Consecuencia de ese mosaico étnico y religioso que hemos visto, será el desarrollo de un territorio también multicultural. Porque evidentemente la llegada de los árabes a la península rompió con todo el desarrollo histórico anterior: no fueron sólo una superestructura de poder, como había ocurrido con los visigodos, sino que pusieron en marcha procesos que dieron como resultado una realidad no continuadora de la Hispania visigótica.
Ya lo señaló José María Blanco White, diciendo que España se había conformado a través de un pasado multicultural, multiétnico y plurirreligioso, antes de la monarquía católica de 1.492. Por ello, retomando esta idea, diremos que éste es un período de una enorme interculturalidad (tesis de Américo Castro) [España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Buenos Aires, Losada, 1.948], de hibridismo, mestizaje cultural , con sus características propias y fusionadas, en donde esa convivencia conflictiva de las tres razas es lo que fraguará “lo español”, construido este concepto a lo largo de los siglos VIII y XII, y, fundamentalmente hacia el año 1.000, creando en España, en palabras de Olagüe, “una cultura con tres religiones”.
Frente a este postulado, como hemos visto, los hay que consideran que deberíamos estudiar este período como una época de continuidad y lenta transformación, tal y como establece la “tesis de la continuidad hispánica” (tesis de Claudio Sánchez Albornoz [España, un enigma histórico. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1.962], que considera, que predominó siempre en España lo autóctono frente a las influencias exteriores de los conquistadores. Así, por ejemplo, recuerda Sánchez Albornoz que hasta principios del siglo XII en Al-Ándalus se hablaba romance (incluso el califa y los nobles de estirpe oriental) por la mayor parte de la población ―denominándola Federico Corriente como lengua “romandalusí”―, siendo escasos los que sólo hablaban árabe y muy abundantes los bilingües.
Esta interculturalidad la vio muy clara Ibn Rushd (Averroes) en su Comentario a los «Meteorológicos»:
Que se conservara la lengua propia del país no quiere decir que no se fuese arabizando poco a poco la población. Simonet nos recuerda que a partir del 790 aproximadamente, las autoridades musulmanes decretaron la obligatoriedad de la enseñanza del árabe a los cristianos de Córdoba. [Simonet, Francisco Javier.- Historia de los mozárabes en España. RAH, Tomo XIII. Madrid, vda. e Hijos de M. Tello, 1.897-1.903, pag. 277]. Por eso Álvaro, hacia el año 850, se lamentaba de que los jóvenes sabían mejor árabe que latín, y en este mismo siglo IX el obispo Johannes Hispalensis (que se hacía llamar Abu Said al-Matrán) traduce los Evangelios y redacta un comentario en árabe del Nuevo Testamento. El primer texto "árabe cristiano" conocido data del ano 889. Se trata de la traducción versificada del "Libro de los Salmos" hecha por Hafs ibn Albar al-Qutí (el Godo) con la ayuda del obispo cordobés Valencio. Más tarde, hacia 1.050, se redactará también un tratado de derecho canónigo en árabe.«Esto es lo que ha sucedido en la tierra de al-Andalus con los descendientes de los árabes y beréberes, que la naturaleza [tras la mezcla de sangre] los ha igualado con los naturales de aquella tierra y por esto se han multiplicado entre ellos las ciencias».
El desarrollo de las interrelaciones culturales son evidentes en las costumbres: baste recordar el “Calendario de Córdoba” de Recemundo o “Kitab al-‘Amwa”, de 961, calendario astronómico, metereológico, agrícola y litúrgico, de carácter bilingüe, y que refiere fiestas cristianas ―incluso de origen oriental―; o cómo algunas fiestas preislámicas ―Navidad, por ejemplo, fecha en que se intercambiaban regalos― también se mantuvieron entre los musulmanes andaluces, o el celebrar la fiesta de “Ansar” o San Juan y el jueves de abril (jamis abril); y a la inversa, como el que las mujeres cristianas adquirieran la costumbre de no salir a la calle sin el velo, o que a partir del siglo IX se ordenara la circuncisión a todos los cristianos, con el respaldo y orden del obispo de Elvira); o costumbres judías, como el emplear los árabes el cuerno para llamar a la oración; o como nos recuerda Emilio García Gómez, las jarchas serán posible gracias a que había una sociedad perfectamente bilingüe.
Pero también lo es en los propios antropónimos (se arabizaron casi todos los mozárabes el nombre: recordemos que el obispo Recemundo de Elvira se hacía llamar Rabí ibn Said, que el metropolitano de Toledo, Johannes, se llamaba Ubayd-Allah ibn Qasim, que el obispo Johannes de Córdoba se nombraba Asbag ibn Abdallah, etc.), en el arte (recordemos el arco de herradura que es el símbolo de unión entre el visigotismo isidoriano, el islam y el mozarabismo), el respeto a la cultura del vino o a la condición de la mujer, que gozó de mejor estatus civil que en el resto del Islam, y algunas cuestiones religiosas (traigamos a colación las constantes correcciones de los obispos y concilios hacia las actitudes de los mozárabes).
[Cfr.: Manuel Rincón Álvarez.- Mozárabes y mozarabías. Salamanca, Univ. Salamanca, 2.003]
Por ejemplo, según la "Crónica mozárabe", el diácono toledano Pedro tuvo que componer un tratado de sentencias de los Santos Padres y otras autoridades, dirigido a los mozárabes sevillanos que tenían prácticas “sinnagogizare” (judaizantes), como las que llevaban a cabo “por las pascuas celebradas erróneamente”, pues la hacían coincidir con la Pascua judía.
De hecho, Roger Wright ["The End of Written Ladino in Al-Andalus”, in The Formation of al-Andalus. Aldesrhot, Ashgate, 1.998, pp. 19-35] muestra que la arabización y la islamización no fueron procesos paralelos: pensemos que en la toma de Toledo, en 1.085, había comunidades cristianas alfabetizadas en árabe y de habla romance; y Fierro insiste en que la islamización no está “necesariamente unida a la arabización lingüística, tal y como demuestra el caso de Irán”, aunque “en el caso de al-Ándalus sí se produjo la pérdida final de la lengua romance de la población indígena aunque durante varios siglos hubo una situación de bilingüismo”. Así, podemos encontrarnos en todo Al-Andalus con habitantes que hablaban y escribían en árabe, que hablaban y escribían en rumí (romance andalusí), que escribían con grafía árabe la lengua rumí (aljamiado) o que escribían con signos latinos su lengua árabe.
De hecho, Menéndez Pidal nos señaló que "durante más de los dos siglos primeros de islamismo predomina la aljamía en la España musulmana” [Menéndez Pidal, Ramón.- El idioma español en sus primeros tiempos. Madrid, Espasa-Calpe, pág. 34] y Lévi-Provençal recuerda que la lengua romance siguió siendo hablada por el pueblo, fundamentalmente en las zonas rurales, habiendo un número muy elevado de personas bilingües en la mayoría de los muladíes.
BIBLIOGRAFÍA.-
• Cabrera, Emilio.- "Los cristianos de al-Andalus y el problema de la convivencia durante la época omeya", in Actas de III Congreso de Hª. de Andalucía. Andalucía medieval, I (Córdoba, 2003), pp. 231-249.
• Castro, Américo.- España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Buenos Aires, Losada, 1.948.
Chalmeta, P..- Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus, Madrid, 1994.
• Fernández. A. et Fierro, M..- "Cristianos y conversos al Islam en al-Andalus bajo los Omeyas: una aportación al proceso de islamización a través de una fuente legal andalusí del siglo III/IX", in Caballero, L. et Mateos, P (eds ). Visigodos y Omeyas: un debate entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media. Madrid, 2001, pp. 415-428.
• Monferrer, J.P..- "Los cristianos arabizados de al-Andalus", in Historia de Andalucía. 3. Andalucía en al-Andalus.
• Rincón Álvarez, Manuel.- Mozárabes y mozarabías. Salamanca, Univ. Salamanca, 2.003.
• Sánchez Albornoz, Claudio.- España, un enigma histórico. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1.962.
• Simonet, Francisco Javier.- Historia de los mozárabes en España. RAH, Tomo XIII. Madrid, vda. e Hijos de M. Tello, 1.897-1.903.
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