La distinción entre lenguaje, lengua y habla fue establecida por Ferdinand de Saussure en su "Curso de lingüística general".
Antonio Hernández resume esta cuestión de este modo:
«La distinción entre lengua (langue) y habla (parole) y su relación con el lenguaje (o, a veces, la faculté de langage), representa uno de los más enigmáticos componentes de la doctrina de Saussure. De hecho, la evolución y la modificación caso continua de la dicotomía langue/parole y la distinción tripartita (que incluye la facultad del habla) puede ser seguida a lo largo de un período de más de veinte años en la carrera de Saussure. Para él, el lenguaje es una institución social, independiente del individuo y donde las innovaciones del habla se mantienen como expresiones individuales, a menos que sean aceptadas por la colectividad y llegue a ser parte de la lengua. El habla es considerada como la realización individual del sistema lingüístico, el acto del habla. Lengua y habla, como nos dice Konrad, pueden ser consideradas en oposición mutua de la siguiente manera: Lengua representa el hecho social, es pasiva (depende de lo colectivo), constituye un código (aprobado por la comunidad hablante). Habla designa el acto (de habla) individual, es activa (depende de la voluntad del individuo), convierte en realidad el código (en el acto individual).
En el "Curso de Lingüística General", Saussure dice que el habla es un acto individual de voluntad y de inteligencia, en el que conviene distinguir:
1º. Las combianciones por las que el sujeto hablante utiliza el código de la lengua con el objeto de expresar su pensamiento personal.
2º. El mecanismo psico-físico que le permite exteriorizar esa combinaciones.
Las características de la lengua vendrían dadas por cuatro apartados:
A) La lengua es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje.
B) La lengua, distinta del habla, es un objeto que se puede estudiar separadamente.
C) Mientras que el lenguaje es heterogéneo, la lengua así delimitada es de naturaleza homogénea.
D) La lengua es un objeto de naturaleza concreta. En palabras del propio maestro: "la lengua puede compararse con una sinfonía cuya realidad es independiente de la forma en que se ejecute, los errores que puedan cometer los músicos que la tocan, en modo alguno comprometen esa realidad".»
[Hernández Fernández, Antonio. Los errores lingüísticos. Valencia: Nau Llibres, 2004, pp. 52-53].
Pasemos en virtud de ello a señalar las posibles definiciones.
① Aunque F. de Saussure estableció algunas de sus características del concepto "lenguaje": «el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social», nosotros vamos a seguir la teoría innatista de Noam A. Chomsky, para la definición de lenguaje.
[Saussure, Ferdinand de. Curso de Lingüística General. Buenos Aires: Losada, 1945, pag. 37]
Así, diremos que el lenguaje es la capacidad innata que tienen todos los seres humanos para comunicarse a través de signos lingüísticos. Son pues tres los elementos que debemos sopesar en esta definicón: el ser una capacidad innata (no aprendida), exclusiva de los seres humanos, y que tiene una finalidad concreta: servir para que se comuniquen estos. De ahí que podamos señalar que es «una facultad universal que posee la especie humana para comunicarse. Y, atendiendo a su función comunicativa y, más concretamente, a la transmisión intencionada de información, se puede definir como el medio de comunciación específicamente humano».
[García-Macho, M. L. et al. Conocimientos basicos de Lengua española. Madrid: Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, 2017, pág. 8].
Esta capacidad innata que postula Chomsky como fundamental, fue previamente determinada por E. Sapir indicando que: «el lenguaje es un método exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada. Estos símbolos son, ante todo, auditivos, y son producidos por los llamados 'órganos del habla'».
[Sapir, E. El lenguaje. México: FCE, 1966, pág. 14].
