavas, sentidas hoy como postizas- se ha interpretado como consecuencia lógica de esa (¿supuesta?) condición conversa de Rojas, aunque tal vez sería mejor aludir a una llamada ética que hace éste a la sociedad de su tiempo como ciudadano culto. Mas también habría que añadir, como sugiere Mª Rosa Lida, que ese componente semita le haría más sensible a los cambios que se desarrollaron en su tiempo.
Aun así, hay elementos que no encajan, como el hecho de que Melibea, hija de armador, desee a un amante noble, lo cual no cuaja del todo con la pretendida idea de que ella sea una judía interesada en emparentarse con alguno de sangre vieja como Calixto. Maravall demuestra, por un lado, que estos casamientos eran habituales en esta época y, por otro, evidencia que Melibea no busca matrimonio, sino amor carnal: “No piensen en estas vanidades ni en estos casamientos, que más vale ser buena amiga que mala casada. (...) que ni quiero marido, ni quiero padre ni parientes”, afirma ella.

TESIS ESTRICTAMENTE LITERARIA.
Por último, tras un minucioso análisis literario de la obra, Mª Rosa Lida llegó a la conclusión de que toda ella se explica recurriendo a antecedentes literarios, constituyéndose en una obra paródica del amor cortés, por lo que subraya el carácter fundamentalmente artístico que la obra posee. La intendionalidad moralizante sería secundaria: "La Celestina no tiene moraleja, por más que insistan en ella las admoniciones en prosa y verso que la encuadran, aunque sí tiene moral.".

13. POPULARIDAD Y TRANSCENDENCIA POSTERIOR DE "LA CELESTINA".

La Celestina”, ya hemos mencionado más arriba, tuvo un éxito inmediato, como lo demuestran las ediciones y traducciones que se hicieron. Entre 1499 y 1634 se han calculado hasta 109 ediciones españolas, además de las 24 en francés, 19 en italiano, dos en alemán, una en latín clásico y hasta una en hebreo. Como se ve, su éxito es muy superior al que obtuvo “El Quijote” en el s. XVII. Desde muy temprano parece también que los lectores rechazaron el título y lo reemplazaron por el más popular de “La Celestina”, como se comprueba en el hecho de que Juan Luis Vives en 1523 y Juan de Valdés en 1535 citaran la obra con este título.

Siguiendo a Stephen Gilman, podemos afirmar que las imitaciones que se hicieron de la obra presentaron tres tendencias:

• exagerar el erotismo y el humor burdo –como en La Thebayda-,
• enmendar las fallas morales de los amantes, uniéndolos en reparadoras bodas –así en La Segunda Celestina-,
• o, por el contrario, remarcar el castigo –sirva de ejemplo La penitencia de amor-.
Su influencia fue tal que desde 1513 fue objeto de muchas y diversas imitaciones y refundiciones, tanto en España como en Italia y los Países Bajos. Así:
• tuvo diversas imitaciones menores ( la “Comedia Tebaida”, la “Comedia Hipólita”, la “Comedia Serafina”, las tres anónimas, que probablemente se publicaron juntas en Valencia en 1521; la “Tragedia Policiana” (Toledo, 1547); la “Comedia Florinea” (1554), de Juan Rodríguez Florián; la “Comedia Selvagia” (1554), de Alonso de Villegas);
• varias continuaciones (de Feliciano de Silva, “Segunda Celestina”, (1534) ; de Gaspar Gómez de Toledo, “Tercera parte de la comedia de Celestina” (1536) y de Sancho de Muñón, “Tragicomedia de Lisandro y Roselía” (1542);
• y surgieron numerosas imitaciones (como la “Penitencia de amor” (1514), de Pedro Manuel Ximénez de Urrea; la “Euphrosina”, de Jorge Ferreira de Vasconcelos…),
• incluso en verso (como las “Coplas de las comadres” (1515), de Rodrigo de Reinosa; un anónimo “Romance de Calisto y Melibea”, de 1513; la “Tragicomedia de Calisto y Melibea nuevamente trobada” (1542), de Juan Sedeñopero).
Pero quizá lo más importante sea el molde genérico que inauguró (¿novela celestinesca dialogada?) y que fue seguido con posterioridad (como es el caso del “Retrato de la lozana andaluza” (1526) de Francisco Delicado o “La lena o El Celoso” (1602) de Alfonso Velázquez de Velasco; “La pícara Justina” (1605) de Francisco López de Úbeda y “La hija de Celestina” (1612) de Alonso Jerónimo de Barbadillo).

Finalmente, diremos que ecos del personaje de “Celestina” hallaremos innmediatamente en otras obras, como podemos ver en la Gerarda de “La Dorotea” de Lope de Vega o en la Fabia de “El caballero de Olmedo”.

Como ha dicho Criado de Val, "La Celestina no es sólo el título de una obra literaria, sino el de toda una familia". El tema, el ambiente y el estilo creados por la "Tragicomedia de Calixto y Melibea" se desarrollaron ya en un conjunto de textos de la primera mitad del XVI. El ambiente de estos textos roza o cae de lleno en lo prostibulario. El tono es eminentemente realista, están escritos en prosa y, por lo común, unen el retoricismo a la más puntual transcripción del habla de la calle.




RECURSOS AUDIOVISUALES.-

PELÍCULAS.

Película del año 1969 (1h 59'09'') de César Fernández Adarvín, interpretada por Julián Mateos , Elisa Ramírez, Amelia de la Torre, Hugo Blanco, Gonzalo Cañas, Heidelotte Diehl, Eva Guerr, Eva Lissa, Antonio Mancho, Antônio Medina, Uschi Mellin, Konrad Wagner.

