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17 de noviembre de 2019

EL ROMANTICISMO LITERARIO EN ESPAÑA.


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
0. Introducción.
1. Contexto histórico en el que se desarrolló el Romanticismo. El siglo XIX español.

Período absolutista (hasta 1833): prerromanticismo.

Período liberal (de 1833 a 1844): Romanticismo.

Período revolucionario y de Restauración (1868-1900): postromanticismo.

2. Características generales del Romanticismo literario.
3. Diferencias entre el Neoclasicismo y el Romanticismo.
4. Características de la literatura del Romanticismo.

4.1. Los temas.

4.2. Estilo y lenguaje,

5. Géneros y autores del Romanticismo español.

5.1. El teatro en el Romanticismo.

5.1.1. Características del teatro romántico.

5.1.2. Autores.

Francisco Martínez de la Rosa.

Ángel García de Saavedra, Duque de Rivas.

Juan Eugenio de Hartzenbusch.

Antonio García Gutiérrez.

José Zorrilla.

5.2. La lírica en el Romanticismo.

5.2.1. Características de la lírica del romanticismo.

5.2.2. Autores.

Ángel García de Saavedra, Duque de Rivas.

José de Espronceda.

Gertrudis Gómez de Avellaneda.

José Zorrilla.

Carolina Coronado.

Poetas líricos postrománticos.

Gustavo Adolfo Bécquer.

Rosalía de Castro.

5.3. La prosa en el Romanticismo.

5.3.1. La novela histórica.

Enrique Gil y Carrasco.

5.3.2. Las leyendas.

5.3.3. Los cuadros de costumbres.

5.3.4. Los artículos periodísticos.

Mariano José de Larra.


0. INTRODUCCIÓN.

El Romanticismo es un movimiento revolucionario en todos los ámbitos vitales que, en las artes, rompe con los esquemas establecidos en el Neoclasicismo, defendiendo el predominio del sentimiento, la fantasía, la imaginación y las fuerzas irracionales del espíritu sobre la razón, de lo individual sobre lo colectivo y de la libertad creadora sobre las reglas.

La Revolución francesa (1789) aportó un nuevo marco político, ideológico y social que se extendió por Europa. Supuso el fin del poder absoluto de la monarquía y la desaparición de la sociedad estamental.

A estos cambios de carácter político hay que sumar el impacto de la Revolución industrial, que se inició en Inglaterra a finales del siglo XVIII y se difundió luego por toda Europa a lo largo del siglo XIX. Esta revolución trajo consigo la aparición de una nueva clase social, el proletariado, además de la consolidación de la burguesía como clase dominantes y el inicio de la doctrina económica capitalista.

Estos acontecimientos históricos propician el nacimiento, a finales del XVIII y principios del XIX, de un movimiento cultural de carácter liberal y revolucionario, que se opone al racionalismo ilustrado del Neoclasicismo.

Nace y se desarrolla con gran vigor en Alemania (Sturmund Drang, “tormenta y pasión”), que rechaza la razón y promueve el poder de los sentimientos, y en Inglaterra a finales del siglo XVIII.

Fueron románticos influyentes en España los alemanes Goethe (tanto en temas como en actitudes vitales, recordemos a su “Werther”, 1774, suicidándose; o a su “Fausto”, 1808-1832, pactando con el diablo para acceder al saber ilimitado) y Heine (por su intimismo lírico, de gran proyección en Bécquer); los ingleses Byron (en sus temas) y Walter Scott (que promoverá la novela histórica); y el francés Víctor Hugo (sobre todo en el teatro)

Además, el Romanticismo guarda evidentes conexiones con los movimientos anteriores: la idea de necesidad de progreso y modernidad la heredó de la Ilustración; el gusto por la literatura nacional, la mezcla de género y rechazo de las reglas, es un legado del Barroco; la utilización del paisaje como confidente fue un recurso empleado en el Renacimiento; y recoger temas tradicionales y leyendas medievales, son elementos de la literatura medieval.

1.- CONTEXTO HISTÓRICO EN EL QUE SE DESARROLLA EL ROMANTICISMO. EL SIGLO XIX ESPAÑOL.

El movimiento romántico llegó a España a finales del primer tercio del siglo XIX, más tarde y más atenuado que en el resto de Europa, cuando allí ya despuntaba el Realismo. Este retraso se explica por la situación política del país.

Recordemos, que, en España, el siglo XIX se abrió con la invasión napoleónica y la consecuente Guerra de la Independencia (1808-1812), y que este siglo se caracterizará por profundos cambios políticos, económicos y sociales:

  • Políticos: La forma de gobierno de la Monarquía Absoluta es sustituida a favor de las democracias liberales propugnadas por la burguesía (Constitución de Cádiz de 1812). Estas formas generaron grandes tensiones entre conservadores o absolutistas (partidarios del Antiguo Régimen) y liberales (defensores del sistema constitucional), representadas por los carlistas y los cristinos o isabelinos, durando casi todo el siglo.
  • Económicos: Se imponen doctrinas liberales que propugnan la libertad de trabajo, de capitales y de medios de producción. La Revolución Industrial introduce el maquinismo y la producción masiva. La invención del ferrocarril y del telégrafo revoluciona los medios de comunicación.
  • Sociales:
    • Desaparece la sociedad estamental, que privilegiaba a la nobleza y el clero, y surge la sociedad de clases,  donde el único rasero que mide al individuo es su capacidad económica no su origen. La burguesía se convierte, así, en la clase social dominante.

    • La Iglesia pierde buena parte de su poder económico y social, abriéndose paso el laicismo y el librepensamiento.
    • La población crece. El 80% de la población es analfabeta. Habrá que esperar a que en 1857, mediante la Ley Moyano, la escolarización sea obligatoria de los 6 a los 9 años.
    • Enorme importancia de la prensa escrita.

Estos cambios llegan tardíamente a España, que intenta adaptarse a la sociedad del “progreso” y de la industrialización (aunque muy lentamente).

En conjunto, pues, podemos decir que el S.XIX en España está marcado por la decadencia, por los enfrentamientos ideológicos entre conservadores y liberales―con un paréntesis durante la invasión napoleónica que dio lugar a la Guerra de la Independencia (1808-1814)― y por los conflictos sociales.

El romanticismo español fue de muy corta duración, pudiendo hablar de tres momentos:

PERÍODO ABSOLUTISTA (hasta 1833).

Se correspondería con los años finales del s. XVIII e inicios del XIX.

Al comenzar el siglo XIX, el emperador francés, Napoleón Bonaparte, invadió con su ejército nuestro país. Los españoles reaccionan y España se convierte en el escenario de una guerra, llamada Guerra de la Independencia, que termina con la expulsión de los franceses. Durante la guerra se reunieron las Cortes de Cádiz y elaboraron la Constitución de 1812, que concedía mayores derechos y libertades para el pueblo. Esto ocasionó duros enfrentamientos entre los partidarios de la reforma, llamados liberales, y los partidarios de que no se aplicara la Constitución, llamados absolutistas. A la cabeza de estos últimos se encontraba el propio rey, Fernando VII, que gobernaba con un poder totalmente absoluto.

LITERARIAMENTE, durante este período se estaba dando una reacción contra el Neoclasicismo, que se manifestaba en la expresión libre ̶sin ataduras de reglas y cánones ̶ de los sentimientos del poeta, la preferencia por los temas exóticos, y por expresar sentimientos, emociones, fantasías…

 Es lo que vamos a conocer como  Prerromanticismo español , que está representado por autores que, aunque primero pertenecieron al Neoclasicismo, al final de su vida inician una tendencia hacia este movimiento: Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista y fundamentalmente José Cadalso.

Durante este período, a través de El Diario Mercantil” de Cádiz, el padre de Cecilia Böhl de Faber  (Juan Nicolás BÓhl de Faber) expone las ideas románticas (de procedencia alemana, sobre todo con la defensa del teatro español del Ssiglo de Oro como prototipo de Romanticismo -como hicieron Schlegel, Lemercier o Sismondi-), e irán apareciendo numerosas crónicas en otros periódicos, como La Crónica científica y literaria de Madrid o El Europeo de Barcelona (donde escriben Aribau y López Soler) calando en todas ellas las nuevas ideas.

Son, pues, Cádiz y Barcelona los principales focos de entrada del Romanticismo en España, influyendo de manera decisiva, además, la traducción al castellano de “Werher” de Goethe en 1821 [que es la historia de un fracaso amoroso, acabando suicidándose el protagonista], y la llegada de los emigrados políticos, acusados de afrancesados por los conservadores absolutistas, y luego los represaliados fernandinos de 1823, que estuvieron exiliados en tierras inglesas y francesas, los cuales vinieron insuflados del espíritu romántico a partir de 1833.

PERÍODO LIBERAL (De 1833 a 1844).

Después de la muerte de Fernando VII (1833), los liberales se ponen de parte de su hija Isabel, enfrentándose a los que querían como rey a Carlos, hermano de Fernando VII. Éste era partidario del absolutismo. Los enfrentamientos entre estos dos nuevos sectores se llamaron Guerras Carlistas. En este tiempo son los liberales los que tienen el poder e intentan llevar a cabo grandes reformas en el país. La más importante es la reforma agraria y el saneamiento de la economía.

LITERARIAMENTE se caracteriza este período por la llegada a España de los liberales exiliados, en torno a 1832, provocando el   triunfo pleno del Romanticismo  hacia 1835, con el estreno de la obra teatral de Fco. Martínez de la Rosa (“La conjuración de Venecia”, 1834) y de la del duque de Rivas (“Don Álvaro o la fuerza del sino”, 1835), como motores de su desarrollo y éxito. Durará muy poco este movimiento literario, apenas diez años, dada la prematura muerte de la mayoría de sus grandes creadores, y a que en este período empieza a emerger el llamado Realismo literario.

Se viene señalando que el empuje de consolidación del Romanticismo en España lo generará el Prólogo, de “El moro expósito” (1834) del duque de Rivas, donde Alcalá Galiano, lanzará un verdadero manifiesto del Romanticismo español.
[En esta entrada de nuestro blog puede leer el texto de los "3 manifiestos del Romanticismo español (más destacables, realizados por) Ramón López Soler, Luigi Monteggia y Alcalá Galiano"].

El Romanticismo español adoptó dos direcciones:

  1. Romanticismo liberal y revolucionario, exaltado, combativo, que aspiraba a europeizar España, era anticlerical y de ideas progresista: individualismo -derecho de iniciativa, propiedad libre comercio…-, afirmación de los derechos humanos -con libertad de expresión, reunión…-, fe en el progreso técnico y en la limitación del poder del Estado, etc. (Mariano José de Larra, Mesonero Romanos, Espronceda, y sin tanta pasión Hartzenbusch, Gil de Zárate…)
  2. y el Romanticismo tradicional y conservador, doctrinariamente católico, caracterizado por la nostalgia de los valores tradicionales: monarquía absoluta, ideales caballerescos y patrios, religión… (Böhl de Faber, Duque de Rivas, José Zorrilla…).

PERÍODO REVOLUCIONARIO Y DE RESTAURACIÓN (1868-1900).

Tras el estreno de “Don Juan Tenorio” (1844) de Zorrilla, el Romanticismo cayó en declive. Será el período de la década moderada al que seguirá la Vicalvarada y la crisis del sistema isabelino. Durante este período España se encuentra estancada a causa de las guerras carlistas y el progreso es nulo. Existe un descontento general entre los ciudadanos. El enfrentamiento constante entre los liberales y los conservadores crea inestabilidad política.

En septiembre de 1868 se desencadena una revolución que pone fin al reinado de Isabel II. Durante esta época se producen grandes tensiones: la clase obrera convoca grandes huelgas. España ofrece un espectáculo deplorable a causa de los continuos enfrentamientos.

Luego, la proclamación de Amadeo de Saboya como nuevo rey fracasa muy pronto al abandonar éste el país en 1873.

Tampoco funciona la proclamación de la Primera República para calmar los enfrentamientos.

La situación no cambió hasta 1874, en que se nombra al hijo de Isabel II,Alfonso XII, como rey de España; período conocido con el nombre de Restauración.

LITERARIAMENTE es el período de decadencia y desaparición total del Romanticismo, dando paso al Realismo, salvo el paréntesis del   Postrománticismo   de Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.

2.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ROMANTICISMO LITERARIO.

  1. Irracionalismo.

    Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad: de ahí la afición de los románticos por lo sobrenatural, lo mágico y lo misterioso. Para ellos, el mundo es un misterio, algo oculto adonde la razón es incapaz de llegar.

  2. Subjetivismo.

    Dado que la razón tiene sus límites, se necesitan otras formas de conocimiento como la intuición, la imaginación y el instinto. Importan, por ello las emociones, sueños o fantasías que descubren los escondrijos del espíritu humano. Se revalorizan los sentimientos porque la pasión en el Romanticismo es una fuerza superior a la razón.

  3. Idealismo.

    Se siente predilección por lo absoluto, por lo ideal. Hay una conciencia de lo incompleto de la existencia humana, lo que les impulsa a buscar desesperadamente lo absoluto; de ahí su necesidad de acción y su vitalismo. Pero sus anhelos se ven insatisfechos, y esa insatisfacción les produce frustración e infelicidad.

  4. El genio creador.

    El artista no es un artesano que elabora sus obras tras un aprendizaje y siguiendo unos modelos. El arte es la expresión del genio creador que lleva dentro. El artista nace, no se hace. De ahí el valor de lo espontáneo, de lo original… La obra de arte es el resultado de un momento de inspiración de su autor.

  5. Individualismo.

    Nueva concepción del mundo: el Yo. El hombre romántico es un ser caracterizado por su egocentrismo (el individuo es el centro del mundo). La finalidad fundamental del artista romántico será la de expresar sus propias emociones, sus sentimientos, acciones: por encima de cualquier otra realidad está el “yo”. Todo esto lo conduce a la soledad, uno de los temas básicos del Romanticismo. En las obras románticas se expresan los sentimientos de sus creadores, sus desengaños, su insatisfacción, su ansia de infinito, su amor apasionado, su deseo de libertad, su obsesión por el destino como reflejo de su obsesión por este deseo de libertad…

  6. Rebeldía y libertad.

    El romántico es un rebelde que proclama su derecho a expresarse, el derecho del individuo frente a la sociedad, de la mujer frente al hombre, del obrero frente al patrón:  desafía a la sociedad. Es un hombre disconforme, perdido y angustiado en una sociedad con múltiples conflictos que no le satisface. Por ello, también rechaza las reglas, tanto sociales como artísticas (la de las tres unidades, la de que no debían mezclarse géneros, la de mantenerse en los cánones de los géneros…). Siente admiración por rebeldes célebres que ponen en duda lo establecido.

  7. Nacionalismo.

    Frente al universalismo anterior de los neoclásicos, ahora se proclama el nacionalismo político. Los románticos, que han perdido la fe en los valores absolutos tradicionales, encuentran un alivio en la comunidad que los liga a su entorno. Ahora se forja el concepto de pueblo como entidad espiritual a la que pertenecen unos individuos que comparten una cultura, lengua (se le confiere verdadero rango literario a las lenguas vernáculas, aparecen los regionalismos y localismos), costumbres, folclore, leyes (prevaleciendo los temas legendarios e históricos)… Así, cada país, región o localidad ensalza sus costumbres y valores tradicionales. Lo popular y lo folclórico adquieren un gran prestigio y darán lugar a un género importantísimo: el costumbrismo.

  8. Insatisfacción: el llamado “Mal del siglo”.

    El choque entre sus ideales y la realidad hacen que el romántico se encuentre insatisfecho con el mundo que le rodea. Un hondo sentimiento de vacío y soledad llevan al individuo hacia la melancolía, el pesimismo, y la desesperación ante la imposibilidad de lograr la felicidad en una sociedad con la que está en desacuerdo. Es lo que Hegel llamada la “conciencia desgraciada”. La vida aparece como un problema insoluble: es fugaz, inconstante… De ahí los motivos de las ruinas, como símbolo de caducidad. Muchas veces, los artistas románticos, llevados por estos sentimientos, acaban con su vida.

  9. Evasión.

    Profundamente desencantado de la realidad, el romántico se evade hacia el ensueño, la fantasía. Esta evasión puede llevarle a épocas pasadas, como la Edad Media (historicismo), o a lugares lejanos o exóticos, como Oriente, América o la misma España medieval, que para muchos escritores europeos era un país romántico por excelencia por sus antiguas tradiciones y su folclore.

  10. Naturaleza dinámica.

    Frente a la naturaleza artificiosa del Neoclasicismo, el romanticismo representa la naturaleza en movimiento, y prefiere la ambientación nocturna. La Naturaleza se identifica como una proyección de sus sentimientos y, según sean éstos, es turbulenta, melancólica o tétrica.

Todas estas características provocan un conjunto de contradicciones en el hombre romántico:

a) Evasión/combate.

b) Edad Media/ modernidad.

c) Irracionalismo/intelectualismo.

d) Optimismo/insatisfacción.

[Puede ampliar estas cuestiones en la siguiente entrada de nuestro blog "características del Romanticismo, a través del periódico 'El Artista' (1835-1836)"].


3. DIFERENCIAS ENTRE EL NEOCLASICISMO Y EL ROMANTICISMO

ROMANTICISMONEOCLASICISMO
conciencia del Yo como entidad autónomala universalidad de la razón dieciochesca
predominio de la imaginaciónpredominio de la razón
predominio de la emociónpredominio de la lógica
predominio de la intuiciónpredominio de la ciencia
anteposición del contenido a la formaprimacía de la forma
primacía del genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo, originalidad creadora: cada hombre debe mostrar lo que le hace únicoprimacía de las normas universales, válidas para todos: adecuación a los cánones
valoración de lo diferente en cada nación: nacionalismo cultural valoración de lo universal: derechos humanos, cosmopolitismo
liberalismodespotismo ilustrado
modernidad creadoraimitación de lo clásico
obra imperfecta, inacabada, abiertaobra perfecta, concluida y cerrada
aprecio de lo personal, subjetivismo, individualismo: héroe como prototipo de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo)universalidad y sociabilidad
quebrantamiento de toda norma que ahogue la libertad creadora del autor: rechazo de las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo, lugar), mezcla de estilos (prosa y verso), revolución de la métrica (rimas libres y populares)defensa de la norma clásica: unidad de acción, tiempo y lugar en el teatro; separación de prosa y verso; métrica clásica
preferencia por los ambientes nocturnos, luctuosos, lugares sórdidos, ruinas (siniestrismo)primacía del buen gusto, la claridad, la mesura
búsqueda de historias fantásticas: supersticióncontra el oscurantismo y las fantasmagorías: fábula como elemento educador
interés por la literatura popular: romances, baladas, cuentos, coplas, refranesespíritu clásico y universalista
interés por las lenguas regionales: gaélica, escocesa, provenzal, bretona, catalana, gallega, vascaestablecimiento de una lengua universal: en el siglo XVIII la ilustración convirtió al francés en una lengua universal
afirmación de lo instintivo, sentimental, subjetivoexaltación de lo racional y mesurado
valoración de todo lo relacionado con la Edad Mediavuelta a la norma de la antigüedad clásica
desencanto generalizado con la organización social: crítica concreta de la sociedad urbana y a la civilización fomento del progreso técnico
rechazo del entusiasmo por el progreso: la apariencia de progreso oculta la corrupción; el triunfo de la Razón es la derrota de la vida auténticaoptimismo ilustrado en el progreso y en la victoria de la Razón
se valora el del hombre apasionado que se deja llevar por los sentimientos más extremosideal de hombre equilibrado y racional
en pintura predominan las curvasen pintura predominan las rectas, los ángulos y los perfiles
tránsito de luces a sombras, paleta amplia, obras no acabadas, casi bocetos que anticipan el Impresionismoobras acabadas, contornos precisos

4.- CARACTERÍSTICAS DE LA LITERATURA DEL ROMANTICISMO,

4.1 LOS TEMAS.

  1. LA HISTORIA.

    La historia nacional o regional se convierte en una de las principales fuentes de inspiración. La Edad Media con sus castillos, catedrales y monasterios; el mundo árabe y su exotismo. Es el momento del apogeo de la novela histórica, los romances, las leyendas y el costumbrismo.

  2. LOS SENTIMIENTOS.

    La melancolía, el anhelo de felicidad, la fuerza del destino, la rebeldía ante el mundo, el individualismo y el egocentrismo románticos se traducen en una literatura plagada de emociones y sentimientos subjetivos como:

    EL AMOR: fue uno de los elementos fundamentales para los románticos. Este sentimiento reviste dos formas:

    - El amor sentimental: es una actitud de tristeza y melancolía ante la imposibilidad de alcanzar a la mujer amada. Este sentimiento predomina en autores del Romanticismo tardío, como Gustavo Adolfo Bécquer.

    -El amor pasional: rompe las fronteras de las convenciones sociales (los padres, los códigos sociales y morales, Dios). Suele acabar trágicamente. Si no acaba mal, da lugar al desengaño o a la desilusión.

    LA MUJER: forma parte de este sentimiento amoroso. La mujer puede aparecer como un ser dulce e inocente, angelical (donna angelicata), que es víctima del amor o de la sociedad. Aunque a veces aparece como un ser perverso y cruel (mujer fatal, femme fatale) que lleva al poeta a la destrucción.

  3. LA VIDA Y LA MUERTE.

    La vida se presenta negativamente. No es un bien para los románticos. El alma romántica es un alma atormentada que busca un ideal inalcanzable. Por eso la muerte se ve como un descanso, de ahí la forma del suicidio.

  4. LA RELIGIÓN.

    No hay un sentimiento religioso firme. El romántico se rebela contra Dios y reivindica la figura del diablo. Hay una crítica hacia las instituciones religiosas.

  5. LOS CONFLICTOS SOCIALES.

    El artista se hace eco de los conflictos sociales y políticos de su época, de las desigualdades y frustraciones, de la conciencia nacionalista y regionalista, de las teorías del humanitarismo social, etc. Presenta personajes marginados pero libres: bandoleros, piratas, mendigos y víctimas en general de una sociedad clasista y opresora.

4.2.ESTILO Y LENGUAJE.

  1. AUSENCIA DE REGLAS.

    En el Romanticismo hay una renovación artística que se basa en el rechazo de las reglas y la exaltación de la imaginación: se proclama la inspiración y el genio individual por encima de todo, se rechazan modelos, se mezclan géneros y subgéneros, tonos y estilos, prosa y verso, lo sublime y lo grotesco, todo bajo un punto de vista subjetivo.

  2. RENOVACIÓN LÉXICA.

    El Romanticismo abre las puertas a un caudal léxico: arcaísmos (harto, acullá, a la sazón, siquier, alredor, desparecer…), casticismos, regionalismos, vulgarismos (mollera, lechuguino, jorobar…), voces del caló (chungar, parné, jamar…) neologismos, cultismos y extranjerismos.

    Las voces más prestigiosas no lo son ya por su carácter latino o antiguo, sino por el valor emocional. Hay por ello predilección por las palabras procedentes de campos semánticos del sentimiento, el dolor y la desesperación: agonía, amargura, ansiedad, arrebato, confusión, dolor, frenesí, gemido, llanto…”

    Es igualmente significativo el exceso de adjetivación y la pretensión de un vocabulario más espontáneo, directo y enérgico: “desierto corazón, bóvedas lóbregas, flamígero relámpago, martirio horrendo, infernal tortura, lodo inmundo, fétido fango, histérica agonía, espíritu indomable…”

    Cobrará especial importancia el entorno en el que se expresan los sentimientos, que será descrito con gran detalle. La Naturaleza se convierte en confidente del héroe y refleja su estado de ánimo. A diferencia del Renacimiento, se trata de una naturaleza salvaje y turbulenta que coincide con un ánimo inquieto y pesimista. El mar bravío, las olas gigantes, las tormentas, los rayos, las tempestades, los cementerios o la noche son algunos de sus rasgos.

    Algo que se extendió en el Romanticismo español fue la reconstrucción artificiosa de una lengua medieval con la que se extrañaba de manera inmediata a los lectores y, además, otorgaba a los textos históricos una garantía de verosimilitud en el arte de la imitación.

  3. EXALTACIÓN RETÓRICA.

    Los artistas románticos buscan, igualmente, despertar en el lector o espectador emociones y sentimientos fuertes, para ello utilizan recursos como las interrogaciones y exclamaciones, las frases entrecortadas, los puntos suspensivos, exageraciones o hipérboles, imágenes, metáforas, comparaciones, antítesis violentas, un lenguaje enfático y de hinchazón retórica (nada de sencillez; todo es exceso verbal, ironía, burla del autor…) en el que predominan los adjetivos y expresiones típicas como ensueño, fantasía, maldición, fatalidad, lóbrego, etc.

  4. RENOVACIÓN MÉTRICA.

    Los escritores románticos utilizaban un lenguaje sugerente y sonoro, musical y enfático, reforzado por una rima consonántica o total (aunque haya gusto por la asonancia), siendo, pues, un claro precedente de la poesía modernista. La métrica es de versos polimétricos y diversidad de estrofas (recuperando formas tradicionales como la balada o el romance) y modelos de composiciones poemáticas. 

[Puede verificar que ha aprendido estas cuestiones realizando el sigue "Test sobre características del Romanticismo literario", que le hemos preparado].


5.- GÉNEROS Y AUTORES DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL.