Como vemos, Sapir enfatiza que el lenguaje es primariamente oral. Esto lo explicará después A. Martinet:
«en el hablar corriente, el lenguaje designa propiamente la facultad que tienen los hombres de entenderse por medio de signos vocales. Merece la pena detenerse en este carácter vocal del lenguaje. En los países civilizados, desde hace algunos milenios se hace uso con mucha frecuencia de signos pictóricos o gráficos que corresponden a los signos vocales del lenguaje. Esto es lo que se llama escritura. Hasta la invención del fonógrafo, todo signo vocal emitido era percibido inmediatamente o quedaba perdido para siempre. Por el contrario, un signo escrito duraba tanto cuanto durara su soporte: piedra, pergamino o papel, y los rasgos dejados sobre este soporte por el buril, el estilo o la pluma. Es lo que se resumía por medio del proverbio 'verba volant, scripta manent'. Este carácter definitivo de cosa escrita ha dado a ésta un prestigio considerable. Bajo la forma escrita se transmiten hasta nuestros días las obras litcrarias (por otra parte, así llamadas precisamente por esta forma escrita) que constituyen aún la base de nuestra cultura. Las escrituras alfabéticas ofrecen para cada signo una sucesión de letras, bien separadas en los textos impresos, que la escuela ha enseñado a conocer; cualquier español instruido sabe cuáles son los componentes del signo escrito 'caballo', pero le costaría esfuerzo distinguir los componentes del signo vocal correspondiente. De hecho, todo concurre para que se identifiquen en el espíritu de las gentes instruidas el signo vocal y su equivalente gráfico y para que este último se imponga como el único representante válido del complejo.
Esto no debe hacer olvidar que los signos del lenguaje hurnano son con prioridad vocales, que, durante centenas de miles de años, estos signos han sido exclusivamente vocales, y que todavía hoy la mayoría de los seres humanos saben hablar sin saber leer. Se aprende a hablar antes de aprender a leer; la lectura viene a doblar la palabra, jamás al contrario.»
[Martinet, A. Elementos de lingüística general. Madrid: Gredos, 1968, pp. 12-13].Esta capacidad innata humana para comunicarse que llamamos lenguaje se realiza a través de dos componentes: lenguaje y habla.
② La lengua, que es un sistema de comunicación verbal compartido por una comunidad lingüística y que mantiene la homogeneidad necesaria para permitir la intercomunicación de sus hablantes por encima de las diferencias lingüísticas concretas que puedan apreciar entre ellos. Para los hablantes es una forma simbólica de integración social, un vehículo de cultura y un signo de identidad. Es un hecho social, cultural, histórico y común a todos sus hablantes.
Este aspecto social de la lengua ya lo explicó Saussure, diciendo que la lengua es "la parte social del lenguaje", exterior al individuo. Incluso hay lingüistas que enfatizan que hay que ver en ella un componente, además, político, pues, por ejemplo, el dialecto se subordina a la lengua, de manera que se identifica con el idioma, quedando "sometido" generalmente por consideraciones estríctamente político-históricas.Aunque O. Ducrot y T. Todorov insistieron más en que «la lengua se define como un código, entendiendo por ello la correspondencia que se establece entre 'imágenes auditivas´ [debemos entender, en principio, que el lenguaje es inicialmente hablado, como hemos dicho más arriba] y 'conceptos'.»
[Ducrot, Oswald et Todorov, Tzvetan. Dicionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Madrid: Siglo XXI, pág. 143].Y para conseguir la unificación de la lengua para todos los hablantes está la norma, que regula todos sus planos: el fónico, ortográfico, morfosintáctico y léxico semántico (este concepto de norma fue introducido por Roman Coseriu).
