Los versos bisílabos [del lat. bisyllăbus: bis (dos), syllabus (sílabas)] son aquellos que constan de dos sílabas métricas.
Poco usados a lo largo de la historia de la literatura y casi siempre en compañía de otros versos de mayor medida, en juegos polimétricos o en quiebras de versos o en eco (solo lo hallaremos generando poemas exclusivamente bisílabos a partir del siglo XX).
Mas, antes de continuar, debemos dejar constancia de que no todos los tratadistas admiten el verso de dos y tres sílabas, toda vez que este verso “no tiene ritmo propio”.
[Baehr, Rudolf .- Manual de versificación española. Madrid, Gredos, 1.973, pág. 85].
Idea que parece haber permanecido al menos en las composiciones en que se mezcla con otros versos considerados de ritmo tradicional castellano, estimando a los versos bisílabos, más que como versos independientes, como estribillo. Así, por ejemplo, para Rengifo, Luzán y Velázquez, entre otros, el verso mínimo está en el tetrasílabo, que es el quebrado del octosílabo de una redondilla mayor:
Podemos decir que en castellano no hay versos de una, dos, ni tres sílabas.
En efecto, aunque hay palabras acentuadas de una sílaba en nuestra lengua, parece imposible hacerlas versos, y ningún poeta lo ha emprendido. Obsérvese, que aunque procurase formar con ellas una estanza, como esta:
Fe,No serían estos versos de una sílaba, sino de dos; porque en nuestra versificación toda sílaba final de verso en palabra aguda equivale, como ya hemos dicho, a dos sílabas.
Paz
Tú
Das,
Los de dos sílabas apenas pudieran seguirse unos a otros sin que pareciesen de cuatro, como estos:
Penas
Graves
Sufres,
Hombre:
Penas
Graves
Sufro
Yo.