El Romanticismo creó géneros nuevos, como la novela histórica, la leyenda y el drama histórico.

5.1. EL TEATRO EN EL ROMANTICISMO.

El Romanticismo, con su imaginación, logra despertar el interés por el teatro al estrenarse en 1835 «Don Álvaro o la fuerza del sino» del Duque de Rivas siendo el mayor éxito teatral romántico el que alcanzó «Don Juan Tenorio» de José Zorrilla, en 1844.

Es, pues, gracias a este género como logró penetrar y triunfar el movimiento literario del Romanticismo en las gentes de la década de 1830.

No obstante, paralelamente, el teatro de temas burgueses contemporáneos, de ascendencia moratiniana, siguió cultivándose por Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873), en obras como «A la vejez, viruelas» y «Marcela o ¿a cuál de los tres?», y por Ventura de la Vega (1807-1865), con «El hombre de mundo».

5.1.1. Características del teatro romántico.

  • Desaparecen las rígidas normas neoclásicas de las tres unidades de lugar, tiempo y acción: se entremezclan acciones, se suceden en lugares distantes y en tiempos muy separados. Los escenarios son muy variados y el tiempo se acorta o se alarga a gusto del autor.
  • Temas. Preferencia por los temas legendarios, caballerescos o de la historia nacional, siempre dramáticos (de final trágico). Siempre en una combinación de tramas de amores imposibles, pasiones ilícitas, rebeldías políticas o morales, venganzas, desafíos, suicidios
  • Técnicas. Mezcla de lo trágico y lo cómico, división del drama en tres, cinco e incluso siete actos, fusionando la prosa y el verso, y desarrollando paralelamente varias acciones.
  • Aumenta el número de actores, y el protagonista, que alardea a la par de gallardía y valentía y de amoralidad y cinismo, suele estar rodeado de una aureola de misterio. Su rasgo esencial es que está siempre marcado por su destino (sino) trágico adverso, contra el que no puede luchar. La protagonista, tendrá un final también trágico desde el momento que se enamora del héroe.
  • El tono de la obra es vibrante. Abundan las escenas violentas, duelos, suicidios, muertes, ambientes sepulcrales...; todo ello en una convivencia de estilos, mezclando el tono sublime y bajo, el lenguaje coloquial y vulgar con el elevado y retórico.
  • El espacio suele constituirse por palacios, conventos, ruinas, cementerios, paisajes que muestran una naturaleza abrupta e inhóspita junto a ambientes costumbristas o populares.
  • Aspira a conmover, no a adoctrinar.
  • La teatralidad se impone, por lo que los decorados y gesticulaciones de los actores son importantísimos.

5.1.2. Autores.

FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA (1794-1865).

De tendencia inicial neoclásica, se adhirió al Romanticismo durante los 8 años que sufrió de destierro en París. De sus obras románticas destacamos:

  • «La conjuración de Venecia» (1834), drama histórico en prosa, sobre la conspiración de 1310 de los Querinis y Tiéppolos (con claro reflejo en la política nacional del momento), donde Rugiero (nuevo Romeo), casado en secreto con Laura (nueva Julieta), que aspiraba a liberar a Venecia de la tiranía del Tribunal de los Diez, acaba siendo condenado a muerte.
  • «Abén Humeya» (1836), drama histórico en prosa, relativo a las guerras de los moriscos de Las Alpujarras, que contiene insertos un canto musulmán y un romance morisco de gran belleza literaria.
  • [Cfr.: PORTAL DE FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes]

ÁNGEL GARCÍA DE SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS (1791-1865).

Fue una figura importante en la política (llegó a ser Ministro y embajador en Nápoles) y la literatura de su tiempo (ejerció el cargo de Director de la Real Academia Española). Estuvo exiliado en Inglaterra durante el reinado de Fernando VII durante 11 años).

Escribió la obra «Don Álvaro o la fuerza del sino», primer drama romántico que triunfó en España, a pesar del escándalo de su estreno.

Don Álvaro reúne todos los elementos propios del romanticismo:


  1. Respecto a la forma, rompe con todas las normas clásicas: no hace caso de las tres unidades (acción, tiempo y lugar), mezcla verso y prosa, con diferentes clases de metros, mezcla tipos cómicos y trágicos…
  2. Respecto al fondo, carecen los hechos de verosimilitud, y se evita la actitud pedagógica.
  3. Respecto a la escenificación, abundan las descripciones y decoraciones exóticas. Las escenas finales aparecen llenas de truenos, relámpagos y cantos fúnebres.

JUAN EUGENIO DE HARTZENBUSCH (1806-1880).

Fue Director de la Biblioteca Nacional y académico de la Academia Española de la Lengua.

De entre sus obras destacamos:

Sus obras se caracterizan por la acumulación de incidentes, que restan caracterización a los personajes y claridad a la acción; por emplear una versificación demasiado fácil, introducir el gracioso del teatro del siglo de Oro, y por su tono volteriano contra la Iglesia.

ANTONIO GARCÍA GUTIÉRREZ (1813-1884).

Fue tal su éxito de su obra «El trovador» (1836), que fue el primer autor al que el público le hizo salir de entre las bambalinas para saludar. La obra fue luego musicada por Verdi, convirtiéndola en ópera.

Otras obras suyas son: «Simón Bocanegra», «Venganza catalana» y «El rey monje», que trata de la leyenda de Ramiro II de Aragón y el episodio del romance de la “Campana de Huesca”.



JOSÉ ZORRILLA (1817-1893).

Nació en Valladolid en 1817 y murió en Madrid en 1893. Durante los años pasados en el colegio se dedicó a leer a los grandes escritores románticos europeos. Al mismo tiempo intervenía en las representaciones teatrales del centro. A los doce años comenzó a escribir versos. A los veinte años leyó unos versos en el entierro de Larra, con lo que se dio a conocer como poeta ante un público formado por los mejores escritores del momento. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua y reconocido oficialmente como un gran poeta nacional.

Zorrilla utiliza temas de la historia nacional. Sus obras teatrales presentan los rasgos propios del drama romántico y nadie como él es capaz de construir la obra teatral ni interesar tanto al público. Zorrilla escribe exclusivamente en verso. Su versificación es sonora, brillante, ágil e impactante.

Escribió en 21 días la obra más representativa del teatro romántico y la más representada en los teatros: «Don Juan Tenorio»; famoso aventurero y conquistador de mujeres.  Esta obra tiene como antecedentes «El burlador de Sevilla», de Tirso de Molina, «El convidado de piedra» de Zamora y «Las almas del purgatorio» de Merimée.

De su capacidad y rapidez para producir obras da fe también «El puñal del godo», obra creada en dos días por una apuesta.

Otras obras son: «Traidor, inconfeso y mártir», que contiene todos los paradigmas románticos: personajes misteriosos, caballeros encubiertos, damas enamoradas, hijos abandonados…; «El zapatero y el rey», que trata sobre las acciones de Pedro I el Cruel.

[Cfr. el PORTAL DE JOZÉ ZORRILLA de la Biblioteca Virtual Miguiel de Cervantes].

5.2. LA LÍRICA EN EL ROMANTICISMO

5.2.1. Características.

  • Evasión de la realidad, refugiándose en un mundo de ensueño y fantasía.
  • Búsqueda de paisajes exóticos y lejanos, situando las obras en épocas lejanas, Edad Media preferentemente.
  • Libre manifestación de sus sentimientos íntimos, especialmente la melancolía, tristeza, desesperación, soledad y amor perdido.
  • Intención de conmover al lector y provocarle sentimientos de dolor, tristeza y pesimismo.
  • Se utiliza de nuevo el romance (se puso de moda gracias a que grandes eruditos se dedicaron a recoger los romances orales y escritos, que venían desde la Edad Media) y nuevas combinaciones métricas.
  • Las modalidades más frecuentes fueron:
    • Las leyendas: poemas extensos, con abundantes diálogos, en los que se narra un asunto tradicional, en un ambiente de misterio: «Margarita la tornera» de Zorrilla.
    • Los romances: poemas extensos en forma de romance que recogen tradiciones de carácter histórico, ambientadas en la Edad Media o Siglo de Oro: «Un castellano leal», del Duque de Rivas.
    • Las orientales: poemas creados originalmente por el francés Víctor Hugo (‘Les Orientales’, 1829), se transformarán en poemas ambientados en la España musulmana medieval. Como ocurrió con la novela morisca del Siglo de Oro, es un mundo idealizado: «El moro Expósito» (1834), del Duque de Rivas y «Granada, poema oriental» (1852) de José Zorrilla.

5.2.2. Autores.

La generación de poetas que des­arrolla su actividad entre 1830 y 1850 está formada por:

  • los nacidos entre 1800 y 1815; es decir, Espronceda, Arolas, Cabanyes, Larra, Pastor Diaz, Gómez de Avellaneda y Gil y Carrasco;
  • los nacidos entre 1816 y 1825: Zorrilla, García Tassara, Piferrer, E. F. Sanz, Carolina Coronado, etc.

Pero el Romanticismo no finaliza tampoco con estos nombres. Bécquer sigue siendo, para nosotros, junto a la obra castellana de Rosalía de Castro y las primeras composiciones -y hasta las de madurez- de Campoamor, el «romántico» por exce­lencia.

ÁNGEL GARCÍA DE SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS (1791-1865).

En 1841 publicó sus «Romances históricos», en los que recrea una serie de leyendas y personajes de nuestro pasado histórico (‘Un castellano leal’ que trata sobre el conde de Benavente; ‘Una antigualla de Sevilla’ y ‘El fratricidio’, que tratan sobre Pedro I el Cruel; ‘Don Álvaro de Luna’; ‘El solemne desengaño’, que trata la conversión de san Francisco de Borja…). Utiliza en ellos un lenguaje sobrio y seguro con el que consigue descripciones exactas de personajes, atuendos y ambientes.

                También escribió diversas Leyendas en verso, de entre las que sobresalen: «El moro Expósito», escrito en endecasílabos, y que recoge la leyenda de Mudarra, el hermano menor de los “Siete Infantes de Lara”; y «El aniversario».

JOSÉ DE ESPRONCEDA (1808-1842).

Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. Estudió en Madrid y era de temperamento impulsivo. Siendo muy joven aún perteneció a una sociedad secreta llamada los Numantinos, que intentaba derrocar el régimen de Fernando VII. Descubierto, fue encerrado en un convento y más tarde huyó a Portugal. En este país se enamoró de Teresa Mancha a la que siguió hasta Londres. Atraído por la política, participó en la revolución francesa de 1830. Mientras tanto Teresa se había casado y, al enterarse Espronceda, la raptó y regresó con ella a España, donde llegó a ser diputado. Teresa se separó de él, aunque consiguió atraerla de nuevo. Poco más tarde volvió a dejarlo y murió en 1839. Cuando el poeta comenzaba a calmar sus ardores juveniles y empezaba a ordenar su vida iniciando una brillante carrera literaria, política y diplomática, y a punto de casarse, murió a los treinta y cuatro años de edad, en 1842.

Espronceda es, sin duda, el más original y renovador poeta de nuestro romanticismo histórico, personificando el frenesí y espíritu exaltado del romántico.

En efecto, mientras que José Zorrilla se mantuvo siempre en los límites de lo que fue el romanticismo retórico, conservador y apegado a las coordenadas del Siglo de Oro (religiosidad y sentimiento del honor), Espronceda, en cambio, fue verdaderamente un innovador, un revolucionario, representando al romántico liberal y exaltado. No en vano sus poemas más populares (La canción del pirata, por ejemplo) alcanzaron una gran difusión y se difundieron también en hojas volanderas, en los pliegos de cordel.

Aunque escribió teatro (Blanca de Borbón) y novela (Sancho Saldaña) destacó sobre todo como poeta, bajo diversas vertientes: de género lírico, elegíaco, lírico…, reuniendo su obra en un libro titulado «Poesías» (1840). Algunos de sus poemas más importantes son:

  • «El diablo mundo». Es un poema lírico, filosófico y social, una especie de epopeya de la vida humana, que tiene más de 8000 versos. Fue publicado en 1840, a pesar de estar inconcluso. El protagonista, Adán, es un personaje fantástico que, al enfrentarse con la realidad, va sufriendo grandes desengaños. En este poema hallamos todos los tipos de verso, y mezcla elementos realistas y fantásticos. El fragmento más destacable es el conocido como «Canto a Teresa», elegía que canta los amores con Teresa, su decepción por la ruptura, y la amargura tras su muerte. Este fragmento constituye el más eficaz retrato de una pasión amorosa desbordada en nuestro romanticismo: después de describir a su amada como el prototipo de mujer hermosa y angelical (donna angelicata), contará el dolor del desengaño.
  • «El estudiante de Salamanca», también de género épico, desarrolla una leyenda inspirada en una historia trans­mitida en pliegos de cordel y ya utilizada en la comedia española. Publicado en cuadernillos desde 1837, se editó completo a partir de 1840 en su compilación "Poesías". Es un poema esencialmente narrativo (pero que contiene pasajes descriptivos, dramáticos y líricos), cargado de oralidad (con apelaciones al oyente), dividido en cuatro partes, que tiene 1704 versos polimétricos. De abundante polimetría, casi como un juego de experimentación, destaca el ritmo y la musicalidad lograda a través de elementos repetitivos como aliteraciones, anáforas, bimembraciones, paralelismos, etc.; contrastes y epítetos típicamente románticos.
    El protagonista es don Félix Montemar, un calavera gallardo y reñidor, matador de hombres, mujeriego y seductor (rasgos propios de "El burlador de Sevilla" de Tirso de Molina):
    »Segundo don Juan Tenorio,
    alma fiera e insolente,
    irreligioso y valiente,
    altanero y reñidor;
    siempre el insulto en los ojos,
    en los labios la ironía,
    nada teme y todo fía
    de su espada y su valor.

    »Corazón gastado, mofa
    de la mujer que corteja,
    y hoy, despreciándola, deja
    la que ayer se le rindió.
    Ni el porvenir temió nunca,
    ni recuerda en lo pasado
    la mujer que ha abandonado,
    ni el dinero que perdió.

    (...) » En Salamanca famoso
    por su vida y buen talante,
    al atrevido estudiante
    le señalan entre mil;
    fuero le da su osadía,
    le disculpa su riqueza,
    su generosa nobleza,
    su hermosura varonil.

    »Que en su arrogancia y sus vicios,
    caballeresca apostura,
    agilidad y bravura
    ninguno alcanza a igualar;
    que hasta en sus crímenes mismos,
    en su impiedad y altiveza,
    pone un sello de grandeza
    don Félix de Montemar».

    Éste abandona a su amada Elvira de Pastrana, verdadera donna angelicata, tras haber mantenido una relación amorosa apasionada con ella.

    »Bella y más segura que el azul del cielo
    con dulces ojos lánguidos y hermosos,
    donde acaso el amor brilló entre el velo
    del pudor que los cubre candorosos;
    tímida estrella que refleja al suelo
    rayos de luz brillantes y dudosos,
    ángel puro de amor que amor inspira,
    fue la inocente y desdichada Elvira».
    La dama, no pudiendo soportar la ruptura, muere de pena, no sin antes dejar una carta en la que le comunica que le perdona (en octavas reales: versos endecasílabos, rima consonante y estructura 11 ABABABCC):
    »¡Ah! para siempre adiós. Por ti mi vida
    dichosa un tiempo resbalar sentí,
    y la palabra de tu boca oída,
    éxtasis celestial fue para mí.
    Mi mente aún goza la ilusión querida
    que para siempre ¡mísera! perdí...
    ¡Ya todo huyó, desapareció contigo!
    ¡Dulces horas de amor, yo las bendigo!

    »Yo las bendigo, sí, felices horas,
    presentes siempre en la memoria mía,
    imágenes de amor encantadoras,
    que aún vienen a halagarme en mi agonía.
    Mas ¡ay! volad, huid, engañadoras
    sombras, por siempre; mi postrero día
    ha llegado: perdón, perdón, ¡Dios mío!,
    si aún gozo en recordar mi desvarío.

    »Y tú, don Félix, si te causa enojos
    que te recuerde yo mi desventura;
    piensa están hartos de llorar mis ojos
    lágrimas silenciosas de amargura,
    y hoy, al tragar la tumba mis despojos,
    concede este consuelo a mi tristura;
    estos renglones compasivo mira;
    y olvida luego para siempre a Elvira.

    »Y jamás turbe mi infeliz memoria
    con amargos recuerdos tus placeres;
    goces te dé el vivir, triunfos la gloria,
    dichas el mundo, amor otras mujeres:
    Y si tal vez mi lamentable historia
    a tu memoria con dolor trajeres,
    llórame, sí; pero palpite exento
    tu pecho de roedor remordimiento.

    »Adiós por siempre, adiós: un breve instante
    siento de vida, y en mi pecho el fuego
    aún arde de mi amor; mi vista errante
    vaga desvanecida... ¡calma luego,
    oh muerte, mi inquietud!... ¡Sola... expirante!...
    Ámame: no, perdona: ¡inútil ruego!
    ¡Adiós! ¡adiós! ¡tu corazón perdí!
    —¡Todo acabó en el mundo para mí!»

    Es de destacar que doña Elvira es aquí el símbolo romántico del amor trágico, el amor puro y desinteresado hasta el final. Muere, como la Margarita de "Fausto" de Goethe, desdeñanada por su amante, humillada..., y, a pesar de ello, amándole hasta el final: "Murió de amor la desdichada Elvira, / cándida rosa que agostó el dolor, / suave aroma que el viajero aspira / y en sus alas el aura arrebató".
    Don Félix, fanfarrón y jugador, desafiando a la sociedad, a Dios y al diablo, matará luego a don Diego Pastrana, hermano de Elvira, quien lo buscó para vengar la ofensa recibida por su hermana.
    Se crea aquí un verdadero cuadro dramático, en forma dialogada, inspirado, por citarlo el propio Espronceda, en “San Franco de Sena” (1654), obra teatral de Agustín Moreto, en el que el protagonista es un joven con las mismas características que don Félix: homicida, violador, impío, jugador, huyendo de la justicia constantemente... En efecto, en esta obra, Franco juega con unos soldados y, perdiendo todo su dinero, ofrece sus ojos como apuesta. Pierde de nuevo y se siente entonces poseído por un fuego interior que le devora; luego se da cuenta de que está ciego, se arrepiente, pero la Virgen le ha ayudado, y una voz celestial saca la moraleja de la aventura: "Vea el mundo, admire el siglo, / que estuvo ciego con ojos / el que sin ojos ha visto". Lo que varía es que, aquí, Montemayor se jugará con don Diego (sin saber quién es este caballero) el retrato de su ex-amante y a ella misma.
    Esa noche, cuando regresa a su casa por la calle del Ataúd (citada en la leyenda, existente en Sevilla y no en Salamanca), Elvira se le aparece como una misteriosa mujer tapada por blancas rosas. Su instinto seductor le hace seguirla, y, a pesar de ser advertido por tres veces de que no lo haga, éste continuará, por lo que en otra calle don Félix contemplará su propio entierro.
    Finalmente llegará a la casa de la Muerte, donde se nos describirá el carácter impío y satánico del protagonista:
    »Grandiosa, satánica figura,
    alta la frente, Montemar camina,
    espíritu sublime en su locura,
    provocando la cólera divina:
    fábrica frágil de materia impura,
    el alma que la alienta y la ilumina,
    con Dios le iguala, y con osado vuelo
    se alza a su trono y le provoca a duelo.

    »Segundo Lucifer que se levanta
    del rayo vengador la frente herida,
    alma rebelde que el temor no espanta,
    hollada sí, pero jamás vencida:
    el hombre en fin que en su ansiedad quebranta
    su límite a la cárcel de la vida,
    y a Dios llama ante él a darle cuenta,
    y descubrir su inmensidad intenta.

    [Cfr.: García Velasco, Juncal. "El satanismo en Espronceda", in pp. 269-287].

    Esta escena (visión del propio entierro, desfile macabro...) tiene resabios literarios en la leyenda "El estudiante Lisardo", que ya recogió Antonio de Torquemada en "Jardín de flores curiosas" (1575) y Cristóbal Lozano en "Soledades de la vida y desengaños del mundo" (1658), y que circula como romance bajo el título "Lisardo, el estudiante de Córdoba". En estos se señala que el protagonista, enamorado de Teodora, la cual no le es recíproca en su pasión, intentará por todos los medios conquistarla. Ésta, refugiada en un convento, será finalmente convencida para que huya con él. El día señalado, antes de llegar al convento entabla una pelea con unos hombres, matando a uno de ellos. Tras huir, logra llegar al convento, donde ve una comitiva fúnebre: observa que se trata de su propio entierro. Arrepentido de su vida y hechos, repartirá sus bienes y se encerrará en otro convento él.
    Posteriormente, don Félix celebrará su boda con el esqueleto de doña Elvira, en medio de una danza macabra que le grita "es el esposo de su eterno amor", y apadrinada por don Diego que señala que así se "ha cumplido con la palabra que dio, pues ahí tiene a su esposa".
    Igualmente se ven claros ecos de la leyenda sobre don Miguel de Mañara, recogida por Juan de Cárdenas en “Breve relación de la muerte, vida y virtudes de el venerable caballero Don Miguel Mañara”, y que ya había sido empleada por el francés Prosper Marinée en 1834 en su novela “Les Ámes du purgatoire” (Las almas del Purgatorio), teniendo además semejanzas con el “Don Álvaro" del Duque de Rivas”. Esto es así porque el mismo Espronceda, cuando publica el texto en la revista “Museo Artístico Literario” al referirse al protagonista lo presenta como “Nuevo don Juan de Mañara".
    Y, por último, deberíamos significar que la visión del propio entierro también es un motivo folclórico, recogido en diversas obras, como "El niño diablo" de Vélez de Guevara, "El vaso de elección San Pablo" de Lope de Vega, "El purgatorio de San Patricio" de Calderón de la Barca, y más cercano a Espronceda en la novela "El golpe en vago" (1835) de José García de Villalta, amigo de Espronceda que luego prologará su recopilación de poemas titulado "Poesías", de 1840.
    La última aventura de don Félix es espeluznante, al querer besar la calavera de su amada, en una escena de furia y rabia, más que de asco o miedo (en coplas tradicionales con esquema de endecasílabos -AAB -CCB):

    El carïado, lívido esqueleto,
    los fríos, largos y asquerosos brazos
    le enreda en tanto en apretados lazos,
    y ávido le acaricia en su ansiedad:
    y con su boca cavernosa busca
    la boca a Montemar, y a su mejilla
    la árida, descarnada y amarilla
    junta y refriega repugnante faz.
    Finalmente muere sin contrición. Una muerte que poco a poco se va apagando, con el mismo declinar de la métrica empleada, que psará en escala de endecasílabos a bisílabos. Así, por Salamanca correrá, al amanecer, la noticia de que el diablo, disfrazado de mujer, se ha llevado al infierno a Félix Montemar.
    Como acertadamente resume Varela Jácome:
    "El estudiante de Salamanca es un impresionante poema de la noche y de la muerte, desarrollado entre medianoche y el amanecer. Es la máxima expresión de la muerte terrorífica, desesperada, opuesta al conformismo […]. La publicación del «cuento» en verso El estudiante de Salamanca elevó el nivel de la poesía lírico-narrativa a una altura desusada. Es la mejor muestra del género dentro del Romanticismo español".
    [Varela Jácome, Benito. José de Espronceda. El estudiante de Salamanca. Madrid: Cátedra, 1980, pp. 26-27]

De esta obra tomará muchas escenas y características Zorrilla para escribir su “Don Juan Tenorio”, mito basado en “El burlador de Sevilla” de Tirso de Molina, del siglo XVII, y que contó con múltiples variantes romántcias también en otros países, como las de Lord Byron, Puskin, etc.

  • La canción del pirata. Poema muy conocido, lleno de brío en el que canta la libertad individual. El ritmo de sus versos es rápido y alegre, y podría sugerir el movimiento del barco sobre el mar. Sigue de cerca el “Chant des pirates” (1827), del francés Fontan.
  • «El reo de muerte», muestra ese gusto romántico por los seres marginales (como hemos visto con el pirata, el mendigo, el verdugo…), y su rechazo de la sociedad, con desarrolladas descripciones y contrastes (entre el reo y el fraile, entre el dolor del reo y lo que comenta la gente de la calle…).
  • Otros: «Himno al sol», de influencia de Ossián; «Canto al cosaco», de influencia de Byron; «Al mendigo»; «A Jarifa en una orgía»...

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA (1814-1873).

La Peregrina”, seudónimo que empleó en ocasiones, escribió novelas de claro carácter crítico hacia la sociedad paternalista («Sab», «Guatimozín, último emperador de Méjico»…), leyendas («El donativo del diablo»…) memorias («Diario de amor»), teatro («El Príncipe de Viana»…), pero fundamentalmente poesía.

Fundadora del suplemento “Álbum del bello sexo o las mujeres pintadas por sí mismas”, en el que escribirán las escritoras más notables del momento, fue propuesta para ingresar en la Real Academia Española, sin conseguir acceder.

Poetisa de los estados emocionales, del vacío espiritual y el anhelo insatisfecho, de versos de variada polimetría, fue reconocida como la figura femenina más importante de su tiempo, destacando sus elegías (“A él”).

JOSÉ ZORRILLA (1817-1893).

Escribió innumerables poemas líricos, religiosos y orientales. Pero lo más destacable son sus leyendas líricas, de las que destacamos:

  • «Margarita la Tornera», que es una ampliación de una ‘Cantiga’ del rey Alfonso X el Sabio.
  • «El capitán Montoya», quien llegado un día a una iglesia ve su propio entierro, retirándose a un convento a expiar sus pecados.
  • «La Pasionaria», que relata cómo Aurora, desamada por su amante, se convierte en la flor pasionaria, arraigando en las paredes del castillo de éste.
  • «A buen juez, mejor testigo», que trata del capitán don Diego Martínez, quien dio palabra de casamiento a Inés de Vargas, ante la imagen del Cristo de la Vega de Toledo, pero que incumple, Ésta le llevará ante el mismo Cristo, que milagrosamente tomará vida para defender su derecho.
  • «El puñal del godo», que trata sobre la figura de don Rodrigo.

CAROLINA CORONADO (1820-1911).

            Nacida en Almendralejo (Badajoz), estuvo apoyada literariamente por Hartzbusch, Bretón de los Herreros y Martínez de la Rosa, formando parte del círculo de escritoras conocido como “Hermandad Lírica”, que solían publicar en el suplemento de la revista ‘El Genio’, titulado “El pensil del Bello Sexo”.

            Romántica en extremo, padecía catalepsia crónica, llegando a “morir” varias veces, lo cual le ocasionó una obsesión grande por la muerte (llegó a embalsamar a su marido y tenerlo en casa)..

            En prosa (escribió 15 novelas) destacan «La Sigea», inspirada en la vida de Luisa Sigea, escritora políglota de Tarancón (Cuenca) del siglo XVI, y «Paquita», ambienta en la corte portuguesa del s. XVI; y en el género dramático diversas obras, estrenando sólo «El cuadro de la esperanza», 1846.

            En su producción poética (recogida en 1843 y en sucesivas ediciones ampliadas bajo el título de «Poesías»), de largo polimorfismo en métrica, abundantes sinestesias y adjetivaciones, y temática sensual y feminista, llegando a ser conocida como la ‘Bécquer femenina’. Su obra viene inspirada fundamentalmente por la Biblia y los grandes poetas místicos, como vemos en «El amor de los amores».

 

POETAS LÍRICOS POSTROMÁNTICOS

 

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (1836-1870).

Nació en Sevilla en 1836 y quedó huérfano muy pronto, acogiéndole su madrina Manuela Monahay, mujer culta. Era sensible, introvertido y soñador, de salud poco fuerte y preocupado siempre por sus problemas económicos. A los 18 años se trasladó a Madrid donde vivió de sus colaboraciones con periódicos y revistas. Llegó a tener un importante cargo en la Administración, pero la tuberculosis (iniciada cuando tenía 21 años) hizo que se fuera a reponer al castillo de Veruela. Enamorado de Julia Espí, y luego de Elisa Guillén (que le abandonó) su matrimonio con Casta Esteban fue un fracaso (ambos eran infieles), y sus méritos como poeta sólo fueron reconocidos durante su vida por un pequeño grupo de amigos, que reunieron sus poemas y los publicaron a raíz de su muerte. La tuberculosis venció a su vida en el año 1870.

Poeta romántico en pleno auge del Realismo, será con el Modernismo cuando llegue el reconocimiento de su gran valor, que irá aumentando cada día (apreciado por Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Salinas, Cernuda…) hasta ser considerado como el verdadero precursor de la poesía moderna.

Su obra poética está recogida en un libro póstumo titulado «Rimas» (1871), un conjunto de 84 poemas breves; de métrica variada, mezclando versos de arte mayor con los de arte menor, con rima asonante casi siempre; que, a través de un lenguaje natural, simple, fluido, con eliminación de retoricismo y epítetos innecesarios, produce un lirismo intimista desarrollando en un ambiente vago y melancólico la historia de su pasión amorosa, unas veces idealizada, alegre, llena de ensueños, fruto de un amor exaltado y afirmativo sobre la belleza de la amada y el amor (y que tiene su reflejo en su primer amor platónico con Julia Espí); otras cargada de tristeza e incertidumbre, de desengaños y angustias de ira y desesperación (por el fracaso de sus amores con Elisa Guillén, amante que le abandonó); y otras de dolor y miedo a la soledad y la muerte.

Por eso, tradicionalmente se ha clasificado su obra atendiendo a su temática: poemas referentes a la Poesía, como algo inexplicable y debido a un genio creador (rimas I a XI); poemas en los que el amor es tratado como un bien hermoso y positivo (rimas XII a XXIX); poemas en los que el autor expone su fracaso amoroso y el amor es visto como un desengaño (rimas XXX a LI) y poemas en los que predomina el sentimiento de soledad y temor a la muerte (poemas LII a LXXI)

Su poesía en apariencia sencilla y humilde es el resultado de un gran esfuerzo de concentración constante, de eliminación de todo lo innecesario, hasta llegar a la palabra justa y sincera que expresa un mundo poético rico y profundo.

Bécquer expuso sus ideas poéticas en una reseña al libro de su amigo Augusto Ferrán titulada “La soledad[Bécquer, Gustavo Adolfo. El Contemporáneo, 20 de enero de 1861]. En ella indica que:

  • Hay una poesía pomposa "magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua", que seduce “con su armonía y su hermosura”, que es la que a todo el mundo agrada,
  • y otra "breve, secaque brota del alma como una chispa eléctrica”, desnuda de artificio, que roza el alma del lector y despierta su fantasía, y es “la poesía de los poetas”, siendo esta última la que él produce: “la poesía existe aislada en el mundo, pero hay que captarla, atraerla con la palabra, que resulta casi siempre un pobre instrumento”.

ROSALÍA DE CASTRO (1837-1885).

Nació en Santiago de Compostela en 1837. Pasó su infancia en una casa de campo de Iria Flavia, término municipal de Padrón, con una familia de campesinos, pues era hija ilegítima de una dama de Santiago. Este hecho, descubierto a través de rumores y comentarios confusos, hizo infeliz su infancia y volvió su temperamento triste, amargo y melancólico para siempre. Tuvo una vida complicada: matrimonio infeliz, mala salud, carencias económicas, pérdida de dos de sus hijos... En 1885, con 48 años, murió de cáncer y fue enterrada en Iría Flavia y posteriormente trasladados sus restos a una iglesia de Santiago de Compostela.

Escribió algunas novelas («La hija del mar», «El caballero de las botas azules», «El Domingo de Ramos») y ensayos, pero destaca por sus poemas: escritos en gallego: «Cantares gallegos» y «Follas novas» (‘Hojas nuevas’) o en castellano: «En las orillas del Sar».

En «Cantares galegos (1863)» y «Follas novas (1880)», escritos fuera de Galicia a raíz de su matrimonio, expresa la nostalgia por su terruño, sus campos siempre verdes, laderas llenas de rumorosos pinares, sus rías espaciosas, el mar, las lluvias interminables… Todo ello le produce ‘morriña’, melancolía, tristeza. Además, es propio en Rosalía que los espacios descritos sean reflejo de su estado anímico.

«En las orillas del Sar (1884)», es un libro atormentado en el que expresa sus ideas sobre el amor, el dolor, la injusticia, el paso del tiempo y la muerte.

Su obra , por tanto, desarrolla su experiencia vital: desde la juventud alegre, optimista, enamorada y deseosa de vivir, a la madurez dolorida y sufriente, reflexiva, temerosa de la muerte. Todo ello en un lenguaje sencillo, sin adornos ni artificios, pero sí con nonotaciones simbólicas y numerosas comparaciones, bajo un ritmo estructurado en paralelismos y rimas asonantes, que poco a poco van dando cabida a la polimetría y el verso libre.

5.3. LA PROSA EN EL ROMANTICISMO.

La prosa durante el Romanticismo se centró sobre todo en la novela histórica, en la leyenda, en los cuadros de costumbres y en los artículos periodísticos.

Recordemos que en Inglaterra desde mediados del siglo XVIII se cultivó la denominada “novela gótica, como son: “El castillo de Otranto” (1764), de H. Walpole, “El monje”, de M. G. Lewis y el celebrado “Frankestein o el moderno Prometeo” (1818) de M. W. Shelley, muchos de cuyos rasgos "góticos" han sido visibles en diversos pasajes de los poemas de Espronceda, como hemos señalado más arriba, pero que no tuvo continuadores inmediatos en España como novela.

La novela histórica.

La influencia de Walter Scott ( se hicieron cerca de 80 traducciones de sus obras en solo 25 años) y de su obra «Ivanhoe» especialmente, determinó la aparición en España de la novela histórica o legendaria. Ésta tratará temas legendarios medievales que son reconstruidos con la mayor veracidad posible.

