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24 de noviembre de 2017

¿QUÉ ES UN ANTROPÓNIMO Y TIPOLOGÍA?


TEMAS QUE VAMOS A DESARROLLAR
1. Definición de nombre propio.
2. Clasificación tradicional de los nombres propios.
3. Rasgos generales del nombre propio.
4. Ámbito de estudio de nuestra entrada: los antropónimos. 5. Caracterización externa (ortográfica) del nombre propio antropónimo.
6. Caracterización morfosintáctica del nombre propio antropónimo.
6.1. Género de los antropónimos.
6.2. Número de los antropónimos.
6.3. Ausencia de determinantes en los nombres propios antropónimos.
7.Definición semántica del nombre propio.
8. Clasificación de los nombres propios antroponímicos.
Nombres de pila.
Apellidos.
9. Los nombres de pila más frecuentes en España.



1. DEFINICIÓN DE NOMBRE PROPIO.

La definición de nombre propio, dada las características que posee, comunes con otros tipos de nombres, es harto compleja.

Según la RAE,

12.1.2a. (...) «frente al nombre común, el nombre propio identifica un ser entre los demás sin informar de sus rasgos o sus propiedades constitutivas. Estos sustantivos no expresan qué son las personas o las cosas (como hacen los nombres comunes: mujer, montaña, país), sino cómo se llaman individualmente esas entidades (Paula, Everest, Colombia). Gozan, pues, por sí mismos de capacidad referidora. Los nombres propios no participan en relaciones léxicas (sinonimia, antonimia, etc.) y, aunque establecen correspondencia con los nombres similares de otras lenguas, no tienen propiamente traducción».
[RAE et ASALE. Nueva Gramática de la Lengua Española. Madrid: Espasa, 2010, pp. 209-210].

Por tanto, podemos decir que el nombre propio es un sustantivo que se usa para designar a personas, lugares o cosas, sin rasgos semánticos inherentes y que designa un único ser.​



2. CLASIFICACIÓN TRADICIONAL DE LOS NOMBRES PROPIOS.

Nuevamente partimos de la explicación dada por la RAE:

« § 12.5.1a Los nombres propios de persona se llaman antropónimos (Clara, Luis). Los nombres de animales (llamados zoónimos) pueden ser también propios (Babieca, Micifuz, Pegaso). Son asimismo nombres propios los que designan las divinidades y figuras religiosas (Alá, Apolo, Buda, Cristo, Dios), así como los seres mitológicos, legendarios o fantásticos (Hércules, Papá Noel, Pulgarcito). Entre los antropónimos se suelen distinguir los nombres de pila, los apellidos y los sobrenombres. Constituyen un tipo especial de nombres de pila los hipocorísticos. Se trata de formas abreviadas que se usan en la lengua familiar como designaciones afectivas: Lola, Lupe, Nacho, Paco, Pepe, Pili, Tere. Muchos apellidos son en español nombres patronímicos, es decir, derivados morfológicos de los nombres de pila: Fernández, de Fernando; Martínez, de Martín; Pérez, de Pero. Entre los sobrenombres están los seudónimos, nombres que emplean los autores o artistas para ocultar el propio: Azorín, el Brocense, Cantinflas; los apodos o motes, que son designaciones irónicas, descalificadoras o cariñosas: la Beba, el Bizco, la Chata, el Negro —o, en plural, más propio de España, la Ojos, la Pecas, el Piernas—; y los alias, que se emplean como nombre artístico o profesional (la Chunga, el Cordobés), pero también como apodo, con intención no necesariamente descalifciadora, entre individuos que viven al margen de la ley.

§ 12.5.1b Los nombres propios de lugar se denominan topónimos. Designan continentes (América), países (Costa Rica), estados (Jalisco), provincias (Entre Ríos), departamentos (Florida), ciudades (Santiago), pueblos (Casupá), calles (Corrientes), barrios (Chacarita), montañas o picos (Aconcagua), volcanes (Chimborazo), cabos (San Lucas), islas (Menorca), istmos (Panamá), etc. Se emplean muy a menudo en construcciones apositivas, con la preposición "de" (la ciudad de Buenos Aires, la isla de Jamaica) o sin ella (la calle Zamora). Forman un grupo particular de topónimos los hidrónimos, es decir, los nombres propios que designan ríos (Lempa), canales (Yucatán), arroyos (Miguelete), mares (Negro), océanos (Atlántico), etc. También se construyen frecuentemente en aposición: el río Duero, el mar Mediterráneo, el océano Atlántico, si bien pueden dejar implícito el nombre común: el Duero.

§ 12.5.1c Se ajustan en mayor o menor medida a las características de los nombres propios los que denotan festividades o conmemoraciones (la Ascensión, el Ramadán); astros (Ganímedes, Marte, Orión); representaciones alegóricas (la Muerte); títulos de obras (Simón Bocanegra); fundaciones (Lolita Rubial); órdenes religiosas (Santa Clara); empresas (El Mercurio de Antofagasta); clubes (Club Deportivo Istmeño); corporaciones (Real Academia Española), y otras muchas asociaciones, agrupaciones o instituciones de diversa naturaleza».


[RAE et ASALE. Nueva Gramática de la Lengua Española. Madrid: Espasa, 2010, pp. 218-219].

Siguiendo la anterior exposición, la clasificación tradicional de los nombres propios parte de la distinción entre los que designan a seres vivos y los que se refieren a objetos inanimados y diversos fenómenos.

Nosotros establecemos el siguiente esquema:

Que queda explicado a continuación: