5 de junio de 2015

ELEMENTOS EN EL LENGUAJE LÍRICO.


Introducción a la lírica
Elementos en el lenguaje lírico.
Estructuras básicas del texto lírico.
Fusión entre el mundo y el yo.
Las voces líricas .
Prioridad de la emoción sobre la acción.
Densidad, imagen y sentido.
La connotación.
La versificación.

Cinco son los elementos que tenemos que tener en cuenta en el lenguaje lírico:

• el hablante lírico,
• el objeto lírico,
• el motivo lírico,
• el estado de ánimo,
• y el tema.

Véamoslos con detalle.

El hablante lírico.

La crítica a este respecto no está todavía totalmente de acuerdo en asignarle un referente a este "hablante lírico".

Aunque Platón ya expresó en su "República" refiriéndose a la lírica, que «existe otra clase (de género) que emplea la narración hecha por el propio poeta, como es el caso de los ditirambos», suele considerarse que es desde el romanticismo, con Hegel como teórico, cuando se viene considerando que el yo del poema se debía identificar con el autor:

«A diferencia de las formas narrativas y dramáticas, la mayor parte de las composiciones líricas no incluyen elementos tales como los personajes o un argumento que puedan ser prontamente explicados (ajustándose a la común interpretación mimética del espejo) como imitaciones de gentes o acontecimientos externos. La mayoría de las composiciones líricas consisten en pensamientos y sentimientos expresados en primera persona, y el único personaje que fácilmente se tiene a mano para atribuírselos es el poeta mismo».
[H. Abrams.- El espejo y la lámpara. Barcelona, Barral Editores, 1.975, pp. 155-156]

Pero también se habla de un "Yo ficticio" que transmite sus sentimientos y emociones, el que habla en el poema para expresar su mundo interior, que no es una persona real, pero tampoco ficticia, ni siquiera una entidad gramatical determinada.

Susana Cavallo caracteriza a la "persona poética" significando que

es una formalización de la experiencia humana: es también un actor, cuyo papel el lector tendrá que descifrar para comprender cabalmente el poema"
[Susana Cavallo .- 1.987, pág. 105]

Fue Käte Hamburger [La lógica de la literatura. Madrid, Visor, 1.995] quien puso en cuestión que la lírica fuera concebida en términos de mímesis aristotélica, diciendo que debería considerarse su dominio el de la "ficción", y de ahí surgió este concepto de "ser ficticio". Así, nos fundamentará que:

«El sujeto de enunciación lírico se identifica con el poeta, exactamente como aquel de una obra histórica, filosófica o científica, se identifica con su autor, en el sentido lógico del término. Pero mientras que en el caso de los documentos de realidad, esta identidad no es problemática, puesto que es sólo el objeto el que está focalizado y el sujeto de enunciación no tiene un rol en relación con el contenido, sucede de otra manera con el Yo lírico. La identidad lógica no significa, en este caso, que todos los enunciados de un poema, o incluso el poema en su totalidad, deba corresponder a una experiencia real del autor (...) no existe un criterio ni lógico ni estético, ni externo ni interno, que nos autorice a decir si el sujeto de enunciación de un poema puede o no ser identificado con el poeta. No tenemos la posibilidad, ni tampoco el derecho, ni de sostener que el poeta presenta eso que enuncia el poema (...) como siendo parte de su propia experiencia, ni de afirmar lo contrario (...) La forma del poema es aquella de la enunciación, lo que significa que nosotros la resentimos como estando dentro del campo de la experiencia del sujeto de enunciación – lo que nos permite percibir el poema como un enunciado de realidad».

Carlos Bousoño [Teoría de la expresión poética. Madrid, Gredos, 1.985.] consideró al poema como comunicación de lenguaje imaginario. Comunicación real del autor, pues como toda obra de arte, el poema es de naturaleza imaginaria, y lo que se comunica en él en todo momento no son directamente las vivencias del poeta, aunque el poema se estructure en base de ellas.

Es por ello que el poema va siendo contemplado más como una creación imaginaria en contexto comunicativo que una creación autobiográfica, distinguiéndose tres niveles de sujeto:

• sujeto escritor (poeta),
• el yo empírico (sujeto vivencial),
• y el sujeto lírico.

Más aún, deberíamos hablar de:

• "autor real",
• "autor literario",
• "hablante lírico"
...

No entramos, en estos momentos, en más consideraciones, sobre las diferentes formas de inscripción de la primera persona, que ha venido realizando la crítica [Cfr.: Cristián Gallegos Díaz.- "Aportes a la teoría del sujeto poético", in Espéculo, Revista de Estudios Literarios, núm. 32], como podemos ver en el "yo" de las figuras pragmáticas de A. López Casanova [El texto poético. Teoría y Metodología. Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994, pp. 60-74], concretadas en los poemas como:

• primera persona propia,
• yo explícito,
• yo circunstancial,
• primera persona ajena,
• yo-personaje,
• yo irónico,
• primera persona generalizada a través de un "nosotros",
etc...

pues trataremos más abajo esta cuestión (Las voces líricas).
[Cfr.: A. L. Luján Atienza.- Cómo se comenta un poema. Madrid, Síntesis, 1.999, pp. 225-252].

Pero sí hay que recordar que se señala, por otro lado, que para expresar su mundo interior el hablante lírico puede adoptar tres actitudes, según W. Kayser [Kayser, W. Interpretación y análisis de la obra literaria. Madrid: Gredos, 1.985, pp. 445-460]:

Actitud enunciativa, caracterizada porque el lenguaje empleado por el hablante lírico representa una narración de hechos que le ocurren a un objeto lírico. El hablante intenta narrar los sentimientos que tiene de esa situación tratando de mantener la objetividad. El poema que posee esta actitud describe una situación del entorno o contexto, manteniendo cierta distancia. Para ello utiliza marcas textuales de tercera persona gramatical como él, los, ellos, ella, le, etc. Es decir, el yo adopta una posición distante frente a un ello. Así tenemos el retrato, el cuadro o estampa, la escena, el episodio...
«El río Guadalquivir
Va entre naranjos y olivos.
Los ríos de Granada
Bajan de la nieve al frío»
(F.García Lorca)

Actitud apelativa o apostrófica, cuando el hablante se dirige a otra persona, o ser, o naturaleza, o cosa (a un TÚ identificado o no), como el objeto lírico o el lector, y le intenta interpelar o dialogar. En esta actitud el hablante dialoga con un receptor ficticio a quien refiere sus sentimientos.


  «Tú eres el ave cuyas alas vi
 al despertar llamando en plena noche,
 sólo con mi braceo, pues tu nombre
 es un abismo de mil noches de hondo.
 Tú eras la sombra en que dormía en calma,
 todo sueño levanta en mi tu germen:
 tú eras imagen, pero yo soy marco
 que te completa en fúlgido relieve:

 ¿Cómo nombrarte? Mira arder mis labios.
 Tú eres principio que se vierte inmenso:
 yo soy el lento y temeroso «Amén»,
 que, tímido, concluye tu belleza.

 Del reposo a menudo me sacaste,
 cuando me era el dormir como un sepulcro,
 como perderse y escapar; entonces
 me alzaste de las sombras de mi pecho
 queriendo alzarme encima de las torres
 como pendón bermejo o colgadura.

 Tú que hablas del milagro como ciencia
 y de los hombres como melodías
 y de las rosas, de esos resultados
 que se cumplen con fuego en tu mirada;
 tú, feliz, ¿cuándo nombras una vez
 al que en su día séptimo y final
 dejó siempre perdido su fulgor
 en tu aleteo?
 ¿Mandas que pregunte?»
            (Rainer María Rilke)

Actitud carmínica o de canción, cuando el hablante abre su mundo interno, expresa todos sus sentimientos, reflexiona acerca de sus sensibilidades personales, es decir, cuando se da un "proceso de autocomunicación" (en palabras de Lévine), cuando el YO lírico (y el nosotros, y el "yo desplazado" -a través de imagen en el espejo, o del "yo máscara" en su desdoblamiento de segundo grado-, el "yo escénico" -singular o plural) abre su intimidad.


 «Cuando miro el azul horizonte 
 perderse a lo lejos
 al través de una gasa de polvo 
 dorado e inquieto,
 me parece posible arrancarme 
 del mísero suelo,
 y flotar con la niebla dorada
 en átomos leves
 cual ella deshecho.

 Cuando miro de noche en el fondo 
 oscuro del cielo 
 las estrellas temblar, como ardientes 
 pupilas de fuego, 
 me parece posible a do brillan 
 subir en un vuelo 
 y anegarme en su luz, y con ellas 
 en lumbre encendido 
 fundirme en un beso. 

 En el mar de la duda en que bogo 
 ni aun sé lo que creo; 
 ¡sin embargo, estas ansias me dicen 
 que yo llevo algo 
 divino aquí dentro!...» 
          (G. A. Bécquer)

El objeto lírico: es la persona, objeto o situación que origina los sentimientos en la voz poética.

El motivo lírico: es el tema del cual trata la obra lírica, el sentimiento predominante de la voz poética.

El estado de ánimo: es el estado en que se encuentra el alma del hablante, su disposición emocional.

El tema.

El tema es el asunto principal que se reitera a lo largo de todo el poema, el «sentido nuclear del poema» [Carlos Reis.- Comentario de textos. Fundamentos teóricos y análisis literario. Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1,995, pág. 113].

Por tanto, el tema no es el argumento, sino aquello que el poema dice:

«El tema (aquello de lo cual se habla) está constituido por la unidad de significados de los diversos elementos de la obra»...
[
y tiene] «un color emotivo, es decir, suscita sentimientos de repulsa o de simpatía».
[Boris Tomachevski.- Teoría de la literatura. Madrid, Akal, 1.982, pág. 179 y ss.]
A través del tema podemos acceder al significado último del texto poético. Es el núcleo significativo del texto, que podemos expresarlo con una sola palabra, con un tópico literario, etc. Por eso surgió el concepto de "motivos", que están subordinados a una idea central.

Todo poema presenta, pues, un eje temático central (lo que el comentario de texto tradicional ha llamado tema), alrededor del cual pueden articularse una serie de temas secundarios o subtemas.

Y,

puesto que el tema es la médula o columna vertebral de todo el poema, el cual surca de principio a fin, es importante ver, en un segundo nivel de abstracción -abstracción menor- cómo el tema posee diversos desarrollos o partes (parcelas argumentales del tema).
La estructura del texto viene dada por la manera en que estas partes se articulan entre sí.

[Isabel Paraíso.- El comentario de textos poéticos. Barcelona, Júcar, 1.988, pág. 23]

Cuestión que pasaremos a ver en el siguiente apartado.

Porque como en cualquier comprensión textual, el gozo intelectual – no el estético – de la poesía parte de la comprensión de cuál sea ese tema nuclear, desde qué punto de vista se ha tratado y qué le aportan los temas secundarios.

Las isotopías greiamasianas y los tópicos, así como la determinación de la estructura siempre resultarán útiles para la determinación del tema.

Recordemos que A. J. Greimas [Greimas, Algirdas Julien. Sémantique structurale. Paris: Larousse, 1.966] ya definió el concepto de "isotopía" como como un conjunto redundante de categorías semánticas que hacen posible la lectura uniforme de un relato, evocando así la noción de identidad y similaridad y el de pertenencia a un campo, dominio o lugar.

Por ello, parece necesario que tengamos en cuenta la progresión temática dentro del poema. Sabemos que a lo largo de un texto es conveniente que se vaya recordando al lector la información ya conocida o tema, para que la relacione sin dificultad con la información nueva o rema, y que normalmente se suele hablar de tres tipos de progresión temática:

Lineal, cuando se convierte en tema nuevo que a su vez puede contener otro rema, y así sucesivamente el rema (r) de una oración es el tema de la siguiente: Vivimos en un barrio tranquilo (r). Este barrio (t) tiene casas bajas.
De tema constante, cuando el tema de una oración se repite como tema de la siguiente o de las siguientes: La noticia del crimen (t) conmovió a todos. Fue [la noticia] (t) tapa de todos los diarios durante varios días.
De temas derivados, donde se da la presencia de un hipertema (ht), el cual se desglosa en diversos temas (el hipertema puede estar en posición temática o remática en la primera oración): Hablaremos de dos recursos de cohesión (ht). Uno es la elipsis (t) que consiste en una sustitución por cero; el otro es la conexión (t) que implica un correcto uso de conectores.

Estos tres tipos de progresión temática pueden combinarse en un texto. Conocerlos nos ayuda a focalizarnos en el tema, a jerarquizar los conceptos, a organizar la información y a no reiterarla innecesariamente. Junto con las isotopías, constituyen un aliado fundamental a la hora de ser coherentes.

José Ángel Valente distinguió claramente entre tema, objeto y forma del poema:

«El objeto del poema es la zona de realidad, poéticamente conocida, que el poema revela. El tema es el enunciado genérico de esa realidad, que aun así enunciada puede seguir estando encubierta. El tema no determina la forma; en cambio, entre ésta y el objeto hay un condicionamiento dialéctico. El tema es por sí solo poéticamente inerte (...). La capacidad de revelación poética de la realidad tampoco está condicionada en definitiva por la personal actitud del artista respecto al posible tema de la obra. La actitud es en buena medida parte de la disposición temática y, como tal, no determina a la forma. El objeto, sí. El tema es intencional; se busca, se propone o se impone. El objeto es sobreintencional, se encuentra, pues es la zona de realidad que la palabra inventa, es decir, halla».
[José Ángel Valente.- «Literatura e ideología. Un ejemplo de Bertolt Brecht», in Las palabras de la tribu. Barcelona, Tusquets, 1994, pp. 38-39].

Por su parte, Arcadio López-Casanova y E. Alonso [López Casanova, Arcadio et Alonso, Eduardo.- Poesía y novela. Teoría y método de análisis y práctica textual. Valencia, Bello, 1982; pp. 51 y ss.] insistieron en que:

todo poema proyecta una unidad de sentido, comunica algo, tiene un contenido. Por muy compleja, difusa, caótica, etc., que sea esa unidad de sentido, siempre habrá un vector, un eje o hilo conductor que pueda expresarse en un núcleo de pocas palabras. Ese será, pues, lo que llamaremos eje temático. [Además], muchas veces, los poemas muestran un eje temático que va acompañado de motivos secundarios o "subtemas" articulados en torno del principal.







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