Los únicos títulos destacables son El señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco, ambientada en el Bierzo (León) medieval, y El doncel de D. Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra, centrado en la figura de un trovador del XV, Macías, que muere a causa de su amor por una mujer casada.

Otros cultivadores fueron Trueba y Cossío, Navarro Villoslada…

ENRIQUE GIL Y CARRASCO (1815-1846).

Aunque escribió también poemas llenos de melancolía (sólo tenemos 32 poesías), es más conocido como el autor de la novela histórica más importante del Romanticismo: El señor de Bembibre. En ella recrea un episodio de la historia: la caída de la poderosa Orden Caballeresca de los Templarios y las posesiones que habían tenido en la comarca del Bierzo, de donde era natural el escritor. En la obra se mezcla una patética historia de amor (entre Beatriz y Álvaro, que se hace imposible al casarla el padre de ella con el conde de Lemos, haciéndose entonces templario el enamorado) con la narración de los difíciles años del final de la Orden y con la descripción del bello paisaje del Norte de León.

Las leyendas.

Fueron especialmente cultivadas por Bécquer. Así se llama su libro Leyendas, que son relatos en los que se mezcla lo exótico, lo misterioso y el ensueño (son famosas las leyendas: «Maese Pérez el organista», «El rayo de Luna», «El Miserere», «El beso», «Los ojos verdes», «La corza blanca», «La venta de los gatos», etc.)

También escribió Cartas desde mi celda, en la época que estuvo en Veruela (Zaragoza) reponiéndose de su enfermedad. De tono biográfico, en ellas nos cuenta sus impresiones, mezcladas con leyendas.

Los cuadros de costumbres.

El gusto del Romanticismo por lo típico y popular, por el detalle y colorido localista, generará una prosa costumbrista que recoge breves cuadros, instantáneas, realistas del modo de vivir del pueblo.

Son, pues, textos breves en prosa, en forma de artículo o carta, que describen lugares, personajes y costumbres populares y cotidianas, con atención a lo más peculiar de cada zona, lo más típico, lo más pintoresco (tan del gusto romántico por su nacionalismo y por ser cosas del pasado que pervivían en la actualidad del XIX), que se describen con un toque de humor.

Los principales escritores fueron Ramón de Mesonero Romanos (que firmaba con el pseudónimo de "El Curioso Parlante") y Serafín Estébanez Calderón (que utilizaba el pseudónimo "El Solitario").

Suelen distinguirse dos tendencias dentro del costumbrismo:

  • el costumbrismo testimonial, que describe amablemente lo pintoresco y superficial de la vida de la época, haciendo hincapié en lo castigo y censurando lo moderno y extraño: Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882) en «Escenas matritenses» y Serafín Estébanez Calderón (1799-1867) en «Escenas andaluzas»;
  • el costumbrismo crítico, que analiza las costumbres con una intención satírica y moralizante: Mariano José de Larra en «Artículos costumbristas».

El artículo periodístico .

Nace por la generalización de la prensa periódica escrita. Los escritores publicarán en sus páginas artículos en los que exponen su visión y sus opiniones sobre distintos temas políticos, sociales, culturales, artísticos o literarios; por ejemplo, Bécquer, o, sobre todo, Mariano José de Larra, padre del periodismo moderno en España. Recordemos, como hemos expresado más arriba, que muchos de los artículos Larra son artículos de costumbres.

MARIANO JOSÉ DE LARRA (1809-1837).

Nació en Madrid en 1809. Su padre era un médico de ideas afrancesadas que había trabajado en la corte de José Bonaparte. Al regreso de Fernando VII toda la familia se exilió a Francia. Mariano José paso toda su infancia y adolescencia en Burdeos, donde recibió una sólida formación intelectual, liberal y progresista. En 1818 regresó a España. A los 19 años comenzó a escribir artículos en los periódicos. Llegó a ser el periodista más cotizado y temido de su tiempo, a pesar de su juventud. Se casó a los 20 años, pero su matrimonio fue un fracaso y pronto se separó de su mujer. Fue un hombre culto y refinado, de temperamento apasionado, que tenía que chocar con el ambiente mezquino de la sociedad en la que vivía. Los desengaños personales unidos a los problemas políticos y sociales de la patria para los que no veía solución, acentuaron su pesimismo innato y su desesperación. Por todo ello se suicidó a los 28 años pegándose un tiro en la sien ante un espejo.

Larra llegó a convertirse en un símbolo del escritor comprometido con la regeneración de España en los autores de la Generación del 98 (recordemos que celebraron el acto de su inicio generacional ante la tumba de Larra, en 1901), y luego para los escritores de postguerra.

Está considerado como el primer escritor moderno (vivía de escribir), quedando su producción reducida a algunos poemas, una novela histórica (ya citada, «El doncel de D. Enrique el Doliente») y una tragedia romántica («Macías»), debiendo su fama a los artículos que publicó en los periódicos de su época bajo el seudónimo de ‘Fígaro’ o ‘El pobrecito hablador’, y que fueron recopilados en «Colección de artículos dramáticos, literarios, políticos y de costumbres».

Su estilo se basa en la sencillez del lenguaje, para ser entendible por todos, con un estilo directo y exento de cualquier pedantería; preciso y riguroso, con interesantes reflexiones sobre cuestiones de corrección lingüística; ameno, de tono ágil, expresivo y desenfadado, que, mediante la ironía y el juego de ingenio, el autor somete la realidad a crítica de sus defectos.

La mayoría de sus artículos sigue el siguiente esquema: a) presentación del narrador, bajo la técnica del monólogo; b) observación de los hechos; c) análisis de los mismos, cargado de connotaciones apreciables por el lector; d) conclusión moralizante, crítica o educativa.

Destacamos los siguientes artículos:

-ARTÍCULOS COSTUMBRISTAS (DE CRÍTICA SOCIAL Y MORAL).

Son artículos breves, de carácter descriptivo, con cierta ironía y sentido del humor, que critican a la sociedad. Describe episodios de la vida cotidiana, de manera mordaz, siguiendo los modelos de Quevedo y Cadalso.

  • «La sociedad española», es un artículo en el que arremete contra el atraso y la ignorancia de los españoles, rechazando el casticismo pacotero (como hará luego en «El castellano viejo», 1832) y poniendo como modelo a seguir a Francia.
  • «Vuelva usted mañana» (1833), en el que satiriza la pereza, la ineficiencia de la burocracia española en la Administración.
  • «Ventajas de las cosas a medio hacer», insistirá en la pereza, la chapucería, la despreocupación por el trabajo bien hecho.
  • «El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval», en donde critica la hipocresía generalizada.
  • «Casarse pronto y mal» (1832), en el que critica la vida familiar, la mala y superficial educación de los jóvenes,  siendo un reflejo de su triste experiencia matrimonial, y el desfase entre España y Europa;
  • «Carta a Andrés escrita desde las Batuecas», donde realizando una alabanza burlesca critica la desgana cultural de los españoles, prefiriendo los toros y el teatro, por eso “En este país no se lee porque no se escribe, y no se escribe porque no se lee”.

-ARTÍCULOS POLÍTICOS.

Son artículos en los que vierte su ideología, de una manera paródica, a través de diálogos entre personajes (de tal modo que, al no ser directamente él quien expone las reflexiones, pueda evitar la censura). Los últimos artículos expresarán una concepción desengañada del mundo y del hombre.

  • «El día de difuntos de 1836», ataca diversos aspectos de la política nacional, fundamentalmente contra el absolutismo fernandino, desde el punto de vista de un liberal progresista, y sintetiza todo el desengaño y frustración del momento.

-ARTÍCULOS LITERARIOS.

A través de estos artículos pone de manifiesto sus teorías sobre la literatura, defendiendo las nuevas ideas románticas y posicionándose como escritor comprometido. Gran defensor del género dramático, respaldó favorablemente los estrenos de ‘Los amantes de Teruel’, de Hartzenbusch y ‘El trovador’, de García Gutiérrez. Larra consideraba el teatro como el medio más adecuado para educar al pueblo.

  • «Yo quiero ser cómico», critica a un joven holgazán e ignorante, que quiere ser actor
  • «Don Timoteo o el literato», ironiza contra aquellos que quieren ser escritores.
  • «Literatura», rechaza una “literatura reducida a las galas del decir”, creyendo en la “libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época, he aquí la nuestra”.
[Puede verificar que ha aprendido a relacionar los autores con sus obras a través del siguiente "Test sobre obra y autores del Romanticismo literario", que le hemos preparado].




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