Los criterios empleados para fijar la norma suelen ser: de autoridad (cuando es empleada una expresión con regularidad por personas de prestigio literario o científico) y de uso (cuando es utilizada por la mayoría de los hablantes en el uso culto durante el tiempo suficiente para que permanezca fijada). En España esta labor la hace la institución de la Real Academia de la Lengua (RAE), fundada en 1713, bajo el lema “limpia, fija y da esplendor”: limpia la lengua de usos incorrectos, fija las reglas de uso y contribuye a su riqueza y desarrollo. Las reglas vienen fijadas en: la Nueva Gramática de la Lengua Española, de 2009, Ortografía, de 2010 (con pequeñas variaciones desde entonces) y el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, de 2014 y actualizacion en líena de años sucesivos. Conjuntamente, por la extensión del español en otros lugares del mundo, participan en esta labor la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española de todo el mundo).
Llegados a este punto, debemos recordar que Gómez Borrego nos dijo que debemos tener cuidado con el empleo de los dos términos que llevamos definidos, pues el lenguaje es «la facultad del hombre para comunicarse mediante sonidos orales articulados o escritos; y no debe usarse por lengua (sistema de signos orales o escritos y reglas de combinación y oposición entre ellos). Así, podremos hablar de “la lengua de un país“ y no “del lenguaje de un país“; o bien de “las lenguas que se hablan en España“. Así pues, lenguaje es una facultad; lengua, un sistema».
[Gómez Torrego, Leonardo. El léxico en el español actual: Uso y norma. Madrid: Arco/Libros, 1995, p. 111].③ El dialecto es la forma o realización concreta que, por razones de evolución lingüística, adopta una lengua en una determinada zona geográfica. Ejemplo: el andaluz es un dialecto del castellano. Esas variantes no afectan a la unidad global del sistema de esa lengua.
④ El habla es la realización/uso individual de una lengua que cada hablante hace de la lengua. Solo existe en actos concretos de comunicación de cada individuo. Es "el acto singular por el que un emisor cifra un mensaje concretamente, extrayendo del código los signos y las reglas que necesita en ese momento".
[Jiménez Ruiz, Juan Luis. Lingüística General. I. Guía docente. Alicante: Ed. Club Universitario, 2013,pág. 383].Así, O. Ducrot y T. Todorov consideran «el habla es la utilización, la actualización de[l] (...) código [/de la lengua] por los sujetos hablantes».
[Ducrot, Oswald et Todorov, Tzvetan. Dicionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Madrid: Siglo XXI, pág. 143].Esto es, es un acto puntual y concreto, pues como dice el DRAE, se trata de un «acto individual del ejercicio del lenguaje, producido al elegir determinados signos, entre los que ofrece la lengua, mediante su realización oral o escrita». Muchas veces no coincide ese uso con la norma (motivado por las diversas variedades lingüísticas).
Al conjunto de hábitos lingüísticos de una persona con relación a la lengua estándar, es decir, el habla o forma característica de hablar de un individuo, se llama idiolecto. Por tanto, podemos decir que el habla se diferencia de la lengua en que ésta son fenómenos sociales, colectivos, propios de los grupos que los utilizan.
Tampoco debe confundirse el habla con el sociolecto, que es una variante de la lengua hablada por un determinado estrato social, pudiendo distinguir entre jerga (“cualquier variedad de lengua propia de una profesión, oficio o deporte” -jergas de abogados, arquitectos, médicos, abogados...-, que suelen estar llenas de tecnicismos o jergas juveniles -propias del colectivo de personas de esta edad-) y argot ("aquella variedad de lengua cuyos usuarios intentan que los de fuera de su grupo no les entiendan", por lo que suele ser propio del mundo del hampa, las drogas, penitenciario...) Citando a Lope Blanch, «del estudio del lenguaje se ocupará la Lingüística General o Teoría del Lenguaje, atendiendo a los elementos comunes a todas o a la mayor parte del mundo en general. Del análisis de cada una de las lenguas particulares en su estructura y funcionamiento en cuanto sistema general se ocupará la Gramática. Y de los dialectos o realizaciones concretas de las lenguas en todas sus complejas y variadas manifestaciones se ocupará la Dialectología».
[Lope Blanch, Juan M. Cuestiones de Filología española. México: UAM, 2005, pág. 11].
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