② Miniserie en tres actos del año 1983 dirigida por Juan Guerrero Zamora, e interpretada por Miguel Ayones , José Caride , Gemma Cuervo , José Lara , Lorenzo Ramírez , Tina Sáinz , José Segura , Tony Soler. Pinche en estos enlaces para cada una de las partes. Parte Primera (1h, 1'17''), Parte Segunda (1h, 1'12''), Parte Tercera (1h 02'03'').

③ Película del año 1996, dirigida por Gerardo Vera, e interpretada por Terele Pávez, Penélope Cruz, Juan Diego Botto, Maribel Verdú, Jordi Mollà, Nancho Novo, Nathalie Seseña, Candela Peña, Lluís Homar, Anna Lizaran, Ángel de Andrés López, Ana Risueño y Carlos Fuentes. De esta película puede ver los fragmentos correspondientes al primer encuentro entre Celestina y Melibea, el asesinato de Celestina (min 4:29), la muerte de Calisto o el suicidio de Melibea.

④ Un híbrido con fragmentos de "Teatro de Siempre" de RTVE (1967), la miniserie “La Celestina” (1983) de Guerrero Zamora y la película "La Celestina" (1996) de Gerardo Vera (1996), que sirve de resumen de la obra, es el realizado por el canal de youtube "Resiliencia" titulado "Guía de lectura cinéfila: La Celestina": Primera parte (Actos I a XII) y Segunda Parte (actos XIII-XXI).

ADAPTACIONES TEATRALES.

① La realizada por "Teatro de Siempre", de RTVE, en 1967 (https://www.youtube.com/watch?v=qBftQg9Zcf0)

② La realizada por Óscar Ulises Cancino (2h 04'59''), titulada "Los amores de Calisto y Melibea y la vieja Celestina", y que podemos ver en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=eZoNPlNWgp8

③ La llevada a cabo por la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático de Perú en 2017 (1h 42'45'').

④ Una curiosa interpretación de danza y flamenco de "La Celestina" realizada por "Danzas y talleres María Antonia La Morris", puede verla en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=uqjRkRWUzp8.

VÍDEOS SOBRE LA OBRA Y ESTILO.

① El programa "Los Libros" de RTVE, dirigido por Jesús Fernández Santos emitió un capítulo dedicado a ella (49'05'').

② Una rápida reseña (13'50'')de la obra es la ofrecida por el canal de youtube "Los viajes de Lego", el cual tiene también un breve resumen de la obra por capítulos (34'57'').

③ La Biblioteca Nacional de España, en su ciclo de conferencias "Clásicos españoles a la carta", llevó a cabo una el 14-X-2014, leída por Esther Borrego, titulada "Fernando de Rojas y 'La Celestina', una obra de la Edad Media y los Siglos de Oro" (1h 11'16'').

AUDIOS SOBRE EL TEXTO.

① La obra completa (7h 16'19'') puede escucharla leída por el canal www.cultiva-t.com: https://www.youtube.com/watch?v=kuJMGxsCv8w

② Una antología fragmentaria de la obra, realizada por la editorial Anaya, puede escuchjarse en ivoox: "La Celestina de Fernando de Rojas. Nivel Superior 1600-2000 palabras.Clásicos adaptados Español como Lengua Extranjera" (1h 5'35'').

③ Una adaptación auditiva de la obra es la realizada por Radioteatro (Argentina) (1h 14'51''): https://www.ivoox.com/radioteatro-la-celestina-audios-mp3_rf_1286899_1.html.

④ La adaptación de "Teatro de Siempre", de RTVE, en 1967, puede escucharla en https://www.ivoox.com/celestina-audios-mp3_rf_1739708_1.html

⑤ Una adaptación de Antonio Martinez Asensio realizado en el podcast "Un libro una hora", que le resume bastante bien la obra, puede escucharla aquí, con una duración de 1h 27':


AUDIOS ANALIZANDO LA OBRA..

① Raúl Amores Pérez le ofrece un resumen completo del análisis de la obra a través de ivoox: "Estudio de 'La Celestina', atribuida a Fernando de Rojas" (57').

② En "Toledo en la Onda", programa de Onda Cero, el 16-10-2017 se analizó por Ángel del Cerro, "La Celestina", (1h 29'36'').

③ La Fundación Juan March, en 1990, realizó un Ciclo de Conferencias sobre "La Celestina. Perspectivas hispanosemíticas" pronunciadas por el profesor Francisco Márquez Villanueva. La llevada a cabo el 6-11-1990 se tituló "Historia y Antropología del tema celestinesco (I)" (54'15''); la del 8-11-1990 sería la segunda sesión que trató este aspecto: "Historia y Antropología del tema celestinesco (II)" (55'33''); el 13-11-1990 analizó "El 'existencialismo' de 'La Celestina', I" (53'55''), y la del 15-11-1990 completaría el tema anterior con "El 'existencialismo' de 'La Celestina', II" (48'45'').

④ Canal UNED ofrece un comentario de texto (25'11'') del "conjuro de Celestina", realizado el 8-12-2001, por el profesor Miguel Ángel Pérez Priego.

⑤ Conferencia “De comedia a tragedia: Fernando de Rojas compuso la Celestina”, de Remedios Prieto de la Iglesia, realizada en La Puebla de Montalbán, el 23-08-2012 (1h 21' 30'').

IMÁGENES.

Para la obtención de imágenes de las portadas e ilustraciones de ediciones antiguas, así como de las modernas, es utilísimo el portal celestinavisual.org (del que nos hemos servido para esta entrada).




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