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25 de septiembre de 2022

MINILECTURA: "RODRIGO O LA TORRE ENCANTADA" (1800), de Donatien Alphonse Francois de Sade (Marqués de Sade)


Relato integrado dentro de "Los crímenes del amor", recopilación de relatos publicada por el Marqués de Sade en 1800.


Rodrigo, rey de España, el más sabio entre los príncipes en el arte de encontrar nuevos placeres, el menos escrupuloso en la forma de procurárselos, considerando al trono como uno de los medios más seguros para obtener la impunidad, a todo se atrevió para lograrlo, y no necesitando hacer caer, para obtenerlo, más que la cabeza de un niño, dictó sin remordimientos su sentencia; mas Anagilda, madre del desdichado Sancho, que tal era su nombre, y del cual Rodrigo, tío y tutor, quería ser también verdugo, logró descubrir la conjura proyectada contra su hijo y tuvo la suficiente habilidad como para prevenirla; se va al África, ofrece a los Moros el trono legítimo de España, les cuenta el propósito criminal que la ha impulsado a actuar, implora su protección y, cuando estaba a punto de obtenerla, muere con el desgraciado niño.

Rodrigo, totalmente ajeno a lo que pueda turbar su felicidad, Rodrigo rey, sólo se preocupa por sus placeres; para multiplicar las causas que puedan aumentarlos discurre atraer a su corte a las hijas de todos sus vasallos. Pretexta necesitar rehenes para estar seguros de ellos, velando así sus funestos designios. ¿Se resisten? ¿Reclaman a sus hijas? Culpable pronto de crímenes de Estado, hace pagar con la vida tal rebelión, y bajo su cruel reinado no es dado encontrar un justo medio entre la cobardía y la perfidia.

Entre las jóvenes que embellecían, gracias a tal recurso, la corte corrompida del soberano, Florinda, de unos dieciséis años, se distinguía de sus compañeras como la rosa de las flores. Era hija del Conde Juliano, a quien Rodrigo acababa de enviar al África para oponerse a las negociaciones de Anagilda; pero como la suerte de Don Sancho y de su madre hacían ya inútiles las tratativas, el conde podría haber vuelto, y lo hubiera hecho, a no ser por la belleza de Florinda. En cuanto Rodrigo vio por primera vez a esta encantadora criatura, comprendió que el regreso del conde obstaculizaría sus deseos; le escribió ordenándole quedarse en África, y con prisa por gozar de un bien que esta ausencia parecía asegurarle, indiferente a los medios para procurárselo, hizo un día conducir a Florinda a las habitaciones de su palacio y allí, más presuroso en obtener favores que en merecerlos, sólo se preocupó por despojarla aún más.

Si bien ocurre que quien ultraja olvida prontamente sus injurias, aquel que las recibe goza al menos del derecho de recordarlas.

Florinda, desesperada, no sabiendo cómo advertir a su padre de lo que acaba de ocurrirle, se sirve de una ingeniosa alegoría transmitida a nosotros por los historiadores, y escribe a su padre: que el anillo cuyo cuidado tanto le encomendara, acababa de ser roto por el mismo rey; que habiéndose precipitado sobre ella armado de un puñal, el soberano había destrozado esa joya cuya pérdida llora y por venganza clama; pero muere de dolor antes de recibir respuesta.

19 de septiembre de 2022

MINILECTURA. "EL LENGUAJE. CARACTERIZACIÓN DE SUS FORMAS FUNDAMENTALES", de María del Carmen Ugalde.

Ugalde, María del Carmen. "El lenguaje. Caracterización de sus formas fundamentales", in Letras, I, 20-21 (1987), pp. 15-34.

El lenguaje es un sistema de signos que utiliza el ser humano, básicamente, para comunicarse con los demás o para reflexionar consigo mismo. Este sistema de signos puede ser expresado por medio del sonido (signos articulados) o por medios gráficos (escritura). Estas dos posibilidades de los signos lingüísticos corresponden a los dos usos del lenguaje que llamaremos código oral y código escrito.

El código oral antecede, históricamente, al escrito. El código escrito debe su origen a la evolución social y política; el oral, a condiciones naturales y de él se establece posteriormente, el código escrito. Este orden cronológico de aparición de estas formas se repite en la adquisición del lenguaje. El niño primero aprende la forma oral del lenguaje y sólo más tarde (si tiene la posibilidad) aprende el código escrito.

Con la adquisición del lenguaje el niño se sociabiliza, lo adquiere en el contacto con los demás y, a la vez, se pone en contacto con los otros por medio del lenguaje.

A medida que adquiere el lenguaje, adquiere también la visión de mundo, la escala de valores de los otros miembros de su grupo social.

Como mecanismo socializador, el lenguaje contribuye a que el hombre sea en sociedad y no sólo individualmente, Por lo tanto, este proceso de socialización se inicia no sólo con el convivir, sino especialmente con el aprendizaje y uso del lenguaje del grupo, que actúa, muchísimas veces, como vehículo de cohesión e identidad grupal.

Hymes señala que

«el niño normal adquiere un conocimiento de las oraciones no sólo como gramaticales, sino también como adecuadas. El o ella adquiere la competencia de cuándo hablar, cuándo no, y de qué hablar con quién, cuándo, dónde, de qué forma. En pocas palabras, el niño llega a ser capaz de llevar a cabo un repertorio de actos de habla, de tomar parte en eventos de habla, y de evaluar la actuación de los demás. Además, esta competencia es integral con las actitudes, valores y motivaciones referentes al lenguaje, a sus características y usos, e integral con la competencia de, y las actitudes hacia la interrelación del lenguaje con el otro código de la conducta comunicativa».
[Hudson, R. A. La Sociolingüística. Barcelona: Anagrama, 1981, pág. 231].
El código oral se adquiere en el seno familiar. Es una forma muy flexible, espontánea y altamente significativa que se aprende en poco tiempo (al año el niño dice dos o cuatro palabras y normalmente a los 3 años ya no tiene ningún problema para comunicarse, sin que medie, necesariamente, un esfuerzo consciente y organizado de parte del niño, ni del grupo familiar. Sobre este punto se ha discutido en varias oportunidades. Chomsky, por ejemplo, considera que los niños aprenden a hablar a una edad muy temprana a pesar de que los adultos le hablan de manera incompleta, es decir, emitiendo oraciones a medias. Podríamos estar de acuerdo con Chomsky si nos apoyamos en los argumentos expuestos por Vygotsky en cuanto a las características del diálogo. Él considera que, en el diálogo, el lenguaje es siempre abreviado, y no es necesario emitir proposiciones completas por cuanto ambos interlocutores saben de qué están hablando. Ahora bien, siendo el diálogo la forma que más se usa en el hogar, es también la forma que más oye el niño y a través de la cual va adquiriendo el lenguaje. Pero el niño no se afecta por haber aprendido por medio de formas incompletas. Pareciera que en el contacto con el grupo familiar, también él participa de esa conexión mental que le permite adivinar y entender las partes de oraciones que en una conversación no se dicen, de manera que logra siempre formar la totalidad y expresar, posteriormente, proposiciones completas o incompletas según el grado de intimidad con su interlocutor.

18 de septiembre de 2022

MINILECTURA: "EL LENGUAJE DE LOS GESTOS" , de Pere Greenham.


Greenham, Pere. "El lenguaje de los gestos. Los europeos ostentan diferencias bien marcadas que van más allá de la geopolítica, razas y lenguas, sus gestos expresivos",
in Babelia (13), suplemento cultural de El País, 11 de enero de 1992, pp. 4-7.


Estando en un café al aire libre en los parisinos Champs Elysées, este verano fui testigo de una escena que ilustra perfectamente la intención de este artículo. Un caballero inglés, tras probar con delectación la consumición que había ordenado, y ante su nulo conocimiento de francés, hace un gesto aprobatorio al camarero. Junta el índice y el pulgar, levantando los dedos en el signo okay. El local estaba abarrotado por una clientela internacional. Se hace silencio a su alrededor y lo miran con hostilidad. Cogió su diario y, tras pagar, le oía farfullar “What’s wrong, what’s wrong?” [¿Qué pasa, qué pasa?]. Lo que ignoraba es que en Francia ese gesto significa cero y sin valor, en Malta equivale a acusar a un hombre de homosexual, en Grecia y Cerdeña se utiliza para insultar a alguien deseándole ser sodomizado. Y es que la implantación del esperanto y el ecu como moneda igualatoria puede llegar a funcionar en el intercambio comercial, mas no en el proceso comunicativo de expresión cultural. Los gestos primarios, como la timidez, la vergüenza, el cortejo y el miedo son expresados de igual manera por todas las razas y culturas. Sin embargo, ante una mayor complejidad del mensaje, surgen los gestos regionales, que caracterizan a un grupo étnico que usa un medio común de expresión. Dichos gestos enfatizan lo que se está diciendo, aunque pueden prescindir totalmente de la palabra. Es curioso observar que el factor geotérmico (norte-frío, sur-calor) es decisivo en la riqueza del repertorio gestual.

España.

Según los estudiosos del medio ambiente y sus repercusiones en la ecología y el comportamiento humano, Madrid, Barcelona y Tokio son las ciudades más cargadas de decibelios de todo el continente eurasiático. Ruido de coches, de máquinas tragaperras, de estar siempre en obras con toda la maquinaria de construcción. Al español, por regla general, el silencio le resulta asfixiante, de allí que se estudie, cocine, trabaje o espere con la radio o la tele puestas. Esto influye en que se chille en vez de hablar (para ser escuchados) y que se eche mano de gesticulaciones que hagan más claros nuestros enunciados y se enriquezca, por tanto, la expresividad. Es muy característico que casi sincrónicamente los hombres mayores hundan el cuello entre los hombros y volteen las palmas de las manos hacia arriba en una discusión. Esto provoca el típico acarraspamiento de la voz, que enfatiza un sentimiento de que cualquier cosa que se esté diciendo está siempre llevando la razón. 


El mismo significado tiene el gesto de golpear la mesa con los nudillos, que probablemente deriva del tute o de la brisca, juegos de carta muy practicados por la gente de edad avanzada. Católicos por antonomasia, el signo de la cruz se usa constantemente y en gran número de circunstancias. “Te lo juro por ésta”, se dice mientras se besa la cruz hecha con los dedos, como subrayando una verdad sagrada.

12 de septiembre de 2022

MINILECTURA: "EL MUNDO DE LAS SEÑALES", de JESÚS TUSÓN


“Por un momento, vamos a imaginar que salimos de un hotel y empezamos a caminar por una calle cualquiera de una ciudad cualquiera que nos es desconocida. Esta vez, nuestro objetivo no consiste en desplazarnos nerviosamente a un lugar determinado. Hemos salido para deambular, en busca de señales. Cruzamos las calles. En el centro, pisamos una línea larga, continua y blanca, pintada sobre el pavimento: los coches que circulen no pueden cambiar de carril. Subimos a la otra acera y alzamos la vista. En el chaflán, a unos tres metros de altura, pende un recuadro en el que se halla inscrita una cruz, dibujada en verde, con las aspas abiertas: hay una farmacia. En su fachada, la columna de mercurio de un inmenso termómetro marca treinta y cuatro grados centígrados: ya sabíamos que el calor era fuerte y nos sentimos, si no aliviados, al menos confirmados. Más allá, se despliega un toldo. En su lateral, sobre un círculo rojo, destacan unas letras blancas y sinuosas: tenemos un bar a nuestro alcance. Entramos y pedimos: «¡Dos cafés, por favor!». Al cabo de unos instantes, el camarero coloca dos cafés sobre la barra, delante de nosotros. A sus espaldas hay un panel con diversas figuras cónicas, de color marrón claro, que, en la parte superior, sostienen esferas de colores: en este bar sirven helados. Suena una música esquemática y mecánica: la máquina nos invita al juego. La miramos con desdén. Terminado el café, salimos. Hemos de cruzar la calle y, esta vez, decidimos hacerlo por el lugar oportuno. El semáforo está rojo: no debemos pasar y nos mantenemos en la acera con cierta impaciencia, pese a que nada nos apremia. Cuando se enciende la luz verde, nuestras piernas se disparan, casi al margen de la voluntad y, en pocos segundos, estamos en la otra acera. Hacia nosotros se dirige un hombre, amplios surcos en su cara y cabello blanco: es un anciano. Se detiene y nos ofrece la palma de su mano, hacia arriba, sin decir una palabrae dinero. Le damos unas monedas y continuamos nuestro camino (...)".

Tusón, Jesús. Lingüística. Una introducción al estudio del lenguaje, con textos comentados y ejercicios. Barcelona: Barcanova, 1984, pp. 7-8.



CUESTIONARIO.

1. Indique los signos o señales que aparecen en este texto y qué significan.

2. ¿Cuáles de los signos anteriores son verbales y cuáles no lo son?

3- ¿Atendiendo a lo sentidos, ¿cuáles de esos signos los consideraremos señales acústicas, cuáles táctiles y cuáles visuales?

4. De los anteriores signos, ¿cuáles son indicios, símbolos o iconos?

5. ¿Quién o quienes son el emisor y el receptor de estos mensajes?
Puede servirse de nuestra entrada en este mismo blog "Los 10 elementos de la comunicación"

6. ¿Qué canal y código se ha empleado en cada acto de comunicación?
Puede servirse de nuestra entrada en este mismo blog "Los 10 elementos de la comunicación"